III.2.2. EL INTERIOR DEL ENTRAMADO
CAPITULO III
EL SISTEMA FINANCIERO MUNDIAL Y SUS NÚCLEOS DE PODER
III.2. LOS CÍRCULOS CONCÉNTRICOS: ANILLOS EXTERIORES Y ANILLOS INTERIORES
III.2.2.2. LA LOGIA B'NAÏ B'RITH
Como ya se apuntara al comienzo de este capítulo, la loga B'naï
B'rith es una organización paralela a la masonería regular
cuya afiliación está exclusivamente reservada a los ciudadanos de
origen judío.
Esta entidad, fundada en 1843, tiene su sede central en Washington (1640
Rhode Island Avenue, NW), justo al lado de la Casa Blanca, proximidad que no es
solamente física. Actualmente cuenta con algo más de 600.000
afiliados distribuídos por 47 países del globo, y en su cúspide
se aglutina lo más selecto de la oligarquía judía mundial.
Al igual que la masonería regular, la B'naï B'rith se presenta
como una organización filosófica y filantrópica dedicada a
la consecución de los consabidos enunciados humanistas, y también
al igual que la primera su labor fundamental se desarrolla en el campo de la
influencia política y social. El hecho de que esta logia haya sido desde
su creación el más eficiente puntal del movimiento sionista
constituye una buena muestra de esa actividad.
La B'naï B'rith International cuenta con varias sociedades filiales, así
como con una pléyade de organizaciones afines que se mueven en su órbita.
Entre las primeras figuran las sociedades The Career and Counseling Services,
The Klutznick Museum, responsable del mantenimiento de los archivos de la logia,
The Hillels Foundations, dirigida a los medios estudiantiles, The B'naï
B'rith Youth Organization, enfocada al campo cultural, The B'naï B'rith
Women, que agrupa a las mujeres afiliadas a la Orden, y The Anti-Defamation
League Jewish o Liga Antidifamatoria Judía, cuyo cometido oficial es la
lucha contra el antisemitismo, aunque el real sea la lucha contra el
antisionismo, lo que es algo muy distinto, como no pocos sionistas antisemitas
deben saber muy bien. Y esto último no ha sido escrito a la ligera, sino
con pleno conocimiento de una realidad sobradamente avalada por los hechos.
Aparte de la marginación social y de la discriminación racial
que padecen los judíos sefarditas de Israel, existen multitud de
manifestaciones realizadas por diversas figuras de la oligarquía
ashkenazi que avalan con creces lo dicho con anterioridad. Actitudes y posturas
especialmente deleznables si se tiene en cuenta que los judíos sefarditas
son precisamente los genuinos hebreos semitas, en tanto que los judíos
ashkenazim de origen europeo, que constituyen la casta dominante en aquel país,
no pertenecen a ese tronco racial. Por otro lado, han sido precisamente estos últimos
los fundadores y principales promotores del sionismo moderno, cuyo carácter
ultrarracista no puede sorprender viniendo de individuos que aplican a los
sefarditas, esto es, a sus propios correligionarios, el calificativo despectivo
de "negros". Entre tales manifestaciones,sin duda más
elocuentes que cualquier otra explicación, figuran algunas especialmente
significativas. Golda Meir, por ejemplo, no tuvo pudor en
afirmar que "todo judío leal debe aprender el yiddish
(lengua de los ashkenazim europeos),
porque sin yiddish no hay judío". Ben Gurion
fue más explícito aún: "No queremos que los
israelíes se levantinicen. Debemos luchar contra el espíritu
levantino (esto es, semita) que corrompe a los hombres y a las
sociedades" (Le Monde, 9-3-66; en parecidos términos
se manifestó también M.Dayan en Le Monde
de 30-4-66). Otro hebreo ilustre, Haïm Cohen, se refirió
a la inspiración racial del Estado judío con estas palabras:
"La amarga ironía de la suerte ha querido que las mismas
tesis biológicas y racistas propagadas por los nazis sirvan de base para
la definición oficial de la judaicidad en el seno del Estado de Israel".
La pertenecia a la logia B'naï B'rith no excluye el que sus miembros
militen simultáneamente en otra logias masónicas, cosa frecuente
por lo demás. De hecho, son numerosos los casos de miembros de dicha
logia que han ostentado el grado de Gran Maestre en otras logias americanas o
europeas adscritas al rito escocés. Sin embargo, la doble militancia en
sentido contrario no es posible. Bien puede decirse por tanto que la logia B'naï
B'rith constituye una Orden específica dentro de la masonería
regular.
Algo parecido podría afirmarse en lo concerniente a los diversos
organismos plutocrático-oligárquicos descritos a lo largo de estas
páginas, y en el seno de los cuales los jerarcas de la B'naï B'rith
forman un grupo particular. De tal modo que la influencia de la oligarquía
judía en la vida pública no se articula exclusivamente a través
de las estructuras específicas de dicha logia, sino también por
medio de otros organismos que, como el CFR, cuentan entre sus filas con
numerosos miembros adscritos a la misma. Son las pequeñas ventajas que
proporciona el hecho de estar en varios sitios a la vez.
La logia B'naï B'rith constituye el núcleo central de una vasta
red de sociedades afines que se mueven en su órbita y que confluyen en
ella. Entre las más relevantes figuran el American Jewish Committee, el
American Jewish Congress y la Conference of Presidents of Mayor American Jewish,
que agrupa, a su vez, a unas cuarenta asociaciones judío-americanas.
Mención aparte merecen el World Jewish Congress y el American Israel
Public Affairs Committee, sin duda las más poderosos e influyentes
sociedades de toda esa red.
El World Jewish Congress, o Congreso Judío Mundial, tiene
su sede central en Nueva York, y cuenta con delegaciones en setenta países
del mundo. Solamente en Estados Unidos su red organizativa aglutina a treinta y
dos organizaciones anexas y publica siete diarios. Esta poderosa entidad está
presidida en el presente por Edgar Bronfman, magnate del
sector vitivinícola y de la industria cinematográfica. El trust
Bronfman posee el 15% de la Time Warner y es accionista mayoritario de la
MCA-Universal, la más importante productora cinematográfica y
televisiva estadounidense del momento. Por otro lado, el consejero especial de
Edgar Bronfman en la MCA es Michel Ovitz, miembro también del Congreso
Judío Mundial y director de la Creative Artist Agency, primera agencia de
contratación artística de Hollywood.
En cuanto al American Israel Public Affairs Committee, se trata de
uno de los grupos de presión más poderosos y discretos de los
Estados Unidos. Así lo reflejaba sin ambages en su número 407
(junio 1991) la revista L'Arche, órgano oficial del Frente
Nacional Judío Unificado: "El American Israel Public Affairs
Committee es un lobby extraordinariamente potente, literalmente capaz de
destruir la carrera pública de cualquier político anti-israelí".
Conviene decir que este tipo de lenguaje directo y explícito sobre el
tema tabú que ahora nos ocupa es prácticamente privativo de las
publicaciones judías.
Estos son, a grandes rasgos, los más descollantes engranajes de una
poderosa maquinaria cuya presencia en las altas esferas políticas
estadounidenses veremos a continuación. Y una vez más, ante la
imposibilidad material de efectuar un recorrido exhaustivo en el tiempo, lo más
apropiado será ceñirse al momento presente. Centrándonos,
pues, en la actual Admistración Clinton, he aquí
un breve resumen de dicha presencia.
De los doce integrantes del Consejo Nacional de Seguridad, organismo sobre
cuya importancia no será preciso extenderse, seis proceden de la oligarquía
judía estadounidense: Samuel Berger, vicepresidente del
Consejo, Martin
Indik, responsable del área de Oriente Medio, Don
Steinberg, director del área africana, Richard
Feinbert, al frente del departamento de Hispanoamérica,
Stanley Ross, jefe del departamento de Asia, y Dan Schifte,
director del departamento de Europa Occidental.
En los servicios de asistencia y asesoramiento a la Presidencia del gobierno
figuran Abner Mikve, en calidad de Attorney (Fiscal) General,
Ricky Seidman, como responsable de la agenda presidencial,
Phil Leida, jefe adjunto del Estado Mayor, Robert Rubin,
consejero de Economía, y David Heiser, director del
servicio de Prensa.
En el Departamento de Estado la lista es numerosísima, pudiendo
subrayarse los nombres de Peter Tarnoff, subsecretario de
Estado, Lawrence Summers, Mans Kurtzer, Dennis Ross, Jehuda Mirski y
Tom Miller.
Otros altos cargos dignos de mención son Rehm Emmanuel,
consejero personal y eminencia gris de Clinton, Miky Kantor,
ministro de Comercio, Robert
Reich, ministro de Trabajo, Cotie Stuart Eizenstat,
embajador ante la CEE, Louis
French, director del FBI, Madeleine Albright,
embajadora en la ONU, y Laura
Tyson, al frente del Consejo Económico.
A la vista de esta realidad, y en su calidad de buen conocedor de los
entresijos de la política estadounidense, éstos eran los
comentarios vertidos sobre el particular por un destacado analista político
en cierto medio informativo:
"Hace algunas semanas, el rabino de la sinagoga Adath Yisraël,
de Washington, pronunciaba un sermón en el Centro Cultural y Político
judío en el curso del cual celebró el hecho de que los judíos
norteamericanos tomen parte en las decisiones políticas a todos los
niveles de la Administración Clinton, señalando textualmente que
los Estados Unidos no son un Gobierno de goim (no-judíos), sino una
Administración donde los judíos participan enteramente en las
decisiones políticas a todos los niveles".
Tras pasar revista al panorama político estadounidense y subrayar
explícitamente la influencia en el mismo del lobby judío, el
citado analista añadía: "La influencia sionista no sólo
se manifiesta en el ámbito político. También es
considerable en los medios de comunicación, donde un gran número
de responsables de programas televisivos, así como la mayor parte de los
redactores jefes, corresponsales y comentaristas son judíos....La misma
preeminencia se encuentra en las instituciones universitarias, en los centros de
investigación, en los servicios de seguridad, en la industria cinematográfica
y en los medios artísticos y literarios".
Naturalmente, todos estos comentarios no pueden ser más que infundios
malintencionados de algún elemento fascistoide y antijudaico, como diría
cualquier "bien-pensante" de pesebre al uso.
En efecto, el autor de los mismos fue el analista hebreo Bar Yosef,
colaborador del rotativo israelí Maariv, en cuyo número
del 2-9-1994 apareció su artículo.