III.2.1. LA SUPERFICIE DEL PODER MUNDIAL
CAPITULO III
EL SISTEMA FINANCIERO MUNDIAL Y SUS NÚCLEOS DE PODER
III.2. LOS CÍRCULOS CONCÉNTRICOS: ANILLOS EXTERIORES Y ANILLOS INTERIORES
III.2.1.2. EL GRUPO BILDERBERG
El grupo Bilderberg nació oficialmente en mayo de 1954, fecha en la
que tuvo lugar en la localidad holandesa de Oosterbeek la primera Conferencia de
esta entidad con la participación de un centenar de destacadas figuras
del mundo económico, político, académico y mediático.
El anfitrión de aquella sesión inaugural, celebrada en los salones
del hotel Bilderberg, de donde procede el nombre del grupo, fue el príncipe
Bernardo de Holanda, un personaje estrechamente vinculado a
los altos círculos financieros y políticos occidentales. Desde que
echara a andar, el mensaje difundido por los mentores del Bilderberg Group fue
el característico de este tipo de organismos: se trataba, según el
comunicado oficial, de una entidad destinada a fortalecer la unidad atlántica,
a frenar el expansionismo soviético y a fomentar la cooperación y
el desarrollo económico de los países del área occidental.
Todo lo cual no era más que una forma eufemística de describir los
objetivos reales de la organización, perfectamente conocidos a tenor del
contenido de sus reuniones. Y es que, a pesar del hermetismo en el que se
desarrollan éstas, nunca han faltado las filtraciones reveladoras sobre
el particular.
En el seguimiento de las reuniones y andanzas de esta emérita cofradía
merece destacarse la labor que, desde hace tiempo, viene realizando el rotativo
estadounidense The Spotlight, cuyas valiosas informaciones han sido
fundamentales para saber que tales objetivos se resumen en uno, cual es el
cercenamiento progresivo de las soberanías nacionales y su transferencia
a instituciones de carácter oligárquico y supranacional.
Pero antes de seguir adelante convendrá escudriñar en los orígenes
de esta entidad, en los que aparece como eminencia gris e instigador un
personaje de escasa resonancia pública, pero de enorme peso en los más
discretos y selectos círculos del Poder. Se trata de Joseph Retinger,
un sujeto a quien el propio Bernardo de Holanda rendiría
homenaje fúnebre con estas palabras: "La historia conoce
numerosos personajes notables sobre los cuales se concitó durante su vida
la atención general. Ellos fueron admirados y festejados por todos, y
nadie ignoró su nombre.... Existen, sin embargo, otros hombres cuya
influencia es todavía mayor, incidiendo con su personalidad en el tiempo
en que vivieron, aunque no son conocidos, pese a todo, más que por un círculo
de iniciados muy restringido. Joseph Retinger fue uno de éstos".
(Bulletin nº 5 du Centre de Culture Europeèn).
Joseph Retinger nació en Cracovia el año
1887 en el seno de una prestigiosa familia de origen judío-austríaco.
A la edad de 18 años marchó a París, donde se doctoró
en Letras y entabló sus primeros contactos en las altas esferas sociales
occidentales. Acto seguido se iniciaría su azarosa y agitada existencia,
caracterizada por sus múltiples cambios de residencia y constantes
desplazamientos, así como por su presencia en la mayor parte de los
escenarios político-diplomáticos donde se ventilaron los
conflictos europeos de la primera mitad de este siglo. Una frenética
actividad, en suma, que guarda un curioso paralelismo con las andanzas de los célebres
agentes itinerantes de la francmasonería iluminista.
Después de cursar estudios en la Escuela de Ciencias Políticas
parisina se trasladó a Munich, donde siguió un curso de psicología.
Posteriormente, en 1914, se dirigió a Londres para inscribirse en la
London School of Economics, centro en el que entabló estrechos contactos
con los círculos fabianos británicos aglutinados en torno a esa
influyente institución. Tras iniciarse en la francmasonería sueca,
se desplazó a los Estados Unidos, país en el que ampliaría
sus relaciones de alto nivel y protagonizaría un sinfín de
peripecias. Finalmente, una vez concluida la 2ª Guerra Mundial, Joseph
Retinger se entregó de lleno a la tarea de construir los cimientos del
movimiento europeísta.
En mayo de 1946, junto con Paul von Zeeland, crea la Liga
Europea de Colaboración Económica, un organismo en el que,
contrariamente a lo podría deducirse por su nombre, participaron
activamente varios miembros destacados de la nomenclatura oligárquica
estadounidense, como John McCloy (CFR, Bilderberg, Chase
Manhattan Bank), Averell Harriman (CFR, Bilderberg, Pilgrims,
The Order), George Franklin (CFR, Bilderberg, Trilateral),
John Foster Dulles (CFR, Bilderberg), William Wiseman
(socio de la Banca Khun&Loeb), M. Leffingwelle (socio de
la Banca Morgan), Nelson y David Rockefeller, etc.
El 7 de mayo de 1948 veía la luz otra elaboración de Retinger,
el Congreso de Europa, una entidad en la que se integraron varias organizaciones
afines del momento, y de la que surgiría un año después el
Consejo de Europa. No menos digno de mención es el decisivo papel desempeñado
por Retinger en el alumbramiento del Movimiento Europeo, una institución
que tiene como objetivo fundamental la implantación de un gobierno
europeo supranacional, y cuya secretaría general ocuparía su
fundador durante varios años. Obvio es decir que esta clase de organismos
no son otra cosa que emanaciones de las altas esferas plutocrático-oligárquicas,
por lo que nada tiene de sorprendente el contenido de un informe confidencial
elaborado por uno de ellos, la Comisión Europea, durante el mandato de
Jacques Delors, informe con arreglo al cual quince
multinacionales se repartirán el famoso "mercado único"
europeo: Allianz A.G., Mediobanca, Lazard Partners, S.G.Warburg, Lambert Group,
Swiss Re., Credit Suisse, Shearson, Credit Lyonnais, Deutche Bank, National
Nederlandem, Barklays Bank, Assicurazioni Generale y Zurich Insurance.
El cometido desarrollado por Retinger en la cristalización
del entramado europeísta sería valorado por el Boletín
nº 5 del Centro de Cultura Europea con estas palabras: "Sin
él, la Liga Europea de Cooperación Económica, el Movimiento
Europeo y nuestro Centro de Cultura Europea no habrían visto nunca la
luz. El Congreso de Europa de la Haya fue su obra, y el Consejo de Europa su
resultado. Posteriormente fue él quien concibió y dio vida al
Bilderberg Group, consagrado a la comprensión y la unión atlántica".
Tal y como indicaba el citado boletín, el Bilderberg Group fue, en
efecto, otro de los grandes proyectos puestos en marcha por Joseph Retinger,
que desempeñó la Secretaría permanente de dicho organismo
hasta su fallecimiento en 1960. Debe quedar claro, no obstante, que el
nacimiento del Bilderberg Group se gestó siguiendo la norma habitual en
estos casos, de igual modo que ha ocurrido con todas las entidades paralelas
descritas a lo largo de estas páginas, y en las que detrás del
tecnócrata operador siempre ha habido un plutócrata patrocinador.
Sin el sufragio económico de la casa Rothschild nunca
habrían tomado cuerpo los planes de Cecil Rhodes ni la
Round Table, como tampoco se habría hecho realidad la London School of
Economics sin los fondos aportados para su creación por el Trust
Huntington y la Banca Rothschild. Del mismo modo que el
Consejo de Relaciones Exteriores y su principal artífice, el siniestro "coronel"
House, contaron con el patrocinio de la Banca Morgan, o los
oficios de
Brzezinski y el proyecto trilateralista tuvieron como patrón
a David
Rockefeller, así también las labores de Retinger
para el alumbramiento del Bilderberg Group respondieron a la iniciativa estratégica
y a los fondos aportados por el plutócrata de turno, en ese caso Víctor
Rothschild. Y es que a la sombra de toda empresa de semejante envergadura, y más
allá de sus promotores inmediatos, siempre subyace una instigación
oligárquica y una poderosa plataforma financiera.
Hasta 1976, el Bilderberg Group estuvo presidido por el príncipe
Bernardo de Holanda. Los lazos de la casa real holandesa
(titular de una de las mayores fortunas del planeta) con la Alta Finanza son
viejos y bien conocidos, lo que hace innecesario detallarlos aquí. A raíz
del escándalo suscitado por los sobornos de la Compañía
Lockheed, en los que se vio envuelto como principal implicado el príncipe
Bernardo, éste dejó la presidencia del Grupo, siendo sustituido
por Douglas Home, ministro de Exteriores británico, que
permaneció en el cargo hasta 1980. A Home le sucedió Walter
Scheel, ministro de Asuntos Exteriores y, posteriormente,
presidente de la República Federal Alemana, que asumió la jefatura
hasta 1985, año en que fue relevado por el británico Eric
Roll, presidente del grupo bancario S.G.Warburg. Este último
dejó paso en 1989 al actual presidente, Peter Rupert, más
conocido como lord
Carrington, ex-secretario general de la OTAN, ex-ministro de
varios gobiernos británicos y miembro destacado de la Fabian Society y
del Real Instituto de Asuntos Internacionales.
Entre los más destacados integrantes de la sección europea del
Bilderberg Group es habitual la pertenencia simultánea a la Comisión
Trilateral, pertenencia que se extiende al Consejo de Relaciones Exteriores en
el caso de los miembros más relevantes de la sección
norteamericana del Grupo. De estos últimos podría reseñarse
una breve relación de nombres que militan en los tres organismos, como
son David Rockefeller, George Bush, Zbigniew Brzezinski, Robert
McNamara, Henry Kissinger, Caspar Weinberger, Bill Clinton, ninguno de
los cuales necesita presentación, George Ball, asociado
de la banca Lehmann Brothers, Cyrus
Sulzberger, editorialista del New York Times, y Heddy
Donovan, redactor jefe de la revista Time.
Por lo que se refiere a la estructura interna del Bilderberg Group, ésta
se articula siguiendo el esquema característico de los círculos
concéntricos, que es el organigrama adoptado tanto por el entramado oligárquico-mundialista
en su conjunto, como por cada una de las entidades que se integran en el mismo.
En el caso del Bilderberg Group, el círculo más externo está
representado por los miembros asistentes a las conferencias periódicas
organizadas por este organismo, una parte de los cuales son afiliados
permanentes, y la otra invitados ocasionales o en vías de reclutamiento.
El primer círculo interior es el Steering Committee, compuesto por 39
miembros permanentes del Grupo. Una restringida camarilla de estos últimos
constituye, a su vez, el segundo círculo interno y el más hermético.
Se trata del Bilderberg Advisory Committee, cuyos integrantes norteamericanos
son todos miembros del Consejo de Relaciones Exteriores. No en vano el coronel
Curtis B.Dall, ex-yerno del presidente Franklin D.Roosevelt
y personaje bien introducido en los medios financieros y políticos
estadounidenses, definió al Bilderberg Group como "la fase
mundialista del Consejo de Relaciones Exteriores norteamericano y del Real
Instituto de Asuntos Internacionales británico".
Los objetivos del Bilderberg Group, nada difíciles de suponer por
otra parte, han sido expuestos más de una vez con meridiana claridad en
los discretos cónclaves que celebra este organismo en medio de imponentes
medidas de seguridad. Si bien es lo cierto que de poco ha servido hasta ahora el
sigilo que rodea tales reuniones, sobre las que raramente han faltado las
filtraciones, e incluso las delaciones internas que permitieran conocer gran
parte de sus conclusiones. Buena prueba de ello son las declaraciones realizadas
en los preámbulos de la Conferencia Bilderberg de 1991 por
Charles
Muller, un alto funcionario de la entidad, quien se quejaba de
que "cada año, alguien que representa a una organización
o periódico dispuesto a oponerse a nuestros objetivos acaba, de algún
modo, infiltrándose" (el periódico al que hacía
referencia Muller no es otro que The Spotlight).
Pese a tratarse, como ya se apuntara anteriormente, del círculo más
externo de esta entidad, lo tratado en sus cumbres periódicas ofrece una
clara idea de sus objetivos. Así, en la Conferencia celebrada en junio de
1991 en la localidad alemana de Baden-Baden, sus más conspicuos
militantes celebraron el desarrollo de la Guerra del Golfo, cuyo desenlace
estaba entonces reciente, como "un paso importante para sacar a los
americanos del nacionalismo". Sobre este particular se pronunció
Henry Kissinger, uno de los ponentes, haciendo notar "el
avance de años" que había supuesto el hecho de que la
intervención norteamericana en el conflicto hubiera sido acordada en la
ONU antes de obtener el refrendo del Congreso norteamericano, único órgano
facultado para declarar la guerra según lo dispuesto por la Constitución
de ese país, añadiendo que "si los americanos pueden
ser persuadidos de traspasar las decisiones bélicas a la ONU, los
nacionalismos de vía estrecha de Francia, Gran Bretaña o cualquier
otro país desaparecerán". El júbilo de
Kissinger y de sus ilustres cofrades estaba plenamente justificado si se
considera que la ONU no es sino uno de sus organismos títere.
Como colofón de este rápido repaso bueno será dedicar
algunas palabras a uno de los "pasatiempos" predilectos de los
bilderberger. Se trata de lo que, en la jerga de la organización, es
conocido como "juegos de guerra", un significativo
eufemismo mediante el que se designan ciertas prácticas que ya desde
tiempo antes venía desarrollando el Consejo de Relaciones Exteriores. Básicamente,
los llamados juegos de guerra consisten en la escenificación de
situaciones de crisis extrema sobre asuntos de política internacional, a
fin de tener previstas todas las posibles contingencias que pudieran representar
un obstáculo para el desenlace deseado.
Los seminarios o foros de reflexión donde se desenvuelven estos "juegos"
suelen celebrarse en lugares apartados bajo los auspicios de instituciones académicas
tales como el Instituto Averell Harriman, el Consejo de Yale sobre Estudios
Internacionales o la Academia para el Desarrollo de la Educación, todas
ellas vinculados a la sociedad The Order, de la que se hablará más
adelante. Los participantes en estos seminarios son, por lo regular, expertos
reclutados en las altas esfera científicas y académicas y
vinculados a las figuras clave de la política exterior de sus respectivos
países.
Paralelamente a los "juegos de guerra" se desarrollan los "juegos
políticos", complementándose ambos mutuamente. En realidad,
el juego de guerra se pone en marcha cuando sobrevienen o son introducidos en un
juego político acontecimientos críticos, como golpes de Estado,
graves disturbios sociales, magnicidios, invasiones, etc. Y si bien los juegos
de guerra están concebidos para tener previstas todas las eventualidades
posibles y las soluciones más adecuadas a cada una de ellas, a veces
ocurre que el acontecimiento real (ya sea espontáneo, ya provocado) se
desarrolla de forma distinta a la prevista en el "juego", en cuyo caso
se hace preciso intervenir, si es necesario directamente, para corregir los desvíos
y reconducir el proceso hacia el desenlace adecuado.