Un
Gobierno p.p.m.18 a.
“Cuántas
noches en que mi alma melancólica y sombría
Recordaba tu
pasado que era un canto de placer,
No podía
conformarme de pensar que al otro día
No tendrías
tan siquiera ni un bocao para comer,
Y con tal que
no volvieras a vender tus dulces besos
Ni saberte
manoseada por la inmunda bacanal …”
Juan Bautista Fulginiti
Desde
hace mucho tiempo y, con distintas variantes, en todas las latitudes, se
califica de ese modo a los espectáculos que, por la violencia que contienen,
por lo obsceno de sus escenas sexuales o por lo inmoral de sus propuestas, no
resultan aptos para ser presenciados por menores. El Gobierno reúne todas esas
características, y algunas más, y resulta curioso que haya impuesto, mayorías
parlamentarias mediante, el voto opcional a partir de los 16 años.
Desde
hace mucho tiempo, también, vengo pregonando en el desierto acerca del daño que
causa a la vida cotidiana de cada ciudadano la corrupción, pero la tranquilidad
de los bolsillos y la fiesta del consumo impidieron que fuera percibida como un
gran mal; hoy, al ritmo del daño que
causa al poder adquisitivo la inflación, del malhumor que produce el cepo
cambiario, del miedo a perder el empleo, de la indignación por el embargo de la
fragata “Libertad”, de la impunidad con que sonríe Guita-rrita Boudou o insulta y agravia Patotin Moreno, este terrible flagelo está adquiriendo la
visibilidad que merece.
El crimen
de Once, que puso en blanco y negro la asociación ilícita conformada por los
concesionarios y los más altos escalones del Estado –aún no enjuiciados-, el
programa de TV de Jorge Lanata que, semanalmente, compara el inexplicable y
principesco modo de vida de los gobernantes con las muertes por desnutrición de
los chicos y el permanente deterioro de la ya paupérrima vida de grandes
sectores marginados, y todo ello después de una década de crecimiento económico
casi inédito y con una recaudación impositiva que llegó a los ¡US$ 200.000
millones! constituyen algunas de las aristas que debiera confirmar que el
período cristi-kirchnerista no resulta apto para todo público.
Hoy,
cinco mil doscientos argentinos mueren cada año en las rutas y caminos porque,
en los mismos diez años, nada se hizo en materia de infraestructura vial, digna
de un país subsahariano, ni qué decir de la ferroviaria, y enormes focos de
contaminación, como la cuenca Matanza-Riachuelo, tampoco han merecido atención
alguna de parte del Gobierno. Los fondos que hubieran debido ser destinados a
solucionar, después de décadas y décadas de daños repetidos, el tema de las
inundaciones alrededor del Salado –que, además, hubieran permitido incrementar
la superficie sembrada- se malversa en faraónicos proyectos como Tecnópolis o
en subsidiar estupideces como Fútbol para Todos (que debiera financiarse con la
prohibida publicidad privada) o Aerolíneas Argentinas, una compañía que pagan todos
los pobres para que viajen los ricos. Que los temas enumerados, que obviamente
no son los únicos ya que la lista es larguísima, explican la fuente de la que
manaron hoteles patagónicos, aviones, motos, autos fantásticos, yates, pisos en
Puerto Madero, compañías petroleras, casinos, palacios y estancias que engrosan
el patrimonio de funcionarios y empresarios
cómplices.
Si bien
el fenómeno no es nuevo ni, mucho menos, exclusivo de la Argentina, la reciente
y masiva expansión de la droga en la sociedad y su peor derivado, la
infiltración del narcotráfico en las fuerzas de seguridad, son el fruto natural
de la complicidad del Gobierno con los mercaderes de la muerte. Anímal Fernández explicó, con su cara
más dura, que la radarización y el control aéreo de nuestras fronteras, las
mismas que fueron desguarnecidas por Nilda Garré trasladando a gendarmes y
prefectos al Gran Buenos Aires, no revestía peso alguno a la hora de combatir
en esta desigual lucha. Los episodios de Santa Fe, especialmente por el momento
y la forma en que fueron dados a conocer, tienen un innegable componente de
oportunismo político, pero es también irrefutable que Rosario ha vuelto, a
fuerza de asesinatos por sicarios y episodios de violencia intimidatoria, a
recuperar el triste mote de “la Chicago argentina”, en recuerdo de aquellos
gangsters que dieran tanta fama a la actualmente fabulosa ciudad norteamericana
en la década de los 20´s.
Desde
esta misma columna dije muchas veces que, cuando Lancha Scioli se enorgullecía de la mayor cantidad de droga
secuestrada cada año, estaba ignorando que ello se debía al gigantesco
crecimiento del tráfico en la Provincia de Buenos Aires, y no dejé de llamar la
atención sobre las avionetas cargadas de estupefacientes que, espontáneamente,
caían en campos y caminos argentinos, después de recorrer ¡más de mil
kilómetros! de cielo nacional sin ser detectadas.
Todo esto
nos está llevando, inexorablemente, a recorrer el camino que inauguraron
Colombia -¡después de cincuenta años de incontrolable guerrilla hoy su PBI
supera al nuestro!- y México, que aún no encuentra solución a la catástrofe que
las guerras entre los carteles han producido. He aquí otro de las
características que convierten a este período en no apto para menores.
Pero hoy
el escenario en que mejor se distingue lo pornográfico de las actitudes del
Gobierno a nuestra coyuntura política es, obviamente, la Justicia. Con un impúdico
exhibicionismo digno de esos mismos gangsters de película, doña Cristina ha
ordenado a su tropa de incondicionales destruir a quienes puedan transformarse
en un obstáculo para sus pretensiones hegemónicas, y éstos no trepidan en
utilizar métodos extorsivos o llanas calumnias para obtener sus objetivos, sin
que fiscal alguno lleve estos temas ante los estrados, tal vez porque saben que
no cosecharán fruto alguno. Si su jefa natural, Gils Carbó, fue votada hasta
por la oposición y hoy se atreve a denunciar penalmente a los miembros de la
oposición del Consejo de la Magistratura, ¿qué les cabría esperar para su
futuro?; precisamente, y una vez más, los partidos políticos pecaron de
ingenuos cuando aceptaron, como un mal menor después de Reposo, la propuesta
oficial, ya que el Gobierno volvió a ¿engañarlos?. Sólo cabe preguntarse si son
estúpidos o cómplices.
Si el
Gobierno obtiene la ley del per saltum,
será la Corte –aún negándose a admitir ese procedimiento en el caso Clarín- la
que se verá enfrentada a asumir la responsabilidad institucional de poner orden
en este desmadre. Veremos entonces en qué categoría moral revistan sus
ministros.
El 8-N la
ciudadanía volverá, fuertemente incrementada en su número, a salir a la calle
para protestar contra esta inmunda bacanal pero, si los opositores no entienden
que, también, serán el objetivo de la queja, Argentina entrará, más
profundamente aún, en el cono de sombra en que se encuentra, y el pronóstico
pasará del anaranjado al rojo, un color que conlleva tragedias.
Bs.As.,
31 Oct 12
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