domingo, 27 de marzo de 2016

REVISTA CABILDO Nº38 AGOSTO DE 2004- MIRANDO PASAR LOS HECHOS: DE K EN K-Gobierna el anarco-piqueterismo

Publicado por Revista Cabildo Nº38
Mes de Agosto de 2004-3era.Época
REVISTA CABILDO Nº38
AGOSTO DE 2004-
MIRANDO PASAR LOS HECHOS:
DE K EN K-
por Víctor Eduardo ORDÓÑEZ
 Gobierna el anarco-piqueterismo


LA ESTOLIDEZ K
CREEMOS con la mayor sinceridad que los hechos que están aconteciendo en estos días son los más graves y abruptos desde la finalización de la acción terrorista en el país. Hechos de los que ellos mismos y sus protagonistas son la continuación y la repetición. Bajo otra forma y otra modalidad e incluso bajo otra metodología, puesto que la situación les ha cambiado por el golpe de dados echado por Duhalde y usufructuado por Kirchner; irresponsabilidad histórica que les permitió a los Montoneros -que nunca terminaron de retirarse del todo- acceder al poder sin votos y sin armas. Más o menos como en el 73 cuando Cámpora llegó al gobierno colgado del dedo mágico de Perón. Ahora se dedican, con asombrosa impunidad, a hacer de las suyas, a despuntar el arte mañoso de la violencia, a llenar las calles con rostros sugestivamente enmascarados y con palos amenazantes, con exclamaciones brutales y reclamos incumplibles. Y el gobierno especula con eso y lo consiente todo.


No se sabe a ciencia cierta qué es lo que Kirchner -resabio estólido pero peligroso por su rencor tardío de la fiebre montonera- busca con esta energía que estremece a diario las ciudades hasta límites de la disolución. Sin duda la debilidad connatural de este gobierno ultraminoritario -digan lo que digan las bien pagadas encuestas que, sin embargo, ya debieron empezar a guardar- lo impulsa a abrir un vacío en la sociedad que sesuperponga, neutralizándolo, al vacío propio. Hay crisis de los partidos, los que están desapareciendo -incluso el oficial- o debilitándose hasta volverse irreconocibles. Hoy la izquierda -sólo el rencor la amalgama- es tan inexistente fuera de sus atroces sacerdotes que le provee el hampa. Pero cuenta, activa o pasivamente, con el aparato del poder llámese ministro del Interior y de Justicia, secretario de Seguridad, jefes policiales y comandantes de las FE AA. Todos aparecen coadyuvados para crear y sostener el actual contexto de impunidad y de abierta ilegalidad con que el Estado -golpeado en su dignidad y acotado en su autoridad como nunca antes- contempla boba o complacientemente la vindicta irracional que estremece a la nación.

LA HIPOCRESÍA K
Es formidable la capacidad de hipocresía de los diversos protagonistas. Kirchner en primer lugar que le brindó la apoyatura política y jurídica para que su empleado D'Elía asolara un establecimiento policial sin resistencia alguna; la docilidad de Gustavo Beliz que completó la labor de asalto llegando al momento no para reprimir sino para sancionar a la plana mayor de la comisaría; la no menor docilidad de Norberto Quantin que se prestó a un amistoso diálogo con los asaltantes contemplando con buen ánimo cómo la destrozaban y robaban hasta los cimientos. Por no hablar de los jueces federales llamados por los funcionarios policiales para que intervinieran: más rastreros que todos los demás, sólo amagaron. Mención aparte merecen los Fernández que pasarán a la historia de la más pobre picaresca criolla con sus entrecejos fruncidos, sus hieráticas pilosidades y sus esperpénticas dialécticas que los arrastró primero a negar que en el país hubiera violencia (a pesar de que se había querido tomar el edificio Libertador también sin resistencia) y luego a admitir que habría alguna pero sin significado, como quien dice, una travesura. Que para eso los "piqueteros buenos" contaban con la anuencia de la mismísima hermana del presidente, que hasta había arriesgado su integridad física para acompañarlos.
Hay, pues, una violencia en explosión y otra, mucho mayor y más ingobernable, en estado de latencia. Una y otra favorable o desfavorable al gobierno,según se mire. Con ambas se procura destruir el actual estado de derecho -que se viene arrastrando desde los '80- para sustituirlo por otro surgido y condicionado por esta violencia que es reiteración y prolongación de la de los '70; lo que no se consiguió entonces se alcanza ahora, con Righi, Duhalde, Verbitski, Bonasso, algún otro "histórico" y otros nuevos. Todos conducidos por aquel muchacho Kirchner que tocaba el bombo pidiendo el boleto estudiantil por las calles de La Plata con lo que pasó a integrar el martirologio montonero y que hoy se benefician del erario público y se cobran con creces sus pequeñas viejas deudas.

LOS MONTONEROS K
A los Montoneros, que siguen repitiendo con farsante convicción sus letanías vacías, no les interesa nada fuera de satisfacer su retórica y seguir engolosinándose con su discurso anacrónico y sumamente estólido. Por eso recurren a la violencia, para hacer creer que son fuertes; y por eso destruyen, para hacer creer que son justos; y por eso salen a las calles, para hacer creer que son muchos. ¿Qué clase de gobernantes son éstos tipos -los Kirchner, los Fernández, Beliz y los demás de primera y segunda fila- que a falta de programas y de planes usan la violencia para ocupar el vacío gestado por su insignificancia? ¿Qué Estado, qué clase de Estado surgirá de esta calamidad de hombres y mujeres que se basan en el odio para unir, en la venganza para juzgar, en el pasado torvo para reiterar?
Se está echando la base de un nuevo hegemonismo o sea de un nuevo cuerpo dogmático que regirá -con una fiereza que se medirá sólo con el tiempo- tal vez a varias generaciones. Los Montoneros tienen la oportunidad de implantar sus valores -tan confusos como maleables- ahora desde el poder. El hado de la historia nos jugó una mala pasada al dejarnos atascados en el pretérito terrorista que volvió para quedarse. Estas pobres fórmulas que vemos llevar a la práctica ahora -destruir lo valioso, sepultar lo mejor- es lo que los Montoneros se propusieron desde un comienzo. Y es lo que dijo Kirchner: los principios no quedarán en la puerta. Quiso decir, los odios.

EL ESTILO K
En lo que hubo de ser la festividad patria del 9 de julio en Tucumán, el presidente debió cambiar de escenario y dar su discurso en la casa de gobierno provincial y no en el palco instalado en la calle: la módica multitud reunida fue sorprendida por una verdadera batalla campal librada entre piqueteros buenos y piqueteros malos o sea oficialistas y antioficialistas. La policía, al parecer con instrucciones contradictorias, reaccionó tarde y mal. Lo que fuere, el acto perdió toda su significación y se redujo a la pequeñez connatural de los Kirchner. No se pudo rendir homenaje a la patria porque los clientes del hampa se apalearon sin saber mucho por qué. Fue una realidad pero, sobre todo, un símbolo que señala crudamente cuáles son las posibilidades y las preocupaciones del sistema montonero en el poder.

EL ENOJO K
Por temperamento, por cálculo, por precipitación ideológica, el presidente no cesa ni se cansa de agredir y de crear y crearse conflictos. Para peor con gente que no quiere litigios. Como la Jerarquía Eclesiástica que se limita a advertir y denunciar acerca de los riesgos que corre la República mientras el gobierno montonero prosigue con sus arbitrariedares y con su estrategia de liberar las energías más malsanas -a las que rodea de la mayor impunidad- lo que debilita las decaídas instituciones. Y no sólo las democráticas -que van camino de su extinción en todo el mundo- sino las naturales como la justicia. Claro que con magistrados tan dependientes -á la espera de conocer la voluntad del gobierno- como la Servini de Cubría, Zaffaroni, Bonadío y casi todos los demás de las tres instancias, el estado de derecho desapareció o lo hará en breve término. Lo único que hoy cuenta en la Argentina son los humores del presidente a los que todos se atienen.

EL PERONISMO K
Cualquiera que se detenga a considerar el sentido de los piquetes que Kirchner impulsa con intención aviesa, advertirá que en el fondo implican una contradicción para cualquier peronista que crea un poco en su historia partidaria. Porque si algo quedó del peronismo de otrora -incluso luego del vendaval menemista- es su legislación social. Que si no fue óptima fue oportuna, o por mejor decir oportunista. Como sea, el peronismo -cuando todavía era una continuidad y una excrecencia de su fundador- dictó leyes, introdujo mecanismos y, en fin, permitió el ingreso de sus dirigentes sindicales al nivel de decisión o, por lo menos, á una esfera de influencia. Ahora, en cambio, los obreros fueron marginados (más que nunca) y perdieron esos resortes que, mal que mal, les permitieron alguna vez resistir los embates del neocapitalismo criollo y extranjero. Verdad es que -y no conviene engañarse al respecto- esos dirigentes, "gordos" o "rebeldes", usaron su poder con más atención a sus intereses privados que de gremio. También es verdad que la situación, desde que el hiperliberalismo se apropió de la conducción de la economía argentina, se agravó sin cuento y hoy las víctimas se cuentan por millones. Situación que no se remediará en tanto el gobierno montonero presidido por Kichner se empeñe, como lo está haciendo, en cumplir las directivas del Fondo y desvíe el superávit que se viene obteniendo a pagar a los acreedores (de afuera obviamente).
Pues bien, ninguna de las figuras de la CGT en disputa entre sí -en cualquier lugar del espectro en que prefiera ubicarse- va más allá del mero discurso para reclamar por sus afiliados, no obstante que el estado de los mismos -con ingresos congelados, en negro, con sus obras sociales devastadas y con sus aportes previsionales liquidados- se ha agravado como nunca antes. El estallido piquetero, al menos en su origen visceral, responde como un espejo a estos datos de la realidad. Pero semejante estallido debería, teóricamente, ser innecesario en un marco justicialista como pretende encarnar el actual gobierno. Es decir debería encarar soluciones ciertas para estos problemas que supuestamente hacen a su propia identidad. Lo cierto es que ante la perversidad del sindicalismo peronista -atrapado por otros requisitos más bajos y sectoriales- surge y se expande el piqueterismo. La respuesta es simple: el montonerismo llegado al poder quiere extinguir a las instituciones, de la categoría que sean, que le precedieron y que, de alguna manera, pueden obstaculizarle su marcha hacia el hegemonismo que pretende ya sin ocultamientos. En su vasta y basta óptica todo lo que le es distinto es o puede ser su enemigo. La Iglesia ahora las Fuerzas Armadas y de Seguridad después, el sindicalismo atenazado en sus egoísmos, en muy poco tiempo. La revolución en ciernes es más profunda y más total de lo que se presume: viene sobre las espaldas del lumpen reclutado por los piqueteros.

LA IRRESPONSABILIDAD K
El presidente, teniendo a si vista los resultados de las tropelía del 16 de julio que lo comprómete más de lo que hubiere deseado insistió en que va a mantener su extraña política propiquetera. ( proterroista.) Se acopló a las falacias de los otros miembros de la izquierda, incluyendo sus ministros Fernández, indicando que se mejante desorden fue practicado y auspiciado por ... ¡policías seperados hace poco tiempo! La demesura de la mendacidad es tal que, a nuestro juicio, terminó con la escasa libertad de que disponía. No se puede enredar a la sociedad en una maniobra tan tosca y fraudulenta de desinformación tan descarada y hacerle creer que lo que sucedió no sucedió o que en todo caso, (las imágenes están allí, en la retina de millones de lalespectadores) los culpables fueron otros. ¿Quién puede creer que los travestís y las prostitutas, los jóvenes de la FUBA y los vendedores ambulantes fueron movidos por astutos policías que hasta hace poco los perseguían? No vacilan Kirchner y sus hombres más activos y fieles (los citados Fernández, Beliz, Quantin y un triste etcétera) en contradecirse porque, para completar la confusión y probar la mendacidad de todos, también inculpan a los infiltrados de siempre, provocadores surgidos de la nada y nunca detectados a tiempo. Olvidan que los mismos protagonistas de los hechos ya lo habían anunciado en su momento, en ocasión de la primera sesión en que se trató la reforma al Código en general, donde los incidentes -más contenidos que los posteriores- se llevaron a cabo en el propio recinto. Ahora, en su escasa pero maligna imaginación "los hombres del presidente" trasladan, por si cabe la responsabilidad a las autoridades de la Legislatura que no dejaron entrar a los revoltosos para que asistieran al debate ¡Por Dios, lo que hubiera sido de haberse procedido de esa manera! El edificio entero hubiera volado hecho trizas por el ejercicio de esta democracia directa. Insinuar tal desatino inhabilita a los funcionarios -los nombrados- no sólo por razones intelectuales sino morales. Nadie tiene el derecho de engañarnos con semejante puerilidad, lo que resulta ofensivo porque no es ya tratarnos como a niños sino como a tontos.

LA CGT K
Siguiendo el consejo del conde de Lampedusa -al que probablemente no hayan leído- los viejos y nuevos "gordos" de la CGT reacomodaron las fichas de manera que todo cambie para que todo siga igual. Se incorporaron Hugo Moyano -de lejos por supuesto el de más peso de todos ellos- con dos títeres del interior que lo acompañaran sólo por un año, al cabo del cual las cosas se sincerarán y volverá -tal vez con otros nombres- la oligarquía inconmovible de siempre. Pero en esta instancia las urgencias que muerden a los nuevos dirigentes no son la caída de los salarios, la inflación que acecha o el desempleo que no disminuye sino la rivalidad declarada por grupos de activistas, los que tomaron las calles y adoptan una actividad de una agresividad incomprensible para el sindicalismo histórico. Son los piqueteros o como se los quiera llamar, que demandan soluciones radicales e inmediatas y que fuerzan a todos los operadores políticos a adoptar alguna postura, a definirse en determinados temas, a proponer soluciones concretas que es, precisamente, lo que ninguno de ellos hace. Es decir que esta izquierda posterrorista y semiarmada -la misma que ocupa espacios y edificios públicos y privados y que obtiene pitanzas que sólo ellos saben a dónde van a pararse ha convertido en una auténtico referente del tenso pero inactivo arco político. Esa izquierda es hoy el genuino factor dinamizante y como tal tiende a ocupar los lugares abandonados u olvidados por los partidos y los sindicatos. Los nuevos dirigentes empezaron por tomar distancia pero, según quedaron planteados los términos de los presentes y sucesivos conflictos suscitados por la siniestra, deberá cuanto antes salir a disputar el terreno perdido. Al gobierno -tironeado por sus amores internos y por sus necesidades objetivas- le costará optar y seguramente adopte un camino intermedio, todavía confuso.
Nada bueno a la vista, pues. Porque los vicios del pasado -los de la burocracia sindical acomodaticia y claramente corrupta- serán sustituidos por los que aportarán los nuevos grupos revolucionarios o semirevolucionarios (hay de todos los matices) que, como una experiencia mundial lo indica, finalizarán su periplo en idéntica corrupción. •