Pero los multimillonarios sindicalistas no pueden con su genio. Estaban
anquilosados luego de 12 años de arrodillarse y aplaudir como focas
amaestradas las decisiones del gobierno que los llevó al frente del
abismo. Algo de circo le tenían que ofrecer a los sufridos trabajadores.
Hay crisis y ellos se ponen al frente de las quejas, quejas que pueden
corresponderle a sus humildes y esforzados adherentes, pero nunca a
estos oligarcas de los prósperos sindicatos, enriquecidos con desvíos de
fondos provenientes de las cuotas sindicales con que esquilman a sus
“representados”.
Y hoy la hipocresía llegó al punto máximo. Por eso escuchamos a Hugo
Moyano (Sí, a Hugo Moyano!) quejarse contra las medidas económicas
tomadas, cuando él mismo, poco tiempo atrás, aseguraba cual moderno
estadista que no podría haber otra salida ante el desastre K, pero desde
el palco lo escuchamos afirmar sin ponerse colorado que prefiere oler
el sudor de los trabajadores antes que el perfume francés de los
oligarcas. (Dejando de lado la pobreza de esta supuesta metáfora, es la
hipocresía llevada a la máxima expresión). Tampoco faltaron las
superficiales y falsas arengas de barricada: “…al que se ponga en frente
de los trabajadores lo vamos a enfrentar…” ¿Y entonces porqué hizo
silencio y flexiones de rodillas durante 8 años?
También causa estupor escuchar al perrito faldero de Caló quien, luego
de dar un doble salto mortal en el aire, se unió fervoroso a la troupe
"disidente" sosteniendo que Macri dio una limosna a los jubilados, en
crítica al valor del bono otorgado a fin de año. Puede que el monto no
haya sido del agrado de Caló, lo cual comparto y también comprendo la
penosa situación de nuestros mayores para sobrevivir con la jubilación
mínima, pero el último argentino con derecho a la crítica a un gobierno
que hace lo posible por superar el desastre que encontró, es justamente
Caló. Ya pasó su oportunidad de quejarse por medidas gubernamentales y
el silencio cómplice lo inhibe siquiera de seguir al frente de la
central obrera que capitanea.
Pero lo que Caló calla es que el bono al fin y al cabo fue un “extra” y
que si no fue mayor habrá que buscar su causa en la situación heredada.
En cambio su patrona durante ocho años negó cualquier medida semejante y
cada mes de marzo y septiembre anunciaba con bombos y platillos los
magros aumentos para la clase pasiva. Aumentos fijados por Ley y no por
decisión de Cristina. Y siempre el señor Caló formaba parte de la claque
de aplaudidores.
Y dejo para el final al inefable Héctor Recalde quien hoy se transformó
en el escudero del proyecto de ley que declara la emergencia ocupacional
y prohíbe los despidos y cesantías por un plazo de 180 días.
Sí, es el mismo Recalde que rechazó similar proyecto en el año 2014 con
el fundamento de que sus normas “pueden obstaculizar la contratación de
trabajo”. ¿Qué es esto sino una perversa hipocresía? Otra de las tantas a
las que nos tiene acostumbrado este personaje.
“VINO LA GENTE!!!” exclamaban eufóricos los organizadores, exaltados por
el éxito de la “convocatoria”, pero ninguno de ellos admitió que la
gente no había "ido", sino que la habían "llevado", prueba de ello son
los cientos de colectivos que rodeaban la zona utilizados para acarrear a
los sufridos trabajadores y llevarlos de vuelta luego del tradicional
“bonus track”.
No caben dudas: LA HIPOCRESÍA EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN.