Como se pide
TESTIMONIO
A pedido de su autora, publicamos a continuación esta
nota, que juzgamos un sincero,generoso y sugerente testimonio de vida
cristiana. Entendemos que caben diferentes posturas prudenciales frente a la
concurrencia o no a los llamados “Encuentros de Mujeres”. Estamos en un terreno
legítimamente opinable. No es nuestro propósito abrir ningún debate al
respecto. Simplemente queremos ser honestos y hacer esta sencilla aclaración
previa. Agradecemos, desde ya, a la autora, que nos la haya remitido.
XXVII ENCUENTRO DE MUJERES
POSADAS, MISIONES 2012
Sí, estuve allí también este año. ¿Y sabes qué? No
llegábamos a cien las mujeres católicas. Pocas ¿no?
Mira un poco nuestra Argentina; nuestras calles,
nuestros supermercados y tiendas, nuestras escuelas y universidades y dime si
no éramos pocas. Bueno, quizá debiéramos decir “poquísimas”.
Estos Encuentros de Mujeres feministas se realizan
hace ya veintisiete años en Argentina. No sé si se realizan en otras partes del
mundo. Por lo menos no se los ve en los medios. Yo
pasé casi la mitad de mi vida ignorante con respecto a la realización de estos
encuentros. ¿Cuántos años tienes tú?
Pasar la mitad de la vida ignorando que en tu país
ocurre algo tan importante año a año ¿no te parece grave? ¿No te parece extraño
que no se divulgue de forma masiva un acontecimiento nacional que se repite año
tras año? ¿No te sentirías engañada? Especialmente porque te afecta
directamente.
¿Cómo puede ser que la mayoría de las mujeres
argentinas y de las familias argentinas nunca oyeron hablar de estos encuentros
y no saben qué se dice y se hace allí y cuál es el fin de los mismos? ¿Para qué
sirve tanta televisión si la operación de la lesbiana Sandra Mihanovich es más
difundida y ni siquiera Lanata dijo algo, que se rasga las vestiduras pero que
es abortista? No lo dijeron y no lo van a decir. Solo las cosas que a algunos
sectores de la sociedad les interesa salen inmediatamente a la luz… o a las cámaras.
Pero ya no hay tiempo para preguntas. Como mujer
católica, fíjate, que las mujeres del Evangelio preguntan poco, reaccionan
pronto y actúan. Nosotras estamos dormidas, preguntamos mucho y… ¿actuamos?
Conozco muchas mujeres esforzadas que sí lo hacen, pero muchas otras, incluso
yo misma, debemos hacer más. Porque… ¿quién puede decir que lo ha hecho todo?
No me digas que las mujeres del Evangelio vivían en
otra época y sometidas… Es imposible someter a la mujer. Dios la creó libre y,
además, ya lo sabes, ella fue rebelde desde el principio. Se somete libremente
cuando vislumbra detrás de lo visible el Rostro de Cristo. Sin el
reconocimiento de ese Rostro ella sigue rebelándose. Esto es lo que le pasa
actualmente: no ve el Rostro de Cristo oculto detrás de lo visible. Fija con
demasiada atención sus ojos en las cosas aparentes y pasajeras que brillan
mucho. Y esto también lo sabes: su rebeldía a Cristo la lleva a someterse al
enemigo de Cristo.
Verlas el domingo a la noche frente a la Catedral
de Posadas es corroborar lo dicho. Tres horas estuvieron. Tres horas… ¿te dice
algo eso?
Muchas son las cosas que la mujer debe callar y
guardar en su corazón y alguna vez se nos pidió que no habláramos “en la
Asamblea”, pero hay cosas que deben divulgarse sin ninguna orden de por medio.
Dime si en esto no somos expertas las mujeres. Y si no, pregúntaselo a la
Samaritana y fíjate qué hizo ella con todo el tesoro que recibió en un ratito
que estuvo conversando a solas con Él. O pregúntaselo a la Magdalena y fíjate
qué hizo ella con esa alegría inmensa de verlo resucitado unos pocos minutos.
La mujer no puede guardarse aquello que le colma el alma porque le sale a
borbotones por la boca como el sudor sale por la piel. Yo te invito a venir a
los talleres de mujeres autoconvocadas para hablar de
aquello que no podemos callar. Aquello que Él nos dice cada vez que se
encuentra a solas con cada una de nosotras… Hay un silencio cómplice que nos confunde. Muchos,
revestidos de autoridad, aluden a la obediencia y a la prudencia y coartan
nuestra libertad de conciencia y de expresión desorientándonos. Por eso es
esencial volver al Pozo de Agua Viva y al Huerto de la Resurrección; escucharlo
y verlo, y luego salir a proclamarlo porque es el único que tiene Palabras de
Vida Eterna. ¿También nosotras lo vamos abandonar? Acuérdate que las mujeres
estuvimos al pie de la Cruz. A nosotras y al muy joven sacerdote nos legó sus últimos
anhelos.
Hay una violencia que afecta directamente a la
mujer y afectándole, afecta a la familia y a la patria toda. El aborto es un
acto de verdadera violencia en una familia y esta violencia sucede en el
vientre de una mujer que a la vez es madre. Una violencia que no tiene reparo
porque es un crimen y no hay vuelta atrás. Por eso termina afectando a una
patria entera. Recuerda que el Dragón se puso delante de
la Mujer que iba a dar a luz para devorar a su Hijo apenas naciera. Pero son
muchísimos los devorados antes de nacer, por
otros, que también se ponen delante.
Seguramente no habremos de ganar esta batalla en
contra del aborto, es más; la estamos perdiendo. Pero ¿por qué se la tienen que
llevar tan de arriba? ¿Por qué las mujeres católicas no estamos presentes en
los talleres? ¿Es que no tenemos nada que decir? Callar estas cosas puede ser
pecado de omisión. En cada taller, de los casi noventa, hace falta quien diga
la verdad mansa y humildemente como el Cordero. Es imposible que ilumine el Espíritu
Santo si no estamos allí. Nos doblan en número… y, sin embargo, están
equivocadas. Somos “una voz que grita en el desierto” mas, ¡qué importa! ¡Gritemos
igual! Podrán dictar muchas leyes pero ¿por qué tienen que arrebatarnos
nuestros ideales? Tenemos que ir a pedir que el aborto vuelva a ser penalizado.
Yo comprendo tus muchas razones por las cuales
decides no ir a participar en los talleres, pero no entiendo que no tengas una
sola razón por la cual sí estés presente.
Vamos a defender la vida, que es uno de los Nombres
de Cristo. La vida más inocente y semejante a Él (que no tenía ni tiene
pecado), la vida que late en el vientre materno y que no tiene pecado propio,
salvo el heredado por todos, pero no tiene el más leve pecado cometido por sí
mismo. ¿No te parece también en esto el más semejante a Él: en que está
revestido de pecado? ¿No te da la sensación de que carga con pecados ajenos?
¿No nos quejamos de la sarta de mentiras y engaños
que nos rodea? Pues nosotras vamos a defender la verdad; que es otro de los
Nombres de Cristo. Somos nosotros los depositarios de la Verdad del Evangelio,
nosotros, los bautizados. Nosotros hemos escuchado el mensaje de la verdadera
felicidad: que “el Reino de Dios ha llegado”. Y esto es lo que vamos a decir: ¡Que
Cristo es Rey! ¡Que reina y vive entre nosotros! Nosotras llevamos la Verdad
como una luz en las tinieblas, como una antorcha en la más densa oscuridad.
Porque Él viene con nosotras. Él que, además, es Luz y, por eso, también lo
somos nosotras. Muchos Nombres bellos tiene Cristo, pero éstos nos lo reveló Él
de sí mismo.
¿Tienes miedo? Nosotras también. Es lo que ellas
quieren provocar. Pero Cristo Eucaristía es nuestra fuerza. Por eso la marcha y
los desmanes del domingo terminan frente al Sagrario. Sin Él “nada” podemos
hacer. No te digo estas palabras porque suenan bien; realmente Cristo Eucaristía
es nuestra fortaleza.
¿Crees que no estás intelectualmente formada y
preparada? Nosotras tampoco lo estamos. Tenemos todo un año para leer,
informarnos y conocer datos, estadísticas y definiciones. Nuestro sentido común
aún está sano, sin embargo gritamos con el Profeta: “¡Señor, no sé hablar!”
Pero Él vuelve a decirnos: “Yo hablaré por ti”. Imploramos con Juan Dieguito: “¡Envía
a otro!” Pero vuelve a repetirnos: “Quiero que vayas tú”… Y el Espíritu Santo
viene en nuestro auxilio.
¿No tienes dinero para costearte el viaje? Nosotras
tampoco tenemos quién nos ayude, ni siquiera Cáritas…
Ahorramos durante un año, sin embargo, ten cuidado en que no sea ésta la razón
de mayor peso, valga la redundancia, que te impida ir a los talleres porque
puedes llegar a ser una de ellas, que van porque les
pagan. Porque les pagan van a
difundir errores y producir horrores.
¿Amas a Cristo? Entonces ven. ¿Amas tu vida y temes
perderla? Entonces quédate. Sé libre. Ven a decir libre y humildemente la
Verdad a muchas mujeres engañadas y ten misericordia de ellas. Pudimos haber
estado de ese lado. Por eso, si estás de éste lado, ven a defender la vida del
más inocente exponiendo la tuya.
¿Quieres hacer un bien a tu patria enferma?
Entonces ven con el cataplasma de tu palabra, que no pase a la historia como
una patria homicida que legaliza la muerte de los más débiles sin que las
mujeres católicas hayamos hecho todo lo que esté a nuestro alcance. Ven a decir
a otras que nos encanta ser mujeres, preparar la comida, lavar los platos,
tener y amamantar niños. Que nos encanta perder el tiempo contando cuentos o
cantando canciones de cuna a nuestros hijos, nietos, sobrinos, hermanos y
hermanitos. Que amamos al hombre esposo y padre de familia, cabeza y líder de
la historia. Que sin renunciar un ápice a esto obtenemos también como ellas
cargos de jerarquía y títulos terciarios o universitarios si así nos lo
proponemos.
¡Levántate! ¡Vamos!
Y grita conmigo: ¡VIVA LA PATRIA!
Tamara Talmarino