Publicado poe Revista Cabildo Nº34-
Meses Enero/Febrero de 2004-3era.Época
MIRANDO PASAR LOS HECHOS-ENERO/FEBRERO 2004
por Víctor Eduardo ORDÓÑEZ
TODO ES LODO,
LODO, LODO...
ENTREMESES
Para decir la verdad hay que afirmar que en el caso de los sobornos del Senado hay culpables descubiertos o acorralados, no arrepentidos que es un status manejado por el gobierno para utilizar a un pobre tipo en la tarea de echar las últimas paladas de tierra al radicalismo y reacomodar su propia imagen. Y nos tememos que tampoco habrá castigados. El todo no pasará de un ritual montado en el fuero federal. Alfonsín se declaró partidario de Kirchner. No ocasionalmente ni por casualidad lo hizo sino porque hay una química especial entre ellos, son como dos momentos distintos de la misma izquierda en la que ambos militan: éste lleva a cabo lo que aquél no pudo, lo completa.
El relevo del general Tereso es una muestra -no la primera ni la única ni la última- que conviene retener del odio tan ideológico como patológico que alienta en Kirchner y que impone como política de Estado. Es un indicio de hasta dónde puede llegar y de cuan grande es su hipocresía en materia de derechos humanos (la sanción se debió a que el jefe militar había solicitado al juez que entiende en una de las tantas causas tramadas contra los los uniformados sospechados de violación de esos mismos derechos que les permitiera pasar las fiestas con sus familias). Semejante consideración a criminales tan descastados que lo irritan hasta la paranoia le pareció insoportable al presidente y castigó con la expulsión de las filas a tan benigno carcelero.
La designación de la diputada Graciela Ocaña al frente del corrompido y vaciado PAMI es una permuta interna de la izquierda un ajuste de cuentas que debería empujar al ARI a repensar su posición frente al gobierno. Tambiér expone la metodología impúdica que se aplica en nuestra política donde los enemigos se compran y los amigos se abandonan si es preciso. Asimismo demuestra que como decía Napoleón, todo hombre (y toda mujer) tiene su precio Kirchner salió al mercado de compras. tentando ofertas. Veremos cual es la próxima adquisición.
En cuanto al conflicto suscita do por las declaraciones de Noriega, colocando a Kirchner a la izquierda, hay que reconocer que fue extremado utilitariamente por éste y algo habrá ocurrido íntenir para que a las pocas horas el funcionario afroamericano lo decía declarara un buen aliado de Bush.
No pueden ser atribuidos a la casualidad dos hechos casi consecutivos, menores pero sintomáticos. Uno es la suspensión, farfullada entre dientes, del viaje del presidente a Cuba; el otro es la oposición de Kirchner a la presencia de Chávez en el G 20 de Montevideo. Pragmatismo que le dicen. Pero en todo caso lo que a Noriega lo alarmó fue la política exterior del gobierno porque nada dijo de la interna que parece no merecer objeciones de parte del Imperio.
Cuando el ministro Fernández dijo, muy suelto de cuerpo, que el presidente no designa jueces por su ideología, miente tan groseramente que él también incurre en corrupción. Carmen Argibay se declaró izquierdista y atea militante. Una adecuada y sintética definición y descripción del país que quiere Kirchner. En el fondo un sinceramiento, por si hiciera falta, que deberíamos agradecer. A propósito de la Argibay (esa desaparecida reaparecida a voluntad) es de preguntarse qué ha de entenderse por "atea militante" como se definió de entrada. Si semejante estolidez significa algo es terrible sobre todo en boca de una futura magistrada. Porque si es militante procurará difundir su credo (o su no credo) y si no lo es resulta una embaucadora. Ahora bien ¿cómo se puede ser militante de una negación: es una contradicción? Sólo se puede luchar por una fe, no por un vacío.
La Argentina de estos días da para todo. Un trotskista confeso como Castells agita la bandera (él, un internacionalista) y alza una imagen de la Virgen de Lujan (él, un ateo) Mucha demencia y demasiada ficción.
Kirchner tuvo una expresión casi "monroista" al terminar la cumbre de Monterrey, ocasión en la que exhortó a sus pares a que 'América ayude a América". También propuso que EE.UU. implemente un nuevo plan Marshall para América Latina; se le olvidó que las circunstancias de la primera parte de la segunda mitad del siglo XX son por completo diferentes a las actuales donde, rota la bipolarización y desaparecido el enemigo comunista, Washington prefiere el ALCA y tiene al FMI a su disposición para negociar y presionar el pago de la deuda externa.
MÁS PIQUETES
La gente de Castells volvió a tomar el edificio del Ministerio de Trabajo aunque esta vez tuvo a bien no retener a su titular que se pudo retirar a su hogar aparentemente cuando quiso. La respuesta del gobierno ante tales excesos y desquicios fue la misma: no reprimir. Pero ahora le agregó un aditamento que contribuye a hacer más confusa y menos manejable la situación. Dijo por boca de su ministro -uno de los Fernández- que no se va a ceder a las presiones y sin embargo recibe a los delegados de los ocupantes y conversa aunque asegura no negociar ¿Para qué los recibe, entonces? ¿Y hasta cuándo piensa prolongar el ejercicio de esta violencia sorda que promete desbordarse a cada rato? ¿Qué se proponen unos y otro? ¿Actúan coincidentemente los piqueteros y el gobierno o se sienten enfrentados entre sí? Preguntas por el momento sin respuestas porque todos se comportan como en un gran guiño, como cumpliendo un papel, una función en esta comedia que ya insinúa terminar en drama.
Fracasada la experiencia revolucionaria de los 70 -en los que se formaron Kirchner, su mujer y varios de sus colaboradores y afines-la izquierda que todavía no se "civilizó" (porque aún sin armas sigue recurriendo a cierta forma de violencia) procura conservar su metodología, apabullante, irracional y extrainstitucional en una especie de estado latente, como una bomba de tiempo que puede estallar el día menos pensado. Si se quiere, un fantasma que se agita entre alaridos y balbuceos, reclamando todo aunque no se sepa bien qué. Un espantajo que sirve para poner a prueba la paciencia de la burguesía urbana al mismo tiempo que busca atemorizarla; una táctica tendiente a introducir el clima de una imposible lucha de clases, impensable ya en cualquier país y más en uno que lucha por su subsistencia para lo cual, como por instinto, se unen y reunifican sus factores y energías ante el riesgo cierto de la disolución nacional. Porque en la Argentina gobernada durante un cuarto de siglo (si incluimos en el período a un tramo del Proceso en que primó Martínez de Hoz, uno de los iniciadores de la entrega) por demócratas y liberales, todo amenaza fractura y ruina ante lo que la única respuesta natural es la unidad porque todos -quien más, quien menos- somos víctimas. Pues bien, contra esa actitud de sobrevivencia colectiva el movimiento piquetero -mezquino, artificial y salvaje- intenta la parcialización, la división, el enfrentamiento, el alzamiento de lo sectorial sobre lo general. Mediante la apariencia tratan de introducir el perimido y, si se quiere hablar así, anticientífico principio de lucha de clases que no se mantiene ni en el más ortodoxo y utópico marxismo.
Es evidente que el gobierno tiene interés en sostener vivo el movimiento piquetero no sólo porque no lo reprime (como reprime cualquier otra manifestación de disidencia por mínima que fuere). Pero ¿en qué reside ese interés, qué ventaja espera obtener con esa fastidiosa y delictiva actividad callejera, hasta dónde piensa o cree que podrá manipularlo? Una explicación podría ser la conveniencia entrevista por sus estrategos -los revolucionarios de otrora- de desarmar el Estado de manera de volverlo indefenso, obligándolo a delegar la práctica de la fuerza, que en buena doctrina debe ser monopolizada por él, en otros segmentos conexos y paralelos: algunas y exclusivas ONG y, fudamentalmente, los Piqueteros. En línea con esa táctica estaría la conmoción que provoca, hoy o más adelante, el traslado de los marginales como nuevos operadores políticos, la sustitución de los factores habituales de poder (como la CGT oficial y los partidos tradicionales) por estos nuevos provistos por el lumpen y por sus exponentes más radicalizados. O sea una nueva sociedad para un nuevo perfil de poder, un nuevo cuerpo social para el sostén de un nuevo poder.
De paso, y quizá no sea lo menos importante, se va filtrando en el ánimo colectivo al par que una resignación próxima a la castración, un clima o, si se prefiere, una cultura de la indisciplina constante, de la utilización y presentación de la fuerza como un recurso idóneo y, por lo tanto, lícito para efectuar e imponer reclamos de la índole que fueren. Con lo que también se consigue algo que los subversivos de hogaño no habían alcanzado, la aparición de nuevas fuentes no sólo de poder sino también del derecho. Esto permite comprender la tolerancia, disfrazada o disimulada detrás del gesto adusto de los principales funcionarios de Kirchner, con que el gobierno sigue y fomenta las aventuras de los piqueteros de toda laya que pululan por las calles y caminos argentinos. Con lo que la Argentina se erige en ejemplo y modelo para el resto de los países del subcontinente, caídos sus respectivos regímenes democráticos -ciertamente que oscuros, ficticios y perversos- para que el poder se traslade, aunque sea momentaneamente, en las multitudes que a su vez, -así se espera- engdren un nuevo estado de estilo cubano con un agregado indigenista. Con el piqueterismo no puede ni se debe convivir porque es la muerte de la república y que es peor, la pérdida de la posibilidad de su recuperación, de redención y de su refundación
FUERZAS DESARMADAS
Kirchner evidentemente no tiene capacidad ni habilidad para simular el odio que lo atenaza, carcome contra las FFAA., odio que posiblemente le es insufrible a él como a nosotros. Ahora ya dio la pauta de las que ( quiere forjar al final de su gestión. Lo dijo en su discurso a los oficiales de reciente egreso. Allí, en lugar de felicitarlos por empezar una de las carreras más dignas que puede tentar al hombre, amonestó advirtiéndoles que en adelante habrán de abstenerse de utilizar sus armas "para adentro y siempre empuñarlas para la paz y el respeto de los derechos humanos". No se puede concebir hipocresía mayor porque lo que este presidente marxista -que llegó al poder por un simple juego del azar- busca en reinstalar las condiciones para que sus criminales compañeros de antaño retornen pero ahora sin el peligro de tropezar con la desagradable resistencia que les fuera opuesta treinta años ha. Pretende que los jóvenes oficiales se mantengan impávidos al momento de la agresión. El nuevo ejército neutro o socialdemócrata que se dibuja en las palabras de Kirchner debe preocuparse más por los derechos humanos de los subversivos (hoy estrafalarios pero módicos piqueteros) que por el interés de la Nación. Y en el mismo sentido se ubica la reacción de los Verbitsky y Bonasso que "descubrieron por casualidad" fotos de un horrible campo de horrible adiestramiento de las no menos horribles tropas comando que derrotaron a sus correligionarios en los dorados 70. Este es el ejército que se quiere y que se procura, blandengue, sin convicciones, una suerte de guardia armada sin mística ni funciones, una institución preferentemente burocrática sin nada que hacer más allá de custodiar las fronteras no del invasor sino del contrabando y, de un modo eventual, sancionarse a sí mismas cuando algún juez-empleado lo disponga.
FARSANTE
Que Kirchner es un farsante -que nada le debe ceder a Menem en la materia- no se discute. Ha conseguido imponer una ley que todavía está en su coleto pero que le enseña a sus cercanos y que ha empezado a aplicar. Según esta ley, su ferocidad verbal se incrementa en la medida en que va cediendo en los hechos. Llega al exabrupto en sus relaciones con el Uruguay, metiéndose sin necesidad en su interna en tanto se gana la voluntad del desconfiado Noriega que le cambió el trato -de izquierdista pasó a ser un buen socio- en cuanto Kirchner aceptó mediar para mantener la tranquilidad en la región, para lo cual sólo se le exigió que cesara su apoyo al rebelde Evo Morales y se lo ofreciera al más domesticable Maza en Bolivia. Sorprende que Kirchner se muestre tan plástico y razonable ,en política internacional y tan duro e intransigente en la política interna. O no sorprende, porque lo que en definitiva quiere es la instalación en la Argentina de un aparato desde donde proveer a los movimientos subversivos del continente, ya secada Cuba y en vías de extinción Hugo Chávez. ¿Kirchner tomará la posta? •
La designación de la diputada Graciela Ocaña al frente del corrompido y vaciado PAMI es una permuta interna de la izquierda un ajuste de cuentas que debería empujar al ARI a repensar su posición frente al gobierno. Tambiér expone la metodología impúdica que se aplica en nuestra política donde los enemigos se compran y los amigos se abandonan si es preciso. Asimismo demuestra que como decía Napoleón, todo hombre (y toda mujer) tiene su precio Kirchner salió al mercado de compras. tentando ofertas. Veremos cual es la próxima adquisición.
En cuanto al conflicto suscita do por las declaraciones de Noriega, colocando a Kirchner a la izquierda, hay que reconocer que fue extremado utilitariamente por éste y algo habrá ocurrido íntenir para que a las pocas horas el funcionario afroamericano lo decía declarara un buen aliado de Bush.
No pueden ser atribuidos a la casualidad dos hechos casi consecutivos, menores pero sintomáticos. Uno es la suspensión, farfullada entre dientes, del viaje del presidente a Cuba; el otro es la oposición de Kirchner a la presencia de Chávez en el G 20 de Montevideo. Pragmatismo que le dicen. Pero en todo caso lo que a Noriega lo alarmó fue la política exterior del gobierno porque nada dijo de la interna que parece no merecer objeciones de parte del Imperio.
Cuando el ministro Fernández dijo, muy suelto de cuerpo, que el presidente no designa jueces por su ideología, miente tan groseramente que él también incurre en corrupción. Carmen Argibay se declaró izquierdista y atea militante. Una adecuada y sintética definición y descripción del país que quiere Kirchner. En el fondo un sinceramiento, por si hiciera falta, que deberíamos agradecer. A propósito de la Argibay (esa desaparecida reaparecida a voluntad) es de preguntarse qué ha de entenderse por "atea militante" como se definió de entrada. Si semejante estolidez significa algo es terrible sobre todo en boca de una futura magistrada. Porque si es militante procurará difundir su credo (o su no credo) y si no lo es resulta una embaucadora. Ahora bien ¿cómo se puede ser militante de una negación: es una contradicción? Sólo se puede luchar por una fe, no por un vacío.
La Argentina de estos días da para todo. Un trotskista confeso como Castells agita la bandera (él, un internacionalista) y alza una imagen de la Virgen de Lujan (él, un ateo) Mucha demencia y demasiada ficción.
Kirchner tuvo una expresión casi "monroista" al terminar la cumbre de Monterrey, ocasión en la que exhortó a sus pares a que 'América ayude a América". También propuso que EE.UU. implemente un nuevo plan Marshall para América Latina; se le olvidó que las circunstancias de la primera parte de la segunda mitad del siglo XX son por completo diferentes a las actuales donde, rota la bipolarización y desaparecido el enemigo comunista, Washington prefiere el ALCA y tiene al FMI a su disposición para negociar y presionar el pago de la deuda externa.
MÁS PIQUETES
La gente de Castells volvió a tomar el edificio del Ministerio de Trabajo aunque esta vez tuvo a bien no retener a su titular que se pudo retirar a su hogar aparentemente cuando quiso. La respuesta del gobierno ante tales excesos y desquicios fue la misma: no reprimir. Pero ahora le agregó un aditamento que contribuye a hacer más confusa y menos manejable la situación. Dijo por boca de su ministro -uno de los Fernández- que no se va a ceder a las presiones y sin embargo recibe a los delegados de los ocupantes y conversa aunque asegura no negociar ¿Para qué los recibe, entonces? ¿Y hasta cuándo piensa prolongar el ejercicio de esta violencia sorda que promete desbordarse a cada rato? ¿Qué se proponen unos y otro? ¿Actúan coincidentemente los piqueteros y el gobierno o se sienten enfrentados entre sí? Preguntas por el momento sin respuestas porque todos se comportan como en un gran guiño, como cumpliendo un papel, una función en esta comedia que ya insinúa terminar en drama.
Fracasada la experiencia revolucionaria de los 70 -en los que se formaron Kirchner, su mujer y varios de sus colaboradores y afines-la izquierda que todavía no se "civilizó" (porque aún sin armas sigue recurriendo a cierta forma de violencia) procura conservar su metodología, apabullante, irracional y extrainstitucional en una especie de estado latente, como una bomba de tiempo que puede estallar el día menos pensado. Si se quiere, un fantasma que se agita entre alaridos y balbuceos, reclamando todo aunque no se sepa bien qué. Un espantajo que sirve para poner a prueba la paciencia de la burguesía urbana al mismo tiempo que busca atemorizarla; una táctica tendiente a introducir el clima de una imposible lucha de clases, impensable ya en cualquier país y más en uno que lucha por su subsistencia para lo cual, como por instinto, se unen y reunifican sus factores y energías ante el riesgo cierto de la disolución nacional. Porque en la Argentina gobernada durante un cuarto de siglo (si incluimos en el período a un tramo del Proceso en que primó Martínez de Hoz, uno de los iniciadores de la entrega) por demócratas y liberales, todo amenaza fractura y ruina ante lo que la única respuesta natural es la unidad porque todos -quien más, quien menos- somos víctimas. Pues bien, contra esa actitud de sobrevivencia colectiva el movimiento piquetero -mezquino, artificial y salvaje- intenta la parcialización, la división, el enfrentamiento, el alzamiento de lo sectorial sobre lo general. Mediante la apariencia tratan de introducir el perimido y, si se quiere hablar así, anticientífico principio de lucha de clases que no se mantiene ni en el más ortodoxo y utópico marxismo.
Es evidente que el gobierno tiene interés en sostener vivo el movimiento piquetero no sólo porque no lo reprime (como reprime cualquier otra manifestación de disidencia por mínima que fuere). Pero ¿en qué reside ese interés, qué ventaja espera obtener con esa fastidiosa y delictiva actividad callejera, hasta dónde piensa o cree que podrá manipularlo? Una explicación podría ser la conveniencia entrevista por sus estrategos -los revolucionarios de otrora- de desarmar el Estado de manera de volverlo indefenso, obligándolo a delegar la práctica de la fuerza, que en buena doctrina debe ser monopolizada por él, en otros segmentos conexos y paralelos: algunas y exclusivas ONG y, fudamentalmente, los Piqueteros. En línea con esa táctica estaría la conmoción que provoca, hoy o más adelante, el traslado de los marginales como nuevos operadores políticos, la sustitución de los factores habituales de poder (como la CGT oficial y los partidos tradicionales) por estos nuevos provistos por el lumpen y por sus exponentes más radicalizados. O sea una nueva sociedad para un nuevo perfil de poder, un nuevo cuerpo social para el sostén de un nuevo poder.
De paso, y quizá no sea lo menos importante, se va filtrando en el ánimo colectivo al par que una resignación próxima a la castración, un clima o, si se prefiere, una cultura de la indisciplina constante, de la utilización y presentación de la fuerza como un recurso idóneo y, por lo tanto, lícito para efectuar e imponer reclamos de la índole que fueren. Con lo que también se consigue algo que los subversivos de hogaño no habían alcanzado, la aparición de nuevas fuentes no sólo de poder sino también del derecho. Esto permite comprender la tolerancia, disfrazada o disimulada detrás del gesto adusto de los principales funcionarios de Kirchner, con que el gobierno sigue y fomenta las aventuras de los piqueteros de toda laya que pululan por las calles y caminos argentinos. Con lo que la Argentina se erige en ejemplo y modelo para el resto de los países del subcontinente, caídos sus respectivos regímenes democráticos -ciertamente que oscuros, ficticios y perversos- para que el poder se traslade, aunque sea momentaneamente, en las multitudes que a su vez, -así se espera- engdren un nuevo estado de estilo cubano con un agregado indigenista. Con el piqueterismo no puede ni se debe convivir porque es la muerte de la república y que es peor, la pérdida de la posibilidad de su recuperación, de redención y de su refundación
FUERZAS DESARMADAS
Kirchner evidentemente no tiene capacidad ni habilidad para simular el odio que lo atenaza, carcome contra las FFAA., odio que posiblemente le es insufrible a él como a nosotros. Ahora ya dio la pauta de las que ( quiere forjar al final de su gestión. Lo dijo en su discurso a los oficiales de reciente egreso. Allí, en lugar de felicitarlos por empezar una de las carreras más dignas que puede tentar al hombre, amonestó advirtiéndoles que en adelante habrán de abstenerse de utilizar sus armas "para adentro y siempre empuñarlas para la paz y el respeto de los derechos humanos". No se puede concebir hipocresía mayor porque lo que este presidente marxista -que llegó al poder por un simple juego del azar- busca en reinstalar las condiciones para que sus criminales compañeros de antaño retornen pero ahora sin el peligro de tropezar con la desagradable resistencia que les fuera opuesta treinta años ha. Pretende que los jóvenes oficiales se mantengan impávidos al momento de la agresión. El nuevo ejército neutro o socialdemócrata que se dibuja en las palabras de Kirchner debe preocuparse más por los derechos humanos de los subversivos (hoy estrafalarios pero módicos piqueteros) que por el interés de la Nación. Y en el mismo sentido se ubica la reacción de los Verbitsky y Bonasso que "descubrieron por casualidad" fotos de un horrible campo de horrible adiestramiento de las no menos horribles tropas comando que derrotaron a sus correligionarios en los dorados 70. Este es el ejército que se quiere y que se procura, blandengue, sin convicciones, una suerte de guardia armada sin mística ni funciones, una institución preferentemente burocrática sin nada que hacer más allá de custodiar las fronteras no del invasor sino del contrabando y, de un modo eventual, sancionarse a sí mismas cuando algún juez-empleado lo disponga.
FARSANTE
Que Kirchner es un farsante -que nada le debe ceder a Menem en la materia- no se discute. Ha conseguido imponer una ley que todavía está en su coleto pero que le enseña a sus cercanos y que ha empezado a aplicar. Según esta ley, su ferocidad verbal se incrementa en la medida en que va cediendo en los hechos. Llega al exabrupto en sus relaciones con el Uruguay, metiéndose sin necesidad en su interna en tanto se gana la voluntad del desconfiado Noriega que le cambió el trato -de izquierdista pasó a ser un buen socio- en cuanto Kirchner aceptó mediar para mantener la tranquilidad en la región, para lo cual sólo se le exigió que cesara su apoyo al rebelde Evo Morales y se lo ofreciera al más domesticable Maza en Bolivia. Sorprende que Kirchner se muestre tan plástico y razonable ,en política internacional y tan duro e intransigente en la política interna. O no sorprende, porque lo que en definitiva quiere es la instalación en la Argentina de un aparato desde donde proveer a los movimientos subversivos del continente, ya secada Cuba y en vías de extinción Hugo Chávez. ¿Kirchner tomará la posta? •