La
Crucifixión de San
Pedro
Cabeza en tierra, rota la
testera,
ahogado en llanto que en vertientes
baja,
veo
mis pies desnudos,y se cuaja
toda
mi sangre en nueva sementera.
Veo
el cielo de Roma, su ladera,
que
el sol cortó de luz,como navaja,
veo
acechar la noche, la mortaja
sobre
una roca hendida y
agorera.
Morir
así, Señor, me lo merezco,
sin
mi playa, la barca ni los
peces,
yo
que tuve del mar un parentesco.
No se
oye el gallo,acéptame este envío.
Te
amé como quisiste las tres veces,
toma
tus llaves, cuídalas, Dios mío.
Antonio Caponnetto