UNA FURTIVA BALA
Publicado por Revista Cabildo Nº111
Meses Enero/Febrero de 2015- 3era.Epoca
Editorial
Publicado por Revista Cabildo Nº111
Meses Enero/Febrero de 2015- 3era.Epoca
Editorial
Inevitablemente
instalada en el centro de todas las cuestiones políticas
circunstanciales, la muerte de Nisman nos pide el esfuerzo de algunos
enunciados sintéticos, sin mengua de posteriores análisis.
—
Sobran las pruebas para demostrar que este gobierno, al igual que el de
sus antecesores inmediatos, ha sido servilmente funcional a los
intereses judíos, tanto los ideológicos cuanto los financieros.
Como es
de presumir que tal afirmación será descalificada a priori por ser nosotros quienes la enunciamos, podrá el lector inquieto demorarse con atención en las páginas de “La mafia judía en la Argentina”,
de Fabián Spollansky, autor hebreo que lo editó en San Juan, por
ediciones Rubin, en el año 2008. Y se podrá incluso repasar la crónica
de la visita a Dachau, hecha por los Kirchner en abril del 2005, durante
la cual no dejaron tópico sionista ni cuento aliadófilo por repetir. Conjeturar
siquiera que el kirchnerismo es antisemita, no tiene razón de ser. Está
en todos los medios del 13 de febrero, la habitual deposición verbal
matutina de Aníbal Fernández, descalificando la marcha del 18-F con el
latiguillo de que la misma está organizada “por narcos y antisemitas”.La
muerte de Nisman no ha hecho sino potenciar y reforzar el estado
permanente de victimización en que se coloca Israel, demandando su
inmaculada existencia y agrediendo a mansalva a todo aquel que se la
niegue.
—
Que fuera cierta o casi toda cierta la denuncia de Nisman sobre el
encubrimiento iraní, no anula lo predicho en absoluto. Sólo le suma al
kirchnerismo, una vez más, lo que su naturaleza peronista le otorga por
derecho propio: ambivalencia, oportunismo, amoral ubicuidad,
maquiavelismo atroz y pragmatismo indecente. Eso sí; también sería
propicia la ocasión, si de encubrimientos hablamos, para discernir la
llamada “pista israelí” tras los atentados a las sedes judías
porteñas. Y una vez más —previendo rechazos apriorísticos y ad hominem a
semejante hipótesis— remitimos, verbigracia, a quien ha estado en las
antípodas de nuestro ideario pero muy próximo al de los idealizados
setentistas. Nos referimos a las dos obras de Norberto Ceresole sobre “La falsificación de la realidad” (1998) y “La cuestión judía en América del Sur”
(2001). La muerte de Nisman también ha servido para potenciar y
radicalizar la gran inculpación judía a sus sempiternos adversarios,
exculpando a Israel de toda mácula y elevándolo al podio de la inocencia
intacta.
—
Para señalar, como ahora se señala sin correr riesgos, que el Gobierno
está salpicado de sangre, no se necesitaba esperar la muerte de Nisman.
Desde el comienzo de esta degenerada gestión kirchnerista que nos hemos
atrevido a decir que la misma está en manos de criminales de guerra.
Específicamente de la guerra revolucionaria y subversiva que las bandas
marxistas-peronistas desataron contra la patria argentina hace cuatro
décadas. Cada glorificación de un acto guerrillero que han hecho y
hacen; cada reivindicación del terrorismo erpiano y montonero que
ejecutan de modo sistemático e impune, cada falsificación histórica
colocando a los sicarios como héroes y a los soldados como genocidas, es
una nueva y horrorosa salpicadura de sangre, que no coagula, a fuer de
dolorosa y profunda.
—
Asimismo, para advertir que la justicia en estos lares, camina renga,
escribe manca y ve la realidad judiciable con un parche pirata, tampoco
se necesitaba esperar la muerte de Nisman, con sus oscuros recovecos,
ahora destapados, de enlaces con espías, mafiosos, agentes dobles y
usinas extranjeras de inteligencia. Hay miles de militares argentinos
brutalmente encarcelados; muchos de los cuales no deberían estarlo si la
justicia hubiera tenido su genuina dignidad y majestad auténtica. Y
centenares son ya los muertos de esos prisioneros castrenses, en
cumplimiento, no de una justicia legítima, sino de un plan sistemático
de venganza, rencor, resentimiento y odio. Bueno sería que alguna vez se
marchara para proclamar que todos somos la patria, no Nisman. Porque la
patria es la primera y crujiente baja cuando los estrados judiciales
—junto con los cargos ejecutivos y legislativos— están ocupados por
personajes contra natura, garantistas de hampones y verdugos de la
equidad. No; no somos Nisman como no fuimos Charlie Hebdo. Somos ciudadanos de una tierra fundada en la Cruz, a quienes sus actuales mandatarios —muy especialmente la que se hace llamar “presidenta de los cuarenta millones de argentinos”— avergüenza, ridiculiza, denigra y degrada cada día.
Que
la bala alojada en la cabeza de Nisman permita alguna vez llegar a la
verdad de lo sucedido. Pero hay una bala furtiva clavada en el corazón
de La Argentina. Y para extraerla y reanimar su cuerpo agónico y casi
amortajado, habrá que cercenar primero las manos patricidas.
Antonio Caponnetto