Desde hace dos días, el Informador Público está hakeado como si fuera un anticipo de lo que sucederá si se impone la llamada Ley de Medios.
Este será el único que existirá para llegar a aquellos lectores que
posean computadoras, lo que define desde el primer momento al público
que recibirá noticias distintas a las oficiales. En el mismo sentido,
ayer habló nuevamente por la cadena la Presidente de la ex República
para explicar y defender ante un público adicto y aplaudidor una nueva
legislación importante.
Los asesores de Cristina W. Fernández de Kirchner consideraron
necesario que explique algunas cosas que están en la mente cada vez más
enojada de los argentinos, en un vano intento por revertir una situación
que se profundiza por momentos. Una de las tantas señales de esto
último, es que en varias partes de la ciudad sonaban cacerolas en tanto
cayó verticalmente la medición de la audiencia. Si reunimos estos
pequeños componentes de la situación, del ánimo social y sus
exteriorizaciones, podemos acercarnos a la definición de anarquía a la
que nos referimos desde hace mucho. En una ruta provincial, camiones que
transportaban cereal fueron atacados a balazos por la negativa de sus
dueños a ingresar a una organización sindical y es factible que el caso
no quede esclarecido pese a la gravedad que entraña. Casi al mismo
tiempo, a varios centenares de kilómetros, se creó una situación enojosa
que empeñó a la policía marplatense y obligó a los organizadores del
Coloquio de IDEA que se realizaba en el Hotel Sheraton, a solicitar
custodias privadas, en tanto los efectivos policiales debieron frenar a
un piquete que aprovechó la concentración de empresarios y periodistas
nacionales y extranjeros para hacerse conocer y ampliar la trasmisión de
sus inquietudes. Por la forma en que se desenvolvieron los hechos, pudo
advertirse un nada disimulado malestar entre los responsables del
orden. Lo que dejamos dicho, expresa también un mismo sentimiento entre
todo el aparato policial de la Provincia. El tema es algo más que una
advertencia. ¿Un preludio…?
En medios periodísticos ya se supo que hizo su aparición un nuevo
Sergio Schoklender. Se trata del doctor Juan Manuel de Rosa, médico
personal de Hebe de Bonafini y dirigente nacional de Quebracho, quien
montó una clínica organizada legalmente con sociedades que, declaró,
obedecen a los fondos provenientes de la Fundación Madres de la plaza de
Mayo. Todo sirve para hacer negocios y en este caso se reúnen varios
factores que surgieron a partir de la relación entablada en el Sanatorio
de Ensenada entre la cuestionada beneficiaria de los dineros públicos y
el mencionado profesional que la atendía. Hoy uno no se despega del
otro y parece que “la historia vuelve a repetirse”, como dice la letra
de una canción romántica. Veremos si la denuncia que ya circula por la
red es tomada en cuenta o su contenido se deja crecer gracias a la
vocación por el escándalo que ha demostrado el kirchnerismo.
A propósito, otra denuncia, proveniente de un intendente cordobés,
expresa que el giro de millones y millones de pesos para la realización
de obras dependía de su adjudicación a determinada empresa, esfuerzo que
debía orientarse a los ediles que debían poner su firma. Todo un tema
que recuerda que el ministro Julio De Vido, autoridad máxima de quien
depende el sistema de transporte, salió indemne del inicio de acciones
judiciales contra Jaime, Schiavi, los hermanos Cirigliano y otros
responsables de los accidentes ferroviarios que produjeron decenas de
muertos. Esta inexplicable situación queda flotando en el ambiente y
pone de manifiesto que, pese a todo, el santacruceño mantiene el poder
suficiente para escapar a las acciones judiciales. Ser dueño de secretos
importantes -muchos de ellos puntuales y significativos e íntimos-
permite, en política, ciertas ventajas. Sin embargo, la gente, la
opinión pública, las familias de los muertos, saben todo esto y miran
con fijeza hacia Olivos y la Casa Rosada.
Cristina lo sabe o al menos, lo intuye. Cuando anoche habló, la
televisión mostró su inquietud, los rasgos severos de su rostro y los
movimientos nerviosos con los que se refirió a una actualidad que
comenzó a acosarla. Al final, después de referirse al mundo idílico en
el que vive, la Presidente se sintió obligada a decir dos palabritas
sobre uno de los escándalos más intenso al que está sometida la
Argentina ante el mundo y ante sí misma: el reclamo jurídico de
tenedores de bonos en default contra uno de los emblemas más sensibles y
estimados por la opinión pública, la Fragata Libertad, buque insignia
de la Armada Nacional. Más allá del virtual desguace al que está
sometida, como el resto de las Fuerzas Armadas, y la persecución a
muchos de sus hombres, la cuestión posee entretelones significativos e
hipócritas: cuando Néstor Kirchner fue presidente, convalidó acuerdos
anteriores que extraen a los instrumentos y bienes públicos -como son
los buques de guerra, por ejemplo- de los beneficios internacionales que
los convierten inembargables. Por cierto, nadie del gobierno recuerda
esta norma cedida durante la presidencia de Néstor Carlos que, de todos
modos, ingresará en la discusión jurídica para permitir el rescate de la
nave. La retórica de Cristina al final de su discurso convenientemente
aplaudido, sólo demostró su alejamiento de la realidad. En síntesis,
otra confirmación de la enfermedad que la aqueja.
A propósito, quien habría sido uno de los impulsores para que la
Libertad ingrese al puerto de Ghana, Héctor Timerman, hizo lo mismo al
hablar de la soberanía que “será defendida a toda costa”, aunque se
olvidó que adoptó la ciudadanía norteamericana a la que renunció para
retomar la argentina y convertirse en el Canciller que más papelones ha
cometido en el ejercicio de su cargo. Entre ellos, el insólito episodio
con un avión norteamericano que vino al país a prestar ayuda, aportar
experiencia y donar elementos para enfrentar el gran drama de hoy: el
auge del delito. Timerman, en ejercicio del desconocimiento e
improvisación que lo caracterizan, tenía que hacer algo por la Libertad y
se dirigió a las Naciones Unidas para plantear el problema sin mayor
éxito. Aseguró que la Fragata sería liberada pero mientras hablaba, se
conocía que la tripulación y sus invitados volverían al país esta semana
por vía aérea. Sólo quedará el capitán, oficiales, suboficiales y
tripulantes indispensables para atender la seguridad del buque. Entre
tanto, la avalancha de los sucesos hizo que se olvidara un detalle
importante: cómo se decidió el cambio de rumbo, evitándose el puerto de
Nigeria y anclando en Ghana.
Entre tanto, circulan otras noticias que son de dominio público. Las
principales nos dicen que el cepo al dólar -que según Cristina no
existe- determinó un avance de la inflación y un incremento de las tasas
de interés bancario, todo lo cual incide cada vez con más fuerza sobre
la economía en general. Concurrentemente y mientras Mauricio Macri se
reunía públicamente con Hugo Moyano en un suceso político de
trascendencia, se conocieron detalles sobre el avance estatal sobre la
caja de las obras sociales sindicales. El avance aún no ingresó al
terreno del debate intenso, excepto el anuncio que se confirmó durante
dicha reunión en el sentido de que habrá un paro general con la
participación de todas las corrientes gremiales. En pocas palabras, se
sumará a otros acontecimientos de decidida importancia, que se reúnen
con naturalidad para conformar un final de año “a toda orquesta”, sin
música y por lo menos, a garrotazos.
Esto no cierra el reducido peso del rol al que fue llevada nuestra ex
República, pues el drama de la droga está nuevamente sobre el tapete y
pone de relieve todo lo que se anunció al respecto desde hace mucho,
cuando estos vaticinios no fueron tomados en cuenta y los políticos -con
las excepciones del caso- miraban hacia otro lado. En Santa Fe, el jefe
de la Policía Provincial fue denunciado, se escapó, fue apresado y
llevado ante la justicia por connivencia con el narcotráfico. El
escándalo obligó al gobernador Binner a contestar los requerimientos de
la prensa, pero ante una pregunta específica negó que existan vínculos
con el ámbito de la política. Cómo tenía esta certeza no fue explicado y
cabe esperar que lo haga pronto, pues este asunto ahora crece imparable
ante la opinión pública. En Orán, Salta, la frontera con Bolivia apenas
si es una línea de agua del río Bermejo y existe un tráfico entre los
dos países. En Orán, en 1964, la Gendarmería Nacional tenía una activa
presencia en la zona hasta tal punto, que batió a una guerrilla que
contó con el apoyo militar de Cuba. La operación se llamó Santa Rosa,
tuvo un muerto y heridos en combate y puso de relieve el papel que
cumplía como defensora de nuestras fronteras en el mismo terreno.
Hablamos en tiempo pasado pues hoy fue retirada en gran proporción de
esos lugares y funciones concretas, para atender el creciente delito,
que crece en todo el territorio pero especialmente en los centros
urbanos. Amparado por la legislación, el negocio de los derechos humanos
y la estupidez de las dirigencias, la insoportable inseguridad se ha
convertido en un problema puntual y peligroso. Hace unas horas, en la
calle principal de la residencial San Isidro, cercana a la Capital
Federal, una mujer fue secuestrada a la vista de todos, llevada en su
automóvil a retirar dinero y hacer compras con sus tarjetas de crédito y
luego abandonada en las cercanías de una villa de emergencia.
Las anécdotas, incluidos los muertos, heridos y secuestrados, son
cosa de todos los días, pero con el relato no se soluciona el drama.
Nuestro país es el único que no aplica “la ley de derribo” de los
aviones contrabandistas, como lo hacen otros países que combaten el
narcotráfico. Agreguemos que la ausencia o reducción de la Gendarmería
en sus lugares de trabajo favorece el crecimiento de toda la actividad
que rodea a la droga y ha convertido a la Argentina en un centro que
combina al tráfico con la producción y el consumo. Todo un logro del
gobierno “nacional y popular” que reúne más y más elementos acerca de
este tema que afecta a la misma Presidente en la persona de su hijo
Máximo.
Pero aquí no terminan las cosas. Ya en otro nivel de negociados pero
con importante contenido, dos extremos han llegado al periodismo: la
estafa del piquetero Luis D’Elía, que para variar la hizo con viviendas,
y lo que sería otro gran escándalo del que hablamos en su momento y que
amenaza con extenderse: la creación de algo así como un Ejército
paralelo en el que están comprometidos jefes y oficiales que dependen
del subjefe, general Milani, a su vez jefe de la inteligencia de la
Fuerza, quien desarrollaría negocios con la necesaria participación de
la Ministro de Seguridad, Nilda Garré, quien ofrece un apasionante
historial político y como funcionaria que pasó por distintos gobiernos.
¿Será por eso que hackearon al Informador Público…?
Carlos Manuel Acuña