EL ATAQUE A LAS FUERZAS ARMADAS
Es
de un simplismo peligroso creer que la actual ofensiva contra las
Fuerzas Armadas del gobierno de Kirchner y sus secuaces se circunscribe
al tema de los desaparecidos, los golpes de Estado, o los mentados
"excesos" durante la represión del terrorismo. Es de candidos o de
cómplices creerlo; como es de necios dar por ciertas las palabras
presidenciales, según las cuales, la defensa de los derechos humanos no
supone un ataque a las Fuerzas Armadas.
Así como está conceptualmente diseñada esa defensa, y dadas las manos a las que se les ha confiado, queda claro que sólo es un recurso específico para tener en un eterno banquillo de acusados a las Fuerzas Armadas y de Seguridad. La Verdad y Justicia que ha invocado Kirchner en el día de la Fuerza Aérea, como condiciones para forjar y gobernar al país, sólo serán reales cuando comience por decir la verdad sobre la agresión marxista a la Argentina que él y los suyos protagonizaron, y se disponga a ser juzgado por tamaña tropelía.
Lo que se persigue en el fondo es la destrucción de la esencia, la identidad, la vocación y el destino de las Fuerzas Armadas; el cuestionamiento del sentido de su existencia, tanto como del sentido de sus dos guerras justas del pasado reciente: la librada contra el Comunismo y la librada por la reconquista de Malvinas.
Lo que les molesta de las Fuerzas Armadas a estos supérstites del montonerismo y de las gavillas erpianas alzados con el poder no son los ilícitos del Proceso -en los que participaron tantos civiles-, son los actos lícitos que han emprendido y pudieran emprender los guerreros en defensa de Dios y de la Patria. No son los golpes los que los inquietan -siempre habrá un Sábato para almorzar con Videla, un Lanusse para mesar las barbas de Graiver, un Massera para fundar un partido socialdemócrata, un Menem para abrazarse con Martínez de Hoz, un Harguindeguy para confraternizar con Alfonsín y un Bignone para traspasarle el mando- sino las guerras justas inconclusas y pendientes, cuyo triunfo les acarrearía el fin estrepitosamente.
Proseguir esas dos guerras justas sería hoy el verdadero freno a tanta iniquidad desatada.
Así como está conceptualmente diseñada esa defensa, y dadas las manos a las que se les ha confiado, queda claro que sólo es un recurso específico para tener en un eterno banquillo de acusados a las Fuerzas Armadas y de Seguridad. La Verdad y Justicia que ha invocado Kirchner en el día de la Fuerza Aérea, como condiciones para forjar y gobernar al país, sólo serán reales cuando comience por decir la verdad sobre la agresión marxista a la Argentina que él y los suyos protagonizaron, y se disponga a ser juzgado por tamaña tropelía.
Lo que se persigue en el fondo es la destrucción de la esencia, la identidad, la vocación y el destino de las Fuerzas Armadas; el cuestionamiento del sentido de su existencia, tanto como del sentido de sus dos guerras justas del pasado reciente: la librada contra el Comunismo y la librada por la reconquista de Malvinas.
Lo que les molesta de las Fuerzas Armadas a estos supérstites del montonerismo y de las gavillas erpianas alzados con el poder no son los ilícitos del Proceso -en los que participaron tantos civiles-, son los actos lícitos que han emprendido y pudieran emprender los guerreros en defensa de Dios y de la Patria. No son los golpes los que los inquietan -siempre habrá un Sábato para almorzar con Videla, un Lanusse para mesar las barbas de Graiver, un Massera para fundar un partido socialdemócrata, un Menem para abrazarse con Martínez de Hoz, un Harguindeguy para confraternizar con Alfonsín y un Bignone para traspasarle el mando- sino las guerras justas inconclusas y pendientes, cuyo triunfo les acarrearía el fin estrepitosamente.
Proseguir esas dos guerras justas sería hoy el verdadero freno a tanta iniquidad desatada.
SOLDADO: TU LUCHA ES POR DIOS Y POR LA PATRIA