A 40 años del 24 de marzo: ¿quién venció a quién?
“No nos han vencido” es el lema
escogido por las organizaciones de extrema izquierda y sus pandillas
colaterales, a los efectos de ¿celebrar? el próximo feriado turístico
previsto para el 24 de marzo, fecha en la que se cumplen 40´ años de
aquella masiva reacción popular que, encabezada por las Fuerzas Armadas
de la Nación, puso fin a un régimen de ladrones capitaneado por una
impresentable meretriz, el cual además se caía solo (su principal
Ministro López Rega ya se había escapado al exterior), en medio de un
clima social signado por la hiperinflación (el tristemente célebre
“rodrigazo”) y la guerra civil desatada por el terrorismo
castro-comunista representado en las bandas asesinas del ERP y
Montoneros.
A pesar de los años trascurridos, la reconciliación nacional no sólo no pudo ser llevada a cabo sino que el largo régimen kirchnerista se encargó de entorpecerla al indemnizar terroristas, distorsionar la historia hasta el punto de convertirla en historieta, encarcelar militares ilegalmente y beneficiando familiares de guerrilleros al otorgarles emprendimientos empresariales de todo tenor.
A lo largo de toda la década del ‘70, la
subversión sumando muertos en combate y terroristas ejecutados
(desaparecidos) tuvo un total de bajas en derredor de las siete mil. A contrario sensu
y según lo dictaminado por la Cámara Federal alfonsinista que juzgó a
la Junta de Comandantes en 1.985, el terrorismo marxista colocó 5052
bombas, perpetró 1748 secuestros y asesinó a 1.501 personas (entre
civiles, militares y miembros de las fuerzas de seguridad).
Los terroristas pretendieron asaltar el
aparato estatal a efectos de imponer un totalitarismo comunista. El
objetivo no fue logrado. El pueblo argentino representado en sus
instituciones le impidió a la delincuencia marxista esa posibilidad y le
ganó la guerra.
¿Y la ganó para siempre?. Vayamos a cuenta.
Cuatro décadas atrás los grupos
terroristas quisieron destruir al capitalismo y hacer una revolución
marxista y años después, durante la primavera kirchnerista en la que
ellos fueron ensalzados, no pudieron siquiera modificar la Constitución
Nacional y acabaron sufragando por un motonauta menemista como mal
menor: ¿En serio creen estos sátrapas que no fueron vencidos o ese grito
es un autoengaño catártico ante tanta frustración revolucionaria?.
Sin dudas que durante los 12 años de
latrocinio kirchnerista estos sectores obtuvieron prebendas, cargos
burocráticos, museos y negocios inmobiliarios. Todo ese disfrute
pasajero del que gozaron fue real: ¿pero que tiene qué ver esa rentable
caricatura progresista con una revolución marxista?. Y encima este 24 se
encontrarán no sólo con Mauricio Macri como Presidente sino que encima
este se fotografiará verá abrazado con el Presidente del “imperialismo
norteamericano” como visitante insigne en Buenos Aires: ¿esa imagen no
será la más acabada confirmación de que los fines revolucionarios fueron
aplastantemente vencidos?.
Guste o no y aunque en sus actos
proselitistas estas infelices comparsas vociferen consignas
triunfalistas, la guerra la ganaron los argentinos con las Fuerzas
Armadas de manera categórica.
Sin embargo, también es un dato cierto
que la guerra no se ganó como se hubiera querido ganar, puesto que la
formidable proliferación de filmes distorsivos, libros falsarios,
indemnizaciones ilegítimas y museos amnésicos, ha provocado que lo
sucedido por entonces hoy sea totalmente desdibujado y desnaturalizado
de su esencia verdadera. A todo esto, debe sumársele la violación
permanente de los principios fundamentales del derecho a efectos de
llevar adelante encarcelamientos masivos a ancianos octogenarios que
oportunamente fueron miembros del sector definitivamente triunfante.
Pero más allá de estos irritativos
contratiempos, nunca se va a instalar el comunismo en Argentina. En todo
caso el país padeció transitoriamente durante tristes 12 años a una
camarilla de ladrones y millonarios que no sólo no pudieron “convertir
el Sheraton Hotel en un hospital de niños” (tal como prometían los
Montoneros en los años 70´) sino que hoy ni siquiera saben cómo harán
para justificar el lavado dinerario de Hotesur: quisieron destruir la
sociedad de consumo y a lo máximo que pudieron aspirar es a disfrutar de
ella con plata ajena.
El régimen del matrimonio Kirchner no
fue castrismo, ni stalinismo y su “reforma agraria” no pudo siquiera
imponer la “Resolución 125” porque “los soldados camporistas” no
supieron ni doblegar la voluntad del tembloroso Julio Cobos en aquel
famoso desempate por las retenciones en el 2008 en el Senado.
¿Hace falta seguir reflexionando acerca de quién venció a quién?
Imaginemos el escenario inverso al
ocurrido. Supongamos por un momento que en los años 70´ los terroristas
hubiesen derrotado a las FF.AA., tomado el poder por asalto y desde allí
instaurado un sistema tal como el que actualmente prosigue fracasando
en Cuba. ¿Qué hubiese pasado?.
De haber triunfado los que fueron
vencidos, la Constitución Nacional hubiese sido anulada, la propiedad
privada desterrada, las libertades individuales fulminadas y los
disidentes, ante el hipotético régimen erpiano-montonero, en lugar de
escapar a Miami habrían buscado refugio quizás en Montevideo. Desde la
capital uruguaya (y tal como ocurre con los cubanos que hoy viven en La
Florida) se hubiesen constituido diversas O.N.Gs., las librerías
montevideanas estarían minadas de libros y bibliografía antiterrorista,
los galanes de cine filmarían películas reivindicando la guerra
antisubversiva y se enseñaría en los clubes de exiliados el horror
padecido por la población ante los ataques del terrorismo marxista y sus
respectivos crímenes de lesa humanidad. Vale decir: se haría lo mismo
que durante todos estos años hicieron los defensores del terrorismo
subversivo, aunque con la diferencia de que en los hipotéticos libros,
documentales y filmes no hubiese habido necesidad de mentir.
En ese imaginario contexto, todos los
disidentes de la tiranía montonera podrían desde Montevideo escribir la
historia de modo fidedigno, conmemorar sus feriados y recordar a sus
caídos. Pero resulta que al margen de esta desahogo menor, la Patria
Argentina habría caído bajo las garras del comunismo, los terroristas
tendrían el pleno poder del Estado, se habría instaurado la reforma
agraria, se hubiese desterrado el sistema republicano, anulado la
propiedad privada, prohibida la actividad religiosa, existiría un solo
diario y no se podría entrar a visitar hermanos, hijos, nietos o amigos.
Los disidentes serían asesinados en purgas masivas, y de tanto en
tanto, se recibiría en las costas de Montevideo a algún audaz que escapó
de las balas de la gendarmería montonera al cruzar en balsa el Río de
la Plata.
Pues nada, absolutamente nada de eso
ocurrió ni ocurrirá. ¿Por qué?. Porque más allá de la Mentira Oficial
(que es imprescindible desenmascararla) y sus deletéreas consecuencias,
la guerra la ganó el pueblo argentino representado en sus instituciones
fundacionales y naturales: las Fuerzas Armadas de la Nación.
Por ende, 40 años después no le queda
más remedio a estas minorías batifonderas que peregrinar catárticamente
cada 24 de marzo vociferando una victoria inexistente en un acto que ya
ni siquiera cuenta con financiación estatal.
La guerra antiterrorista no se habrá ganado tal como se quiso, pero se ganó: y se ganó para siempre.
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