Cristina por el récord mundial de destrucción
de riqueza
Este tipo de destrucción se
da generalmente cuando ocurre una guerra, cuando un país es invadido y
bombardeado. Pero hay un país, un lejano país en el sur de América, que en
sólo tres años logró algo que parecía imposible.
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Las
guerras tienen consecuencias terribles para los países. Estos prejuicios no solo
se miden en cantidad de vidas humanas perdidas y en el sufrimiento de toda la
población, sino también en términos económicos. Mire las consecuencias
económicas de la primera guerra mundial, según Wikipedia:
La riqueza de los estados sufrió un dramático descenso: Francia perdió
más del 30%, Alemania cerca del 25 %, el Reino Unido el 32%, Italia el 26%.
Estados Unidos se vio menos afectado y su economía se colocaría a la cabeza del
mundo.
¿Duro ver que el 25% o 30% de la riqueza de un país desaparece en poco
tiempo no? Miles de vidas afectadas, miles de proyectos de vida truncados. ¿Y
qué me dice si le cuento que en un país -que no tuvo la desgracia de pasar por
una guerra- esa destrucción de la riqueza llegó al 45%? Va a creer que le estoy
contando un cuento de ciencia ficción, ¿no?
Lamento informarle que esto no es un cuento. Esto es lo que pasó en la
Argentina durante los últimos 3 años. Es cierto que las estadísticas oficiales
se esfuerzan por esconder esta realidad y que el Gobierno está intentando emitir
todo el dinero posible para ocultar las consecuencias de este desastre, pero los
números son los números.
En 2011 el PBI de la Argentina fue de US$ 569.000 millones. Hoy, ese PBI
-si lo tomamos a tipo de cambio libre- es de US$ 310.000 millones. Esto implica
una baja del 45% del PBI de la Argentina en sólo tres años y sin una guerra de
por medio.
¿Le parece que está mal tomar el tipo de cambio libre para hacer este
cálculo? Le pregunto: ¿hay alguna posibilidad de que cuando se abra el mercado
del dólar en la Argentina el precio se fije al del cambio oficial hoy? No, no se
ilusione, esto nunca pasó ni va a pasar. Nunca un precio controlado, regulado va
a ser el verdadero. El verdadero es el que fijan libremente las personas
intercambiando sus bienes.
Por otro lado, si usted vende su casa en pesos y quiere convertir esos
pesos a dólares, ¿qué dólar va a usar para cambiar ese dinero? El oficial es
imposible usarlo, salvo que usted quiera hacerlo por un pequeño monto. Para
montos relevantes no queda otra que usar el dólar libre.
Por ello, es lógico medir el tamaño de nuestra economía al dólar libre.
Porque no hay otra alternativa, porque ése es el precio real del dólar hoy.
Asumiendo esta realidad, la destrucción de la riqueza es asombrosa.
Cuando en 2011 nosotros adelantamos el Fin de la Argentina, éramos el único medio de la
Argentina hablando en estos términos. Hoy vemos que este tema es tapa de todos
los diarios y medios más importantes del país. Uno de estos medios, Infobae preparó una fabulosa infografía mostrando
los resultados del cepo cambiario impuesto en la Argentina tres años atrás. Los
resultados son tremendos y los comparto con usted:
¿Cómo se
puede ser tan bruto al manejar la economía de un país? ¿Se da cuenta de que
estos resultados son mucho peores que los de un escenario de guerra
total?
Cristina y
su equipo lograron lo que parecía imposible: destruir casi la mitad de la
riqueza de un país en solo tres años. ¿Cerca del récord mundial de destrucción
de riqueza?
La intención
de Cristina seguramente fue buena. Ella pensó algo como: “yo sé lo que quieren
los argentinos, yo sé a dónde quieren ir. Por lo tanto, voy a planificar todo de
tal forma de que ocurra lo que todos los argentinos quieren”. Entonces, empezó a
regular y controlar la economía como nunca antes.
Pero los
grandes planificadores centrales, como Cristina y sus funcionarios, con Axel
Kicillof a la cabeza, fallan siempre porque basan su estrategia en tres
creencias que son falsas. La primera es que ellos están convencidos de que
conocen en qué estado está la comunidad que están planificando. Ellos creen que
conocen sus deseos, sus necesidades, sus esperanzas, sus recursos; luego creen
que ellos saben a dónde quiere llegar y qué quiere lograr la comunidad que están
planificando; y lo tercero de lo que están convencidos es que ellos son capaces
de crear el futuro que desean.
Ninguna de
estas tres creencias es real, estamos ante una gran ilusión. En conjunto,
representan lo que F. A. Hayek llamó como “la presunción fatal que el hombre
tiene la capacidad de moldear, según sus deseos, el mundo que está a su
alrededor.”
El
todopoderoso ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, es un fiel reflejo
de esto. Él cree que puede moldear el mundo que lo rodea según sus antojos. Él
cree que conoce nuestros deseos, él sabe qué esperamos de nuestro futuro y él
está convencido de que puede crear el futuro que nosotros queremos. Por eso
interviene en la economía, se hace cargo de cada pequeña transacción económica.
Fija precios, cuotas, formas de distribución, cantidades. Él necesita planificar
todo, absolutamente todo, para lograr su futuro deseado. Y si ese futuro no
llega es porque no planeó lo suficiente. Por lo tanto, regula más
aún.
Como vemos,
una y cada vez que un Gobierno implementa una política similar, esta arrogancia
tiene resultados desastrosos. Todo termina en una calamidad total y
absoluta.
¿Cómo se
explica que los humanos tengamos esa capacidad de repetir tantos desastres una y
otra vez? No está clara la respuesta, pero sí le puedo decir que muchos de esos
desastres son mucho más fáciles de predecir que las catástrofes naturales. Tome
como ejemplo una de las campañas militares más destructivas de la historia: la
invasión de Napoleón a Rusia.
Antes de la
invasión a Rusia, la carrera de Napoleón había sido un éxito absoluto. Al
momento en que el Senado francés lo proclamó emperador en 1804, él ya se había
convertido en el más grande genio militar que alguna vez haya nacido. Por ello,
cuando decidió invadir a Rusia, nadie se asustó. Nadie, salvo Armand Augustin
Louis de Caulaincourt, el “ayudante de campo” de Napoleón. Es que él sabía más.
Él había estado en Rusia. Napoleón lo había mandado como embajador francés en
San Petersburgo. Él sabía que invadir a Rusia era una muy mala idea. Él le
advirtió al emperador Napoleón del terrible clima ruso, la gente salvaje que
poblaba las calles, las rutas en mal estado. Él le rogó que no invadiera Rusia y
le advirtió que esa aventura iba a arruinar a Francia.
Pero el
emperador lo ignoró y unos pocos meses después ambos estaban allí, muriéndose de
frío en Moscú. Napoleón entró a Rusia con 300.000 soldados. Solo 10.000 pudieron
salir vivos. Luego de ser muy exitoso por muchos años, la campaña de Napoleón al
país más grande del mundo fue un completo desastre.
Napoleón en
el siglo XIX y su desastre militar. Cristina en el siglo XXI y su desastre
económico. Estamos ante desastres creados por los hombres. Terribles desastres
que matan a miles de personas o destruyen economías enteras. Desastres que son
armados por personas que alguna vez fueron exitosas, muy exitosas. Personas que
parecen inteligentes y valientes.
Bill Bonner tiene una particular forma de explicar
estos terribles fenómenos creados por los hombres. Él los nombra con la palabra
“Hormegeddon”. Esa palabra viene de la palabra hormesis. Éste es un
fenómeno que se da cuando una pequeña dosis de algo produce un resultado
positivo, pero si uno incrementa la dosis, los resultados son un
desastre.
Napoleón usó
pequeñas dosis de buena estrategia militar y fue un éxito. Pero cuando aplicó
mucho más de la misma medicina, provocó un desastre. Cristina y Néstor en un
principio quisieron moldear, un poco, la realidad a sus deseos y funcionó. Pero
cuando incrementaron la dosis, provocaron un desastre.
Bill Bonner
acaba de lanzar un libro llamado “Hormegeddon”, donde profundiza este
tema con maestría. Pronto estará disponible para todos nuestros lectores. Pero
para ser coherentes con el fenómeno de la hormesis, empecemos ahora mismo
nuestro fin de semana antes de que leer tanto de economía e inversiones termine
por destruir nuestra vida personal…
Federico
Tessore
Ariel Salvador Plá
Presidente de
A.R.A.C.
(Asociación Regional
Agropecuaria Córdoba)
Tel.:
03572-15543513