TRATADO DE DELINCUENCIA WILHELM.
NUEVA CATEDRA EN LA ROSADA, OTORGA TITULO HABILITANTE.
Cada vez que el kirchnerismo se encuentra
en una desventajosa posición política, saca a relucir toda su artillería
populista autoritaria. No siempre los resultados buscados son iguales a
pesar de atravesar por situaciones de descontento social y de caída en
las encuestas. En 2009 –luego de la derrota de segundo término- el
oficialismo gobernante salió con una batería de leyes que le permitieron
recuperar la iniciativa y la hegemonía ideológica del relato. Así, por
ejemplo, sancionaron la ley de medios y las Primarias, Abiertas,
Obligatorias y Simultáneas (PASO). La ley de medios les permitió
asegurarse el enemigo ideal: el Grupo Clarín, al que acusaron – y
acusan- de todos los males de la Humanidad. En dicha oportunidad
contaron con la complicidad de la progresía legislativa. Los radicales
y los socialistas de Binner cayeron como chorlitos en la trampa.
Después con las PASO terminaron padeciendo la derrota catastrófica de
octubre porque es una ley hecha a medida del partido de Estado que sueña
con eternizarse en el poder. Los residuos populistas todavía son
fuertes en la UCR y en el FAP. Margarita Stolbizer fue una de las
voceras de la ley de medios pergeñada a imagen y semejanza de los
kirhcneristas. Una nueva ley de medios era necesaria, pero no una
herramienta al servicio del populismo autoritario. Tarde para lágrimas.
Los wichis todavía no tienen su canal de televisión… El único partido
que se mantuvo en una línea de coherencia y de oposición alternativa ha
sido el PRO. Por eso seguimos siendo el único proyecto distinto y
superador del kirchnerismo sin compromisos populistas. No es ninguna
casualidad ni mucho menos una concesión. Es una consecuencia buscada con
esfuerzo militante y propositivo. Mauricio Macri concita el odio
populista del conjunto de la progresía porque se afianza cada día con
mayor fortaleza. Confiamos en que la sociedad sabrá reconocerlo llegado
el momento. Entretanto, el desgobierno de la Presidenta de los
kirchneristas se perfila a emprender una avanzada que carece de
retorno. Tiene perfiles de salto al vacío. Aunque preferimos ser
prudentes y ceñirnos a lo estrictamente político. Nuestra tesis es que
el kirchnerismo significa un indulto inmoral que se esfuerza por
globalizar la representación del progresismo populista mediante la
utilización de todos los aparatos y recursos del Estado. De ahí que sea
un partido de Estado, negador de la República y sus instituciones
fundamentales. Negar la República y sus instituciones es propio de un
régimen fascista, de derecha. Sin embargo, el relato oficial logró
imponer su voluntad y lo vende como una obra de la izquierda. Hay
fascismo de izquierda, por supuesto, pero este no es el caso debido al
enriquecimiento ilícito de los funcionarios y al estilo de vida
dispendioso de la Presidenta que habla para pobres imaginarios y vive
como una millonaria burguesa norteamericana. Además gobierna con estilo
monárquico, aunque sus groserías y vulgaridades la alejan del
refinamiento cortesano. ¿Por qué decimos que el kirchnerismo es un
indulto inmoral? Porque convoca a tirios y troyanos, les perdona el
pasado y los suma al “proyecto”. Los incorporados se convierten de un
saque en los buenos de la película aunque hayan sido menemistas,
ucedeístas, comunistas, montoneros, carapintadas, erpianos, etcétera. La
amplitud kirchnerista permite que saltimbanquis como Aníbal Fernández
sea simpático para la intelectualidad rentada de Carta Abierta. O que el
amigo de Irán Luis Delía comparta el auditorio de aplaudidores con
Sergio Burstein, dirigente de las víctimas de la AMIA. En cambio, los
enemigos de la Patria son los productores rurales de la Mesa de Enlace
(eso sí, a las retenciones las usan para hacer clientelismo), los
periodistas críticos, Mauricio Macri, Hugo Moyano y cualquier ciudadano
que se atreva a denunciar la inseguridad ciudadana, la inflación, la
corrupción, el incumplimiento de las leyes, el aumento de la pobreza, el
estancamiento económico, la falta de salud pública, el desastre en la
educación. Estas prioridades, estos reclamos ¿en qué país son
considerados demandas de la derecha? En el país de las maravillas de
Cristina Fernández Kirchner, lo que demuestra la insostenibilidad del
relato. El kirchnerismo indulta a cambio de sumisión. Una muestra
concreta es la ausencia del Partido Justicialista que ya ni siquiera es
un apéndice de los caprichos de la Casa Rosada. Lisa y llanamente lo
borraron de la escena política nacional. Someterse al verticalismo
ramplón de la Presidenta es la clave que ayuda a mejorar los ingresos a
fin de mes y si el funcionario es atrevido pasará a alistarse en las
filas de la nueva oligarquía de Puerto Madero. Indultan, dan chapa
para salir por los medios oficialistas a acusar con falsedades a los
tilingos opositores, a los vendepatria, a los peones de Magnetto.
Desfilan los conversos por los medios paraestatales con el relato
desgastado afín de hostigar y difamar a los que piensan distinto. Tienen
impunidad. Horacio Verbitsky nunca les sacará el archivo mientras
permanezcan siendo fieles a la reina tolosana. Pero el día que se
atrevan a saltar el cerco, les caerán encima desde la agencian Télam
hasta el más perejil de los blogueros, con dicterios a granel. A Moyano
ahora lo acusan de “liberal”. Patético. El método de la
descalificación, del apriete permanente, no es obra exclusiva de
Cristina. Es de Néstor, su maestro, quien apenas asumió lanzó aquella
frase célebre: “Nadie resiste un archivo” (fíjense a Juanjo Álvarez cómo
le fue). Él sabía bien de qué hablaba. Su oscuro pasado lo atormentaba.
Apropiarse de los derechos humanos y focalizar la atención en la
dictadura y en los 90 requería de una historia de coherencia que él no
tenía. Por eso de inmediato transó con Clarín. Le dio todo. Y el
multimedio le regaló las primeras cien tapas para que hiciera pie y
luego pudiera colonizar el Estado y las cajas. Imbatible. Chau Duhalde.
Bienvenido relato oficial. Página/12 pasó a ser el vocero esencial. La
progresía cobraba un billete grande por ventanilla y conseguía lavar sus
culpas por la Alianza fracasada. Negocio redondo. Sin dudas
consideramos que es justo y oportuno afirmar que el kirchnerismo es hijo
de la mentira, de la falsificación de la historia, de la
sobreactuación. Su combustible es la corrupción y la compra de
voluntades. De lo contrario, es imposible comprenderlo.
Tanta flexibilidad y amplitud en sus bases
de sustentación conlleva indefectiblemente al vacío de contenido, a la
nula existencia de una doctrina homogénea y unificadora. De cada pago un
paisano que mantiene su particularidad y sectarismo. En nombre de un
movimientismo rayano con el absurdo. La Presidenta reivindica en un
mismo acto a Juan Manuel Rosas y al bandolero Felipe Varela.
Contradicción. Nada de lógica. Y no se trata de buscarle una
interpretación académica, que tenga carnadura teórica en alguna
categoría política conocida. Tampoco es algo novedoso. Es pragmatismo
con disfraz de progresismo, con dosis de autoritarismo y de acendrada
conflictividad. Solemos caracterizarlo como populismo porque es lo más
cercano a él por su negación de la República y la institucionalidad, su
apego restaurador al estatismo arcaico y al nacionalismo de opereta.
Sin embargo, los kirchneristas se dan el lujo de divulgar los más
increíbles calificativos contra Macri o Moyano. Tratándolos de asociar
con la dictadura, la derecha o los 90. Son sus ataques preferidos. Lo
repiten tanto un bloguero como un intendente del Conurbano cómplice de
la mafia policial bonaerense, pero protegido por el indulto inmoral.
Exmenemistas que execran los 90. Exduhaldistas que acusan de narco a
Duhalde. Excarapintadas que manipulan a piqueteros. Exprocesistas que
pontifican sobre los derechos humanos. Excavallistas que reniegan del
Consenso de Washington. Exucedeístas que son elogiados por Estela de
Carlotto y Hebe de Bonafini. Exaliancistas que repudian a la Alianza.
Vale todo porque van por todo y tergiversan todo para robarse todo. No
está mal cambiar, lo que está mal es tener memoria hemipléjica y dar
cátedra de moral sin haber hecho una mínima autocrítica. Ocultan el
pasado como si nadie supiera quiénes son, de dónde vienen y qué
hicieron. Hipócritas. Nota de color: con el pago del corralito se ponen a
la altura del General San Martín, ocultando los beneficiarios reales de
otro negociado, entre ellos Hugo Chávez, banqueros, kirchneristas de
primera línea. Y la manada aplaude, se emociona, cree bajar de la Sierra
Maestra. El plan político es eternizarse. Harán lo imposible. En esta
segunda mitad de 2012, época de cajas flacas, le dan otra vuelta de
tuerca al relato. A pesar de la ola de inseguridad, no se ruborizan y
tratan de globalizar la representatividad progresista. Les han entrado a
los presos, con lugares comunes de las ciencias sociales, aseguran que
están reinsertándolos en la sociedad, sacándolos de las cárceles para
llevarlos a actos kirchneristas mediante la tarea educadora del Vatayón
Militante. Y la Presidenta va más lejos cuando hace la apología de los
barras bravas. ¿Adónde apunta esta fase del relato? A la clientela
seducida por el derechohumanismo. A los sectores de clase media urbana
permeables al progresismo populista. Así la Presidenta divide falsamente
entre izquierda y derecha. Si te oponés a la “socialización” de los
presos, sos un facho (dictadura, década de los 90, neoliberalismo). Y,
paralelo a ello, Aníbal Fernández presenta en el Senado un proyecto de
ley para que puedan votar los chicos de 16 años. Dos millones más de
electores a los padrones. Hermoso target. El que recibe las netbooks. El
que toma colegios y el ministro Sileoni reivindica. No dan puntada sin
hilo. A eso hay que agregarle el canto populista a los barras bravas y
cartón lleno. Por supuesto que la Presidenta miente y manipula el tema
con fines ideológicos y premeditados. Porque para hablar de reinserción
de los presos primero habría que liquidar la corrupción del servicio
penitenciario federal y provincial, que promueve la venta drogas entre
los internos, prohíja relaciones aberrantes entre ellos, y en muchos
casos se ha comprobado que permiten salidas no culturales sino
delictivas. De eso mutis por el foro. Asimismo confundir un barra con un
hincha es una falta de respeto a la inteligencia. La Presidenta avanza.
No le interesa la seguridad ciudadana ni tampoco el funcionamiento
eficiente del sistema carcelario. Ella le habla a su tropa propia para
levantarle la mística en una etapa compleja y de derrumbe del modelo.
Sobran motivos para escribir un tratado de delincuencia.
Remitido por “La Solano Lima”