Es un nuevo libro recientemente editado por "EL TATÚ" Ediciones, redactado por otro valiente y sincero argentino JOSE D'ANGELO, quién animado y sumado a revelar la "GRAN MENTIRA "entronizada" en la "DÉCADA GANADA". Ayer fué exhibido en TLV1 el video en que libro y autor hacían conocer su existencia. Durante el tiempo de duración, nos enteramos del aporte miserables de varias gestiones gunernamentales, dando lugar a 40 millones de Argentinos a ser víctima de una "ESTAFA GANADA". Colocamos la dirección del vídeo sugirendo no perder este magnífico trabajo y recopilación de TLV1. https://www.youtube.com/watch?v=_cUhntg2n18 . Con el mismo nombre se dispone también de un página, que continuará con idénticos fines. Nuestra primera publicación elegida, ya fue colgada al http://elquijotesiglo21.blogspot.com.ar/.
30.000 desaparecidos ¿realidad o mito?
¿Por qué hay quienes afirman que en la Argentina, en
los años ’70, el Estado hizo desaparecer a 30.000 personas, mientras en
los registros oficiales, a casi cuarenta años de los hechos, apenas se
conoce el nombre y apellido de menos de la tercera parte de esa cifra?
¿Por qué razón no se divulga la identidad de más de 21.000 víctimas?
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Estos interrogantes originaron la investigación hoy
convertida en libro. A partir de ellos, fue necesario familiarizarse con
los listados oficiales de “víctimas del Estado” -informes CONADEP 1984 y
Secretaría de DDHH 2006-, para poder indagar sobre la suerte de algunas
de las personas registradas en ellos.
Esos listados se confrontaron, invariablemente, con
fuentes de innegable simpatía por las guerrillas que actuaron en la
Argentina en los ’70 -cuando no con las propias publicaciones de ERP y
Montoneros- y del cotejo surgieron divergencias manifiestas.
Efectivamente, en una llamativa cantidad de casos, los informes
gubernamentales difieren por completo de las otras versiones.
Profundizar, documentar, ordenar los datos obtenidos y
al mismo tiempo, tratar de hallar explicación para estas notables
diferencias fue, a partir de entonces, el motor de la investigación.
En
nuestro país existen dos listados oficiales de “víctimas del Estado”.
Uno, de 1984, publicado por la CONADEP (Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas) durante el gobierno de Raúl Alfonsín. El otro,
elaborado durante el gobierno de Néstor Kirchner, por la Secretaría de
Derechos Humanos -veintidós años después (2006)-, que según su prólogo
“revisó, corrigió, amplió y actualizó” el Informe de 1984.
Otro dato relevante es que, desde 1983 y hasta 2011,
nunca por más de veintiocho años, se interrumpió la posibilidad de
denunciar ante la Secretaría de Derechos Humanos, la desaparición o
muerte de una persona a manos del Estado en los años ‘70. En el Informe
de 1984, cuya elaboración llevó casi un año, son denunciadas como
desaparecidas 8.961 personas, mientras que en el Informe de 2006,
transcurridos más de veinte años durante los cuales se pudieron receptar
nuevas denuncias, esa cifra disminuyó a 7.089. Sin embargo, fueron
agregados 1.279 muertos; con lo que, según el gobierno de los Kirchner,
las víctimas globales del Estado en los años ‘70 suman 8.368 personas;
lejos de las 30.000 víctimas invocadas.
En este último Informe, todas ellas son registradas
como “víctimas del accionar represivo ilegal del Estado”, desde 1969
hasta 1983; es decir, mientras transcurrían sucesivamente, los gobiernos
de Juan Carlos Onganía, Roberto Marcelo Levingston, Alejandro Lanusse,
Héctor Cámpora, Raúl Lastiri, Juan Perón, Isabel Perón, Jorge Rafael
Videla, Roberto Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri y Reynaldo Bignone.
De la confrontación entre el documento oficial de
2006 y las fuentes documentales antes referidas, surgieron los nueve
capítulos que componen este libro. Cada uno de ellos analiza y
ejemplifica los distintos “tipos de irregularidades” que pueden
encontrarse en este último listado oficial de “víctimas del Estado”.
Se
inician con la novelización de uno de los hechos reales investigados.
No todos conocieron aquellos años de plomo y su clima; no todos los que
los vivieron recuerdan. Por ese motivo, la novelización se incorpora con
la finalidad de traer aquellos días al presente. En cada capítulo, a su
vez, se encuentra la prueba documental de los casos allí agrupados que
muestra las contradicciones de la historia con el Informe oficial.
En el primero, “Los aparecidos”, se analiza la
llamativa circunstancia de que al Informe de 2006 le “faltan” más de
2500 víctimas que estaban registradas como desaparecidos en el Informe
de 1984; o inversamente, al Informe de 1984 le “sobran” más de 2500
víctimas o desaparecidos, comparándolo con el de 2006.
El
capítulo siguiente, “¿Represión ilegal?”, presenta casos de
guerrilleros que, durante un gobierno constitucional -integrando
organizaciones declaradas ilegales por dicho gobierno-, fueron abatidos
en enfrentamientos con fuerzas legales y sin embargo, en el Informe
2006, la Secretaría de DDHH los registró como “víctimas del accionar
represivo ilegal del Estado”.
En el tercer capítulo, “¿Quién los mató?”, se
consideran varios casos de personas que murieron a manos de las
organizaciones guerrilleras, pero cuya responsabilidad el Informe 2006
adjudica al Estado.
El siguiente capítulo, “La orden era matarse”,
considera los ejemplos de aquellos integrantes de las guerrillas que
decidieron suicidarse, cumpliendo directivas expresas de sus
organizaciones y por cuyas muertes, sin embargo, el Informe 2006 también
responsabiliza al Estado.
En el capítulo cinco, “En otros frentes”, son
presentados varios de los casos en que el Informe 2006 adjudica al
Estado argentino las muertes de determinadas personas que en realidad,
sucedieron en otros países, causadas por agentes estatales de esos
países y por acciones desarrolladas por aquellas personas fuera de
nuestro territorio.
El sexto capítulo, ¿Adónde están?, expone casos de
personas incluidas como desaparecidas en el Informe 2006, a pesar de que
el Estado en su momento, anunció públicamente su muerte en combate; sus
familiares conocieron tal circunstancia y hasta dieron sepultura a sus
restos mortales.
El séptimo capítulo, “¿Quién los ocultó?”, describe
casos de integrantes de las guerrillas que al morir fueron enterrados
clandestinamente o incinerados sus cuerpos por sus propias
organizaciones, pero cuya desaparición el Informe 2006 atribuye al
Estado.
En el capítulo octavo, ¿”Que falló?”, se consideran
casos de integrantes de las guerrillas que murieron por impericia en el
manejo de explosivos o armamento que manipulaban y sin embargo, el
Informe 2006 vuelve a responsabilizar de su muerte al Estado.
En el último capítulo, “Cualquiera”, se describen,
entre otros, casos de personas que figuran en el Informe 2006 como
desaparecidas pero que están vivas; de otras también registradas como
desaparecidas pero que fallecieron por causas naturales y en libertad;
de desaparecidos mellizos; de desaparecidos registrados como tales pero
que fueron víctimas de delincuentes comunes y de los cuales, además, se
conoce el destino de su cuerpo.
La historia de aquellos años no está completa. Hay
datos inexactos, faltan o se tergiversan víctimas reales o supuestas,
sobran falsedades, se sospechan oscuras maniobras políticas y económicas
que no han terminado todavía de mostrar su verdadero rostro. El asunto
es doloroso y es una herida grave en el cuerpo de la Argentina. Estas
páginas quieren ser un aporte que permita iniciar un camino que los
argentinos tenemos que transitar con coraje, honestidad y lucidez si no
queremos vivir respirando mentiras y repetir errores del pasado.