sábado, 8 de octubre de 2016

HABLANDO MAL Y PRONTO.

HABLANDO MAL Y PRONTO.


Por Dardo Juan Calderón.



       Quieras o no, la naturaleza te hace político y animal y con ello andas por este barreal buscando el pan, a secas o con mermelada, pero siempre plantado ante el esquema general con alguna jeta de personaje. En suma, que dado que el mendrugo se rebusca entre los demás, a los que  hay que correr, asociar,  convencer o apalear - pues de eso se trata la vida de la polis - y siguiendo el decir que según el culo son los azotes, te haces de algún temperamento y con ello lidias en la vida. En el fondo no es tan rebuscado aquel asunto de que primero somos un personaje y luego buscamos un libreto (¿era Pirandello?).





        No es asunto de ocultar que la Providencia sin ninguna consulta de parte,  te pone a su capricho en un tiempo, con algunas ideas en la sesera y fundamentalmente con una forma de ser que a veces te ayuda y otras te jode. En fin que, o vienes a un mundo con el que estás de acuerdo y todo va de rechupete,  pero que otras te encuentras con un mundo que te tiene entre cejas y comienzas a parir desde chiquito para ver cual es la maldita forma de encajar en el entuerto y a la vez poder llenar la filtraquera, poco o mucho y,  pitando o puteando,  pasar el chubasco no sin dejar de sentir la “perplejidad de tu insólito destino” (disculpen, se me escapó, este es Cioran).

       Lo más expeditivo es pensar como la gran mayoría, es decir: lo menos posible. Ser lisa y llanamente de los que ganan, o mejor dicho de los que no saben que pierden hasta que se mueren y ¡qué joder! si ya no importa. Y si todo va cuesta abajo y a calzón caído, buen aire me lleve y que ni me atajen ni me empujen, y si te ensartan…  hoy por mi y mañana por ti. Pero por desgracia el asunto no resulta así de fácil para todos, y por razones incomprensibles se te pone en el hocico que piensas diferente y te plantas en la cuesta para mal de cojones de todos, porque has concebido la peregrina idea que son unos pendejos y tú vas a embocar por el buen lado; lado que más adelante, si pones empeño, se va a convertir en la bendita pendiente que llevará a los otros hacia la bonanza. Si, todo lindura, pero por ahora ellos se vienen en bajada y palo ahora y piña luego, tenerte de pie cuesta un Perú y los imbéciles resultan de lo más inteligentes; y no es asunto de ser siempre macho, que hay días que amaneces más mariquita y andar de contramano exige un poco de imaginación cuando fallan las fuerzas.

          Lo lógico es que estés en contra y listo. Cagüentodos. Y tu personaje es el “energúmeno” y el libreto se escribe a insultos y capirotazos en la soledad del loquero (Ezra Pound en América y varios cientos de miles tras la cortina) o simplemente en la soledad de tu casa como pasa en estos lares no tan cruentos y más mediocres.

           Pero no todos los contras están tan chiflados ni son tan integrales, y se trata de estar en contra y no tan listo ni caput a lo Céline, sino con justificaciones y explicaciones; casi al punto de no estar tan en contra – aunque… sí - y aunque la moneda sea poca, que se pague al menos la vanidad de estar en el candelero. Y allí nace una enorme fauna de personajes que visten las formas de ser contras y que hasta logran estar en contra y sacar una enorme ventaja, o hasta estar en contra y terminar siendo  favorables, y que uno se pregunta ¿por qué no simplemente están a favor? pero es así. Pareciera que no están a favor porque no son tan mierdas, pero no tan en contra porque son un poco mierdas… sin embargo…  resulta extraño… no es por bueno ni por malo, es el destino, y  no eres tú el que elige el bando, sino el bando el que te elige a ti,  y ya una vez en el brete - por herencia o genética - pues puedes hacer de ello tu calvario,  o si te avivas y templas las llorosas cuerdas del disenso por ahí te sale el negocio de ser el contra del cual son todos amigos para demostrar que son amplios. Ya que del “bando” exitoso, si naciste del otro,  nunca serás. Y allí nace el opositor “amigable”. Y le encuentras la gracia,  y dejas para bien tarde o nunca el asunto de cambiar la pendiente porque te va yendo joya con esto de parecer de contramano y hay que darle tiempo al tiempo. Aún la más de las veces percibes que hiciste mejor negocio, que te dan premios y medallas desde los enemigos, ya que es a los del mismo bando a los primeros que se jode por aquello de que hoy por hoy, es más loable ser amplio que buen amigo.

Otro buen argumento para perdedores además de dar testimonio jurado de la “amplitud” ajena, es lo de la “política por caridad” (¡qué acierto de hipocresía, y este sí es bien católico!) - tan caro para algunos galleguetes y exportable para criollos- que acuñara un Santo Padre que piaba por el once y hacía de una excepción la regla general y que le costara la vida a un montón de mejicanos, de polacos, de franceses, de libaneses y etc., (lo que no sería nada, sino fuera que les costó además la nación y la religión para siempre) con lo cual no es muy sancto decir imbécil al imbécil, ni cazurro al cazurro, ni re-públicos a los republicanos, ni demonio al demonio; y nace para los contras un maravilloso mundo de eufemismos que te permite vivir entro los puta madre, participar de sus empresas y darles el beneficio de la duda y el tiempo de conversión sine die. Como las niñas católicas que engancharon un infiel con buena bolsa y “¡Está en proceso de conversión!” se apuran por afirmar en la parroquia.  Por sobre todo se acaba esa fácil división del combate en dos bandos a lo Cristo y a lo Meinvielle.  Nada de camino a Damasco con eso de que te pego un palo y te tiro al piso y pasas de ser del bando de los malos al bando de los buenos… no… tómate tu tiempo mi querido,  y de paso hacemos los dos de dobles agentes durante el lapso; que se trata de ser “prudentes”, que nosotros estamos “por la vida”, así que no ponemos el pecho sino el culo; que se trata de entregar el rosquete y dejar de tomar arrestos de Cristeros que ya no se aceptan ni en joligud.  El asunto se logra pegándole una forzada al embrague para que entre sin crujir el tema de los derechos individuales y nos saquemos de encima la misión religiosa de la política… poniendo todavía cara de tomistas y hablando mal de Maquiavelo (que al lado de estos tipos era gaucho y frontal). 

           Cuando el mundo era Cristiano, esta cueca con falsete la bailaban los judíos, y de allí salieron tipos de lo más variopintos que llenan la literatura, pero ¡oh témpora! nos toca a nosotros ahora encarnar los personajes que ya se venían anunciando en el Gatopardo y,  cuando lo social ya no es cristiano… a ver ¿de qué te disfrazas para conservar el cargo y yantar tupido? Y vaya salto,  de león rampante a gato danzante,  y a ver que vela levanta cada uno en el entierro de la cristiandad. Los viejos errantes ya habían inventado al “converso”, y al “cristiano amplio” con el “amigo judío”, y al “tolerante” y a la “víctima”, y a muchos otros que bien pinta una vieja novela francesa de Patrick Modiano  (La place de l’etoile). Pero había algo que no estaba inventado, eso de la “política por caridad” que lleva la firma indeleble del súcubo cristingo. Ahora que la sociedad se moldea desde las puestas judías y somos nosotros los que subimos a las tablas para hacer de payasos tristes, queda el hacer de “diferente” solicitando y testimoniando de los otros la “amplitud”… o como San Pablo… no aguantarles ni las costumbres de la mesa.