EL BOGOTAZO
Lo hicieron los comunistas.
Gen. G. Marshall
SECCION PRIMERA
La mayoría de los colombianos que han estudiado el Bogotazo consideran que los trágicos sucesos fueron tan sólo una explosión de violencia producto de la política nacional. Pero, tal como demostraré más adelante, esa opinión no se corresponde con los hechos. Por el contrario, todo indica que el Bogotazo fue una operación de guerra psicológica de bandera falsa que no tuvo nada que ver con la política interna de Colombia. Prueba de ello es que un informe secreto sobre los disturbios, hecho por el Attaché de la Oficina de Inteligencia Naval de los EE.UU., Coronel W.F. Hausman, menciona que inicialmente los disturbios habían sido planeados para que estallaran durante la Conferencia Panamericana que había tenido lugar en Rio de Janeiro en 1947. Pero la policía brasileña hizo un buen trabajo y eficientemente dispersó a los revoltosos antes de que los disturbios llegaran a generalizarse. En realidad, el Bogotazo fue el suceso que inició en el hemisferio occidental una operación de guerra psicológica de enormes proporciones: la llamada Guerra Fría. 1. Los agentes provocadores Tal como expliqué en el capítulo anterior, Fidel Castro fue reclutado por la CIA a comienzos de 1948 y enviado a Colombia como agente provocador para participar en el Bogotazo y en el asesinato de Gaitán.
Su objetivo era plantar pistas falsas que inculparan a los comunistas por ambos hechos. Camino a Colombia, Castro y su amigo Rafael del Pino Siero hicieron una breve escala en Panamá, donde fueron presentados al Presidente Enrique Pérez Jiménez. Fiel a su papel de agente provocador, del Pino aprovechó la ocasión para pronunciar un discurso virulentamente antinorteamericano. Pero quienes escucharon su apasionada arenga anti norteamericana ignoraban que, pocos meses antes, del Pino había sido licenciado honorablemente de las fuerzas armadas norteamericanas. Más aún, su presencia en casa de Mario Lazo cuando Castro fue reclutado indica que del Pino aún mantenía relaciones con miembros de los servicios de inteligencia norteamericanos. Pocos días después, los recién reclutados agentes provocadores se trasladaron de Panamá a Venezuela, donde repitieron su actuación cuando se reunieron con un grupo de estudiantes universitarios. Luego se entrevistaron con el ex presidente Rómulo Betancourt, quien había sido designado para encabezar la delegación de Venezuela ante la Conferencia de Bogotá. Debido a su posición nacionalista y antiimperialista, y al hecho de que cuando joven había sido líder del Partido Comunista venezolano, los conspiradores del CFR consideraban a Betancourt problemático y por eso lo acusaban de comunista. Es evidente que el verdadero propósito de las actividades de Castro y del Pino en Panamá y Venezuela habían sido planeadas con anterioridad por los conspiradores del CFR para solidificar la falsa cubierta de los agentes provocadores como agentes del comunismo internacional. De Venezuela, ambos agentes provocadores se dirigieron a Colombia. Desde el momento en que Castro y del Pino arribaron al aeropuerto de Medellín, la Oficina de Seguridad Nacional colombiana los mantuvo bajo una estrecha vigilancia. Alberto Niño, en esos momentos Jefe de Seguridad de Colombia, luego escribió que había sido informado de que los cubanos habían reemplazado dos agentes de inteligencia soviéticos estacionados en Cuba. Pero, como veremos más abajo, al parecer Niño era uno de los que creía que ser anticomunista le ganaba puntos con los señores del norte.
Continuando su misión de agentes provocadores, en los días previos al Bogotazo, Castro y del Pino abiertamente distribuyeron propaganda comunista en varios lugares de la ciudad. También colocaron convenientemente a la vista en su habitación del hotel Claridge literatura comunista para que luego fuera hallada por las autoridades. El día antes de que estallaran los disturbios, Castro y del Pino asistieron a una reunión con representantes de la Unión Sindical Obrera Colombiana donde, entre otras cosas, Castro disertó sobre las técnicas del golpe de estado. Sin embargo, hasta la propia Claudia Furiati, una autora brasileña procastrista, ha tenido que reconocer que el tono fuertemente izquierdista usado por Castro en su disertación, “se parecía al que solían emplear los provocadores.” Testigos presenciales afirmaron que, a eso de las 4:00 p.m., pocas horas después de que Gaitán había sido asesinado, vieron una turba callejera, con Fidel Castro al frente, gritando “A Palacio” [refiriéndose al Palacio presidencial]. Según esos testigos, Castro empuñaba un fusil, y se jactó de haber matado a dos curas. En un esfuerzo por añadir credibilidad a la acusación de que Castro era un agente soviético, William D. Pawley, embajador norteamericano en Brasil y delegado a la Conferencia, luego declaró ante una investigación del Senado norteamericano que, cuando se dirigía a la embajada norteamericana en un auto oficial el día que comenzaron los disturbios, oyó en la radio a alguien que decía: Les habla Fidel Castro, de Cuba. Esta es una revolución comunista. El Presidente ha muerto. Todos l os establecimientos militares están en nuestras manos. La Marina ha capitulado y la revolución ha triunfado. Algunos autores han interpretado la declaración de Pawley como prueba definitiva de que ya en esa época Castro era un comunista activo al servicio de los intereses del Kremlin. Pero la evidencia apunta a lo contrario. En primer lugar, porque, según lo afirmado por Ramón Conte, Pawley asistió a la reunión secreta en la residencia de Mario Lazo donde Castro fue reclutado por la CIA. En segundo lugar, porque años más tarde Pawley tuvo un papel importante en 1958 como enviado personal del presidente Eisenhower en un intento de convencer a Batista de que abandonara el país voluntariamente y dejara el camino expedito para que Castro tomara el poder en Cuba. Por consiguiente, la veracidad de la declaración de Pawley es cuestionable. El uso de agentes provocadores para incitar a gente rebelde e inmadura a cometer acciones terroristas, o hasta simularlas, no es ajeno a las técnicas de los conspiradores del CFR que controlan el gobierno norteamericano. En un libro publicado en el 2001, James Bamford menciona la Operación Northwoods, nombre clave de una operación de bandera falsa que incluiría sabotajes, provocaciones y asesinatos de ciudadanos norteamericanos. El plan, atribuido al agente del CFR Comandante Lyman Lemnitzer, se describe con lujo de detalles en un documento secreto del Estado Mayor Conjunto, luego desclasificado, fechado en 1961. El documento detalla un plan de las fuerzas armadas norteamericanas para crear encubiertamente varios pretextos que justificarían una invasión de Cuba. El plan incluía el asesinato de varios cubanos anticastristas en los EE.UU., un falso ataque por tropas cubanas a la base de Guantánamo, y el hundimiento de un buque norteamericano en aguas cercanas a Cuba para crear un incidente tipo “recuerden el Maine.” Bamford considera que la Operación Northwoods es tal vez el plan más corrupto que haya sido concebido por el gobierno norteamericano, pero no hay que olvidar que él escribió su libro antes de la funesta operación de bandera falsa del 11 de septiembre del
2001. No obstante, no cabe duda de que los militares que concibieron ese documento12 conscientemente deshonraron sus uniformes, su rama militar, y su país. Sin embargo, las actividades de los agentes del CFR en la creación de operaciones de bandera falsa aún continúan. Hace unos años el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld (CFR), mencionó un plan de los conspiradores para la creación de una organización llamada Grupo de Operaciones Preventivas y Proactivas (Proactive, Preemptive Operations Group, P2OG). El propósito principal del P2OG es darles un empujón final a terroristas temerosos o indecisos para que cometan actos de terrorismo que justifiquen una reacción del gobierno, aún si estas acciones terroristas le cuestan la vida a ciudadanos norteamericanos. 2. La creación de pistas falsas Desde su arribo a Bogotá, Castro y del Pino dedicaron gran parte de su tiempo a plantar pistas falsas en un esfuerzo por involucrar a la Unión Soviética y a los comunistas colombianos en el asesinato de Gaitán y los disturbios del Bogotazo. Prueba de esto es un informe confidencial del detective número 6 de la policía colombiana, reproducido en El Gráfico de Caracas el 22 de septiembre de 1949. El informe, originalmente publicado en el diario El Siglo de Bogotá, se refiere a los resultados de la vigilancia mantenida sobre Castro y del Pino en los días previos y durante el Bogotazo. Según el informe del detective número 6, Fui comisionado por el Dr. Iván Arévalo, J efe de Detectives de la Policía Nacional, para custodiar al Presidente de l a República, Dr. Mariano Ospina Pérez y a su esposa durante la función que am bos iban a asistir en el Teatro Colón la noche del 3 de abril. Alrededor de la 10:00 p.m., poco des pués de comenzar el tercer acto de la obra que presenciaban, una lluvia de ho jas sueltas cayó de la galería. Las hojas sueltas habían sido impresas en La Hab ana [especuló el Detective No. 6]; carecían del sello munic ipal de impuestos de Bogotá; el texto era definitivamente revolucionario e n fraseología y contrario a los principios democráticos de nuestro país, Inglaterra y los Estados Unidos. Conjuntamente con otros dos detectives, [el detective No. 6] se dirigió a la galería, donde capturó a dos cub anos en el acto de hacer llover hojas sueltas de propaganda revolucionari a sobre los palcos y el foso de la orquesta del teatro Colón. El detective no. 6 detuvo a F idel Castr o y del Pino y los condujo a su alojamiento — la habitación no. 33 del Ho tel Claridge. Una vez allí, los dos cubanos, voluntariamente [énfasis añadido] , le mostraron a los detectives varios documentos, algunos importantes. Entre ellos había una c arta de Rómulo Betancourt recome ndando a ambos, así como varios libros comunistas o izquierdistas [é nfasis añadido], incluso uno de Betancourt, “con el cual éstos [Castro y del P ino] afirmaron tener relaciones de amistad y afinidad política.” De acuerdo con el informe, los detectives solicitaron autorización escrita de sus superiores para ocupar los pasaportes de Castro y del Pino y conducir a los detenidos al Buró de Detectives de la Policía Nacional para continuar interrogándolos sobre sus actividades comunistas. Pero, extrañamente, la autorización fue denegada.15 Al parecer, algunas personas importantes en Colombia necesitaban que Castro y del Pino continuaran su trabajo de agentes provocadores sin ser interrumpidos. El mismo día que Gaitán fue asesinado a la 1:30 p.m., Castro y del Pino se encontraban en un café frente al edificio donde se hallaba la oficina de Gaitán. Según ellos, estaban esperando para acudir a una entrevista con Gaitán que había de efectuarse a las 3:00 p.m. Castro y Gaitán ya se habíanentrevistado unos días antes. La fecha y la hora de la entrevista aparece registrada en el diario de Gaitán. Según el periodista Jules Dubois, la entrevista se iba a realizar en las oficinas del periódico El Tiempo.
3. El viaje a Colombia según la versión de Castro En varias ocasiones, Fidel Castro ha ofrecido diferentes versiones sobre su participación en el Bogotazo. Aunque algunas de éstas difieren considerablemente entre sí, he decidido analizar la que le contó al periodista colombiano Arturo Alape, no porque sea la más coherente —como veremos, el pensamiento de Fidel Castro se caracteriza por su incoherencia— sino porque es la más larga. Esto no quiere decir que sea la más completa o la que más se ajusta a la verdad histórica, porque, a pesar de su extraordinaria memoria fotográfica, Castro convenientemente olvidó mencionar algunos aspectos importantes de su participación en los hechos y su versión de los mismos es bastante distorsionada. En la introducción a la entrevista, Alape manifiesta su convicción de que su interés por entrevistar a Fidel Castro sobre su participación en los sucesos del Bogotazo se debió a su convicción de que “la versión, la definitiva y verdadera, sólo podía salir de boca del protagonista.” Esta afirmación, increíble en boca de un periodista que se respete, indica que al parecer Alape ignora los más elementales principios de su profesión. La labor del periodista no se reduce a regurgitar lo que los políticos le soplen al oído, sino publicarlo como una versión más de los hechos y, si es posible, acompañado de un análisis personal basado en información proveniente de otras fuentes, preferiblemente antagónicas. Además, no hay que olvidar que, a la lista de preguntas que todo aspirante a periodista aprende el primer día de clases: ¿qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿cómo?, un verdadero periodista tiene que terminar añadiendo la más importante, ¿por qué?, y hacer su propio análisis del caso a fin de tratar de desentrañar algo que el entrevistado posiblemente no mencionará o sobre lo que dará una versión prejuiciada. Y eso es algo que brilla por su ausencia en la entrevista de Alape. Aún más, su idea de que la versión definitiva de los hechos sólo puede salir de boca del protagonista indica que Alape ignora no sólo que, por definición, todos los políticos son mentirosos, sino que desde una temprana edad Fidel Castro siempre ha sido un mentiroso profesional. A pesar de sus constantes alusiones a su veracidad, la evidencia indica que Fidel Castro es un mentiroso convincente y consumado. A través de los años, Castro ha demostrado ser un verdadero maestro en decir una cosa mientras tiene en mente otra diametralmente diferente. Tan sólo un somero análisis de los discursos de Castro muestra decenas de veces en las que a posteriori ha admitido que mintió. Un autor que hizo este análisis de sus discursos señaló que “el dictador cubano es un mentiroso que luego confiesa la verdad — retroactivamente.” El hecho explica el por qué Mario Lazo —quien, como veremos más abajo, conocía bastante bien a Castro — lo llamó “el gran mentiroso.” Ahora pasaré a analizar en detalle la versión “definitiva y verdadera” del Bogotazo tal como salió de la boca de uno de los protagonistas, cuyo papel en los sucesos fue mucho más importante de lo que él mismo y sus admiradores nos tratan de hacer creer. Al inicio de la entrevista, al ver cómo su entrevistado comienza “a desmontar la historia como si hubiera sucedido el día anterior”, Alape se asombra de “la maravillosa máquina que es la memoria de Fidel.” Pero Alape ignora que esa memoria prodigiosa es propensa a olvidar selectivamente hechos clave que Castro prefiere no recordar. Por ejemplo, en otras entrevistas, Castro ha afirmado que fue a Bogotá actuando como Presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), para representar su organización en la Conferencia de jóvenes universitarios que iba a tener lugar en esa ciudad. Pero, como veremos a continuación, esa versión está en desacuerdo con la verdad.
Según el propio Castro, “yo era presidente de la Escuela de Derecho, era alumno oficial de la universidad.” Y, como para que no quepa la menor duda, en ese mismo párrafo vuelve a repetirlo: “Yo era presidente de la Facultad de Derecho.” No obstante, en el párrafo siguiente, Castro ofrece una versión algo diferente de la anterior. Según él, en la Escuela de Derecho, Había un litigio, puesto que los que controlaba n la mayoría de la Universidad, asociados al gobierno de [el President e de Cuba] Grau, tenían interés en el control. En la Escuela mía, que e ra la de Derecho, la mayoría de los delegados había destituido al preside nte, que estaba muy asociado al Gobierno, y me habían elegido a mí. De m anera que yo era vicepresidente de la Escuela y además f ui elegido en ese momento presidente de la Escuela. Sin embargo, en la próxima página Castro añade cierta información que desmiente su afirmación categórica anterior de que él era el Presidente de la FEU en la Escuela de Derecho. Según su propia confesión, debido a haberse involucrado en una expedición militar que planeaba derrocar al Presidente de la República Dominicana, Rafael Trujillo, Yo perdí mi época de exámenes. Me vi en una situación en la que tenía que renunciar a mis derechos políticos oficiales en la Universidad o ma tricularme otra vez en el tercer año, si quería ser siendo dirigente oficial. A continuación, Castro explica la causa por la que, debido a esa situación, “en ese momento yo era estudiante por la libre y no tenía derechos políticos, pero tenía una gran ascendencia entre los estudiantes universitarios.” En típico estilo fidelomentiroso —Castro siempre ha sustentado la firme convicción de que las palabras (sobre todo las suyas) tienen más valor que los hechos: verba non facta— Castro, de la misma forma que explicó que aunque no era comunista, en realidad era comunista, ahora trata de convencer a su crédulo interlocutor de que, a pesar de que por ley no podía ser, y por tanto no era, presidente, de la FEU en la Escuela de Derecho, en realidad lo era de facto porque “tenía una gran ascendencia entre los estudiantes universitarios.” Pero el hecho de que Castro tuviese una gran ascendencia entre sus compañeros de aulas, lo cual no tenemos forma de corroborar más allá de sus palabras, no desmiente el hecho de que, como él mismo confiesa, debido a que no era alumno oficial en ese momento no podía haber sido elegido legalmente Presidente de la asociación de estudiantes. De modo que hay que llegar a la conclusión de que lo que Castro siempre ha alegado, que el motivo de su visita a Colombia en 1948 fue para representar la FEU como Presidente de la Escuela de Derecho en la Conferencia de estudiantes que iba a tener lugar en Bogotá, es simplemente una mentira. Los hechos indican que Castro viajó a Colombia como un impostor, haciéndose pasar por alguien que no era. En realidad, para encubrir su verdadera misión, Castro ilegalmente se nombró a sí mismo Presidente de la Escuela de Derecho y viajó a Colombia sin la autorización de la FEU. El mismo Castro lo confiesa más adelante en la entrevista: Yo me arrogaba [énfasis añadido] la representación de los estudiantes cubanos, aunque tenía conflictos con la direcci ón de la FEU, … Es decir, yo no l levaba la representación oficial de la gran ma yoría de [los] estudiantes, que me seguían considerando a mí como dirigente , a pesar de que yo no me había matriculado oficialmente y no podía ser cuadro oficial de la FEU. Al enterarse de que el loco Fidel29 se había auto titulado ilegalmente Presidente de la Escuela de Derecho para asistir a un evento en Colombia, la reacción de los dirigentes oficiales de FEU ante el impostor no se hizo esperar. Según el propio Castro le confiesa a Alape,
Ocurre una situación: yo estaba de organizador del Congreso y en todas partes aceptaron el papel que desempeñaba, 30 pero entonces los dirigentes de la FEU en Cuba, cuando ven q ue el Congreso es una realidad, quieren participar oficialmente y mandan entonces una representación en la cual incluyeron al que era secretario de la organiza ción: Alfredo Guevara y al Presidente de la FEU. Según sus propias palabras, tal parece que la reunión fue bastante acalorada, y Castro termina diciendo que “prácticamente de una manera unánime los estudiante me apoyaron” y por eso continuó en el papel que él mismo se había asignado en la Conferencia estudiantil. Pero, una vez más, no hay forma de corroborar sus palabras, y hay que confiar en su selectiva memoria fotográfica. En otra parte de su entrevista con Alape, Castro explica de quién fue la idea de realizar una reunión de estudiantes en Bogotá que coincidiera con la celebración de la Novena Conferencia. Según Castro, Por esos días, yo concibo la idea, frente a la reunión de la OEA en el año de 1 948,33 reunión promovida por los Estados Unidos para consolidar su sistema de dominio aquí en América Lat ina, de que simultáneamente con la reunión de la OEA y en el mismo l ugar, tuviésemos una reunión de estudiantes latinoamericanos, detrás de esos princi pios antiimperialistas, … La idea de la organización del Congreso fue mía. ... Así concibo el viaje de esta forma: prim ero visitar Venezuela, donde se acababa de producir una revolución y había una actitud de los estudiantes muy revolucionaria; después vis itar Panamá y después visitar Colombia. Sin embargo, después de saber que varias semanas antes Fidel Castro había sido reclutado por la CIA, y que la CIA no es sino un instrumento al servicio de los intereses de los magnates petroleros, los banqueros de Wall Street y los altos ejecutivos de las corporaciones transnacionales, no es festinado suponer que la idea de la reunión de estudiantes partió de los mismos que planearon el Bogotazo: los conspiradores del Consejo de Relaciones Exteriores. El joven estudiante Manuel Galich había viajado a Colombia como representante de los estudiantes universitarios guatemaltecos para asistir a la conferencia que habían organizado los cubanos. Pero, a su llegada a Colombia, “encontramos que únicamente habían venido los promotores de la reunión, que eran los cubanos de la Federación Estudiantil Universitaria, FEU.”35 Y añadió que, “La reunión se hizo en los locales de la CTC, que era un cuartito chiquito, pobrecito, todo destartalado.”36 O sea, que a la reunión tan sólo asistieron cuatro gatos. Lo anterior es una prueba más de que la reunión de estudiantes latinoamericanos no pasó de ser una farsa; un pretexto para justificar la presencia de Castro en Colombia y encubrir su papel real como agente provocador al servicio de los conspiradores del CFR. 4. El papel de Perón En su entrevista con Alape, Castro trata de explicar algo bien difícil: el motivo por el que el pro fascista y anticomunista presidente-dictador de Argentina, Juan Domingo Perón, le suministró los fondos para viajar a Colombia y otros países.37 Según la versión de Castro, Por aquella época existían ya las contradicciones fuertes entre Perón y los Estados Unidos. Nosotros [Castro usa el plural retórico de los reyes cuando se refiere a sí mismo] estamos pues en este movimiento que se circunscribe a los siguientes puntos: la democracia en Santo Domingo, la lucha contra Trujillo, la independencia de Puerto Rico, la devolución del canal de Panamá, la desaparición de las col oni as que subsistían en América Latina. Eran los cuatro puntos fundamentales, y e sto nos [me] llevó a establecer ciertos contactos, digamos tácticos, con los peronistas, que también estaban interesados en su lucha por
algu nas de estas cuestiones, porque ellos también estaban reclamando las Islas Malvinas, que eran una colonia inglesa. Por aquella época los peronistas r ealizaban actividades, enviaban delegaciones a distintos países, se reunían con estudiantes, distribuían su material; de esa coincidencia entr e los peronistas y nosotros [yo] s urgió un a cercamiento táctico con ellos. Algunos autores han tratado de explicar el contacto inicial entre Castro y los peronistas alegando que, por una de esas coincidencias de la vida (coincidencia no es un término científico), a mediados de marzo de 1948 se hallaban de visita en Cuba varios delegados argentinos a la Reunión de Empleo y Comercio de las Naciones Unidas, que se iba a celebrar en La Habana. Esos fueron quienes les proporcionaron a Castro los fondos necesarios para el viaje a Colombia. Pero las contradicciones entre Perón y los conspiradores que controlan el gobierno de los Estado Unidos no pasan de ser una entelequia producto de la imaginación de Fidel Castro o de quienes lo enviaron a Bogotá. Por el contrario, en esos momentos Perón era uno de los aliados más valiosos de los mismos intereses que reclutaron a Castro para su misión secreta en Colombia. Aunque Perón en esos momentos había asumido una aparente postura anti norteamericana, existe evidencia circunstancial que indica que en realidad era un aliado secreto de los banqueros de Wall Street y amigo personal de Allen Dulles. Como abogado de Wall Street, Dulles representó los negocios de muchos intereses corporativos y políticos en Argentina, en particular de los Rockefellers, antes y después de la guerra. Al finalizar la guerra, los hermanos Nelson y David Rockefeller (CFR), con la ayuda de su agente Allen Dulles (CFR) y la colaboración del Vaticano y su fiel amigo Perón, facilitaron que muchos oficiales nazis escaparan a distintos países de América Latina y los EE.UU. vía Argentina. Entre estos criminales de guerra nazis estaban Adolf Eichmann, Josef Mengele, el oficial de la Gestapo Klaus Barbie (el carnicero de Lyon), y otros menos conocidos como Alfons Sassen, Friedrich Schwend, Wimm Sassen y Walter Rauff. Dulles y el jefe de la OSS, general William Donovan (CFR), tuvieron un papel importante en el reclutamiento de exoficiales nazis para trabajar con la CIA — el más notorio fue Reinhard Gehlen — y, mediante la Operación Paperclip, repatriaron en los EE.UU. a muchos científicos nazis, entre ellos Werner Von Braun. La operación secreta para ayudar a altos oficiales nazis a que escaparan de la justicia y se refugiaran en América del Sur fue coordinada eficientemente por Allen Dulles desde su oficina de la OSS en Berna, Suiza. Esta operación comenzó antes de terminarse la guerra y continuó por muchos meses después. Entre los notorios criminales de guerra pronazis que se refugiaron en Argentina estaba Ante Pavelic, jefe del movimiento fascista de Croacia durante la Segunda Guerra Mundial. Después del fin de la guerra, Pavelic reemergió en Argentina, y poco después Perón lo nombró su “asesor de seguridad.” Otro importante ex nazi que halló refugio en la Argentina fue el coronel de las SS Otto Skorzeny, el comando favorito de Hitler. Skorzeny ganó fama internacional con la exitosa operación que dirigió para rescatar a Mussolini. Se sabe que a fines de 1948 Skorzeny se mudó permanentemente a la Argentina, donde comenzó a trabajar directamente para Perón. Un personaje importante en la cooperación Perón-Vaticano para repatriar criminales de guerra nazis a América fue Licio Gelli, un financiero fascista italiano que desde muy temprano mantuvo estrechas relaciones con la CIA. Este es el mismo Gelli que en los 70, siguiendo órdenes de la CIA, organizó y facilitó los fondos para la creación de las Brigadas
Rojas. Ese fue el mismo grupo terrorista que luego, siguiendo órdenes del agente del CFR Henry Kissinger, asesinó al primer ministro italiano Aldo Moro. En 1947 Gelli tuvo que huir de Italia para escapar de la justicia. Como es de esperarse, viajó a la Argentina, donde su amigo Perón lo recibió con los brazos abiertos. Pero esto no es lo único que prueba que el antiamericanismo de Perón es un mito. En 1945, la delegación norteamericana a la Conferencia de San Francisco, donde se discutía la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU), incluía 47 miembros del CFR, entre ellos Adlai Stevenson, John Foster Dulles, Nelson Rockefeller, Edward Stettinius, Cordell Hull y Alger Hiss. La carta de creación de la ONU que aprobaron los delegados había sido escrita en su totalidad en la Harold Pratt House. Uno de los aspectos problemáticos durante las sesiones de la Conferencia fue la presión ejercida por la delegación norteamericana para que se incluyera a la Argentina entre los países miembros de la futura Organización de Naciones Unidas. Finalmente, debido a la fuerte oposición de la Unión Soviética y de algunos países latinoamericanos, que mencionaron la colaboración del gobierno de Perón con la Alemania nazi, Argentina no formó parte del grupo inicial de naciones miembros. Sin embargo, el próximo año, John D. Rockefeller, Jr. (CFR), donó una parcela de tierra en Manhattan, valorada en $8.5 millones de dólares, para la construcción del edificio de las Naciones Unidas. Poco después, Argentina fue aceptada como un miembro más de la ONU. En su biografía de Fidel Castro, Tad Szulc menciona el hecho aparentemente inexplicable de que los peronistas escogieran precisamente a un grupo de estudiantes cubanos para la misión de organizar y celebrar el congreso en Bogotá. De hecho, es extremadamente difícil de explicar por qué el fascista Perón escogió precisamente a un estudiante “comunista” para organizar un congreso de estudiantes antinorteamericanos en América Latina. También es difícil de explicar el por qué, a pesar de que existía una representación legítima de los estudiantes universitarios cubanos, la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), los argentinos la ignoraron y fueron directamente a contactar a Castro, el cual no era parte de esta organización. Pero hay una explicación que merece ser considerada. Según el propio Castro, la idea de organizar el congreso estudiantil se le ocurrió pocos días antes de la fecha en que la Novena Conferencia debía comenzar. Es decir, que fue después de haber asistido a la reunión secreta en casa de Lazo y de su primer contacto con su controlador, el agente de la CIA Salvatierra. Por consiguiente, no es difícil llegar a la conclusión de que la idea de un congreso estudiantil paralelo a la Novena Conferencia no fue de Castro, sino de sus amos los Rockefellers y otros miembros del CFR. Este sería el pretexto perfecto para justificar la presencia del agente provocador Fidel Castro en Bogotá. Lo más probable es que los fondos para el viaje hayan sido suministrados por los Rockefellers. Pero, obviamente, no podían haberlo hecho directamente a través de la CIA, pues esto hubiese sido algo difícil de explicar por Castro. Por tanto, los conspiradores recurrieron a la ayuda de su buen amigo Perón para que sirviera de intermediario, lo cual es un procedimiento común usado por las agencias de inteligencia cuando quieren ocultar la procedencia de los fondos que suministran a sus agentes secretos. Si Perón era antinorteamericano, lo era sólo en el sentido que lo eran David y Nelson Rockefeller, Allen Dulles y Fidel Castro: siempre actuando en contra de los intereses del pueblo norteamericano, pero a favor de los intereses de los banqueros de Wall Street, los magnates petroleros, y los ejecutivos de las corporaciones internacionales que controlan la política de los Estados Unidos. Lo demás no pasa de ser un cuento de hadas creado para ocultar las estrechas relaciones de Perón con los verdaderos imperialistas anti norteamericanos.
5. Los disturbios del Bogotazo En la entrevista que le concedió a Alape, Castro afirma categóricamente que el Bogotazo fue una explosión espontánea de violencia de las masas como resultado del asesinato de Gaitán: Te puedo asegurar que lo del 9 de Abril fue una explosión espontánea completa, que ni lo organizó nadie, ni po día haberla organizado nadie. … Nadie puede atribuirse haber organizado lo del 9 de Abril, porque precisamente lo del 9 de Abril lo que careció fue de organización. Esa es la clave, careció absolutamente de organización. Es altamente significativo que la versión de Castro de los hechos coincida exactamente con la que ofreció el entonces Director de la CIA, Almirante Hillenkoetter. Sin embargo, contrariamente a la opinión de Castro y de la CIA, la mayoría de los autores que han estudiado el Bogotazo concuerdan en que, lejos de haber sido un alzamiento espontáneo, se evidenció que había habido preparación previa para crear los disturbios. Más aún, en contradicción con lo que le aseguró a Alape, el propio Fidel Castro le ha prestado credibilidad a esas sospechas. En una entrevista que le concedió al periodista hindú Kurt Singer a fines de 1960, Castro mencionó cómo, cuando apenas tenía veinte años, “participé en la ejecución de un plan [énfasis añadido] cuyo objetivo era la liberación de Colombia.” El hecho de que Castro estaba siguiendo un plan previamente establecido se confirma en una carta que recibió de su novia Mirtha, en la que ésta le menciona que está preocupada porque, antes del viaje, Fidel le había dicho que “iba a comenzar una revolución en Bogotá.” Ahora bien, dado que en ese momento Fidel Castro tenía tan sólo 21 años y carecía de la experiencia, los recursos, y la estatura política necesaria para llevar a cabo tal plan, hay que concluir que el plan no era suyo, sino de alguien que él no menciona. No obstante, después de conocer que Castro había sido reclutado anteriormente por la CIA, así como que la CIA no es mas que un instrumento de los banqueros de Wall Street aglutinados en el Consejo de Relaciones Exteriores, no es desacertado pensar que el plan que menciona no era suyo, sino que había sido concebido por los conspiradores del CFR en la Harold Pratt House, y llevados a cabo por agentes de la recientemente creada CIA y de la desaparecida OSS. Evidentemente, hay muchas cosas que indican que los disturbios del Bogotazo habían sido planeados con bastante anterioridad. Posiblemente el indicio más claro fue que, unas pocas horas antes de que Gaitán fuera asesinado, el periódico El Popular, de Barquisimeto, Venezuela, publicó en su edición de abril 9 de 1948 (que, lógicamente, había sido preparada la noche antes de ser impresa) la noticia del asesinato y los disturbios que le sucedieron. Otras publicaciones se percataron del hecho increíble. Unos días después, el 14 de abril, la publicación venezolana El Gráfico de Caracas, reprodujo un facsímil de la página de El Popular en la que había aparecido la información. El diario El Siglo de Bogotá siguió el ejemplo, y el 29 de abril reprodujo la extraordinaria información aparecida en El Popular. Si descartamos la posibilidad de percepción extrasensorial, lo único que explica la publicación de las noticias sobre el asesinato de Gaitán y los disturbios del Bogotazo antes de que ocurrieran, es que la Mighty Wurlitzer49 de la CIA cometió un error de cálculo temporal. Pero eso no es lo único difícil de explicar acerca del Bogotazo. Aunque los revoltosos se valieron mayormente de explosivos improvisados para causar la destrucción, algunos testigos presenciales luego recordaron que hacían su labor destructora con gran rapidez y eficiencia. Según un estudio sobre el Bogotazo publicado en 1969 en una revista académica la CIA, sólo para circulación interna, algunos de los revoltosos llevaban una cinta roja en el brazo (el símbolo tradicional del Partido Liberal
colombiano), pero algunas de las cintas rojas mostraban la hoz y el martillo (el símbolo tradicional del comunismo soviético). Un testigo presencial que observó de cerca el trabajo de un grupo de unos 25 revoltosos, y al parecer se unió a ellos por cierto tiempo, declaró que estos eran disciplinados y estaban bien organizados. El líder del grupo llevaba una cinta roja en el brazo. Poco después, a este grupo se le sumaron otros tres grupos similares, pero el jefe de esto grupos llevaba una cinta blanca. Este nuevo líder sostenía en las manos una hoja mecanografiada con una lista de los edificios que se proponían saquear y destruir. El testigo añadió que, durante el tiempo que se unió al los grupos, no escuchó ningún comentario de crítica al general Marshall o a los Estados Unidos. La evidencia ofrecida por varios testigos presenciales muestra que, a pesar del caos aparente, los participantes en la revuelta actuaron siguiendo un plan bien coordinado. Algunos testigos observaron que la destrucción estaba muy bien organizada, al punto de que, desde antes de que la revuelta estallara, en ciertos lugares estratégicos de la ciudad ya se habían almacenado depósitos de gasolina que luego fue usada para quemar los edificios. Un informe del G2 del 17 de abril de 1948 asevera que “la revuelta ha sido organizada hasta el punto de distribuir cuidadosamente tarros de gasolina que pudieran utilizarse para quemar” Sin embargo, el famoso Teatro Colón, el Club de Jockey, el Club de Tiro, y otros símbolos máximos de la aristocracia colombiana, fueron dejados intactos. Más aún, a pesar de que los saqueadores robaron toda la propiedad privada que pudieron cargar, no tocaron los archivos de los notarios públicos donde se guardaban los contratos de transacciones de propiedad. Mucho más difícil de explicar es el hecho de que, a pesar de la apariencia caótica y sanguinaria de la masa de revoltosos, algunos de estos parecía que actuaban con cierta coordinación. Por ejemplo, mientras algunos de ellos preparaban cocteles Molotov para quemar un edificio en particular, otros entraban al edificio y, mientras destruían los muebles, forzaban a los que todavía permanecían en edificio a evacuarlo en un esfuerzo por evitar muertes innecesarias. Además, a pesar de que las estaciones de radio incesantemente acusaban al general Marshall de estar implicado en el asesinato de Gaitán, los revoltosos nunca trataron de atentar contra la vida de Marshall o de interrumpir la Conferencia. El saldo de los disturbios mostró que ningún político importante colombiano o extranjero perdió la vida en la revuelta. Unos pocos minutos antes de las 2 p.m., la turba llegó al Capitolio Nacional y comenzó a saquear el edificio. La Conferencia acababa de terminar unas de sus sesiones de la mañana y muchos de los delegados se disponían a salir. Sin embargo, inexplicablemente, ninguno de los más de un centenar de delegados presentes fue molestado. La turba los mantuvo rodeados, pero sin agredirlos, hasta unas horas más tarde cuando fueron rescatados por fuerzas militares que los condujeron a sus respectivas embajadas. Al día siguiente, Carlos Atilio Bramuglia, Ministro de Asuntos Exteriores de la Argentina, le sugirió al general Marshall que pospusiera la continuación de la Conferencia hasta que cesaran los disturbios. Pero Marshall, tal vez basándose en información privilegiada, se negó rotundamente a aceptar la sugerencia. Poco después, el lugar de la Conferencia se trasladó a una escuela en las afueras de la ciudad, donde prosiguió sus deliberaciones, que culminaron con la Declaración de Bogotá, sin ser molestada. El uso durante el Bogotazo de ciertos elementos propagandísticos típicos de operaciones de guerra psicológica, evidencia una cuidados preparación previa a los sucesos. Por ejemplo, tan sólo unos pocos minutos después de que Gaitán cayera herido por los disparos del asesino (o los asesinos), algunas personas bien organizadas distribuyeron una hoja
suelta en las calles del centro de Bogotá. Especialistas que luego la analizaron, notaron varias cosas difíciles de explicar. Primero, la impresión mostraba el uso de seis tipos de letras diferentes. Segundo, la tinta con que había sido impresa estaba totalmente seca. En tercer lugar, los márgenes del texto impreso estaban totalmente nítidos, sin manchas ni borrones que indicaran una manipulación cuando la tinta aún estaba húmeda. El texto, en teoría escrito por los comunistas colombianos, acusaba al Presidente Ospina de ser culpable del asesinado de Gaitán: El hecho de que esta hoja suelta que menciona el asesinato de Gaitán evidentemente había sido impresa antes de haberse cometido el crimen, indica que el asesinato no fue la obra de un individuo aislado sino de una conspiración bien organizada . Pocos minutos después de que se difundió la noticia del asesinato de Gaitán, las estaciones de ferrocarril, las oficinas de correos y telégrafos, así como la mayoría de las estaciones de radio, habían caído bajo el control de los revoltosos. Estas fueron las estaciones de radio que inmediatamente comenzaron a jugar un papel importante en la coordinación de los disturbios. Muchos de los autores que han estudiado el Bogotazo coinciden en que las estaciones de radio tuvieron un papel clave en instigar los disturbios. Menos de 20 minutos después de que Gaitán fue asesinado, alguna emisoras de radio comenzaron a transmitir mensajes en los que se incitaba a la revuelta y se daban instrucciones a los revoltosos sobre cómo obtener armas saqueando ferreterías, así como preparar cocteles Molotov y qué puntos clave atacar. Algunos locutores legítimos se dieron cuenta del daño irreparable que el asesinato de Gaitán podría causar, y aconsejaron a sus oyentes que permanecieran en sus casas o en sus trabajos60 y no se sumaran a los disturbios, pero otros hicieron todo lo contrario, e incitaron a los revoltosos a saquear, matar y destruir. Sin embargo, los locutores improvisados que transmitieron sus mensajes desde las estaciones de radio ocupadas por los revoltosos demostraron un alto grado de profesionalismo que va en contra de la opinión generalizada de que todo sucedió en el calor del momento. Un informe secreto del hecho, escrito por el Coronel W. F. Hausman, Agregado de la Oficina Norteamericana de Inteligencia Naval, menciona “transmisiones de radio secretas” en las que se incitaba al pueblo a participar en la revuelta. Según otro informe, no menos de tres estaciones clandestinas, una de ellas móvil, comenzaron a transmitir mensajes tan sólo unos pocos minutos después del asesinato de Gaitán.62 La mayoría de las estaciones usadas en la operación usaban la misma técnica: transmitían por unos pocos minutos, paraban, cambiaban la frecuencia y volvían a salir al aire. Esto evitaba que el lugar donde se originaba la transmisión pudiera ser localizado por triangulación. Un mensaje que se repitió constantemente en las transmisiones radiales consistía en una arenga a asesinar al presidente Ospina, a quien acusaban de estar vendido al imperialismo yanqui. Según estos mensajes, Ospina, en complicidad con el general Marshall, había ordenado el asesinato de Gaitán. Sin embargo, los anunciadores radiales nunca incitaron a la turba a interferir en la Conferencia ni a atacar físicamente al general Marshall o a ningún otro norteamericano que asistía a la misma. Varios testigos luego informaron sobre la actividad de francotiradores durante los disturbios. De hecho, gran parte de las bajas ocurridas durante la revuelta fueron el resultado de los disparos de los francotiradores. Debido a que algunos de los francotiradores disparaban desde los campanarios de las iglesias, circularon rumores infundados de que los sacerdotes estaban disparándole a la gente. Después de los disturbios, se difundió ampliamente el hecho de que algunos de los revoltosos habían asaltado estaciones de policía, donde se habían apoderado de armas y municiones. Según estas versiones, fue allí donde los francotiradores hallaron las armas
que luego usaron en su tarea mortífera. Sin embargo, tal como cualquier persona que haya pasado entrenamiento militar puede atestiguar, la técnica de francotirador no es fácil de aprender. A pesar de que no es difícil disparar un fusil, hacer blanco a una distancia de más de media cuadra (unos 50 metros) es algo bien diferente. Las dificultades aumentan si el que dispara no ha tenido experiencia previa en el manejo de armas de fuego, la mira del fusil no ha sido profesionalmente acerada por un armero, y el disparo no se produce cuando el fusil está en línea horizontal con el blanco, tal como requiere el disparar desde las azoteas de los edificios o los campanarios de las iglesias. Por consiguiente, la duda persiste. ¿Quiénes eran los francotiradores? ¿Quién les suministró los fusiles perfectamente acerados? ¿Quién los entrenó y los ubicó en sus posiciones de tiro? 6. La Novena Conferencia Panamericana No fue una coincidencia que los disturbios del Bogotazo estallaran durante la celebración de la Novena Conferencia Panamericana. En 1945, después del fin de la Segunda Guerra Mundial, el complejo-militar-industrial norteamericano y sus socios, los magnates petroleros y los banqueros de Wall Street, buscaban desesperadamente una vía para seguir produciendo armamentos, y veían a América Latina como un extraordinario mercado potencial para sus productos. A ese efecto, mantuvieron activas las bases militares que, con el pretexto de la guerra, habían adquirido en varios países de centro y sur América, en un esfuerzo por influir sobre estos países para que estandarizaran sus equipos militares con armamento adquirido en los EE.UU. El propósito era no sólo incrementar las ganancias del complejo militar-industrial, sino también crearles a esos países una dependencia tecnológica y económica de los EE.UU. A ese fin, crearon poco después la Junta Interamericana de Defensa (Inter-American Defense Board), para estandarizar, siguiendo el modelo norteamericano, los armamentos, la organización, y el entrenamiento de las fuerzas armadas de los países de América Latina. Los conspiradores del CFR infiltrados en el gobierno norteamericano sabían la importancia de los países al sur de la frontera como una fuente segura de materias primas procedentes de un área geográfica en la que otras potencias extranjeras no pudiesen interferir. El plan consistía en usar los militares latinoamericanos para proteger los recursos naturales de América Latina que, según razonaban los conspiradores, les pertenecían a ellos por derecho propio. En 1945, los ministros de relaciones exteriores de la mayoría de los países de América Latina y los E.UU. firmaron el Acta de Chapultepec. Un punto esencial del Acta era un llamado a adoptar medidas colectivas en caso de un ataque por parte de una potencia extra continental contra un Estado signatario. Por supuesto, el Acta no mencionó la posibilidad de un ataque contra un país latinoamericano por parte de una potencia continental: los EE.UU. Otro paso en la consolidación del control de los conspiradores del CFR sobre el hemisferio fue la firma de una alianza militar entre los Estados Unidos y los países de América Latina (excepto Uruguay, que se negó a firmar): el Pacto de Río de 1947. Según el pacto, los países firmantes se comprometían a prestar ayuda a otros países en caso de ataque armado. Pero, contrariamente a los latinoamericanos, los EE.UU. siempre vieron el Pacto como una alianza anticomunista que les daba el derecho a intervenir directa o indirectamente en los asuntos internos de los países firmantes. Sin embargo, a pesar de la presión por parte de los EE.UU., la lucha contra el comunismo no era una prioridad entre los países firmantes. A los latinoamericanos los preocupaban
más la falta de desarrollo económico y la pobreza endémica en sus países que el comunismo. De hecho, por esa época la mayoría de los países de América Latina habían ilegalizado los partidos comunistas y la influencia soviética en el área era mínima. La mayor parte de los gobiernos latinoamericanos que habían firmado el Pacto esperaban que los EE.UU. les dieran la ayuda económica que tanto necesitaban (de la que los políticos corruptos esperaban apropiarse de la mayor parte), a cambio de su colaboración política y militar. Pero, un año después de haber sido firmado, la ayuda económica norteamericana no se había materializado, y los políticos no estaban contentos. No obstante, los EE.UU. ahora volvían a tratar de convencerlos en Bogotá de que firmaran nuevos tratados basados en nuevas promesas que posiblemente no pensaban cumplir. De importancia cardinal entre estas nuevas alianzas era la creación de una nueva herramienta concebida por los conspiradores para aumentar su dominio económico y político sobre los países de América Latina, la Organización de Estados Americanos (OEA), así como una declaración por la que los países latinoamericanos se comprometían a luchar contra la nueva amenaza: el comunismo soviético. Un memorándum secreto fechado el 22 de marzo de 1948, firmado por George Kennan (CFR), Director de Planificación Política del Departamento de Estado norteamericano, menciona que el problema del comunismo debía ser discutido en la Novena Conferencia, así como la implementación de medidas anticomunistas que debían ser creadas e implementadas en el sistema interamericano. Pero, dada la experiencia previa, la mayoría de los líderes políticos de los países de América Latina no estaban dispuestos a cooperar con los EE.UU. para implementar tales medidas. Esto se evidenció durante los primeros días de la Conferencia, en la resistencia que opuso la mayor parte de los delegados a plegarse a las presiones y amenazas veladas de Marshall. En especial, muchos delegados expresaron su preocupación acerca de la inclusión de una peligrosa medida añadida a última hora a la propuesta Carta de creación de la OEA, cuyo artículo 15 originalmente expresaba que, “Ningún estado o grupos de estados tiene el derecho de intervenir, directa o indirectamente, por ninguna razón, en los asuntos internos o externos de cualquier Estado.” Se suponía que este principio era aplicable no sólo con respecto a la fuerza armada, sino también a cualquier tipo de interferencia o amenaza. Pero el nuevo añadido especificaba que algunas “medidas” podrían ser “adoptadas para el mantenimiento de la paz y la seguridad de acuerdo con los tratados existentes.” Obviamente, con esta adición, los conspiradores del CFR que controlan el gobierno norteamericano garantizaban su derecho a intervenir a su libre albedrío en América Latina, y esto no fue del agrado de los delegados latinoamericanos a la Conferencia. Pero la experiencia de ver la violencia de las turbas en las calles, la destrucción de los edificios, y la matanza indiscriminada, resultó ser más persuasiva que los argumentos que esgrimió Marshall a favor de estas medidas. El último día de la Conferencia, los delegados no sólo aprobaron por unanimidad la Carta de creación de la OEA, sino también una declaración condenando el comunismo internacional. No obstante, aún después de que habían sido coaccionados a aprobar la creación de la OEA, algunos de los delegados todavía tuvieron la audacia, o la ingenuidad, de preguntarle a Marshall si existía la posibilidad de crear un “Plan Marshall” para América Latina. Pero, después de haber logrado su objetivo, Marshall demostró su falta de respeto y desprecio por los delegados cuando les respondió que financiar tal plan estaba más allá de las posibilidades de los Estados Unidos. El capital requerido para tal plan, añadió Marshall, “tiene que provenir de fuentes privadas.” La Carta de la OEA proveyó el mecanismo legal para la aplicación de la Doctrina Monroe en América Latina. Dado que los EE.UU. controlaban la mayoría de los votos en la OEA, así
como los votos de algunos de los delegados latinoamericanos, esto garantizaba el derecho de los EE.UU. a legalmente intervenir militarmente en la política interna de los países miembros. Pero, en el caso de que la votación no les fuera favorable, con la adición de la medida mencionada anteriormente los EE.UU. se atribuían de una u otra forma el derecho a intervenir militarmente en los países de América Latina. 7. Análisis de inteligencia del Bogotazo La mayoría de los servicios de inteligencia comparten la opinión de que lo más importante en el campo de la inteligencia y el espionaje no es la acumulación de información, sino la interpretación y el análisis de la información a fin de convertirla en inteligencia que pueda ser usada para llegar a un estimado correcto de la situación y emitir un pronóstico. Desgraciadamente, eso es precisamente lo que brilla por su ausencia en la mayoría de los estudios sobre el Bogotazo, en especial el de Alape. Casi todos los autores que han estudiado el Bogotazo, coinciden en que lo que desató los disturbios fue el asesinato del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán, jefe del Partido Popular, a manos de Juan Roa Sierra, un joven mentalmente inestable. Pero tan sólo un somero análisis de los sucesos desde el punto de vista de contrainteligencia, demuestra que, por el contrario, el Bogotazo fue una operación de bandera falsa planeada por los conspiradores del CFR, y puesta en ejecución siguiendo principios operativos establecidos por la OSS y la recién creada CIA. En realidad, el Bogotazo fue un elemento clave de una gran operación de guerra psicológica (psiop),72 cuyo objetivo final era amedrentar a los pueblos norteamericano y latinoamericanos con el miedo al comunismo — un enemigo artificialmente creado en sustitución del desaparecido enemigotambién artificialmente creado que los conspiradores acababan de perder con el fin de la guerra: la Alemania nazi.73 Por tanto, no fue por casualidad que la primera misión asignada a la organización que luego pasaría a ser la Oficina de Proyectos Especiales de la CIA fuese una operación dirigida en contra del pueblo norteamericano para condicionar sus mentes en el miedo y el odio hacia el país que poco después se convertiría en el enemigo principal de los EE.UU.: la Unión Soviética. Las técnicas de propaganda y sabotaje empleadas en el Bogotazo — transmisión de falsos mensajes por emisoras de radio clandestinas incitando a los revoltosos, distribución de hojas sueltas implicando a los comunistas, etc. — parecen haber sido tomadas directamente de uno de los manuales de operaciones de guerra psicológica producidos por la Rama de Operaciones Morales (Morale Operations Branch) de la OSS. El objetivo principal de la Rama de Operaciones Morales de la OSS consistía en crear pánico infundado, intimidar, desmoralizar, y crear confusión y desconfianza tanto en la población civil como en los ejércitos enemigos. Un objetivo secundario era estimular resentimiento y rebelión entre las poblaciones ocupadas, principalmente usando propaganda “negra”, en la que la fuente de información se oculta o se disfraza de algo que no es. Un hecho importante, pero totalmente ignorado por los autores que han estudiado el Bogotazo y que le añade peso a la teoría de que el suceso fue una operación secreta de la CIA, es que tan sólo dos semanas antes del asesinato de Gaitán y los disturbios, la oficina del Buró Federal de Investigaciones (FBI) en la embajada norteamericana en Bogotá, fue desmantelada. Según un documento secreto, desclasificado hace unos años, todos los agentes del FBI (los agentes del FBI trabajan en las embajadas norteamericanas con el nombre de “agregados legales” [legal attachés]) recibieron órdenes de regresar a los EE.UU. y se informó que no serían reemplazados.
Para entender la importancia de esta información es necesario estudiar un poco las tortuosas relaciones del director del FBI, J. Edgar Hoover, y los conspiradores de Wall Street. Antes de la creación de la CIA, el FBI era la agencia del gobierno norteamericano a cargo de las actividades de espionaje y contraespionaje en América Latina, y la mayoría de quienes han estudiado el tema aseguran que el FBI había estado haciendo un excelente trabajo. A pesar de sus limitaciones personales, Hoover era un verdadero patriota que, contrariamente a los conspiradores del CFR, siempre trabajó para beneficiar a su país. Prueba de ello es que el FBI era una de las pocas agencias del gobierno norteamericano que los conspiradores no habían logrado penetrar y controlar. Aún más importante es el hecho de que uno de los mayores opositores a la creación de la CIA había sido precisamente Hoover. Por consiguiente, la eliminación de la oficina del FBI en Colombia debe haber sido una medida de precaución para evitar que personas con mentes inquisitivas, que no estaban bajo el control del CFR, fueran testigos de unos sucesos que, dado su entrenamiento profesional, inmediatamente habrían descubierto que se trataba de una operación encubierta de la CIA. Los conspiradores del CFR sabían que, de haberlo descubierto, Hoover habría armado un escándalo difícil de ignorar. Por eso ordenaron cerrar la oficina del FBI en la embajada en Bogotá. El papel que desempeño Fidel Castro como agente provocador durante el Bogotazo es obvio y ha sido ampliamente documentado. No obstante, la mayoría de los autores que han estudiado el Bogotazo y el asesinato de Gaitán se han esforzado en ignorarlo y no lo mencionan. Es difícil de explicar la razón por la cual esos autores no han visto lo que se evidencia fácilmente una vez que los sucesos se analizan con ojo crítico. Por ejemplo, poco después de los disturbios, el gobierno colombiano le solicitó al Scotland Yard británico que realizara una investigación de los sucesos. A ese fin, las autoridades británicas enviaron a Colombia un equipo de investigadores, formado por el Inspector-Jefe Peter Beveridge, el Inspector-Jefe Albert Tansil, y Sir Norman Smith, ex jefe de la Policía Británica en la India. A pesar de ciertas inexactitudes debidas mayormente a la falta de apoyo por parte de las autoridades colombianas, poco conocimiento de la lengua y el país, así como el corto tiempo en que se llevó a cabo la investigación, el informe continúa siendo una valiosa fuente de información sobre el Bogotazo y el asesinato de Gaitán. Cuando el Dr. Ricardo Jordán, Investigador-Jefe del Ministerio de Justicia colombiano, se entrevistó por primera vez con los investigadores de Scotland Yard, les mencionó un sumario escrito por él en el que se detallaba lo que consideraba eran los hechos más importantes de su investigación, así como sus conclusiones iniciales. Según Jordán, el sumario mencionaba información de primera mano que implicaba a los comunistas en el asesinato de Gaitán. No obstante, cuando después de ciertas demoras Jordán finalmente entregó el documento a los investigadores británicos, éstos comprobaron que tan sólo “consistían en dos carpetas, que contenían pocas hojas, en las que no aparecía opinión alguna ni nada” que probara en lo más mínimo la participación de los comunistas en los sucesos. A pesar de los esfuerzo del Dr. Jordán de implicar a los comunistas en el asesinato de Gaitán, los investigadores británicos concluyeron categóricamente que, “Estamos plenamente convencidos de que ningún partido político, como tal, tuvo participación en el asesinato.” Por consiguiente, expresaron su opinión definitiva de que ningún partido político pudo haber estado conectado con el asesinato. Sin embargo, prueba de que Jordán fue selectivo en la información que le suministró a los investigadores de Scotland Yard, es el hecho de que nada se menciona en su investigación sobre la participación de dos ciudadanos cubanos en los sucesos. Por pura casualidad, los
investigadores británicos descubrieron esta información al estudiar algunos documentos que les había suministrado el Ministerio de Relaciones Exteriores colombiano, que contenía un informe de un detective de la policía colombiana en el que mencionaba a los dos cubanos. Basados en el informe del detective, los investigadores británicos mencionan el hecho de que, Dos cubanos, del Pino y Castro, se hicieron notar prominentemente [énfasis añadido] cuando diseminaron desde un balcón del Teatro Colón ho jas sueltas con un fuerte matiz comun ista, en el que denunciaban que potencias extranjeras mantenían colonias en el hemisferio occidental, y culminaba en un ataque al “imperialismo ” norteamericano. Lo hicieron a las 10:30 p.m., mientras se llevaba a cabo una función a la que asistía el Presidente de Colombia. Los británicos también mencionan que el informe del detective de la policía de Bogotá relató que, según lo que le declaró el administrador del hotel Claridge, La noche del 9 [de abril], los cubanos [Castro y del Pino] regresaron al hotel armados con rifles o e scopetas y re vólveres, y con una buena carga de objetos que habían saqueado. El adm inistrador añadió que esa noche Castro habló en inglés [énfasis añadido] por teléfono con varias personas. En un evidente esfuerzo por desacreditar la información suministrada por el administrador del Claridge, un autor ha mencionado el hecho de que, en esa fecha, Castro no hablaba el idioma inglés. Pero este autor no menciona que del Pino, que era ciudadano norteamericano y ex miembro de las fuerzas armadas de ese país, hablaba inglés flúidamente. Ahora bien, dado que los oficiales de la KGB no se comunican en inglés con sus agentes de habla hispana, ¿con quién hablaron en inglés Castro o del Pino? El detective añadió en su informe que un huésped del Claridge le había informado que la noche del 9 de abril escuchó a los cubanos comentar sobre la “efectividad del golpe” y el “éxito total de la parte que les había tocado representar.” [énfasis añadido] Según el detective, ese testigo presencial estaba convencido de que los cubanos eran los instrumentos bien pagados de quienes habían planeado el asesinato político [de Gaitán].87 Se pudiera alegar que el comportamiento de Castro y del Pino descrito anteriormente no concuerda con el de dos agentes a quienes se les ha encomendado una misión secreta. Pero no hay que olvidar que ambos agentes no pasaban de 21 años y, al menos Castro, no había tomado un curso de entrenamiento en esas materias. Por tanto, lo más probable es que ambos se hayan dejado llevar por las fuertes emociones del día. Por su parte, los investigadores de Scotland Yard cometieron un error similar. Basados en la información que habían recolectado, los británicos llegaron a la conclusión de que el comportamiento de los dos cubanos, quienes, tal como los propios investigadores afirmaron, se hicieron notar, “no era el que podría esperarse de personas que eran parte de una peligrosa conspiración para cometer un asesinato.” No obstante, en su análisis, los investigadores perdieron de vista el elemento principal. Uno de los objetivos de Castro y del Pino como agentes provocadores durante el Bogotazo consistía precisamente en hacerse notar en su supuesto papel de agentes del comunismo para distraer la atenciónde las autoridades a fin de que no se fijaran en los verdaderos agentes involucrados en la operación. La operación Bogotazo fue el pretexto usado por los conspiradores del CFR para iniciar en los Estados Unidos lo que luego se conoció como “the War Scare of 1948” [el terror a la guerra de 1948].89 Como tal, el Bogotazo fue una operación limitada de guerra psicológica
que marcó el comienzo en el hemisferio occidental de una operación de guerra psicológica en gran escala: la Guerra Fría . La Guerra Fría pronto demostró ser extremadamente lucrativa para los magnates petroleros, los banqueros de Wall Street y los altos ejecutivos de las corporaciones transnacionales. Tal como habían hecho durante los días de la Alemania nazi, los banqueros y las corporaciones ahora engrosaban sus cuentas de banco haciendo pingües ganancias con los préstamos de dinero y la venta de armamentos y tecnología militar a ambas partes del conflicto de la Guerra Fría. Todo indica que los disturbios del Bogotazo, que aparentemente fueron un estallido espontáneo de violencia provocado por el asesinato de Gaitán, en realidad habían sido planeados y preparados con anterioridad. El asesinato de Gaitán fue tan sólo una cortina de humo que los conspiradores usaron para ocultar sus causas verdaderas. 8. El asesinato de Gaitán Aunque sus verdaderos motivos todavía son discutidos, la mayoría de quienes han estudiado el asesinato de Gaitán concuerdan en que el asesino fue Juan Roa Sierra, un joven desempleado de 25 años, proveniente de una familia de obreros pobres. La escasa información que se tiene sobre Roa indica que era un joven introvertido, perezoso, y con delirios de grandeza. Aunque algunas veces conseguía trabajos temporales, se mantenía gracias a que cohabitaba con una mujer mucho mayor que él, la que le daba algún dinero para su subsistencia. Según afirmaron algunos de los que lo conocieron, las opiniones de Roa eran violentamente derechistas, pero no se le conocía filiación política alguna. El 9 de abril, alrededor de la 1:30 de la tarde, camino de ir a almorzar con algunos amigos, Gaitán se disponía a salir del edificio Agustín Nieto donde tenía su oficina cuando alguien le hizo varios disparos. Varios testigos han relatado el suceso con bastante detalle, pero algunas de las versio nes se contradicen entre sí. Según Guillermo Pérez Sarmiento, director de la United Press in Colombia, Me hallaba en el Bar Tívoli, en la esquin a de San Francisco, en compañía de Alberto Merino Arquila y de Armando Mo yse, cuando oímos los disparos, tres uno detrás del otro, y el último después de un breve intervalo.” Pérez Sarmiento continúa su relato del suceso añadiendo que, pocos minutos después, se dirigió hasta la farmacia Granada, donde la policía había momentáneamente detenido al sospechoso, y lo vio, “entre dos policías; había tornado su cara verdosa y parecía poseído por el pánico.” Otro testigo presencial, Plinio Mendoza Neira, un amigo íntimo de Gaitán que se hallaba junto a él cuando ocurrió el asesinato, dio un testimonio similar: De rep ente sentí que Gaitán se echaba h acia atrás, mientras trataba de cubrirse la cara con las manos e intentaba regres ar al edificio. Simultáneamente escuché tres disparos consecutivos y l uego otro. Por su parte, el detective No. 6 de la Policía de Bogotá, que también se hallaba cerca de la escena de los sucesos, añade una información clave sobre Roa Sierra. Según el detective, poco antes del asesinato, Vi a del Pino parado en la puerta del Café Colombia, mientras hablaba con un individuo mal vestido cuya fotog rafía apareció más tarde en los periódicos c omo la del asesino de Gaitán.” Otras fuentes confirman la declaración del detective, e indican que Castro y del Pino se habían reunido con Roa Sierra en varias ocasiones en los días previos al asesinato. Un informe de la United Press publicado en El Tiempo de Bogotá afirmaba que, “Pocos días
antes del asesinato, Roa fue visto en compañía de algunas personas que parecían extranjeros”. El policía Carlos Alberto Jiménez Díaz, que por casualidad estaba cerca del lugar de los hechos, declaró que cuando escuchó los disparos se acercó al presunto asesino por la espalda con la intención de detenerlo. Cuando lo sintió, Roa giró en sus talones, alzó las manos y no opuso resistencia cuando el policía tomó el arma que aún sostenía en la mano y lo desarmó. Justo después que el policía lo desarmó, Roa exclamó: “No me mate, cabo.” Poco después otro policía llegó a la escena del crimen y, a fin de evitar la posibilidad de un linchamiento, ambos se hicieron paso entre el pequeño grupo de personas que ya se había formado y condujeron a Roa hacia la farmacia Granada, donde lograron entrar un momento antes de que un asustado empleado bajara la reja de hierro. Un empleado de la farmacia, Elías Quesada Anchicoque, luego mencionó que le había preguntado a Roa, “¿Por qué ha cometido este crimen, de matar al doctor Gaitán?”, a lo que éste le respondió en tono lastimero, “Ay señor, cosas poderosas que no le puedo decir. ¡Ay, Virgen del Carmen, sálveme!”. El empleado le volvió a preguntar, “Dígame, quién lo mandó a matar [a Gaitán], porque usted en estos momentos va a ser linchado por el pueblo.” A lo que Roa le contestó, “No puedo.” Uno de los autores que más minuciosamente ha investigado los detalles del asesinato de Gaitán es Rafael Azula Barrera. Según lo que le contó un testigo presencial que vio al presunto asesino unos momentos después de cometer el crimen, Juan Roa Sierra era un individuo pequeño, insignificante, de rostro pálido, angular y débil. No se había afeitado en varios días y vestía un sobretodo gris y una corbata azul con rayas rojas. Trataba de esconderse detrás de la reja de hierro de la farmacia Ganada. Cuando un policía le preguntó por qué había hecho los disparos, Roa Sierra tan sólo le contestó: “Los motivos más altos.” Azula Barrera menciona cómo los esfuerzos de la policía por salvar a Roa fueron inútiles. La turba enardecida frente a la farmacia pronto creció y sus amenazas forzaron a los empleados a levantar la reja metálica. Acto seguido, comenzaron a golpear a Roa con furia y, pocos momentos después, lo habían convertido en un guiñapo. La turba mató al presunto asesino sin compasión y rápidamente. Demostrando una gran crueldad, o un intento preciso de hacerlo difícil de identificar, lo golpearon hasta matarlo, y luego patearon su rostro hasta convertirlo en una sanguinolenta masa informe, imposible de reconocer. Luego despojaron al cadáver de sus ropas y lo arrastraron por las calles hasta dejarlo frente al Palacio Presidencial. Sin embargo, Azula Barrera menciona que, desde el primer momento, hubo dudas de que el hombre que había matado la turba era el verdadero asesino. Según Azula Barrera, que en esos momentos era Secretario General de la Presidencia colombiana, poco después de los hechos, el Presidente Ospina Pérez y sus consejeros principales discutieron y analizaron el asesinato, y llegaron a la conclusión de que a Roa lo habían matado para silenciarlo. Pero Azula, el Presidente Ospina y sus asesores, no fueron los únicos que tuvieron dudas sobre el verdadero papel de Roa Sierra en el asesinato de Gaitán. Dos semanas después del asesinato, Milton Bracker del New York Times, se preguntó si Roa había tenido cómplices, que le habían prometido protegerlo, pero que en realidad estaban allí para silenciarlo para siempre. Años después, Willard Beaulac, el embajador norteamericano en Colombia durante los sucesos, expresó una duda similar en sus memorias: ¿Actuó Roa por sí mismo, o fue un instrumento de otros? ¿Fue su acción un crimen ordinario, o tuvo motivos políticos? Estas preguntas todavía no han sido respondidas. Roa
Sierra fue muerto a golpes por testigos de su crimen pocos minutos después que lo com etiera. ¿Fue Roa muerto por personas tan airadas por el crimen que había cometido que no temían tomar venganza en ese mismo momento? ¿O fue su muerte instigada o causada por personas ansiosas de que no viviera para declarar las razones por las que cometió el crimen? Con el tiempo y la aparición de más elementos de juicio, las dudas, lejos de desaparecer, han aumentado. Entre otras cosas, está el hecho de que Roa Sierra nunca había tenido entrenamiento militar, al punto de que, cuando compró el revólver con el que se alega que cometió el asesinato, un amigo suyo nombrado Luis Enrique Rincón Pardo fue quién lo probó haciendo un sólo disparo. Sin embargo, Alejandro Vallejo, que presenció el asesinato, luego declaró que el asesino, todavía apoyado contra un borde de piedra, estaba “con las piernas dobladas en posición de tiro, revólver en mano.” Jorge Padilla, otro testigo presencial, corroboró lo anterior. Según Padilla, el asesino “tenía en la mano derecha el revólver con el cual hizo otro disparo. La mano izquierda apoyada contra el marco de la puerta y las rodillas en flexión.” Plinio Mendoza Neira, uno de los acompañantes de Gaitán que lo seguía unos pasos detrás, luego declaró que un individuo que había visto al entrar al edificio poco antes, todavía se hallaba en el mismo sitio, y que, Cuando el doctor Gaitán dio su primer paso a la calle, en dirección norte, el individuo en cuestión dirigiéndose rápidamente hacia el bastión norte de la calle, parado en el umbral, adelantó el brazo e hizo tre s disparos consecutivos y muy rápidos, cuya detonación oí perfectamente. Mendoza Neira también afirmó que, vio “claramente el cuerpo del atacante y los movimientos de su brazo en tres posiciones diferentes.” Sin embargo, agregó que, debido a su posición en relación con el asesino, no pudo “percibir ni el arma, ni la mano, ni la persona sobre la cual disparaba,” porque una pared obstruía su visión. Mendoza Neira prosigue su relato de los hechos diciendo cómo se abalanzó sobre el agresor, pero éste saltó al andén, Cuando yo pisé el umbral, el hombre estaba a unos pasos de él [¿Gaitán?], hacia el norte, con la espalda vuelta hacia el noroeste y el brazo derecho extendido hacia adelante y hacia abajo, haciendo un nuevo disparo sobre un cuerpo humano que yacía de espaldas en el suelo. Hecho ese disparo, el individuo levantó el arma, un revólver niquelado, amenazan donos y luego corrió rápidamente hacia el norte unos veinte pasos, al cabo de los cuales giró el cuerpo dándonos frente otra vez y volvió a enca ñonarnos con el arma. En ese momento un agente de la policía lo agarró por la espalda. Lo más interesante de la declaración de Mendoza Neira es que, a pesar de que fue testigo presencial del asesinato, no afirma que el asesino profesional que hizo los primeros tres disparos fuese la misma persona que, antes de que lo agarrara el policía, le había hecho un disparo a alguien que yacía en el suelo. Sin embargo, Julio Enrique Santos Forero, otro testigo presencial, informó que escuchó varios disparos seguidos y a continuación vio “un hombre que retrocedía y quien hizo un cuarto disparo que ese sí lo vi disparar” en dirección al grupo de personas que salía del edificio. Por su parte, Mendoza Neira agregó que el individuo, Cuando disparaba aparecía sereno, impresionantemente sereno. … La visión de segundos que tuve de él, pero que recuerdo con ab soluta precisión, fue la de estar disparando con sereni dad, con perfecta tranquilidad, absolutamente consciente de la situación.
Pero Pascual del Vecchio, otro testigo presencial, ofrece una versión que difiere bastante de la anterior. Según del Vecchio, “el asesino tenía un rostro duro. Estaba pálido y transfigurado por la emoción.” Sin embargo, otro testigo presencial, Alejandro Vallejo, añade varios detalles interesantes, El hombre que yo vi era un tipo cargado de pasión en cuyos ojos brillaba una mirada de odio intenso. En esos mom entos pensé que era un fanático y esa idea y el recuerdo de este sujeto no se me ha borrado de la imaginación desde entonce s. La manera agresiva como miraba y la actitud desafiante que conservó después de caído el doctor Gaitán, en el hecho de habernos apuntado, posiblemente dispar ando también sobre nosotros, en la manera serena como retrocedió y en la forma tranquila como se entregó apenas vio un policía. Pascual del Vecchio menciona que, cuando llegó al edificio Nieto donde se hallaba la oficina de Gaitán, vio a un individuo el cual pensó que era un empleado. Luego añade detalles sobre la rápida e inexplicable transformación que manifestó el individuo: Cuando yo entré [al edificio] ese individuo se hal laba en el estado más apacible. Después en la calle ya estaba absolutamente transformado, como con aspecto de r abia, exaltado en sumo grado. El cambio instantáneo del presunto asesino también llamó la atención de los investigadores británicos. Según el informe de Scotland Yard, La impresión que tuvieron algunos tes tigos es que, en el momento del asesinato, Roa ardía de pasión, pero todo s concuerdan en que, un momento después, no hizo ningún esfuerzo por tratar de escapar, y pareció r endirse casi voluntariamente. Dos testigos presenciales, Alejandro Vallejo y Jorge Padilla, mencionan algo interesante. Según Vallejo, “escuché tres disparos que no me parecieron de revólver sino de algún fuego de pólvora artificial.”117 Padilla confirma lo dicho por Vallejo, “Oí dos débiles detonaciones que inicialmente no tomé por dos disparos de revólver sino por totes o triquitraques.” También es bueno recordar que otro testigo afirma que vio a Roa apuntando su revólver a Gaitán después de que éste yacía postrado en el suelo. Pero es aquí cuando las cosas se tornan un poco más complicadas. Otros testigos presenciales aseguran que no fue uno, sino dos individuos los que participaron en el asesinato de Gaitán. Según declaraciones de Pablo E. López, ascensorista del edificio Nieto, desde mediados de marzo le había llamado la atención la presencia de un individuo “alto, moreno, pálido, de ojos más bien castaños, brotados, más que hundidos, de una mirada inquieta, nariz aguileña, de unos veintiocho años de edad.” Este individuo visitó el edificio unas veinte veces, y unas veces subía por el ascensor y otras por la escalera. Cuando usaba el ascensor se dirigía al cuarto piso, donde se hallaba la oficina de Gaitán. El ascensorista añadió que el día del asesinato, después de las doce y media, este individuo subió por las escaleras y luego, cuando faltaba un cuarto para la una, bajó por el ascensor. Al bajar se encontró con otro que estaba en el zaguán del edificio, fumando un cigarrillo que sostenía en la mano izquierda, mientras que la otra la tenía en el bolsillo correspondiente del pantalón. Este individuo, el que bajó por el ascensor, “se unió al que estaba abajo, a quien había estado yo viendo en ese sitio desde que entré a prestar mis servicios como ascensorista, y salió con él.” Otro testigo, Daniel Salomón Pérez, mencionó que el día del asesinato se hallaba en el café Gato Negro tomándose un vino tinto y, al salir del café, se cruzó con dos individuos que entraban al café. Uno de ellos despertó su curiosidad por lo nervioso que estaba. Jorge Antonio Jiménez Higuera, otro testigo presencial, confirmó la presencia de dos individuos. Según Jiménez Higuera,
A eso de la una y siete minutos … pude observar la presencia de dos individuos en la puerta del ed ificio Agustín Nieto, abajo del quicio, a cada uno de los dos lad os del portón. El individuo que estaba al costado sur, de la calle c atorce, le hizo una mención con la cabeza al que estaba en el c ostado norte o derecho, mención como indicando la salida del doctor Gaitán. Jiménez Higuera añadió que el asesino era “un tipo joven, bajo de estatura más bien; ligeramente trigueño pálido”, pero el otro sujeto era “un poco más alto y más delgado que el asesino, de mayor edad que el asesino,” ese fue “el que le hizo la señal al asesino.” Otro testigo, Julio Enrique Santos Forero, describe al segundo individuo como “un hombre alto, no fornido, más bien nervudo.” Santos Forero, quien presenció la muerte de Roa, declaró que cuando vio al individuo al que la turba golpeaba por haber asesinado a Gaitán, notó que ése no era el asesino que él había visto disparar, y así se lo hizo saber a sus amigos: “Ése no es, éste es otro.” Según Santos Forero, “este individuo era mucho más bajito del que yo había visto sujeto por la policía.” Jorge Padilla también confirmó el hecho de que el presunto asesino y el que él vio en acción eran dos personas distintas. Santos Forero añadió que, cuando oyó los gritos de la turba clamando por matar al asesino, les gritó: “No, este miserable nos sirve bien vivo, no lo matemos, este no es”, porque le parecía que este individuo era totalmente diferente del que él había visto anteriormente sujeto por el policía, el cual era moreno y más alto, y creía que era el verdadero asesino de Gaitán. Pascual del Vecchio, otro testigo que logró entrar a la farmacia, pensó lo mismo que Santos Forero. Al ver que dos sujetos extraños entraron a la farmacia y comenzaron a golpear furiosamente en la cabeza al presunto asesino con un objeto contundente, pensó que lo que trataban de hacer era eliminarlo para que no hablara. Por eso se acercó a la multitud y les gritó: “No lo as esinen, para que confie se y entregarlo a la justicia.” Pero del Vecchio recordó que su amigo Anton io Izquierdo Toledo, gobernador de Cundinamarca y amigo de Gaitán, lo llamó aparte y le dijo: “Pascual no seas loco. Mira que te pueden asesinar. Esos son age ntes del complot.” Otro testigo que se encontraba presente en la farmacia, Carlos Alberto Jiménez Díaz, observó que el presunto asesino, “Me pareció muy asustado. No protestaba por los golpes que recibía, más bien parecía resignado con su situación, es decir, que aceptaba el hecho que ocasionaba la protesta del público.” Luis Eduardo Ricaurte, otro testigo, confirmó lo anterior, y agregó: “El hombre estaba con la mirada fija, lívido, mudo.” Unos días antes del asesinato, Roa Sierra le había contado a su madre y a algunos familiares y amigos, que estaba tratando de obtener un permiso de conducir para trabajar como chofer y guardaespaldas de unos extranjeros, los cuales le habían propuesto hacer un viaje a Los Llanos, para explorar la posibilidad de explotar una mina de oro que había por allí. Esos mismos extranjeros le habían facilitado el dinero para que comprara un revólver, porque Los Llanos era una región donde había muchas fieras e indios. La madre de Roa también reveló que, poco antes de los sucesos, suhijo se había interesado mucho en la organización de los Rosacruces, así como que había estado cónsultándose con un palmista alemán. 9. El asesino de Gaitán: ¿Un candidato de la Manchuria? Dos cosas esenciales se pueden inferir de las declaraciones de los testigos. En primer lugar, que por lo menos dos individuos participaron en el asesinato de Gaitán. Uno de ellos,
probablemente Roa Sierra, es descrito como de baja estatura, de piel oscura, pobremente vestido, nervioso, lleno de odio y fuera de control. El otro era más alto, delgado, de tez clara, bien vestido, totalmente en control de sus actos, y actuó como un asesino profesional. En segundo lugar, que tan sólo unos segundos después de haberse cometidoel asesinato, Roa Sierra, inmediatamente y sin transición, pasó de un estado emocional agitado y violento a uno de depresión e inacción — en un segundo, el individuo se transformó de un tigre enardecido en una mansa paloma. Pero, aunque aparentemente inexplicables, esos cambios de comportamiento tan rápidos y radicales son fáciles de explicar si tenemos la clave: control mental. Mi interpretación del asesinato de Gaitán es que Roa Sierra fue un candidato de la Manchuria, un predecesor de Lee Harvey Oswald, Sirhan B. Sirhan, James Earl Ray, Mark David Chapman y John Hinckley, Jr., los chivos expiatorios que, años después, tuvieron una participación similar en los asesinatos del presidente norteamericano John F. Kennedy, su hermano Robert, Martin Luther King, Jr., y John Lennon, así como el que trató de asesinar al presidente Ronald Reagan y puso a George H.W. Bush a unpaso de convertirse en presidente de los EE.UU. Fiel al dicho de que quien mucho habla mucho yerra, el propio Fidel Castro expuso años después, tal vez sin quererlo, sus sospechas, o su conocimiento, del uso de un candidato de la Manchuria en el asesinato de Gaitán. Según Castro, La oligarquía mata porque organiza una conspiración para matar a alguien o porque organiza toda una campaña y crea condiciones psicológicas para que alguien mate a una figura política. [énfasis añadido) El término “candidato de la Manchuria”, empleado para designar a un asesino que ha sido condicionado hipnóticamente para que cometa un crimen bajo control mental, se comenzó a usar en 1959, cuando el autor Richard Condon lo usó como título de su exitosa novela, que luego fue llevada al cine con Frank Sinatra como personaje principal. Aunque en la novela la persona condicionada hipnóticamente es la que comete el asesinato, en los casos de Roa, Oswald, y Sirhan, todo indica que estos candidatos de la Manchuria desempeñaron el doble papel de señuelos y chivos expiatorios — cabezas de turco —, los cuales atrajeron la atención sobre sí mientras los verdaderos asesinos cometían el crimen. En eso consiste esencialmente mi teoría de Roa Sierra como candidato de la Manchuria. La idea de condicionar hipnóticamente a un individuo para que cometa actos criminales que no haría conscientemente no es nueva. Se sabe que en septiembre del 1942, la Oficina de Servicios Especiales (OSS) ya había comenzado a realizar experimentos sobre control mental, en busca de una droga que forzara a los prisioneros bajo interrogatorio, tales como tripulantes capturados de submarinos alemanes, a revelar secretos militares. En mayo de 1943, oficiales de la OSS comenzaron a usar acetato de THC (tetrahidrocannabinol, un derivado de la marihuana) para obtener información de individuos que se negaban a cooperar con la interrogación. Los oficiales de la OSS se referían al acetato de THC simplemente como “TD”, un criptónimo de “droga de la verdad” [truth drug]. Sin embargo, no fue hasta después que se creó la CIA en 1947, que la Marina norteamericana comenzó el proyecto secreto CHATTER, que fue el primer experimento serio para tratar de obtener un suero de la verdad. En 1949 la CIA comenzó un proyecto similar, que denominó BLUEBIRD, en el que participaron algunos científicos nazis que los conspiradores habían logrado traer secretamente de Alemania mediante lo que llamaron operación Paperclip. Según la madre de Roa Sierra, en las semanas previas al asesinato, su hijo había visitado en no menos de nueve ocasiones la consulta de Johan Umland Gert, un astrólogo alemán residente en Bogotá. Gert no sólo vaticinó el futuro de Roa basándose en los astros, sino
que también le dio dinero. También fue Gert el que primero le habló a Roa de la organización Rosacruz. La madre de Roa también dijo que, poco tiempo antes de los sucesos, su hijo había comenzado a comportarse en forma extraña: había dejado su trabajo, se había vuelto pensativo, como si soñara despierto, y a veces se reía él solo sin motivo alguno. Últimamente había comenzado a quejarse de fuertes dolores de cabeza, y de que “sentía la cabeza como si estuviera fritando maíz.” Pero es difícil de explicar cómo Roa, quien no tenía trabajo y carecía de fuentes de sustento, obtuviera dinero para pagar las consultas de un astrólogo. Más difícil de explicar aún es que fuese el astrólogo quien le pagara a Roa por sus visitas. Por consiguiente, hay que tratar de hallar una explicación a la relación Gert-Roa desde una perspectiva totalmente diferente. Es muy posible que haya sido Gert quien condicionó bajo hipnotismo a Roa para que cometiera el crimen (o actuara como si hubiese cometido el crimen), o que colaboró con un psiquiatra de la CIA en el proceso. No hay que olvidar que Umland Gert era alemán y que, a través de la operación Paperclip, la CIA había traído a los Estados Unidos a muchos científicos nazis, incluso muchos de los que habían estado trabajando en experimentos secretos de control mental en la Alemania nazi. De hecho, la madre de Roa Sierra halló que las visitas a la consulta de Umland habían afectado enormemente el comportamiento de su hijo. Al parecer, Umland había sugestionado a su hijo para que creyera que era la reencarnación de Gonzalo Jiménez de Quesada, el fundador de la ciudad de Bogotá. Esto la preocupó tanto que visitó a Umland para quejarse, pero el alemán le hizo tan buena impresión que descartó la posibilidad de que Umland tratara de hacerle daño a su hijo. La última visita de Roa a la consulta de Umland fue el 7 de abril, dos días antes del asesinato de Gaitán. William Turner, un autor que analizó el asesinato de Robert Kennedy, mencionó la posibilidad de que su supuesto asesino haya sido un candidato de la Manchuria que actuó programado bajo sugestión hipnótica. Turner estudió en detalle los síntomas del condicionamiento hipnótico. Según Turner, los síntomas principales son, un cambio dramático de la personalidad del individuo y un estado de concentración total en el momento de cometer el asesinato, que se manifiesta principalmente en los ojos del sujeto. Luego, tan sólo un momento después de cometido el crimen, el sujeto manifiesta síntomas de abandonar el estado hipnótico: el individuo se muestra desorientado, sin tener una idea clara de lo que acaba de suceder. Este estado es el resultado de barreras amnésicas post hipnóticas implantadas en la mente del sujeto por el hipnotizador. Si nos atenemos a las declaraciones de los testigos presenciales, Roa evidenció todos los síntomas de condicionamiento hipnótico mencionados por Turner. Otro detalle interesante es que en Mind Control: America’s Secret War, la primera parte del DVD número 2 de Inside the CIA: Secrets Revealed, un documental producido por el History Channel, un tío de Sirhan B. Sirhan, el presunto asesino de Robert Kennedy, menciona que, en los meses previos al asesinato, su sobrino se había hecho miembro de los Rosacruces. Esto puede ser tan sólo una coincidencia — o tal vez no. En abril del 1943, el Dr. Albert Hofman, un científico que trabajaba para los laboratorios Sandoz, en Suiza, descubrió por casualidad las propiedades psicodélicas del LSD, una substancia que él mismo había logrado sintetizar cinco años antes. Sin saberlo, Hofman había abierto las puertas al control mental por medio de sustancias químicas. Ahora se sabe que, al mismo tiempo que Hofman realizaba sus experi mentos en Suiza, varios científicos de la OSS, entre ellos el Dr. Winfred Overholser, director del St. Elizabeth’s Hospital en Washington, D.C., realizaba experimentos similares usando cannabis indica, una droga
popularmente conocida como marihuana. Al mismo tiempo, médicos nazis al servicio de la Gestapo estaban realizando experimentos similares de control mental usando como conejillos de India a prisioneros del campo de concentración de Dachau. Al crearse la CIA en 1947, los experimentos de control mental de la OSS continuaron, y fueron oficializados en abril de 1950 por el director de la CIA, Almirante Roscoe Hillenkoetter, cuando éste aprobó una nuevo proyecto secreto llamado BLUEBIRD. Pocos años después BLUEBIRD fue rebautizado como ARTICHOKE y, en abril de 1953, con la creación de MK-ULTRA, un proyecto super secreto dedicado al estudio de la guerra psicológica, ARTICHOKE pasó a formar parte de éste. La persona designada para dirigir MK-ULTRA fue el Dr. Sidney Gottlieb, quien luego ganó cierta notoriedad cuando se supo que había sido la persona que produjo el veneno para asesinar al líder africano Patricio Lumumba. El proyecto MK-ULTRA tenía una perspectiva mucho más amplia y, aunque mantenía su énfasis en el estudio de las vías de lograr control mental de los sujetos sometidos a experimento, no se limitaba a dogas psicodélicas. Los experimentos de MK-ULTRA incluían hipnosis, lobotomía, electroshock, privación sensorial, uso de drogas y abuso sexual. Todo indica que Roa Sierra no sólo fue un candidato de la Manchuria sino también un cabeza de turco —el chivo expiatorio cuyo papel consistía en cargar con la culpa del asesinato de Gaitán. Lo más probable es que quien llevó a cabo el asesinato haya sido un asesino profesional al servicio de la CIA, cuya arma estaba provista de un silenciador — lo que explica el misterio del sonido apagado de los disparos iniciales que causaron la muerte de Gaitán. Como en el caso del asesinato de Lee Harvey Oswald, el presunto asesino del presidente Kennedy, el asesinato de Roa fue parte de un plan para evitar que las autoridades pudieran interrogar al presunto asesino de Gaitán. Si Roa hizo alguno de los disparos, lo cual es discutible, lo más probable es que haya sido el último, cuando el cuerpo de Gaitán yacía boca abajo en el suelo. Es un dicho común entre los militares que la primera vez es una casualidad, la segunda una coincidencia y la tercera una acción del enemigo. Pero en el campo de la inteligencia y el espionaje no existen las casualidades. Los oficiales de inteligencia, y en especial los de contrainteligencia, no dan cabida a las casualidades o las coincidencias. Para ellos, todas las coincidencias y las casualidades son potencialmente engañosas, y son vistas como acción del enemigo. Por ejemplo, el hecho de que Castro y del Pino tuviesen programada una entrevista con Gaitán para celebrarla tan sólo pocas horas después de que ocurrió el asesinato, podría ser tan sólo una coincidencia. Sin embargo, hay que tener en cuenta una serie de hechos. En primer lugar, que Castro había sido reclutado por la CIA unas semanas antes. En segundo lugar, que en los días previos al Bogotazo Castro se hizo notar llamando la atención de las autoridades al actuar como un obvio agente provocador. En tercer lugar, que en los días previos al asesinato Castro y del Pino habían sido vistos en compañía del presunto asesino. En cuarto lugar, que al parecer Castro y del Pino fueron quienes le dieron a Roa la idea de comprar un arma de fuego y le suministraron el dinero para comprarla. Finalmente, el hecho de que Castro y del Pino hayan estado tan cerca de la escena cuando ocurrió el crimen, haría que hasta el más ingenuo oficial de inteligencia sospechara que habían tenido que ver con el asesinato. Es imposible saber con certeza qué papel desempeñó Fidel Castro con su presencia tan cerca del lugar donde se llevó a cabo el asesinato de Gaitán. Según un informe secreto de la Embajada de los EE.UU., Fidel Castro había actuado como vigilante o apuntador [watcher or
finger-man] de los asesinos de Manolo Castro. Es posible que esa haya sido una de las tareas que le encomendaron sus controladores en la CIA en el asesinato de Gaitán. Sin embargo, conociendo la naturaleza psicopática de Castro152 y su afición al magnicidio, me inclino a creer que, en violación de sus órdenes, lo hizo tan sólo para disfrutar del espectáculo. Con el asesinato de Gaitán los conspiradores del CFR mataron varios pájaros de un sólo tiro. En primer lugar, se deshicieron de un líder nacionalista y un enemigo potencial que temían. Gaitán había tenido un papel importante después de la “masacre de las bananeras”, en la región de Magdalena, ocurrida cuando algunos trabajadores de la United Fruit se declararon en huelga en 1928 y finalmente fueron masacrados por tropas del ejército. Gaitán asumió la defensa de los trabajadores y acusó al gobierno de ser un títere de los capitalistas norteamericanos, y eso le dio fama nacional. Obviamente, su intervención en los sucesos le ganó la enemistad de algunos miembros importantes del Consejo de Relaciones Exteriores que tenían estrechos lazos con la United Fruit, entre ellos David y Nelson Rockefeller, así como Allen y John Foster Dulles. En un informe fechado el 16 de marzo de 1946, John C. Wiley, embajador de los EE.UU. en Colombia, le comentó al Departamento de Estado que, en relación a Gaitán, en la Embajada, “Vemos sus triunfos políticos con considerable aprehensión. Quienes lo conocen aseguran que él no quiere a los Estados Unidos”. En segundo lugar, si Gaitán hubiese llegado a ser presidente de Colombia les habría creado innumerables dolores de cabeza a los conspiradores del CFR. Amparo Jaramillo, la viuda de Gaitán, cuenta que, al enterarse del asesinato, fue hasta la oficina de su esposo para tratar de salvar unos documentos sobre el papel del presidente Ospina Pérez y la Shell en relación con la explotación del petróleo de Colombia, que Gaitán pensaba exponer al pueblo, pero halló que la oficina había sido saqueada. Por tanto, los conspiradores usaron el asesinato de Gaitán para incitar a las masas a que se sumaran a unos disturbios que habían preparado con anticipación. Finalmente, al culpar a los comunistas locales y, por extensión, a la Unión Soviética, crearon un excelente pretexto ideológico para forzar a los países latinoamericanos a que crearan la OEA, un instrumento de dominio imperial, y para justificar el comienzo de la Guerra Fría que tan cuidadosamente habían planeado. Sin embargo, no voy a cometer el error de los izquierdistas de culpar a la CIA e insinuar que la KGB y los comunistas locales fueron espectadores inocentes de los sucesos. No podemos ignorar que los comunistas soviéticos también tienen su larga lista de trucos sucios llevados a cabo en contra de los pueblos del mundo y del propio pueblo ruso. Tampoco descarto la posibilidad de que los comunistas tuviesen sus propios planes de hostigar la Conferencia. Pero todo indica que el asesinato de Gaitán y la magnitud de los disturbios los tomó por sorpresa. Esto se evidenció en el estado de confusión mostrado por los comunistas colombianos, así como su inhabilidad de obtener ventajas políticas con el Bogotazo. Un informe secreto producido por la División de Inteligencia del Estado Mayor norteamericano, fechado el 13 de mayo de 1948, llegó a conclusiones similares. Según el informe, Existe abundante evidencia de que los comunistas habían concebido varios métodos de interferir con el desarroll o de la Conferencia, incluyendo demostraciones de masas, una huelga general, inc itar a un grupo de estudiantes, y posibles sabotajes. No obst ante, aunque no hay duda de que estaban bien preparados para sacarle ventaja l a situación, y así lo hicieron, no parece posible que hubieran log rad o incitar más que desórdenes menores (los
cuales probablemente hubieran sido contr olados por la policía) de no haber sido por la espontánea r eacción de las turbas de Bogotá como resulta do del asesinato [de Gaitán]. De modo que todo indica que, al menos en esta operación, los conspiradores del CFR fueron mucho más eficientes que la KGB. En su entrevista con Fidel Castro, Arturo Alape le preguntó: “Comandante, ¿por qué cree usted que mataron a Gaitán? La larga respuesta de Castro es altamente reveladora, por lo que voy a citarla en detalle: Imagínate, yo no puedo hacer una afirmación categórica. A Gaitán pudo haberlo matado la CIA, por ejemplo, el imperialismo pudo haber matado a Gaitán como exponente de un mov imiento progresista. … A Gaitán pudo matarlo un fanático, es posible. … Te repito, a Gaitán lo podían matar como resultado de un plan imperialista, de un plan oligárquico, o podía ser el resultado de la acción ind ividual de un fanático. … Yo no tengo elementos de juicio para decirte q ue fue la CIA o el imperialismo quien lo mató, aunque conociendo toda la actividad y toda la política de la CIA y el imperialismo, un líder popu lar como Gaitán pudo haber sido asesinado por la CIA. … La respuesta de Castro, en la que menciona varias veces la posibilidad de que la CIA haya tenido participación en el asesinato de Gaitán, pudiera erróneamente interpretarse como evidencia de que Castro no tuvo participación en el asesinato. Sin embargo, es bueno recordar que uno de los usos que los conspiradores le han adjudicado a la CIA es la de chivo expiatorio: cargar con la culpa de los crímenes cometidos por sus amos ocultos. Lo más notable de lo que Castro dice acerca de la CIA, es que muestra a la Agencia como una entidad autónoma o como una dependencia de un abstracto “imperialismo norteamericano”. Pero no menciona que la CIA es una creación de los magnates petroleros y los banqueros de Wall Street y que, al igual que él mismo, siempre ha trabajado para éstos. 10. Nuevas piezas del rompecabezas Como confirmación del principio forense de que todo contacto deja una huella, muchos años después de los sucesos del 9 de abril de 1948, una pieza importante de este rompecabezas histórico llamado el Bogotazo apareció en el lugar más inesperado: una prisión en Cuba. A fines del 1980, el general José Abrahantes, jefe del Ministerio del Interior de Cuba, le ordenó a uno de sus oficiales, el capitán de la inteligencia castrista Carlos Cajaraville, ahora exiliado en la Florida, que interrogara a un prisionero que había solicitado que le dieran la libertad a cambio de una valiosa información.158 El prisionero era un ciudadano norteamericano nombrado John Mepples (o MacMepples) Spiritto, que cumplía una sentencia en una prisión cubana por haber colaborado a comienzos de los años 60 con algunos grupos guerrilleros anticastristas en las montañas del Escambray, en la parte central de Cuba. Según Spiritto, quien aseguraba que había trabajado para la CIA, en 1947 había sido enviado a Colombia como parte de la Operación PANTOMIME, un plan cuyo objetivo era neutralizar o, en su defecto, eliminar físicamente a Gaitán. Al parecer, los oficiales de inteligencia que interrogaron a Spiritto llegaron a la conclusión de que la información que éste había proporcionado era cierta, porque poco después fue puesto en libertad y el gobierno cubano le proporcionó un moderno apartamento en la bella barriada del Vedado, en La Habana. Algunos años después, varios oficiales de la contrainteligencia cubana que trabajaban en la realización de un documental pensaron en el potencial propagandístico de la información que había suministrado Spiritto y decidieron explotarlo. Su plan era usar a Spiritto en el documental, que habían titulado Pantomima,160 para desacreditar a la CIA.
Spiritto, que habla flúidamente español, menciona en el documental cómo en 1947 la CIA lo envió en una misión super secreta a Colombia. Sus órdenes eran tratar de comprar a Gaitán haciéndole una oferta tan tentadora que no pudiese rechazar. Ésta consistía en ofrecerle una gran cantidad de dinero y una cátedra de profesor en una universidad de Roma o París. Pero, para su sorpresa, Gaitán rechazó la oferta. Spiritto le informó el fracaso de la gestión a Thomas Elliot, su jefe superior de la CIA en Bogotá. Entonces Elliot le ordenó tratar de neutralizar a Gaitán por otros medios, incluyendo su eliminación física. Dos años después de que le hicieran la entrevista a Spiritto, el comandante Manuel Piñeiro (Barbarroja), Jefe del Departamento América, la sección de la inteligencia cubana a cargo de las operaciones de contrainteligencia contra los Estados Unidos, contactó a Gloria, la hija de Gaitán, y la invitó a que fuera a La Habana y viera la entrevista que le habían hecho a Spiritto para el documental. Piñeiro deseaba saber si lo que había declarado Spiritto se ajustaba a lo que Gloria recordaba sobre su padre. Poco después, Gloria viajó a La Habana y vio el film. Para su sorpresa, descubrió que lo que había mencionado Spiritto sobre el intento de sobornar a su padre ofreciéndole dinero y una cátedra en una universidad europea, así como un lujoso apartamento en la ciudad de su elección, coincidía perfectamente con lo que su padre le había contado en privado a su familia en 1947, y que sólo ellos conocían. Gloria Gaitán no fue la única que corroboró la veracidad de la información suministrada por Spiritto. Según Cajaraville, que participó en los interrogatorios a Spiritto, “los detalles que dio [sobre el asesinato de Gaitán] eran asombrosos. Algunos los confirmamos con nuestros amigos en Colombia.”
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