viernes, 6 de mayo de 2016

¡Hipócritas! Por Juan Manuel Otero

marcha sindical 416
HIPOCRESÍA: Del gr. ὑποκρισία hypokrisía.
  1. Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.
Y no podía ser menos, apenas cuatro meses después de asumir el gobierno elegido por el pueblo, los caciques sindicales procedieron como manda el manual peronista ante un gobierno de otro color: Las amenazas de paros y enfrentamientos. Y así concretaron una multitudinaria queja contra las decisiones de las jóvenes autoridades. Queja sobre decisiones que el mismo candidato de su partido habría tomado según lo admitiera Daniel Scioli y el economista de su equipo Miguel Bein, quien ante la derrota electoral afirmara con honestidad que “la agenda del ajuste se impone” y “el resultado electoral no cambia la agenda”.


Pero los multimillonarios sindicalistas no pueden con su genio. Estaban anquilosados luego de 12 años de arrodillarse y aplaudir como focas amaestradas las decisiones del gobierno que los llevó al frente del abismo. Algo de circo le tenían que ofrecer a los sufridos trabajadores. Hay crisis y ellos se ponen al frente de las quejas, quejas que pueden corresponderle a sus humildes y esforzados adherentes, pero nunca a estos oligarcas de los prósperos sindicatos, enriquecidos con desvíos de fondos provenientes de las cuotas sindicales con que esquilman a sus “representados”.
Y hoy la hipocresía llegó al punto máximo. Por eso escuchamos a Hugo Moyano (Sí, a Hugo Moyano!) quejarse contra las medidas económicas tomadas, cuando él mismo, poco tiempo atrás, aseguraba cual moderno estadista que no podría haber otra salida ante el desastre K, pero desde el palco lo escuchamos afirmar sin ponerse colorado que prefiere oler el sudor de los trabajadores antes que el perfume francés de los oligarcas. (Dejando de lado la pobreza de esta supuesta metáfora, es la hipocresía llevada a la máxima expresión). Tampoco faltaron las superficiales y falsas arengas de barricada: “…al que se ponga en frente de los trabajadores lo vamos a enfrentar…” ¿Y entonces porqué hizo silencio y flexiones de rodillas durante 8 años?
También causa estupor escuchar al perrito faldero de Caló quien, luego de dar un doble salto mortal en el aire, se unió fervoroso a la troupe "disidente" sosteniendo que Macri dio una limosna a los jubilados, en crítica al valor del bono otorgado a fin de año. Puede que el monto no haya sido del agrado de Caló, lo cual comparto y también comprendo la penosa situación de nuestros mayores para sobrevivir con la jubilación mínima, pero el último argentino con derecho a la crítica a un gobierno que hace lo posible por superar el desastre que encontró, es justamente Caló. Ya pasó su oportunidad de quejarse por medidas gubernamentales y el silencio cómplice lo inhibe siquiera de seguir al frente de la central obrera que capitanea.
Pero lo que Caló calla es que el bono al fin y al cabo fue un “extra” y que si no fue mayor habrá que buscar su causa en la situación heredada. En cambio su patrona durante ocho años negó cualquier medida semejante y cada mes de marzo y septiembre anunciaba con bombos y platillos los magros aumentos para la clase pasiva. Aumentos fijados por Ley y no por decisión de Cristina. Y siempre el señor Caló formaba parte de la claque de aplaudidores.
Y dejo para el final al inefable Héctor Recalde quien hoy se transformó en el escudero del proyecto de ley que declara la emergencia ocupacional y prohíbe los despidos y cesantías por un plazo de 180 días.
Sí, es el mismo Recalde que rechazó similar proyecto en el año 2014 con el fundamento de que sus normas “pueden obstaculizar la contratación de trabajo”. ¿Qué es esto sino una perversa hipocresía? Otra de las tantas a las que nos tiene acostumbrado este personaje.
“VINO LA GENTE!!!” exclamaban eufóricos los organizadores, exaltados por el éxito de la “convocatoria”, pero ninguno de ellos admitió que la gente no había "ido", sino que la habían "llevado", prueba de ello son los cientos de colectivos que rodeaban la zona utilizados para acarrear a los sufridos trabajadores y llevarlos de vuelta luego del tradicional “bonus track”.
No caben dudas: LA HIPOCRESÍA EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN.