sábado, 1 de noviembre de 2014

MONS. LEFEBVRE: ALERTA CONTRA LOS ERRORES DE NUESTRO TIEMPO – 14 ABR 1974

MONS. LEFEBVRE: ALERTA CONTRA LOS ERRORES DE NUESTRO TIEMPO – 14 ABR 1974

9_Marcel_Lefebvre_1981-194x300

DE UN SERMÓN DE MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE

Domingo de Pascua de 1974, 14 de abril

Alerta contra los errores de nuestro tiempo

00:00
00:00
DOWNLOAD
A partir del minuto 15, hasta el final:

Es a esto que debemos aferrarnos, a los Sacramentos que Nuestro Señor nos ha dado, y al Santo Sacrificio de la Misa. A los medios que Nuestro Señor ha querido darnos. Y por lo cual ha instituido el sacerdocio, y por lo cual estableció la Iglesia, para continuar el sacerdocio.

 PRESIONE "MAS INFORMACION" A SU IZQUIERDA PARA LEER EL ARTICULO


Porque no puede haber el Santo Sacrificio de la Misa sin Sacerdocio, y no puede haber Sacerdocio sin la Iglesia.

He aquí por qué Nuestro Señor nos ha dado la Iglesia, para darnos el Sacerdocio; y el Sacerdocio para continuar el Sacrificio del Altar. Y que podamos participar a la Santísima Trinidad, a la vida de la Santísima Trinidad.

He aquí lo que Nuestro Señor quiso; he aquí lo que hizo; he aquí lo que la Iglesia nos enseña de una manera admirable el día de Pascua.

Entonces, estemos aferrados con todo nuestro corazón a esas realidades, que son realidades, no son recuerdos. Son realidades que nos hacen vivir, que nos hacen continuar realmente la Redención de Nuestro Señor.

Y, por consecuencia, cuidémonos de dejarnos llevar por todos esos errores de nuestro tiempo.

Y uno de los errores más recientes, y que se extiende con una rapidez sorprendente, es el Pentecostalismo, que hace creer que se puede recibir el Espíritu Santo de una manera habitual y de una manera normal, directamente, sin pasar por los Sacramentos, sin pasar por el Santo Sacrificio de la Misa, sin pasar por el Sacerdocio y sin pasar por la Iglesia.

Esto es contrario a toda la voluntad de Nuestro Señor, como vengo de explicarlo.

Ahora bien, yo sé que, incluso entre aquellos que se dicen unidos a la Tradición de la Iglesia, hay quienes se dejan llevar por esta corriente.

No nos dejemos atrapar. Son espejismos, trampas del espíritu malo, y que pueden separarnos del Santo Sacrificio de la Misa, separarnos de los Sacramentos, para reducir la Iglesia a nada.

No quedará nada. Si de ahora en más pretendemos recibir el Espíritu Santo directamente, sin pasar por la Iglesia, sin pasar por los Sacramentos, sin pasar por el Santo Sacrificio de la Misa, no hay necesidad de la Iglesia, no hay necesidad del Santo Sacrificio de la Misa, no hay necesidad de los Sacramentos.

Esto es muy grave.

Es por eso que debemos aferrarnos, a todo precio, a lo que Nuestro Señor ha fundado, a lo que Nuestro Señor ha hecho.

Sin duda, no queremos asimilar estos errores, como el del Pentecostalismo, a las visiones y a las revelaciones que pueden ser hechas a almas santas,

Ciertamente, la Virgen, y los Ángeles, y Nuestro Señor pueden aparecer y tener comunicaciones, dar comunicaciones particulares a las almas escogidas por Él.

Pero, incluso en esto, debemos tener cuidado de no dejarnos engañar, de no dejarnos llevar a vías que pueden ser peligrosas.

Porque, a veces, es difícil distinguir lo que viene de Dios y lo que viene del demonio.

Pero, es evidente, que allí, en las peregrinaciones en que hay muchas conversiones, donde realmente las gracias del Espíritu Santo se derraman de tal manera que las almas se convierten y retornan a Dios de una manera permanente y de una manera casi definitiva, entonces se puede creer que Dios está realmente presente, que la Santísima Virgen María está presente.

Pero, todavía una vez más, no hay que hacer pasar estas cosas, que son una ayuda que Dios nos da (esas peregrinaciones, esas apariciones), no hay que hacerlas pasar antes de aquello que Nuestro Señor ha fundado para que aprovechemos de una manera normal.

No hay que hacer pasar las peregrinaciones antes de la asistencia a la Santa Misa, al verdadero Sacrificio de la Misa, donde está el Santísimo Sacramento.

Esto es muy importante.

Hay que conservar siempre una fe profunda, una fe definitiva en lo que Nuestro Señor quiso.

Y si, por su gracia, por su bondad, Él desea hacernos decir, por su Santísima Madre, mensajes que Él desea que sean comunicados al mundo, recibámoslos, si tenemos la convicción de que son verdaderos. Recibámoslos con agradecimiento, con acción de gracias.

Pero, sin embargo, esto no debe jamás hacer disminuir la devoción por los medios normales que Nuestro Señor nos ha dado.

Es así que encontramos a Nuestro Señor. Es así que permanecemos en la Verdad. Es así que no nos dejamos llevar por corrientes que quieren conducirnos al error y que quieren destruir nuestra Santa Religión Católica.

Pidamos, pues, a la Santísima Virgen María, que pide hacer penitencia, que pide rezar, que pide comulgar el Cuerpo y la Sangre de su Divino Hijo, pidámosle esclarecernos y conducirnos a Jesús.