lunes, 25 de marzo de 2013

CFK QUIERE TOMAR SOPA CON TENEDOR

La apertura de la economía es una política de eficiencia económica y no de combate de la inflación. La inflación se corrige con disciplina fiscal y monetaria.
 
En su discurso de anoche, Cristina Fernández reconoció, sin reconocerlo abiertamente, que hay un agudo proceso inflacionario. Obviamente que no iba a reconocer, además, que la culpa del proceso inflacionario es del gobierno que emite moneda a todo vapor.
Su “amenaza” de abrir algunas importaciones para frenar la suba de precios muestra dos cosas: a) no entiende para qué sirve la apertura de la economía y b) si usa la apertura de la economía para combatir la inflación se va a meter en más problemas de los que ya generaron, apurándome a aclarar que, obviamente, estoy totalmente a favor de la apertura de la economía.
En primer lugar, la apertura de la economía sirve para hacer más eficiente al sistema productivo. La mayor competencia obliga a los productores locales a invertir para producir bienes de mejor calidad y precios competitivos para poder mantenerse en el mercado. Un empresario que tiene un mercado cautivo no tiene estímulos para invertir porque tiene cautivo al consumidor, por lo tanto, puede vender productos de menor calidad y a precios más altos aprovechando ese privilegio que le otorga el Estado en desmedro de los consumidores. Pero en una economía cerrada, sin un desborde de emisión monetaria, el empresario protegido no puede aumentar indefinidamente el precio de sus productos. Tiene un plus sobre el precio internacional de una sola vez.
En el caso actual de Argentina, no es que los precios suben, sino que la moneda se deprecia por el desorden monetario y fiscal imperante.
¿Qué ocurriría si abriera la economía en este contexto? Con el dólar oficial retrasado, aumentarían las importaciones de los bienes seleccionados. El precio de esos bienes bajaría transitoriamente, pero el resto de los bienes protegidos seguirían subiendo por la emisión monetaria del Central. Es decir, el tipo de cambio real retrasado aumentaría las importaciones, mantendría bajas las exportaciones, caería el saldo de balance comercial y el gobierno se metería en más problemas cambiarios.
Basta con ver los datos del saldo comercial y la evolución de las importaciones y exportaciones del primer bimestre de este año para advertir en el lío de sector externo en que se ha metido el gobierno.
En la segunda etapa, dada la creciente emisión monetaria del BCRA, la inflación seguiría su curso normal, todos los precios subirían, incluidos los importados autorizados por el gobierno, y el problema no se resolvería.
La presidente ha demostrado, una vez más, que no domina el tema económico, lo cual se refleja en el fenomenal lío que hoy tenemos en ese campo.
¿Qué es lo que no entiende la presidente? Que la apertura de la economía es una política de eficiencia económica y no de combate de la inflación. La inflación se corrige con disciplina fiscal y monetaria.
Como su populismo no le permite tener disciplina monetaria y fiscal, formula esta amenaza de combatir la inflación con apertura de la economía parcial,  propuesta que es tan ridícula como querer tomar la sopa con el tenedor.
Fuente: http://economiaparatodos.net