Sección: Opinión / Actualidad
La apertura de la economía es
una política de eficiencia económica y no de combate de la inflación. La
inflación se corrige con disciplina fiscal y monetaria.
En su discurso de anoche, Cristina Fernández reconoció, sin
reconocerlo abiertamente, que hay un agudo proceso inflacionario.
Obviamente que no iba a reconocer, además, que la culpa del proceso
inflacionario es del gobierno que emite moneda a todo vapor.
Su “amenaza” de abrir algunas importaciones para frenar la suba de
precios muestra dos cosas: a) no entiende para qué sirve la apertura de
la economía y b) si usa la apertura de la economía para combatir la
inflación se va a meter en más problemas de los que ya generaron,
apurándome a aclarar que, obviamente, estoy totalmente a favor de la
apertura de la economía.
En primer lugar, la apertura de la economía sirve para hacer más
eficiente al sistema productivo. La mayor competencia obliga a los
productores locales a invertir para producir bienes de mejor calidad y
precios competitivos para poder mantenerse en el mercado. Un empresario
que tiene un mercado cautivo no tiene estímulos para invertir porque
tiene cautivo al consumidor, por lo tanto, puede vender productos de
menor calidad y a precios más altos aprovechando ese privilegio que le
otorga el Estado en desmedro de los consumidores. Pero en una economía
cerrada, sin un desborde de emisión monetaria, el empresario protegido
no puede aumentar indefinidamente el precio de sus productos. Tiene un
plus sobre el precio internacional de una sola vez.
En el caso actual de Argentina, no es que los precios suben, sino que
la moneda se deprecia por el desorden monetario y fiscal imperante.
¿Qué ocurriría si abriera la economía en este contexto? Con el dólar
oficial retrasado, aumentarían las importaciones de los bienes
seleccionados. El precio de esos bienes bajaría transitoriamente, pero
el resto de los bienes protegidos seguirían subiendo por la emisión
monetaria del Central. Es decir, el tipo de cambio real retrasado
aumentaría las importaciones, mantendría bajas las exportaciones, caería
el saldo de balance comercial y el gobierno se metería en más problemas
cambiarios.
Basta con ver los datos del saldo comercial y la evolución de las
importaciones y exportaciones del primer bimestre de este año para
advertir en el lío de sector externo en que se ha metido el gobierno.
En la segunda etapa, dada la creciente emisión monetaria del BCRA, la
inflación seguiría su curso normal, todos los precios subirían,
incluidos los importados autorizados por el gobierno, y el problema no
se resolvería.
La presidente ha demostrado, una vez más, que no domina el tema
económico, lo cual se refleja en el fenomenal lío que hoy tenemos en ese
campo.
¿Qué es lo que no entiende la presidente? Que la apertura de la
economía es una política de eficiencia económica y no de combate de la
inflación. La inflación se corrige con disciplina fiscal y monetaria.
Como su populismo no le permite tener disciplina monetaria y fiscal,
formula esta amenaza de combatir la inflación con apertura de la
economía parcial, propuesta que es tan ridícula como querer tomar la
sopa con el tenedor.
Fuente: http://economiaparatodos.net