viernes, 27 de marzo de 2020

EL BOGOTAZO LIMPIO 8-(2-2)


CUARTA PARTE: 
EL NUEVO ORDEN MUNDIAL
SEGUNDA SECCION
La teoría más aceptada, es que la causa principal de la revolución cubana fue la horrible condición económica de la isla. Pero hay algo falso en estas teorías que tratan de explicar a posteriori las causas de la revolución castrista. Contrariamente a la opinión difundida por autores procastristas, cuando Castro tomó el poder en Cuba en 1959, los índices económicos de la isla eran los más altos del mundo entre los países no industrializados. En  realidad, en desarrollo económico, Cuba estaba tan sólo debajo de los ocho o diez países más industrializados del mundo.      El filósofo francés izquierdista Jean-Paul Sartre escribió que antes de 1959 Cuba era una gran plantación de azúcar; un gulag del Caribe donde los amos esclavistas explotaban a un pueblo desnutrido y enfermo. Según Sartre, Cuba era un país cuya sangre había sido absorbida poco a poco por el pulpo del imperialismo norteamericano. Sin embargo, los hechos evidencian algo muy diferente.      Por supuesto, la afirmación de que Cuba desde 1902 hasta 1934 había sido poco menos que un protectorado y una colonia económica norteamericano no es una exageración de la izquierda, pero esta situación cambió radicalmente desde fines de la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con estimados del Fondo Monetario Internacional, en 1957 Cuba ocupaba el cuarto lugar en ingreso per cápita entre las 20 repúblicas latinoamericanas.      La Cuba pre castrista tenía una situación económica privilegiada, no sólo en relación con el resto de los países de América Latina, sino también en relación al resto del mundo. En 1957 el ingreso per cápita de Cuba era aproximadamente una sexta parte del de los Estados Unidos, el 90% del de Italia, significativamente mayor que el de Japón, y seis veces mayor que el de la India. Todas estos estimados están dados en el equivalente de dólares en 1957. En un informe de 1956 sobre Cuba, el Departamento de Comercio de los EE.UU. concluyó que, “el ingreso nacional de Cuba ha alcanzado niveles que dan al pueblo cubano uno de los más altos estándares de vida en las Américas.”      El desarrollo económico de Cuba antes de Castro era sólido y había sido rápido. Contrariamente a la imagen que encontramos en la mayoría de los libros escritos por autores
norteamericanos simpatizantes de Castro, la realidad es que la economía cubana experimentó un auge constante durante el gobierno de Batista. La economía que Castro heredó cuando tomó el poder en 1959 era de crecimiento, no de disminución, y mucho de ese crecimiento no sólo fue el resultado directo de las inversiones estadounidenses y el desarrollo de los mercados de exportación, sino también debido al creciente poder del capital cubano en la economía del país.      En 1956 la economía cubana bajo la presidencia de Batista comenzó a ascender, y 1957 — el año en que Castro comenzó a luchar su guerra de guerrillas en las montañas — fue uno de los mejores años para la economía cubana desde la creación de la República a comienzos del siglo. Durante 1957, la actividad económica de Cuba alcanzó el mayor nivel registrado desde la Segunda Guerra Mundial y el ingreso promedio anual per cápita se elevó a $ 400 dólares, uno de las más altos en América Latina.      Según las estadísticas publicadas en 1958 por la Organización Internacional del Trabajo, en poder adquisitivo, el trabajador promedio cubano era uno de los mejor pagados del mundo. En 1958 Cuba ocupaba el primer lugar en América Latina en el número de televisores por habitante. Por otra parte, Cuba fue el segundo país en América en transmitir programas de televisión en blanco y negro, y el primer país en América Latina que transmitió televisión a color (en 1957).      El año antes de que Castro tomó el poder en Cuba, el país contaba con 160 estaciones de radio comerciales. Cuba era el segundo país en América Latina en receptores de radio por habitantes. En consumo de pescado fresco Cuba tenía el número uno en América, con 5.6 libras anuales per cápita, tan sólo seguida por los Estados Unidos, con 5.4 libras. En 1958 Cuba ocupaba el tercer lugar en el consumo de calorías en América Latina, con 2.682 calorías promedio per cápita, tan sólo debajo de países con una gran producción de carne como Argentina con 3.106 y Uruguay con 2.991.      Según los apologistas del castrismo, uno de los avances más significativos del régimen es su sistema nacional de salud pública. Pero la realidad es que el gobierno de Castro no creó el avanzado sistema de salud de Cuba, sino que lo heredó. En 1957, un año antes de que Castro tomara el poder, había en Cuba 128 médicos y dentistas por cada 1,000 habitantes — una proporción igual a la de los Países Bajos y muy superior a la de los Estados Unidos y el Reino Unido.      Antes de que Castro tomara el poder, Cuba ocupaba el cuarto lugar entre los países de América Latina en desarrollo educativo. Su tasa de alfabetización era del 76% y ahora, según las estadísticas oficiales, es del 96%, o sea, un aumento del 20%. Esta mejora parece menos impresionante cuando se la compara con la de otros países de América Latina similares a Cuba en la década de 1950, como Panamá y Costa Rica, que han demostrado beneficios similares sin un subsidio masivo del gobierno. Además, la mayoría de los otros países (incluidos los más pobres) también han registrado aumentos impresionantes de alfabetización en los últimos 40 años: Haití del 11% al 45%, Guatemala, del 30% al 56%, El Salvador, del 42% al 72%; República Dominicana, del 43% al 82%, Brasil, del 49% al 83%, Ecuador, del 56% al 90%, y Colombia, Panamá, Costa Rica, Paraguay, Chile y Argentina, ahora todos en el grupo de 90-96% de alfabetización.      A pesar de que los norteamericanos ejercían un control considerable sobre la economía cubana, a finales de la década de los 1950 se notaba una creciente tendencia hacia más y más control de los cubanos sobre la economía de su país y sus recursos naturales. En 1959 los cubanos ya eran propietarios de la mayoría de las ramas de la economía de Cuba, probablemente con la excepción de las compañías de ferrocarriles, la electricidad, los teléfonos y las grandes fábricas de azúcar. Según fuentes de las Naciones Uni das, en 1958 los cubanos controlaban el 86% del total del capital invertido en la isla, mientras que las
inversiones extranjeras, que habían disminuido de manera constante desde 1933, ascendían tan a sólo al 14%.      La industria azucarera, la principal fuente de ingresos de Cuba, presentaba un panorama similar. La producción total de azúcar por parte de intereses extranjeros había disminuido del 78% en 1939 al 38% en 1958. Una disminución similar en la influencia extranjera se evidenciaba en los depósitos bancarios. Los depósitos en bancos extranjeros de dinero ganado en Cuba representaron el 83% del total de depósitos en 1939, pero en 1955 se habían reducido al 38%.      Antes de 1959, Cuba era el segundo exportador de azúcar del mundo y el mayor exportador de azúcar a los EE.UU., donde el azúcar cubano se utilizaba fundamentalmente en la industria de bebidas no alcohólicas y la repostería. Sin embargo, poco después de que Castro tomó el poder en Cuba, no sólo provocó la cancelación de las ventas de azúcar a los EE.UU., sino que comenzó la destrucción sistemática de la industria azucarera cubana bajo el pretexto de la diversificación de la agricultura. Sin embargo, es extraño que esta destrucción de la industria azucarera cubana coincidiera con la introducción de los edulcorantes sintéticos en los EE.UU. ¿Fue esto otra coincidencia o Castro lo hizo siguiendo las órdenes de sus amos en Wall Street?      Pero esto no es lo único difícil de explicar.      Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando la gasolina escaseó y su costo se hizo prohibitivo, Cuba comenzó con éxito la producción de etanol de caña de azúcar. Una mezcla de etanol y gasolina se vendió en Cuba bajo el nombre de “Carburante Nacional.” El etanol producido en los EE.UU. es a base de maíz. Debido a la baja productividad del maíz, se necesitan siete litros de materia combustible para producir ocho litros de etanol a base de maíz. Por el contrario, tan sólo se necesitan dos litros de materia combustible para producir ocho litros de etanol a base de caña de azúcar. Esa es la razón por la que el programa brasileño de etanol de caña de azúcar es tan eficiente. Pero el programa de etanol en los EE.UU. no es un programa de energía. En realidad, se trata de un programa de subsidio para proteger a las grandes corporaciones agroindustriales y, al mismo tiempo, evitar que surjan fuentes eficientes de combustible que compitan con el petróleo que los conspiradores controlan.      Sin embargo, llama la atención que, a pesar de la escasez de petróleo en Cuba, Castro nunca trató de producir etanol de caña de azúcar como combustible, y mantuvo la isla totalmente dependiente inicialmente del petróleo soviético y ahora del de Venezuela. Una explicación pudiera ser que, como agente leal de los conspiradores del CFR, Castro no haya querido cometer el pecado capital de competir con las corporaciones petroleras y agroindustriales norteamericanas. Otra explicación es que, al igual que está sucediendo en los EE.UU., la escasez de petróleo es una forma eficiente de reducir a un pueblo a niveles de consumo preindustriales.      Sin duda había notables diferencias económicas entre la población cubana antes de 1959, pero no eran muy diferentes de los que encontramos hoy día en los EE.UU., Japón o Alemania. Por otra parte, me atrevería a decir que, como resultado de algunas de las características de la cultura hispana y del carácter cubano, estas diferencias económicas y sociales eran menos marcadas que en otros países.      Si creemos lo que cuentan Fidel Castro y sus más cercanos colaboradores, el presidente Batista era un político corrupto vendido a los intereses extranjeros. Pero esto es sólo parte de la verdad. Lo cierto es que a pesar de los excesos de Batista y el soborno y la corrupción prevaleciente entre sus colaboradores más cercanos, cuando Castro tomó el poder en Cuba en 1959 la isla estaba experimentando una bonanza económica. Los años de la década de 1950 resultaron ser muy buenos para la economía cubana. Todos los índices nacionales de
la economía estaban creciendo a un ritmo acelerado. La mayor diferencia entre Castro y Batista es que, a diferencia de Castro, Batista no deseaba destruir el país.      A comienzo de la década de los 1960, el economista y teórico político Walt Whitman Rostow, agente de confianza de los conspiradores del CFR, escribió un libro que llamó inmediatamente la atención de los conspiradores: Las etapas del crecimiento económico : Un manifiesto no comunista. El libro explicaba en detalle las etapas económicas y sociales por las que pasa un país para saltar de una economía subdesarrollada de tercer mundo a una desarrollada de primer mundo. Tan sólo una lectura superficial del libro mostraba que, de todos los países de América Latina, Cuba era el único listo para dar el salto económico.   De haber continuado la tendencia de la década de los 1950, Cuba se habría convertido en el Japón del Caribe o en la Suiza de América, tal como algunos ya la llamaban en esa época.     Pero todo indica que esto no estaba en los planes de los conspiradores globalistas del CFR. De modo que concibieron un plan especial para evitar el nacimiento de una potencia económica a sólo 150 kilómetros al sur de las costas norteamericanas. Por tanto, para que les ayudara a llevar a cabo sus planes destructivos, los conspiradores del CFR instalaron en el poder en Cuba a su agente secreto Fidel Castro.      Louis A. Pérez, Jr., un profesor universitario que estudió en detalle las grandes similitudes entre la cultura y la sociedad norteamericana y cubana en esa época, escribió que, En sus hábitos, gustos, actitudes, y otras cosas demasiado numerosas para apreciarlas en su totalidad, y con consecuencias imposibles de calcular, los cubanos participaban día a día a día en el modo de vida de Estados Unidos. En muchas cosas llegaron a ser como los norteamericanos. . .”      Y añadió, “Casi todos los aspectos importantes de Cuba se integran directamente en las estrategias de comercialización de Norteamérica.” El nivel de vida y de pensar de los cubanos se semejaba tanto al de sus vecinos del norte que las compañías de mercadeo y publicidad de la avenida Madison en New York comenzaron a usar la isla como un campo de pruebas para introducir los nuevos productos que estaban promoviendo.      Con el fin de poner a prueba su capacidad de venta, algunos de estos productos, tales como algunas marcas de cerveza, el limpiador de cocina Ajax, y otros productos del hogar, se pusieron a la venta en el mercado cubano durante varios meses antes de lanzarlos al mercado norteamericano. A mediados de los años cincuenta, SEARS abrió una gran tienda por departamentos en La Habana y, poco después, comenzó a vender sus productos a través de sus catálogos a toda la isla. Las principales empresas estadounidenses de telecomunicaciones utilizaron a Cuba para probar su nueva tecnología de comunicaciones por microondas y, al terminar el proyecto, dejaron en Cuba una red nacional de comunicaciones que en algunos aspectos era mejor que cualquiera de los Estados Unidos en ese momento. La planta de procesamiento de níquel en construcción en la Bahía de Nipe — inacabada cuando Castro la nacionalizó — era la más avanzada tecnológicamente en su tipo en el mundo en ese momento.      Lo anterior explica en gran medida el por qué los conspiradores del CFR escogieron a Cuba como campo de pruebas para experimentar la implementación del Nuevo Orden Mundial que luego pensaban implementar en los EE.UU. Desde esta perspectiva, hay que llegar a la conclusión de que la Cuba castrista ha sido un experimento exitoso de la implementación del Nuevo Orden Mundial comuno fascista y que la Cuba actual es un ejemplo fiel de esa sociedad que los conspiradores del CFR piensan imponer al pueblo norteamericano y a los pueblos del mundo. 
8. Cuba como campo de prueba del Nuevo Orden Mundial      Como ya mencioné anteriormente, en la primera visita que Castro hizo a los EE. UU. en abril de 1959 después de haber tomado el poder unos meses antes, los Rockefellers lo invitaron a la Harold Pratt House, sede del Consejo de Relaciones Exteriores. Allí fue recibido efusivamente por Nelson y David Rockefeller y otros altos representantes del gobierno invisible de los Estados Unidos. Luego Castro tuvo una reunión secreta con los hermanos Rockefeller.      Hasta hace unos años muy pocas personas habían oído hablar del Nuevo Orden Mundial. En los EE.UU., no fue sino hasta el 11 de septiembre de 1990, cuando el presidente George H. W. Bush lo mencionó en un discurso ante el Congreso, que tituló “Hacia un Nuevo Orden Mundial.” A partir de esa fecha comenzó a mencionarlo en casi todos su discursos.      Pero esa no fue la primera mención pública en los EE.UU. del Nuevo Orden Mundial. En un discurso que pronunció en la Universidad de Harvard el 9 de febrero de 1962, y que tituló “Federalismo y un orden mundial libre”, Nelson Rockefeller mencionó el Nuevo Orden Mundial por primera vez cuando expresó su preocupación de que “las Naciones Unidas, el repositorio de tanta esperanza, no había sido capaz — ni sería capaz — de crear el nuevo orden mundial que los sucesos ahora clamaban con tanta fuerza.”      No es producto de una coincidencia el hecho de que la primera mención de un Nuevo Orden Mundial por parte de uno de sus más importantes promotores se haya producido poco tiempo después de su reunión secreta con Fidel Castro.      La visita de Castro a la sede del CFR fue totalmente ignorada por la prensa norteamericana. Pero es probable que haya sido en esa reunión privada con Nelson y David Rockefeller donde éstos le informaron a Castro de su plan de convertir a Cuba en un campo de prueba del Nuevo Orden Mundial. Veinte años después, en un discurso pronunciado en 1979 en la sede de las Naciones Unidas en New York, Castro abogó por la implantación de un Nuevo Orden Mundial — hecho que también ignoró la prensa oficialista norteamericana y sólo fue mencionado en unos pocos periódicos locales sin importancia.      Como dato interesante, es necesario señalar que en 2005, también en un discurso pronunciado en las Naciones Unidas, el subagente Hugo Chávez siguió las huellas de Castro, los Rockefellers y sus secuaces conspiradores, cuando clamó por la implementación de un nuevo orden económico internacional.      Es altamente revelador el hecho aparentemente inexplicable de que tanto los “progresistas” izquierdistas norteamericanos como algunos de los elementos más reaccionarios de la derecha norteamericana miembros del Consejo de Relaciones Exteriores hayan expresado públicamente en muchas ocasiones su opinión de que la Cuba de Castro es el modelo económico y social a seguir.      Si a esta alturas muchas personas todavía no saben lo que es realmente el Nuevo Orden Mundial, una simple mirada a la Cuba de Castro les daría una idea clara de lo que los conspiradores del CFR tienen en mente para los sobrevivientes del cataclismo que piensan causar artificialmente para liquidar por lo menos el 85 por ciento de la población de este planeta. La Cuba de Castro ha demostrado ser un desastre económico, social, ético y humano, pero también es un ejemplo del futuro régimen feudal totalitario comuno fascista que los conspiradores globalistas eufemísticamente llaman el Nuevo Orden Mundial.      Los pro castristas que frecuentemente visitan Cuba siempre se han negado a ver la realidad inevitable del castrismo que se evidencia ante sus ojos. Pero, como bien dice el dicho, “no hay peor ciego que quien no quiere ver”. Por ejemplo, cientos de gays estadounidenses eran visita común en Cuba en la década de los 1980 en que Castro hostigaba y encarcelaba a los homosexuales afeminados y los enviaba a las tristemente célebres
UMAPs, pero los orgullosos gays del norte, con abundantes dólares para comprar los favoressexuales de los esclavos de Castro, no vieron nada, no oyeron nada, no dijeron nada, y se las arreglaron para ignorar lo que era imposible ignorar.      Muchos intelectuales y profesores norteamericanos visitaban Cuba mientras Castro enviaba a las cárceles a escritores, artistas y poetas cubanos, pero, en vez de alzar sus voces en protesta, prefirieron creer las historias inventadas por los carceleros y los torturadores.      Muchos izquierdistas políticamente correctos han estado visitando la Isla bajo el tenue subterfugio de que realizan investigaciones académicas. Sin embargo, sistemáticamente se han negado a ver que Castro, un hombre viejo, rico, y blanco, ha creado en Cuba la más racista, sexista, homófobica, falocéntrica y logocéntrica sociedad del hemisferio occidental, y mantuvieron oculta esta realidad a sus alumnos mientras dedicaban sus clases a la deconstrucción del pensamiento occidental.      Muchos izquierdistas judios estadounidense sabían perfectamente que Castro acosaba a los judios en Cuba y que los incidentes ocurridos en Cuba en 1980 durante el éxodo del Mariel fueron una reedición de las persecuciones iniciales a los judios en la Alemania nazi. También sabían que, a pesar de que Castro destruyó la pujante colonia judia en Cuba y que la mayoría de sus miembros tomaron el camino del exilio, el Estado de Israel mantiene excelentes relaciones comerciales con el gobierno de Castro, pero optaron por ignorar el tema.      Muchas feministas norteamericanas nunca ocultaron su profundo amor por Castro. Es por eso que hicieron caso omiso a la discriminación a las mujeres en la Cuba de Castro y nunca protestaron por las que cumplían largas condenas por razones políticas en las cárceles cubanas debido a su oposición pacífica al régimen. También han ignorado la persecución y el hostigamiento continuo a las “damas de blanco” que silenciosamente desfilan como protesta por sus hijos y esposos en las prisiones castristas.      Muchos revolucionarios negros americanos eran visita común en Cuba en los primeros años del castrismo, según ellos para disfrutar de las maravillas de una sociedad libre de discriminación racial. Sin embargo, después de que descubrieron que la realidad era muy diferente del mito, se las arreglaron para mantenerlo secreto. Hoy en día, todavía algunos de los negros norteamericanos que aman la esclavitud continúan viajando a Cuba para rendir homenaje a su querido amo blanco y convenientemente han ignorado a los disidentes negros cubanos que mueren de huelgas de hambre en las prisiones castristas como un acto de protesta contra la tiranía.      Muchas organizaciones religiosas afirman que están ayudando al pueblo cubano a superar el embargo estadounidense. Sin embargo, debido a que la mayor parte de la ayuda termina en manos de Castro y sus secuaces, el resultado práctico es que se han unido a Castro en sus esfuerzos para destruir la libertad religiosa en Cuba.      A través de los años estas personas han demostrado una alta capacidad para el engaño y, sobre todo, para el autoengaño. Pero existe la posibilidad de que la verdadera causa de su comportamiento sea aún más preocupante: estas personas ven exactamente lo que le está sucediendo al pueblo cubano y están encantados. Para ellos la Cuba de Castro es un signo de lo que vendrá: un experimento exitoso del Nuevo Orden Mundial.      Fidel Castro ha devastado el país económica y físicamente, asesinado y forzado al exilio a una gran parte del pueblo cubano, y destruido moral y materialmente a los que en la isla han logrado sobrevivir a su ira.      Tony Mendoza, un visitante que presenció de cerca la miseria del pueblo cubano, escribió:
Me quedé pasmado con lo qu e presencié en Cuba. Cuando uno camina por las calles ve rostros qu e están tan devastados como los edificios que los rodean. La gente se v e deprimida y abatida. Mientras esperan por los autobuses que no llegan o hacen largas colas para comprar la magra comida, mantiene n la mirada fija en la lejanía, como si estuvieran en tr ance. Otros permanecen sentados largas horas en el Malecón habane ro, mirando hacia el horizonte, hacia Miami.      Mendoza no exagera. Las secuencias inic iniciales de la película documental Buenavista Social Club del director Wim Wenders, filmadas en 1998, muestran imágenes muy similares a las descritas por Mendoza.      Pero Mendoza no es el único. Christopher Hunt, un escritor norteamericano que visitó Cuba en 1996, escribió como, durante su periplo de la Habana a Santiago, a través de Varadero, Santa Clara, Sancti Spíritus, Camagüey, Bayamo y Holguín, lo que dejó detrás fue un rastro de prostitutas, proxenetas, solicitadores de sobornos, vendedores de mercado negro, contrabandistas, jugadores de lotería ilegal, cambiadores ilegales de dinero, turistas sexuales, informantes y hasta un hombre que le rogó que le diera sus calcetines.      Una mujer cubana lo expresó mejor aún, cuando exclamó con lágrimas en los ojos: “No sé por qué Fidel nos odia tanto. ¿Por qué quiere destruirnos?” La pobre mujer sería incapaz de entender que crear miseria es uno de los placeres mayores de Fidel Castro, porque el tirano caribeño es uno de los mayores especialistas en creación de miseria del mundo, a la misma altura de Hitler, Stalin y Mao.      La destrucción de Cuba a manos de Fidel Castro no ha sido el resultado de errores ni de caprichos personales y mucho menos del totalmente inefectivo “bloqueo” económico, sino de la consecución de un plan secreto. Siguiendo las órdenes de sus amos del CFR, el objetivo final de Castro ha sido siempre la destrucción de Cuba y su pueblo.      Como vimos anteriormente, antes de que Castro usurpara el poder en Cuba en 1959, la sociedad cubana se parecía mucho a la norteamericana. Esto explica por qué, desde principios de los años cincuenta, muchas empresas de mercadismo y publicidad estadounidenses usaban la Isla como campo de pruebas para sus productos antes de lanzarlos al mercado norteamericano.      Al parecer, el uso de Cuba como un campo de pruebas para los productos, servicios e ideas norteamericanas no terminó cuando Castro tomó el poder. En realidad, la Cuba de Castro ha sido un experimento de ingeniería social en gran escala; una prueba del funcionamiento del Nuevo Orden Mundial antes de su implementación en los EE.UU., América Latina y el resto del mundo.      Desgraciadamente, en estos momentos los conspiradores del CFR están implementado en los EE.UU. el mismo plan que Castro exitosamente llevó a cabo en Cuba, y los resultados son bastante similares. La destrucción física y económica de los EE.UU. y la destrucción moral y material del pueblo norteamericano avanza a pasos agigantados. Para quienes pasamos por la experiencia de vivir algunos años en la Cuba de Castro, resulta evidente que, si en algo se diferencia el plan de su implementación en estos momentos en los EE.UU., no es en los resultados sino en la metodología de la aplicación.      Castro implementó el Nuevo Orden Mundial en Cuba después de haber tomado el poder por la vía de un putsch fascista similar al de Mussolini en Italia, en tanto que los conspiradores del CFR siguen la metodología de infiltración del gobierno y persuasión de las masas propias de los fabianos ingleses. Desde los años de la Alemania nazi, ningún pueblo en el mundo ha estado bajo un ataque de guerra psicológica y lavado de cerebro tan masivo y eficiente como el pueblo norteamericano.
     El hecho de que Castro siempre ha sido un agente secreto de los conspiradores del CFR explica el por qué algunas personas influyentes en el Departamento de Estado, la CIA, la prensa estadounidense y el Consejo de Relaciones Exteriores, ayudaron a Castro a tomar el poder en Cuba. También explica el por qué los conspiradores del CFR convencieron al presidente Kennedy para que cambiara los planes de invasión original y enviara a los patriotas cubanos a una muerte segura en la Bahía de Cochinos. También explicar el por qué Castro ha estado en el poder en Cuba desde hace más de medio siglo a pesar de haber estado promoviendo política y militarmente el antiamericanismo en todo el mundo.      Varios signos reveladores caracterizan el Nuevo Orden Mundial. Una importante característica económica es el llamado “desarrollo sostenido”, un término nebuloso utilizado frecuentemente por los conspiradores del CFR. Aunque es casi imposible hallar una definición de desarrollo sostenido, al menos tenemos una de lo que no es. En la sesión inaugural de la Conferencia Cumbre de Río de Janeiro en 1992 (Earth Summit II), el agente secreto del CFR Maurice Strong afirmó: Está claro que los estilos de vida actuales y los patrones de consumo de la clase media acomodada, que implica n un alto consumo de carne y de grandes cantidades de alimentos conge lados, así como las comodidades de usar combustibles fósiles para los equi pos ele ctrodomésticos y el aire acondicionado en los hogares y los trabajos, así como las casas en los suburbios, no son sostenibles. ... Un cambio e s necesario para lograr estilos de vida menos orientados a esos patro nes de consumo perjudiciales al medio ambient e.      La idea de Strong de lo que es desarrollo sostenido describe con precisión Cuba tras medio siglo de castrismo. Pero Maurice Strong no es un caso aislado. En un viaje que realizó a Cuba en el 2001, James Wolfensohn (CFR), Presidente del Banco Mundial, elogió a Castro por hacer “un gran trabajo” en proveer de bienestar social al pueblo cubano. La edición del 2001 del World Development Indicator, una publicación del Banco Mundial, afirmó que Cuba había superando a casi todos los demás países pobres del mundo en materia de salud pública y educación. Wolfensohn señaló que la Cuba de Castro era “un modelo a seguir”.      El Banco Mundial fue creado en 1944, pero en 1968, Robert McNamara, otro agente secreto del CFR, fue nombrado su presidente y rápidamente lo convirtió en un instrumento del Nuevo Orden Mundial. Wolfensohn es un antiguo miembro del CFR y de la Fundación Rockefeller, así como un buen amigo de Maurice Strong.      Hace algunos años, Juan Valdés, jefe del Departamento de América Latina del Centro cubano de Estudios de América y portavoz del gobierno de Castro, explicó en detalle la filosofía del máximo creador de miseria cubano. Valdés considera que el objetivo del sistema económico cubano no es darle al pueblo lo mismo que le da el capitalismo — más casas, más automóviles, más trajes, más cintas de vídeo — sino situar a todo el pueblo en el mismo nivel igualitario.      Según Valdés, la cartilla de racionamiento, en vigor desde 1962, no debe ser vista como una falla del sistema económico de Cuba, sino como un éxito político y económico. La razón de esto es que el racionamiento “coloca a toda la población a un mismo nivel de subsistencia, unificándolo en esa base igualitaria.”55 Sin embargo, Valdés no mencionó que Castro y la cleptocracia que lo rodea viven en la mayor opulencia, muy por encima del nivel de subsistencia de la pobreza impuesta a los cubanos.      En otra publicación, Valdés abundó en detalle sobre la meta del castrismo, que “no es crear en Cuba una sociedad de consumo.” Luego, aclaró que esta era una posición cubana que había encontrado oposición dentro del campo socialista, “Pero nosotros creemos que el socialismo no debe estar orientado a darle [al pueblo] lo mismo que da el capitalismo,” agregó Valdés. Lo expuesto por Valdés es una prueba más de que el miserabilismo castrista
no tiene nada que ver con el marxismo o el comunismo, por eso encontró oposición por parte de muchos de los verdaderos marxistas.      Debido a sus defectos estructurales intrínsecos, el comunismo fue un fracaso social y económico total en todos los países en los que se trató de implementar. Sin embargo, el objetivo de los comunistas nunca fue la destrucción de sus propios países. Los líderes soviéticos, particularmente Nikita Jruschov, siempre trataron de convertir la Unión Soviética en un país económica e industrialmente avanzado. Ni siquiera Stalin se atrevió a expresar una idea como la de Valdés. Pero lo que estamos presenciando hoy en Cuba no es un fracaso como resultado de políticas erróneas, sino la destrucción metódica y deliberada de un país y su pueblo.      Por supuesto, que nadie con dos dedos de frente puede pensar que el consumismo desaforado como un fin en sí mismo que nos han impuesto las corporaciones transnacionales es un sistema perfecto. Como bien decían los antiguos griegos, “nada en demasía”. Pero el hecho de que sean los cubanos quienes escapan del “paraíso igualitario” castrista hacia el “infierno” consumista, y que ni siquiera los más vociferantes anti consumistas del mundo escapen a Cuba, indica que hay algo en la lógica hipócrita de la teoría igualitaria que no funciona.      Tal como el periodista brasileño Gonzalo Guimaraens observó acertadamente,  Contrariamente a lo que la mayoría de la gente puede pensar, la miseria se impone a la isla cárcel como una opción filosófica y una manera de vivir, no sólo como resultado de una situación económica desastrosa. Esta opción filosófica miserabilista es defendida por Castro, encomiada por los ideólogos del CFR, admirada por los seguidores de la Nueva Era, bendecida por los teólogos de la teoría de la liberación, elogiada por algunos miembros de la Iglesia Católica de Cuba, y apoyada en secreto por los magnates petroleros, los banqueros de Wall Street y los ejecutivos de las corpo raciones transnacionales.      Después del desplome de la Unión Soviética en 1991, Castro impuso al pueblo cubano un régimen de austeridad económica aún más estricto, que llamó el “período especial”. No es producto de la casualidad que el “período especial” castrista sea muy similar al del llamado “tratamiento de choque” que el Fondo Monetario Internacional, una organización creada y controlada por el CFR, ha impuesto a muchos países del mundo con desastrosos resultados.    El llamado “período especial” se mantiene todavía en Cuba después de 20 años y al parecer nunca va a terminar.      Es evidente que el “período especial” que Castro impuso al pueblo de Cuba fue una prueba exitosa de las llamadas “medidas de austeridad” que los conspiradores del Nuevo Orden Mundial han impuesto a los pueblos de muchos países. Las medidas del “tratamiento de choque” son tan nefastas que algunos autores han dado en llamarlas “fascismo de austeridad.” 9. La Cuba de Castro: Sueño dorado de los conspiradores del CFR      Algunos de los líderes del movimiento de la Nueva Era consideran que el consumo es un pecado, y que la única forma en que los seres humanos pueden mantener su armonía con el planeta Tierra — al que ellos llaman Gaia — es viviendo a un nivel de subsistencia mínimo.   Por consiguiente, el objetivo final de los habitantes de este planeta debe ser la sostenibilidad a ese mínimo nivel sin tratar de lograr un mayor desarrollo económico. Por supuesto que detrás de esta idea hay un un gran contenido de hipocresía, porque la mayoría de los líderes de la Nueva Era que apoyan activamente la sostenibilidad son los grandes consumidores de los recursos de Gaia y los mayores contaminadores del planeta. Al Gore es un ejemplo típico de este tipo de hipócrita.
     Según Leonardo Boff, un ex-sacerdote católico brasileño pro-castrista que creó una especie de Teología de la Liberación de la Nueva Era, la verdadera meta no es un socialismo de la abundancia, sino un socialismo de la pobreza. Obviamente, la Cuba de Castro es la materialización del sueño de Boff. No es de extrañar que Boff y su amigo Frei Betto hayan visto en la Cuba de Castro los signos del reino de Dios. Es evidente que la Teología de la Liberación es el verdadero opio de las masas del que habló Marx.      Un componente importante del Nuevo Orden Mundial es la reducción de la población. Jacques Cousteau, un creyente de la religión de la Nueva Era y buen amigo de Castro, declaró en 1991 a El Correo de la UNESCO, El objetivo de la Organización de Naciones Unidas es reducir la población de forma selectiva promoviendo el aborto, forzando la esterilización y controlando la reproducción humana, y [la ONU] considera que dos tercios de la población humana son un exceso de equipaje del que hay que deshacerse, por lo que cada día 35 0.000 personas deben ser eliminadas.      El experimento castrista ha tenido mucho éxito en el control de la natalidad. La Cuba de Castro es una de las naciones del mundo con mayor porcentaje de abortos. Según las estadísticas, de 1968 a 1997, más de 3 millones de abortos se realizaron en Cuba, un país de 12 millones de habitantes.      El millonario Ted Turner, agente secreto del CFR y buen amigo de Castro, es uno de los mayores defensores del control de la natalidad. En 1997 Turner donó cien millones de dólares a la ONU, con el único requisito de que ese dinero se usara en planes de control de la natalidad.      El 5 de mayo del 2009, Ted Turner, Bill Gates, David Rockefeller, Oprah Winfrey, George Soros, Warren Buffet, Michael Bloomberg, Peter Peterson y otros billonarios, se reunieron en secreto en New York para planear fría y lógicamente cómo matar al 85% de la población del planeta.  La reunión fue muy similar a la que tuvo lugar el 20 de enero de 1942 en Wannsee, un suburbio de Berlín, en la que Reinhard Heydrich, Adolf Eichmann y un grupo de jerarcas nazis, planearon fríamente la metodología más eficiente para matar a los judíos, los gitanos, los homosexuales, los retrasados mentales y otros “indeseables”.      A fin de garantizar su éxito a largo plazo, el Nuevo Orden Mundial requiere la conversión de las escuelas de fuentes de educación en centros de adoctrinamiento ideológico. Esto se logra gracias a la transformación de los maestros en “agentes de cambio social” dedicados a la creación de una población domesticada. El sistema, que luego se implementó en gran escala en los EE.UU., fue probado en Cuba en la década de 1960, cuando los maestros y los libros de texto tradicionales fueron sustituidos por otros nuevos políticamente correctos.   Algunas personas importantes en los EE.UU. están convencidos de que el sistema educativo castrista es insuperable.      En una Reunión en la Cumbre que se llevó a cabo en La Habana en abril del 2000, el Secretario General de la ONU Kofi Annan declaró que el régimen de Castro ha creado un ejemplo del que todos podemos aprender y que “debía ser la envidia de otras naciones.” En febrero de 2001, una delegación de alto nivel del Consejo de Relaciones Exteriores, dirigida por David Rockefeller, visitó Cuba y mantuvo una larga reunión con Castro. Después de la reunión, el presidente del CFR Peter Peterson elogió el “compromiso apasionado” de los líderes cubanos de ofrecer educación superior y altos niveles de salud pública a su pueblo.  Luego añadió, “Creo que Cuba es uno de los países con mejor educación en todo el hemisferio”. Por supuesto, no es de extrañarse que los conspiradores del CFR, que han transformado las escuela públicas norteamericanas en centros de adoctrinamiento, vean con agrado que Castro haya hecho lo mismo desde hace muchos años.
     Los conspiradores globalistas ven la formación de una fuerza de trabajo esclava como una parte esencial de sus planes para una economía global. Este plan no sólo produce los futuros siervos feudales del Nuevo Orden Mundial, sino que también garantiza la creación de ciudadanos idiotizados, incapaces de luchar por sus derechos. Bajo el nombre de “la escuela al campo”, este plan malvado fue probado con éxito en Cuba.      Tan pronto como llegan a la escuela de nivel medio, los niños de Cuba son enviados a escuelas en el campo, donde, totalmente alejados de la supervisión y orientación de sus padres, no sólo trabajan de la mañana a la noche en el cultivo de productos agrícolas para la exportación, sino que también están expuestos a todo tipo de malas influencias. Las enfermedades venéreas hacen estragos entre los adolescentes cubanos que tienen que asistir obligatoriamente a las escuelas en el campo y los abortos son una experiencia común entre las niñas.      A menudo, los niños son transportados fuera de las escuelas sin la autorización de los padres para que participen en actividades políticas. Parte del tiempo en las escuelas también se dedica a la instrucción militar. Como es de esperar, el tiempo dedicado al aprendizaje real de materias académicas se reduce a un mínimo.      Los objetivos de la educación en la Cuba castrista no tienen nada que ver con enseñarle a los niños historia, geografía, aritmética, biología, o un idioma extranjero, sino en cambiar radicalmente los valores éticos y morales aprendidos en sus hogares. Esto se ajusta perfectamente a la filosofía de la educación castrista, que no persigue la búsqueda de la verdad sino el adoctrinamiento ideológico.      La extraordinaria similitud entre la educación en la Cuba de Castro y la educación pública actual en los EE.UU. se debe a que ambos planes fueron creados por agentes del CFR y se probaron en Cuba antes de implementarlos en los EE.UU. El Nuevo Orden Mundial no necesita ciudadanos pensantes, sino esclavos mentalmente condicionados para que no se rebelen en contra de sus amos.      Poco después de que nacen, los niños cubanos deben inscribirse en el MININT (Ministerio del Interior), donde se les expide una “Identificación de Menor”, que deben portar en todo momento y mostrar a las autoridades si estas se lo piden. La identificación es en realidad un pequeño cuadernillo con regulaciones que deben cumplir en todo momento hasta que cumplan 16 años, cuando se la substituye por una para adultos. Esta libreta de identificación de menor contiene un registro detallado de información sobre la conducta política del niño.      La educación que reciben los niños cubanos en la Cuba de Castro está orientada a crear un nuevo tipo de ser humano: el hombre nuevo. Esta estructura educacional, cuyo único fin es adoctrinar a los niños para que acepten la nueva sociedad totalitaria, está implícita en la Constitución de la Cuba castrista de 1976 y se ha hecho ley que se hace cumplir obligatoriamente. Los padres no pueden desviarse de esta estructura so pena de incurrir en fuertes penalidades. Según escribieron unos investigadores que estudiaron de cerca el sistema educativo castrista, A partir de la edad preescolar, a los n iños se les enseñan canciones y poemas en alabanza de Castr o y la rev olución, a fin de establecer un culto a la personalidad en torno a su figu ra. Además, la creencia en Dios no es aconsejable. En su lugar, a los niños se les enseña a creer en Castro.      Un requisito previo esencial para establecer el Nuevo Orden Mundial es la creación de una nueva religión mundial. Ante todo, los conspiradores necesidad resolver el problema de la religión judeo-cristiana, la que consideran un obstáculo importante que deben eliminar para alcanzar su éxito.
     Por consiguiente, los cristianos y los judíos tienen que ser neutralizados de alguna manera, si es posible reclutándolos para que apoyen la agenda secreta de los conspiradores. Con este fin, la ONU, con fondos provenientes de fuentes como la Fundación Rockefeller, creó en 1948 el Consejo Mundial de Iglesias, que marcó el comienzo de la era ecuménica moderna.      El 25 de enero de 1959, una facción rebelde de la Iglesia Católica forzó la mano del papa Juan XXIII con el Concilio Vaticano II, cuyas sesiones funcionaron desde 1962 hasta 1965, y que abrió las puertas para que la Iglesia apoyara la nueva religión mundial. El ecumenismo, que aparenta ser un esfuerzo por unificar las diferentes iglesias cristianas, en realidad ha sido el subterfugio que han usado los conspiradores del Nuevo Orden Mundial para la aceptación de todas las religiones y cultos como iguales. Por tanto, no es de extrañar que el Consejo Nacional de Iglesias y su organización afiliada, Pastores por la Paz, todos ellos parte del Consejo Mundial de Iglesias, hayan estado apoyando durante muchos años al tirano ateo del Caribe.      El 12 de octubre de 1999, una delegación ecuménica internacional que dirigía el reverendo Konrad Kaiser, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, visitó Cuba y tuvo una serie de reuniones con Castro. Durante las reuniones Castro describió a Jesús como “un gran revolucionario social.”      Cuando uno de los delegados mencionó cómo Lutero había desafiado a la Iglesia católica de su tiempo, Castro confesó que a menudo se sentía como Lutero debía haberse sentido. Antes de partir, Kaiser declaró que el movimiento ecuménico “comparte una preocupación por la justicia social que tiene mucho en común con la vida y lucha del pueblo cubano.”      Aunque el desarrollo sostenible, el control de la población, y una nueva religión mundial son elementos importantes del Nuevo Orden Mundial, los conspiradores temen la posibilidad de la oposición armada por parte de algunos ciudadanos a los que tildan de “fanáticos religiosos”, “blancos supremacistas” y “extremistas nacionalistas”. Por lo tanto, a fin de asegurar una transición sin problemas al Nuevo Orden Mundial bajo el control militar de las Naciones Unidas, es necesario crear leyes estrictas de control de armas de fuego a fin de quitar las armas de las manos de los ciudadanos. En ese sentido Cuba también ha sido un campo de pruebas para probar la efectividad de esas medidas.      Después de la victoria de la rebelión popular contra la dictadura de Batista en 1959, la mayoría de los ciudadanos cubanos portaban, en forma abierta, todo tipo de armas, desde pistolas y revólveres hasta rifles de asalto y subametralladoras. La mayoría de las personas que habían participado en la rebelión contra Batista eran muy jóvenes, por lo tanto, muchos de los ciudadanos con armas de fuego eran adolescentes. Poco después de que se crearon las Milicias Populares, muchas escuelas públicas también se usaron como centros de entrenamiento militar. Sorprendentemente, aquellos fueron probablemente los tiempos más pacíficos de la historia reciente de Cuba. La criminalidad se redujo considerablemente y la violencia con armas de fuego era casi desconocida.      Sin embargo, unos pocos años más tarde, cuando Castro se sintió consolidado en el poder, se les pidió a los ciudadanos que registraran sus armas. Unos meses más tarde se aprobó una ley que confiscaba las armas de los ciudadanos privados. Poco después la criminalidad con el uso de armas de fuego aumentó considerablemente, sobre todo las acciones criminales cometidas por el gobierno de Castro contra los ciudadanos cubanos desarmados.      Como todos los tiranos totalitarios y sus partidarios, Fidel Castro es un firme creyente en el control de las armas de fuego. Al igual que en todos los países donde han sido promulgadas leyes rígidas de control de armas, el pretexto utilizado en Cuba fue reducir la criminalidad. Pero, tal como la historia ha demostrado una y otra vez, los delincuentes no
destruyen los países, sino los gobiernos. La Alemania nazi, la Rusia soviética, la China comunista y la Cuba de Castro, tan sólo por mencionar algunos casos, son países donde leyes rígidas de control de armas de fuego fueron aprobadas. Sin embargo, tan pronto como las leyes de control de armas fueron implementadas, los ciudadanos vieron cómo miles de sus conciudadanos eran asesinados por armas de fuego en manos de los matones del gobierno.      La historia ha demostrado una y otra vez que el desarme de los ciudadanos es una condición previa fundamental para permitir que sus gobiernos los asesinen con impunidad total. Contrariamente a lo que mucha gente cree, la principal causa de muerte violenta en el siglo XX no fue la guerra, el terrorismo o la criminalidad, sino el democidio, es decir, los gobiernos matando a sus propios ciudadanos.      En su libro Verdades sucias, Michael Parenti, señala con razón que la lucha contra el terrorismo es en realidad una lucha contra los países que se niegan a abrir sus puertas a la inicua explotación de las corporaciones norteamericanas. Según Parenti, los países que aceptan la llamada “lucha contra el terrorismo”, es como se le dijeran a las transnacionales: ¡Adelante, todo lo que tenemos es suyo! En nuestro país, No hay leyes de seguridad laboral, ni impuestos a las corporaciones, ni regulaciones ambien tales, ni límite a lo que puedan extraer de nuestra tierra a precios escandalosamente bajos, ni salario mínimo, ni sindicatos verdaderos. Y si los obreros o los campesinos se rebelan, nuestra policía y los militares ... se harán cargo de ellos, porque aquí tampoco hay garantías constitucionales. Ustedes nos dan a nosotros los oligarcas una porción generosa de lo que roben, y el resto es todo suyo.      Desafortunadamente, Parenti no menciona el hecho de que su descripción de ese país teórico corrupto vendido a las corporaciones transnacionales es una descripción fiel de la Cuba de Castro. Por tanto, no es de extrañar que muchos de los amigos “progresistas” de Parenti pertenecientes a la izquierda norteamericana, así como los elementos más reaccionarios de la derecha, entre ellos los conspiradores del CFR, vean la Cuba de Castro como el modelo a seguir.      La Cuba actual bajo el castrismo es el sueño dorado de los magnates petroleros, los banqueros de Wall Street y los ejecutivos de las corporaciones transnacionales. Cuba, un país donde los sindicatos de trabajadores habían adquirido una fuerza enorme en la defensa de los intereses de sus miembros, se ha convertido bajo el castrismo en una gigantesca maquiladora, donde los trabajadores no tienen derecho alguno.      Los trabajadores cubanos que trabajan para empresas extranjeras en Cuba no reciben sus salarios directamente en dólares. Siguiendo las instrucciones especificadas en sus contratos, las empresas extranjeras que operan en Cuba no pueden pagarle directamente a los obreros cubanos, sino que deben pagarle en dólares a las empresas de Castro que, a su vez, les pagan a los trabajadores cubanos en pesos devaluados. Por cada dólar que recibe el régimen de Castro, se le paga al trabajador cubano el equivalente a 25 centavos de dólar, y los otros 75 centavos van parar a cuentas bancarias en Suiza donde Castro y sus colaboradores cercanos guardan sus cuantiosas fortunas.      En la década de 1970, Castro descubrió una forma novedosa de explotar aún más la fuerza de trabajo calificada de los cubanos y creó el programa de construcción civil en el extranjero. Este programa privó la economía nacional cubana de recursos vitales en el momento en que menos podía permitirse el lujo de exportar trabajadores de la construcción y sus suministros.      A pesar de los efectos negativos sobre la economía cubana, Castro continuó con el programa, ya que generaba las divisas que él y sus compinches robolucionarios deseaban.
El programa inicial abrió las puertas para la exportación de otros tipos de trabajadores calificados de Cuba, en su mayoría profesionales de la salud y la educación.      Los cubanos que trabajan en el extranjero bajo esos programas, tienen que firmar un “Contrato de retorno a Cuba” por el que se ven obligados a dar al gobierno de Castro el 75 por ciento de los salarios obtenidos en el extranjero. Antes de recibir la autorización del gobierno para trabajar en el extranjero, los trabajadores deben probar que no tienen lazos con los exiliados cubanos o los grupos disidentes en Cuba, así como que nunca han solicitado una visa para viajar a los EE.UU., y que no tienen familiares en el extranjero.      El motivo principal de esta cláusula en el contrato draconiano es que Castro no quiere perder ni siquiera los $ 200 a $ 300 dólares mensuales que como promedio muchos de los exiliados cubanos en los EE.UU. envían a sus familiares en Cuba, que perdería si más cubanos toman el camino del exilio. De esta manera, el Comandante “marxista” cubano, en complicidad con sus socios capitalistas de las corporaciones transnacionales, se apropia de la plusvalía que producen los trabajadores cubanos.      Lo anterior prueba que, mucho antes de que las corporaciones transnacionales crearan centros de trabajo semi esclavo en México, China y otros países, ya Fidel Castro había probado la efectividad del sistema cuando lo implementó en su plantación cubana. Sin embargo, en el caso de Cuba, en vez de exportar los trabajos a países con mano de obra semi esclava, Castro exporta a otros países los trabajadores semi esclavos.      Los continuos elogios que el régimen castrista recibe de parte de los promotores del Nuevo Orden Mundial confirman mi teoría de que la destrucción de Cuba y su pueblo a manos del castrismo no ha sido el resultado de errores, sino de un objetivo secreto. Como he mencionado anteriormente, en 1959, el año en que Castro tomó el poder en Cuba, el país ya había cumplido todas las condiciones para un despegue económico y se encontraba en lo que el economista WW Rostow, un agente de CFR, llamó la “fase de despegue” en su camino a convertirse en un país industrializado.      Pero medio siglo de castrismo ha conducido el país a los niveles económicos más bajos de América Latina, y los promotores del experimento malvado en la otrora próspera isla caribeña no pueden ocultar su alegría.      El propio Castro ha proporcionan más pruebas de que, lejos de ser un líder nacionalista y mucho menos comunista, es en realidad un agente secreto al servicio de los conspiradores del Nuevo Orden Mundial. El 12 de octubre de 1979, en un discurso que pronunció en la 34 ª Asamblea General de la ONU, después de su habitual diatriba antinorteamericana, Castro declaró: “Queremos un Nuevo Orden Mundial basado en la justicia, la igualdad y la paz que reemplace el sistema injusto y desigual prevaleciente.”      Por supuesto, el sistema injusto y desigual que Castro quiere reemplazar no es el que él mismo ha implantado en Cuba. Por el contrario, el sistema económico, político y social que Fidel Castro y sus amigos del Consejo de Relaciones Exteriores quieren implementar a nivel global, que eufemísicamente llaman el Nuevo Orden Mundial, se asemeja mucho al que Castro implantó en Cuba. Esto tal vez explica el por qué los EE.UU., a través de gobiernos demócratas y republicanos bajo el control de los conspiradores del CFR, se las ha arreglado para mantener a Castro en el poder en Cuba todos estos años. El mal disimulado apoyo a Castro por parte del gobierno norteamericano, así como los intentos de perpetuar el castrismo en Cuba después de la muerte del tirano, no han sido el resultado de errores políticos, sino de un plan cuidadosamente concebido en la Harold Pratt House en New York, sede del Consejo de Relaciones Exteriores.      Cuando Fidel Castro tenía 12 años y era estudiante del Colegio de Dolores en Santiago de Cuba, le escribió una carta en inglés macarrónico al presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt en la que le pedía dinero — una mala costumbre de la que nunca se ha curado.
Pero lo más importante de la misiva es que, en una nota de posdata, el vejigo que ahora se las da de antiimperialista, le ofrecía su ayuda a los imperialistas del Norte para que pudiesen localizar y explotar las riquezas mineras de Cuba, que tanto necesitaban para construir sus flotas intervencionistas.      En los últimos tiempos, algunas voces aisladas del exilio cubano en los EE.UU. han comentado con agrado la posibilidad de que, a la muerte del tirano, Cuba pase a ser un estado más de la Unión norteamericana. Lo más triste de esta tragicomedia que le ha tocado vivir al pueblo cubano sería que el “antiimperialista” Fidel Castro pasara a la Historia como el causante de lo que José Martí tanto temió: la anexión de Cuba a los Estados Unidos.