Ante el gran prostituyente: ahora o nunca
Los síntomas de dudoso pronóstico vienen de lejos, de muy lejos.
Hoy ya no son simples síntomas ni el pronóstico es dudoso.
Son negros nubarrones de pronóstico seguro.
Vienen por todo.
Y por todos.
No voy a remontarme a la época de Onganía y su cooptación de
dirigentes peronistas y algunos radicales. Tampoco a los pocos que
saltaron el cerco de la decencia durante el Proceso Militar. En ambos
casos la sangre no llegó al río.
No podía llegar.
En el primero, porque aún vivía Perón, el gran pastor de ovejas
descarriadas. Con su autoridad (no el poder, que le sobraba, sino la
autoridad moral y política que siempre tuvo por su virtud, no por su
picardía) lograba reunir nuevamente al rebaño cada vez que la suerte
nacional parecía echada.
En el segundo, porque los militares del Proceso usaron más la fuerza
bruta que la inteligencia. Y así no se coopta a nadie con dos dedos de
frente.
Pero llegó Alfonsín y a punto estuvo de diezmar las filas del
peronismo oficial, del formal…, el del PJ post-Perón y sin-Perón, con su
fantasioso Tercer Movimiento Histórico. En ese sueño utópico del
radical se apresuró a anotarse el peronista Carlos, el riojano. La
fórmula presidencial Alfonsín-Menem tuvo “principio de ejecución” en
1986, y sólo capotó por la derrota del gobierno en las parlamentarias de
1987. Es decir, por el estrepitoso fracaso del Plan Austral de
Sourrouille. Porque sin caja y sin éxito electoral, nadie puede cooptar a
ningún dirigente del PJ post-Perón y sin-Perón. Los militares no lo
sabían. Usaron la fuerza bruta. Fracasaron.
Paradójicamente, Sourrouille, aquel insulso ministro de Economía de
Alfonsín, con su fracaso vino a salvar al peronismo oficial de mostrar
la hilacha antes de tiempo. Le prolongó la agonía por dos años, hasta
1989.
Con Menem, el primer prostituyente, comenzó la verdadera cuesta
abajo. Al son de las relaciones carnales, el Consenso de Washington y la
berretada de pizza con champán, el peronismo oficial, el del PJ
post-Perón y sin-Perón, se deslizó calladamente en la rodada. Como en la
letra del tango que creó Le Pera para que cantara Gardel.
Y, como en el tango, desde entonces arrastran la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.
Menem hizo lo que los militares no pudieron hacer. Prostituyó al
peronismo oficial, al del PJ. Y a los gobernadores peronistas. Esos
señores feudales que, sin ninguna excepción, vendieron la primogenitura
por un plato de lentejas. O por un puñado de petrodólares que, en un
caso muy particular del extremo sur, desaparecieron como por arte de
magia de las arcas provinciales.
Combatiendo a la puta oligarquía
La pareja de magos vino del sur. Tenía una sólida experiencia en el
arte de apretar a infelices deudores hipotecarios morosos. Y en el firme
apoyo al primer prostituyente y su fiebre privatizadora. Menem tenía
dinero. ¡Nada menos que los millones de dólares de la privatización de
YPF! Y ganaba elecciones. La pareja de magos patagónicos supo
comprenderlo con rapidez: apoyó a Menem en todo. En la privatizaciones
también. En la de YPF sobre todo. Y se guardó los 600 millones de Santa
Cruz.
Horacio González, el de la Biblioteca ex Nacional, el de las cartas
abiertas, dice que la etapa santacruceña de la pareja de magos
patagónicos fue sólo “una espera… hasta que llegara el turno de hacer la
revolución”. Por eso, porque estaban a la espera de su destino de
grandeza revolucionaria, se enriquecieron a costa de los infelices
deudores hipotecarios y de los dólares que regalaba Menem a los
obsecuentes. Desde entonces hay muchos que quieren estar en tan
confortable sala de espera.
Diana Conti fue más directa: “Los Kirchner roban para tener dinero
con que enfrentar a la oligarquía”. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes? Los
Perón, las Evita, los Jauretche, los Scalabrini Ortiz fueron unos
ingenuos idealistas. Nunca llegaron a descubrir la fórmula K para
enfrentar debida y confortablemente a la oligarquía, camuflándose de
oligarcas. Y de garcas.
El gran prostituyente
De ese modo, la pareja de magos patagónicos, luego de 26 años de
ayuno y penitencia en el desierto, aprendió a enfrentar a la oligarquía.
Entonces, pudo aspirar a gobernar en Buenos Aires. Y al domesticado PJ
post-Perón y sin-Perón. A buena parte del gremialismo, también.
Las tropelías santacruceñas quedaron bien disimuladas bajo un
neblinoso manto de derechos humanos truchados y pañuelos blancos
prostituidos.
Pero aún faltaba lo peor: la pareja de magos patagónicos, que ya
tenía la caja a su disposición, ganó elecciones. Arma infalible. El PJ
post-Perón y sin Perón cayó rendido a sus pies. No era un león. Ni
siquiera uno herbívoro. Era sólo un mimoso gatito. Había dinero y éxito
electoral. E impunidad por si hacía falta… y en varios casos hacía
falta. “El poder es tener impunidad”, había dicho Yabrán. Tener y
ofrecer impunidad era el último secreto. El arma más poderosa. La
tentación irresistible.
La pareja de magos patagónicos supo usarla. Para ella misma y para
los amigos viejos y nuevos. Para todos. Para los del PJ post-Perón. Para
los gremialistas amigos. Para los jóvenes brillantes salidos de la
cantera de Cavallo, Menem y el ultraliberal CEMA. Y también para los que
supieran levantar adecuadamente la bandera de los derechos humanos
truchados. No los auténticos. Y los pañuelos blancos prostituidos. No
los que mantienen su blancura. Porque lo auténtico y lo blanco no
conjuga con los K.
De ese modo, el matrimonio Kirchner llegó a la cima. Se convirtió
en el gran prostituyente. Con la muerte “de Él”, el matrimonio
prostituyente se redujo a ser la gran viuda prostituyente. Y Amado
Boudou, de ser el ministro mal visto por el marido, alcanzó el podio de
la confianza de la esposa: “Jorge, debés ser leal como Boudou”, lo
humilló Cristina a un obediente Taiana, antes de echarlo como canciller
por haber incumplido la ormetá mafiosa en el caso de las megacoimas con Venezuela.
Así llegamos al sábado 25 de junio de 2011. Día definitorio. De cambios mutantes.
Los amores de ayer morían deshojados. Eran reemplazados por otros amores y otros amados.
Los del PJ post-Perón y sin-Perón y los del gremialismo amigo se
despertaron de un sueño de ocho años. Habían quedado desnudos en plena
calle. Sin un mísero taparrabos. Sin vergüenza, siquiera.
¿Y ahora?
¿Esperamos la carroza?
Porque lo que simulaban que era una lucha política, hoy está claro que era y es una lucha existencial. Por la subsistencia.
Vienen por todo. Y por todos. ¡Tarde se dieron cuenta!
Ya están rodando cuesta abajo, arrastrando la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.
Creyeron que Perón era pura picardía. Nada de virtud.
Es que el ladrón piensa que todos son de su condición.
Con los Kirchner acertaron. Con Perón, no.
Madame Butterfly
Ahora dicen que comenzarán a pelear después de octubre. Tarde.
Para cubrir su vergüenza aseguran que están probándose un traje nuevo. Invisible. Están desnudos.
Después de octubre los espera la carroza. Serán limones exprimidos.
La cuestión es ahora o nunca. Antes de octubre.
Para ellos. Los del PJ post-Perón y sin-Perón, para los gremialistas
amigos y los no tanto. Para los que quedaron afuera y para los que
mendigaron con éxito un 6º o un 11º lugar en las listas efímeras. Para
todos es ahora o nunca. Antes de octubre.
Porque el sábado 25 ha muerto el gusano de una maga patagónica, y ha
dado nacimiento a una Madame Butterfly criolla. Como todas las
mariposas, tiene un solo día de vida. Un período.
Luego llegará el turno de los nuevos gusanos. De los tarambanas
motoqueros. Que antes eran amantes de casquivanas de la noche larga. Y
hoy son amados en Olivos.
Hay una Harley Davidson en tu futuro, PJ post-Perón, PJ sin-Perón,
gremialistas amigos. En octubre, ustedes ya estarán en la carroza.
Es ahora o nunca. Antes de octubre. Para todos ustedes.
Para Alfonsín y para Duhalde, también. Uno puede llegar. Los dos a la vez, no. Los espera la carroza.
La mariposa y el amado motoquero tarambana, el de la Harley Davidson y
las casquivanas de la noche larga, vienen por todos y por todo.
Incluido el país.
Ahora o nunca. Antes de octubre.
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