Por Nicolás Márquez (*)
Así como el régimen fue por la libertad económica (entre otras), ahora va por la libertad de expresión.
Para tal fin la propaganda oficial acusa al grupo Clarín de haber
apoyado al último Gobierno cívico-militar. También agreden a los
titulares de ese grupo adjudicándole haber “apropiado ilegalmente Papel
Prensa” y haber adoptado ilegalmente “hijos de desaparecidos”.
Aparejadamente, le adjudican también a Clarín haberse opuesto al
des-gobierno de Raúl Alfonsín en los años ’80 (el kirchnerista tardío
Víctor Hugo Morales es el encargado más enfático en relatar esta etapa
del relato) y así sucesivamente.
Pero el régimen no quiere destruir Clarín por los argumentos que
esgrimen los voceros de los medios estatales o paraestatales. En efecto,
si los motivos por los que ahora tanto se escandalizan los asalariados
del poder preocupasen de veras, entonces no se explica por qué este
mismo gobierno haya sido socio, aliado y amante del citado medio entre
el año 2003 y el 2008. Ocurre que desde entonces, Clarín, en pleno
conflicto con el campo, decidió apartarse de los lineamientos del
gobierno que durante un quinquenio había apoyado sin cortapisas.
¿Por qué quieren descuartizar a ese medio informativo cuando jamás
quisieron hacerlo antes?, ¿acaso porque el grupo hoy perseguido ha
dejado de titular noticias de manera amable respecto del oficialismo?
Para esta mega-maniobra censuradora, Cristina Kirchner y sus esbirros
han dispuesto del aparato político-estatal a los efectos de presionar y
amedrentar a la justicia y a la vez llevar a cabo movilizaciones con
activistas rentados, en la idea de asignarle fecha cierta al pretendido
certificado de defunción que se pretende sobre el grupo perseguido: el 7
de diciembre (7D).
Vale destacar que desde el punto de vista ideológico nada nos
comunica ni nos une con Clarín, pero sostenemos que hay que respaldar a
este multimedio ante la embestida, pero no por apoyar a un grupo
empresarial determinado, sino por apoyar un principio filosófico y un
derecho constitucional que el despotismo iletrado que detenta el poder
del Estado pretende hacer añicos (tal como ya lo hizo con otros derechos
individuales), el cual es la libertad de prensa y expresión.
Para el kirchnerismo, en verdad, el problema no es Clarín como tal,
sino la actual insumisión de Clarín respecto de ellos. Para nosotros, el
problema tampoco es Clarín, sino la actual intromisión de la
prepotencia estatal por sobre las libertades individuales.
(*) Twitter: nickymarquez1
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La Prensa Popular | Edición 151 | Lunes 22 de Octubre de 2012