miércoles, 15 de febrero de 2017

2DA.PARTE-CAP.XXII KUHN, LOEB Y CIA., DE NUEVA YORK. . .CAP.-XXIII LA SED DE ORO NORTEAMERICANA, BAJO EL CONTROL FINANCIERO DE LOS HEBREOS

2DA. PARTE
 XXII KUHN, LOEB Y CIA., DE NUEVA YORK Y M. M. WARBURG Y CIA., DE HAMBURGO  
 XXIII LA SED DE ORO NORTEAMERICANA, BAJO EL CONTROL FINANCIERO DE LOS HEBREOS
Los banqueros judíos no poseen aún, a pesar de todo, la absoluta hegemonía financiera en Estados Unidos. Es indudable que la pretenden, y en diversas ocasiones ya la había alcanzado casi. Empero, constituyen un tan siniestro poder que sus múltiples relaciones internacionales plantean un problema político de tanta importancia, que no existe ni con mucho, razón para tranquilizarse por el simple hecho de que aun no alcanzaron la meta.
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Las grandes firmas bancarias norteamericanas constituyen un artículo de importación. Son todavía algunas de ellas de tan reciente data, que puede seguirse fácilmente su línea de desarrollo desde el primer día de su inmigración. El sentido de rozarse con extranjeros fortificase por la conservación de sus relaciones con ultramar. Por otra parte, constituye precisamente esta unidad internacional el momento culminante de su poderío financiero.
Cuatro apellidos retumbantes en la alta finanza norteamericana son Belmont, Schiff, Warburg y Kahn .
Augusto Belmont llegó a los Estados Unidos en 1837, en calidad de representante de la casa Rothschild . Era su cuna Francfort sobre el Maine ; su familia olvidó más tarde su origen hebreo. Se ocupaba grandemente de asuntos políticos, siendo durante la crítica época de 1870-72, presidente del comité nacional-democrático. Resultó de suma utilidad para esa Banca, su representación de los intereses de Rothschild , aunque las transacciones financieras de entonces comparadas con las de hoy resultaban relativamente insignificantes.
Es Jacob Schiff otro financista Julio con quien nos obsequió Francfort . Terminado su aprendizaje en el escritorio de su padre, que también fue representante de la casa Rothschild , llegó los Estados Unidos en 1865, siendo con el tiempo uno de los principales canales por los que afluían capitales germano-judíos a empresas yanquis. Su actuación proporcionóle puestos en muchas esferas importantes de la vida comercial norteamericana, preferentemente en ferrocarriles, Bancos, compañías de seguros y telegráficas. Contrajo enlace con Teresa Loeb , llegando a ser, finalmente, jefe principal de la casa bancaria Kuhn, Loeb y Cía.
Schiff también se ocupaba de política judía, siendo el, acaso la energía propulsora en la lucha política, por la cual Congreso y Presidente se vieron obligados en 1911 a romper las relaciones comerciales con Rusia a raíz de una cuestión meramente política, a la que, astutamente, se dio el aspecto de intereses norteamericanos . Prestó servicios inestimables al Japón en su guerra contra Rusia, pero se dice que la astucia nipona le desengaño y le hizo perder una reciprocidad exigida con demasía.
Consocio de Schiff en la casa de banca de Kuhn, Loeb y Cía. , es Otto Kahn , que se relaciona mundialmente, aún en mayor grado que los dos anteriores, y que se ocupa siempre de misteriosos asuntos de índole internacional, tal vez a causa de su particular conocimiento de muchos países. Nació en Alemania, procediendo también de la escuela financiera de Francfort , a donde le ligan relaciones con la casa de banca judía Speyer . Consta una ciudadanía nacional suya: la británica. El que sea aún ciudadano alemán, o que sea ya ciudadano norteamericano, no se ha podido comprobar.
Causó, sin embargo, mayor extrañeza, el que Kahn cambiará de religión, no obstante lo cual los hebreos no le tratan de apóstata. Llegóse a saber aún que en la misma época en que pretendió entrar en la casa de Kuhn, Loeb y Cía ., alentaba el proyecto de partir a Inglaterra, para presentar allí su candidatura a diputado.
En París y en los países al oriente de dicha capital, se presentó como portavoz de la aristocracia financiera norteamericana, lo que no es cierto. Sería, probablemente, portavoz de aquel núcleo que espera imponer tan hábilmente el plan mundial judío, hasta el punto de llegar a suponer las naciones europeas que Norteamérica era una poderosa potencia israelita.
Es Paul Warburg el cuarto miembro del grupo de financistas judíos. Nació en Alemania en 1868, llegando a los Estados Unidos en 1902, nacionalizándose en 1911. Llegó a este país con la declarada intención de reformar su sistema financiero. Hay dos sistemas fundamentalmente distintos de hacer dinero: según el uno, se va "haciendo" sin conceder importancia al sistema empleado. Considera el otro los sistemas como artefactos, susceptibles de perfeccionarse, cambiarse, o renovarse "a piacere". Warburg , descendiente de una larga línea de banqueros germano-judíos, pertenece a este último grupo. Explicó el desarrollo de su vida en agosto de 1914 a la Junta Senatorial de Bancas y Cambios, de cuyos relatos se deducen los siguientes detalles:
Son los Warburg una de las familias financieras hebreas cuya importancia no se conocía hasta que estalló la guerra, y de la que tampoco se hubiera tenido mucha noticia, a no ser que su internacionalismo no se hubiese patentizado tan a las claras. Fue un espectáculo en extremo interesante observar a los diversos hermanos Warburg ocupando en Versalles prominentes puestos en ambos bandos de los frentes combatientes.
La casa de banca Warburg , de Hamburgo , fundóse en 1796. Allí, en la casa paterna, aprendió las elecciones elementales del ramo bancario. Fue por dos años a Inglaterra, a la casa de banca de Samuel Montagne y Cía. , trabajando, además, dos meses como agente de bolsa. Luego estuvo en París, en la sucursal del Banco de Rusia de Comercio Exterior, volviendo después a Hamburgo. Viajó por India, China y Japón. Su primera llegada a América ocurrió en 1893, volviendo después a Hamburgo, donde ingresó como consocio en la firma paterna. En 1895 contrajo enlace con la hija del señor Loeb , en Nueva York, y estuvo cada año algún tiempo en esta ciudad, quedando definitivamente en Nueva York, en 1902, ingresando como consocio en la casa Kuhn, Loeb y Cía. Jacob Schiff, según ya vimos, casó también con una hija del Loeb, siendo, por lo tanto, cuñado de Pablo Warburg . El hermano de este, Félix , consocio también de la razón social, fue, más tarde, hijo político de Jacob Schiff . Ciudadano norteamericano no lo fue hasta 1911.
Apenas tres semanas después que haberse radicado Nueva York, en 1902, descubrió que todo el sistema monetario y financiero yanqui era completamente anticuado, y audazmente redactó un artículo sobre reformas el cual, empero, tuvo que guardar hasta 1906. Al llegar en 1902 a Norteamérica no sabía aún sí le convendría pedir la ciudadanía. Se resolvió a ello en 1908, y lo efectuó en 1911. Pero en 1902 sabía ya que estaba destinado a transformar la vida financiera y monetaria yanqui. A la pregunta de cierto miembro de la Junta de porque tardó tanto en naturalizarse, repuso que había sido "ciudadano muy leal" de su antigua patria. Únicamente la convicción de tener que proceder a la reforma financiera norteamericana le indujo a abandonar su destacada posición en Alemania. Sintió desde entonces que había arraigado en esta tierra y que formaba parte de la nación norteamericana. (Durante los años de 1906 a 1911 fue Warburg un ciudadano tan leal alemán como norteamericano). A raíz de su artículo trabó conocimiento con el senador Aldrich , señor omnipotente en asuntos financieros y brutal representante de los intereses bancarios ante el gobierno. Este solicitó consejos a Warburg (entonces aún extranjero), y los obtuvo en abundancia.
Sobre la actuación de Warburg , el profesor E . R . A S elig m a n n de la Universidad de Columbia, dijo: "Sólo pocos conocerán a Warburg . La ley de Reservas de la Unión quedará ligada al nombre de Warburg en la historia de este país". Dicha ley creó un Banco Central, el F e d e r al R e s e v e - B o a d , tal como Gran Bretaña, Francia y Alemania lo poseían. Las consecuencias prácticas de dicha institución consisten en que los Estados Unidos son hoy un país en la más dificultosa situación económica, con un exceso enorme en productos de toda índole, que no puede aprovechar, ni distribuir, porque el sistema central de canalización financiera está obstruido . La afirmación de Warburg , de que había realizado un enorme sacrificio material, al ponerse al frente del Federal Reserve-Board , indujo a cierto senador a preguntarle por qué lo hizo. La respuesta apenas comprensible de Warburg fue, que desde que llegó a América sintió vivísimo interés por implementar su (¿cuál?) reforma financiera. . r r
En el transcurso de este examen ante la Junta senatorial, también interesó la posición política de Warburg , y de sus consorcios de la casa Kuhn, Loeb y Cía. Resulta de sus declaraciones que es característico para la política hebrea (quizá para la de ciertas grandes casas financieras), el apostar sobre todos y cada uno de los partidos políticos, de modo que sus intereses queden siempre a salvo, sea el que fuere el partido gobernante. Resultó, entonces, de dicho examen, que Warburg fue primeramente republicano, otorgando más tarde sus simpatías a Wilson , de lo cual se deduce que se había vuelto demócrata, que su casa de banca apoyó el partido republicano, que Mr. Schiff pagó personalmente los gastos de la campaña electoral del Partido Demócrata; que Félix Warburg , hermano de Paul Warburg , se interesó personalmente con una fuerte suma por la elección del candidato republicano, Taft ; que a la pregunta de que nadie de la firma Kuhn, Loeb y Cía. , apoyara
financieramente al tercer candidato, señor Roosefeld y el por que, dijo Warburg : "No deseo afirmar tanto", es decir, que, probablemente, sería Mr. Kahn quien apostara sobre Roosefeld . Y esquivóse, finalmente, con la frase de que no debía exponer los "intereses de negocio" de sus consocios, ni los de su casa.
Fue el resultado de tan diversos intereses políticos, que siendo Wilson el vencedor, obtuvo Warburg , como consocio de la firma Kuhn, Loeb y Cía. tan elevado cargo, que le facilitó una decisiva influencia sobre la Hacienda de los Estados Unidos.
Cuando el examen ante dicha junta, es decir, el 1º de agosto de 1914, víspera de la guerra mundial, era Warburg presidente del Banco Central de la Unión, y al propio tiempo , consocio de la casa bancaria norteamericana Kuhn, Loeb y Cía. y de la casa de banca alemana M. M. Warburg y Cía. , de Hamburgo. No le hace que dijera que sus declaraciones: "estoy por liquidar mi casa de Hamburgo, aunque la Ley no me obliga a ello".
Warburg pudo, entonces, ingresar como consocio en la más importante casa de banca norteamericana, siendo extranjero , y simultáneamente pudo como extranjero, lograr el reconocimiento legal de un sistema financiero suyo, conocido como Sistema de Reservas de la Unión. El pueblo yanqui, en su mayoría, cree habérselas, naturalmente, con una institución del Estado . Pero se engaña, pues aunque la ley que lo implanta constituye un acto oficial, el sistema en sí es de índole netamente particular , fundado bajo auspicios y prerrogativas extraordinarias. Ha sido sostenido este error por todos los que escribieron acerca del asunto.
Es el sistema de Reservas de la Unión, uno de Bancos particulares, vale decir la fundación de una aristocracia bancaria dentro de una autocracia ya existente. Se perdió con ello gran parte de la independencia de los otros Bancos, y además se les hizo factible a determinados especuladores financieros, obtener grandes sumas para fines particulares y sin que interesara el bien común.
Sí mostró este sistema cierta utilidad en medio de las excepcionales condiciones de la guerra , artificiosamente creadas, es decir, de utilidad para un gobierno que no supo administrar por sí mismo sus asuntos y sus finanzas, y que durante toda esa época no salió jamás de apuros, se mostró, en cambio, inservible completamente para las necesidades en tiempo de paz , a causa de los errores iniciales o de su inhábil aplicación.
Llegó el "plan Warburg" a realizarse precisamente a tiempo todavía para servir a las necesidades de la guerra , y en tanto que el autor y promotor del mismo supo perfectamente, en su tiempo, defender los intereses b a n c a io s , se muestra hoy asombrosamente taciturno al tratar de defender los intereses del pueblo . r
Deseo Warburg , desde un principio un solo Banco Central, y éste, naturalmente, establecido en Nueva York. Debió ceder en lo referente a admitir la fundación de doce sucursales del distrito; y se conformó, finalmente, con la promesa de que podría subsanarse tal falta por "decreto", es decir, fuera de la Ley . Y, efectivamente, lo logró en la práctica. En Nueva York no existe carestía de dinero. Empresas cinematográficas se apoyaron con sus millones. Pudo ser fundado un centro de venta de cereales bajo la jefatura de Bernard M. Baruch , y con un capital inicial de 100.000.000 de dólares. Loew , el as teatral hebreo, pudo, en un solo año, construir veinte teatros nuevos.
Por el contrario, en los distritos rurales del país, allí donde se acumula la verdadera riqueza de la nación, en su vida cultural y en sus graneros; nadie encontró dinero, y para nadie hubo crédito.
Nadie pudo negar esta situación efectiva, pero las causas verdaderas son sólo conocidas por muy pocos, porque no siguen los caminos rectos. Se descubren fácilmente las razones, en tanto que las artificialmente creadas se encubren con un misterioso velo. ¿Cómo es posible? Aquí tenemos a los
Estados Unidos, el país más rico del mundo, con sus enormes masas de productos y valores, listos para su inmediato aprovechamiento, y a pesar de todo aherrojado, imposibilitado de moverse dentro de su cauce acostumbrado, únicamente por ciertas tenebrosas maquinaciones en su sistema financiero.
Penetra en éste el país con suma dificultad. Se lo hiciera, comprendería muy pronto que el secreto no radica en el dinero , sino en la forma como se le maneja, que es " por decreto ".
Los Estados Unidos nunca tuvieron un Presidente que entendiera de finanzas, y por eso, siempre debieron pedir los oportunos consejos a los técnicos en la materia. Es el dinero el bien más distribuido, y que se administra y se organiza en mayor escala. Y, sin embargo, el gobierno nada tiene que ver con el, salvo como la gran masa popular, cuando lo necesita pedir a quienes lo dominan o poseen.
La cuestión del dinero , bien encarada, significa al mismo tiempo una solución de la cuestión hebrea , y las demás cuestiones de índole material .
Estipuló el plan financiero de Warburg que el porcentaje de interés debería ser distinto en las diferentes regiones. Ya que supo explicar la utilidad de tal sistema a los banqueros , merecería el beneplácito público si supiera explicársela al pueblo , así como el motivo de que determinada categoría de personas, que en modo alguno pertenecen al grupo de productores de valores, perciban créditos, en tanto que las capas sociales que realmente producen valores, se consideren para los banqueros como inexistentes; y, además, el motivo por el cual a algunas personas residentes en determinada parte del país se le preste dinero a un tanto por ciento alto, y a otras a un porcentaje distinto.
Creo Warburg su obra desde el punto de vista financiero de oficio, y únicamente en el caso de que se ocupara desde hoy también de los intereses generales, llegaríase a comprender que la Providencia le trajo este país.
Ciertas frases emanadas de la pluma de Warburg , no darán a conocer las ideas e intenciones de éste financista en asuntos de dinero: "... Contrariamente a una apreciación muy general, los institutos bancarios centrales europeos no son, en general, propiedad de los gobiernos... El Banco de Inglaterra funciona como una empresa lucrativa privada". "Deriva el plan de la comisión financiera de las instituciones del Banco de Inglaterra. Tiene su administración exclusivamente en manos de hombres de negocios, sin admitir la mínima participación y supervisión del gobierno... Dichas centrales bancarias, si bien legalmente, son corporaciones particulares, constituyen órganos semi-oficiosos, mientras tienen el privilegio de emisión de billetes de Banco... y mientras son los custodios de casi todas las reservas metálicas del país y los administradores de los fondos públicos. Por otra parte, en cuestiones de política nacional , el gobierno debe contar con la buena voluntad y cooperación legal de estos órganos centrales ". Resulta, entonces, que las cuestiones de la política nacional deben supeditarse a los intereses de los poderes financieros. Una influencia más poderosa que la del gobierno es caracterizada por Warburg como "un extremo mucho más peligroso aún".
Combate Warburg la cooperación de los gobernantes en asuntos financieros por la siguiente razón: "en nuestro país (Norteamérica), donde todo aficionado sin cultura puede alcanzar cualquier puesto público , donde la amistad personal, o el apoyo financiero o político en la campaña electoral p r e sid e n cial c o n c e d e el d e r e c h o d e r e cla m a r cie r t a s p e r r o g a tiv a s ... mostraríase toda administración directa por el gobierno, vale decir, una dirección política como extremadamente perjudicial".  r
Junto al concepto emitido de "prerrogativa" recordemos que en diciembre de 1906 afirmábase que varias personas allegadas a Wilson habían ganado sesenta millones de dólares en especulaciones
bursátiles, por conocer de antemano la nota bélica del presidente.
Los manejos políticos internacionales de la casa bancaria hebrea Kuhn, Loeb y Cía. , merecen suma atención. Las influencias que obligaron en 1911 al gobierno norteamericano a romper las relaciones de comercio con Rusia, provinieron de Jacob Schiff . Parece haber sido aquel país el centro de la actuación política de Schiff . Su casa de banca fue la que apoyó financieramente al Japón en su campaña contra Rusia, intentando con ello hacerle cómplice de Judá. Pero los astutos nipones comprendieron la jugada, limitando sus relaciones con Schiff a lo estrictamente preciso en asuntos financieros. No debe perderse de vista tal hecho ante la amplia propaganda bélica presente contra el Japón. Las mismas voces que en más alto tono se elevan en favor de la causa judía, son también las que con mayor ahínco propagan sentimientos hostiles contra el Japón.
Favoreció la guerra ruso-japonesa las intenciones de Schiff para socavar a Rusia, labor que perfeccionóse con el bolcheviquismo. Facilitó el dinero con el cual se infiltraron en los espíritus de los prisioneros de guerra rusos las ideas disolventes, que ahora son conocidas bajo la forma del comunismo. Estos prisioneros de guerra retornaron luego a su patria trocados en apóstoles de la anarquía. Por su personal participación en la destrucción de ese país, fue Jacob Schiff en la tarde del día mismo en que el Zar renunció al trono , o b j e t o d e m a nif e s a cio n e s e n t u sia s t a s e n N u e v a York . t
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Toda esta razón social es germano-hebrea, manteniendo desde siempre relaciones con Alemania. Ignoramos por ahora el grado en que éstas siguen subsistiendo, con relación a los sucesos que citaremos a continuación.
Es Gran Bretaña y Francia el campo de acción de O t o K a h n . En la prensa francesa, y como "plenipotenciario" norteamericano, anuncia lo que Norteamérica piensa hacer frente a Europa. Es también lo bastante inglés, como para poder nutrir la idea de presentarse como candidato a diputado. Y hasta penetra más allá, en las regiones orientales de Europa, en territorios más bien judíos, y a su trajín siguen siempre ciertas transformaciones, en las que se silencia siempre cuidadosamente el nombre de Kahn .
Una de sus más importantes hazañas fue la denuncia de una "propaganda germanófila", con la que, según propia declaración, encendió el entusiasmo en los corazones norteamericanos a favor de Francia. Al propio tiempo su consocio Paul Warburg pulso las simpatías en favor de Alemania. Esta empresa bancaria judía representa una gran orquesta internacional, que puede ejecutar en armonioso conjunto y simultáneamente: "La bandera estrellada", "la guardia al Rin", "La Marsellesa" y el "Dios guarde al Rey".
Más sobre los Warburg . Se concentra su interés, naturalmente, en Alemania. Cuando estalló la guerra, en agosto de 1914, se hallaba Paul Warburg relacionado en negocios con Alemania, si bien prometía quebrar tales relaciones. Sobrevino la guerra. El gobierno judeo-norteamericano se fortaleció en Estados Unidos, y el papel que Warburg en aquella época pudo desempeñar, ya fue demostrado anteriormente.
Hay tres Warburg . Félix Warburg es el segundo de ellos que vino a Norteamérica. Poco se le cita en la publicidad norteamericana, a pesar de que es miembro del Comité judeo-norteamericano. Honrósele con el título de rabino honorario, conociéndosele en el mundo judío como "Haber Rabi Baruch ben Mosche", siendo el único hebreo norteamericano a quien se le haya otorgado tal título.
Es Máximo Warburg quien representa a esta familia bancaria hebrea en Alemania, cooperando con el g o bie r n o ale m á n d u r a n e la g u e r r a t al c o mo lo hicieron sus hermanos en Nueva York con el yanqui. Según informó el periodismo del mundo entero, dichos hermanos se encontraron, procedentes el uno de Alemania y el otro de Norteamérica, el año 1919. Fue en París, como
representante de "sus" respectivos gobiernos y como delegados de la Paz.
Siguen las coincidencias: tal como en Washington los que frecuentaban la Casa Blanca eran hebreos, en Berlín el único que p o s eía c o m u nic a ció n t ele f ó nic a dir e c a c o n el K ais e r , era el semita Walter Rathenau . Lo mismo ocurría en Londres, en París y en San Petersburgo. Rusia "perseguía" a los pobres hebreos, y sin embargo, dominaban ya entonces el país en secreto, como lo hacen desde 1917, públicamente y a la vista de todos.
Sin pretender ahondar en todos los detalles secretos de este sistema de gobernar mundialmente desde un solo centro, hasta lo expresado, para demostrar que una sola familia de banqueros puede hundir sus manos en toda clase de sucesos públicos, tanto políticos como económicos. La familia Warburg a la cabeza del mundo financiero de dos países, a pesar de que estos se hallan en guerra el uno contra el otro. La misma familia oficiando de delegados para la paz mundial con encargo de los dos bandos, y decidiendo sobre la Liga de las Naciones. Y es la familia Warburg la que desde ambos extremos del mundo aconseja a esta lo que debe hacer en el porvenir. Tal vez con mayor derecho de lo que el público sospechó, expresó cierto diario neoyorquino sus preocupaciones en un artículo titulado: "¡ Cuidado con los Warburg !".
Se preocupa hoy Paul Warburg (¡al comienzo de la era de la Paz universal!) del trato que sufrirá la propiedad privada en otra nueva guerra , por parte de determinados beligerantes. Hace referencias para ello, a cierto banquero de París, que prevé la posibilidad de una contienda franco-inglesa, y con ella los efectos del pánico, que en tal caso tendrían necesariamente las mutuas denuncias de los créditos bancarios de ambos bandos. Afirma Warburg : "deberían nuestros banqueros estudiar detenidamente tan serio problema. Con la depreciación de la propiedad privada nada tendríamos que ganar y si mucho que perder, apoyando nosotros tal política . Es posible que en breve seamos los tenedores únicos de valores extranjeros que correrían peligro, en el caso de que nos viéramos envueltos en la nueva guerra . Es para mí de suma importancia, que no ocurra nada que pudiera impedir que Norteamérica llegue a ser el país de mayores reservas de oro en el mundo entero ".
Si insinúa el señor Warburg que los judíos norteamericanos proyectan mudar su mercado financiero internacional a los Estados Unidos, hay que objetar a esto con toda firmeza que la Unión no desea en absoluto esa mudanza . La Historia nos previene con bastante insistencia, lo que significaría eso para nosotros. Querría esto decir que, tal como una tras otras han debido hacerlo España, Venecia, Inglaterra y Alemania, deberíamos sufrir la sospecha y el desagrado del mundo entero por culpa de lo que los financieros hicieron allí: Hay que tener presente muy seriamente q u e la m a y o r p a e d e las animosidades nacionales del presente, son resu ltado de la indignación causada por las fechorías de los financieros judíos internacionales, cometi das al amparo de hermosas frases patrióticas . "Hicieron los ingleses tal o cual cosa", "los alemanes pretendieron esto o lo de más allá" (se sigue diciendo todavía hoy), en tanto que en realidad lo hicieron y pretendieron los hebreos, haciendo las diversas naciones las veces del tablero sobre el cual los hebreos internacionales disputaban sus partidas de ajedrez financiero.
Se oye aún decir que los Estados Unidos hace esto o lo de más allá, "que sin los Estados Unidos el mundo entero cambiaría muy pronto de aspecto, que los yanquis son un pueblo avaro y sin alma". Pero ¿por qué? Porque el poderío financiero hebreo sentó sus reales en nuestra tierra, acuñó monedas, abusando tanto de nuestra favorable posición como de la miseria de Europa, enfrentando a una parte del mundo contra otra, y también porque los hombres de negocios yanquis no son en realidad tales yanquis, sino judíos , que representan en muchos casos a su propia raza tan indignamente como a la nación norteamericana.
Estados Unidos no desea que el centro hebraico arraigue en este país. No deseamos entronizarnos como un ídolo de oro sobre los demás pueblos. Queremos ayudar a esos pueblos, más con valores reales, no en nombre ni bajo el signo del oro.
 Es innegable el carácter internacional de los Warburg . Félix Warburg mantuvo relaciones con Hamburgo más tiempo que Paul , pero los dos casos el rompimiento parece haber sido sólo superficial. En la misma época en que Félix Warburg abandonó la casa de banca de su hermano Máximo, se fue también cierto Stern de su casa, en Francfort sobre el Maine. L o s d o s j u dío s s e manifestaban activamente en el bando de los aliados , atacando cruelmente y con tenacidad suma a su vieja patria alemana . "Imposible", dicen aquellos ingenuos que siguen creyendo que un hebreo alemán es alemán. Nada es imposible si no se olvida que la lealtad del hebreo pertenece única y exclusivamente a su pueblo judío . La afirmación de éste hecho innegable tropieza siempre en el periodismo hebraizado con la más enérgica protesta. Todo el mundo recuerda aquella repugnante película de propaganda de guerra, "La bestia berlinesa". Fue su autor el hebreo alemán C a l Laemmle . Su nacimiento, acaecido en Alemania, no le impidió enriquecerse con esa película, ni esa película le impidió, tampoco, visitar todos los años su país natal.
En el transcurso de la guerra, la banca de Kuhn, Loeb y Cía. , emitió un empréstito del Municipio de París, que originó en Alemania debates periodísticos. Debe observarse que en Hamburgo, sede social y domicilio privado de Máximo Warburg , el j e f e d e p olicía o r d e n ó a la p r e n s a q u e " ul e rio r e s dis c u sio n e s p e rio dís tic a s a c e r c a d e e m p é s tit o s e mit idos por la casa bancaria Kuhn, Loeb y Cía., a favor del Municipio de París, así como juicios d e s f a v o r a ble s s o b r e el a s u n t o s e p r o hibiría n ".
Parece, entonces, que Máximo Warburg fue lo suficientemente emperador de su ciudad natal, para poder suprimir por decreto cualquier discusión pública sobre las fechorías de sus hermanos residentes en Nueva York. Los Warburg residentes hoy en Norteamérica, tienen, en cambio, que soportar fuerza crítica, mientras sea necesaria por sus actos.  
XXIII LA SED DE ORO NORTEAMERICANA, BAJO EL CONTROL FINANCIERO DE LOS HEBREOS  
El banquero hebreo internacional, que carece de patria determinada, y se divierte en el juego de enfrentar a un país contra otro, y el proletariado hebreo internacional, que vagabundea de tierra en tierra buscando las condiciones económicas adecuadas, se advierten siempre en los problemas que hoy preocupan al mundo. La cuestión inmigración es judía. Lo mismo ocurre con la cuestión financiera y el enmadejamiento de la política internacional. Las condiciones de paz son judías, y la cuestión de la moral en cinematógrafos y teatros depende también de ellos.
Compete la solución de la cuestión judía en primer lugar a los judíos mismos. Si no lo hacen ellos, lo hará el mundo entero a su pesar, mas contra ellos.
El hebreo confiesa y confirma por doquier su internacionalismo. Un banquero judío alemán, dijo: "Nosotros somos banqueros internacionales. Alemania perdió la guerra. Esto corresponde a su ejército. Nosotros somos internacionales". Esa fue la opinión de los banqueros hebreos en todas partes. Los pueblos se destrozaron mutuamente. ¿Que importaba a los financieros hebreos? Como en un encuentro de boxeo: cosa de boxeadores... "Nosotros somos banqueros internacionales".
Se perjudica gravemente a un pueblo con subirle artificialmente el descuento de sus giros;  a otro sonsacándole su dinero de circulación natural de la vida comercial. Mas ¿que significa todo esto para el banquero internacional? Este tiene sus preocupaciones propias y particulares. En épocas tempestuosas llueve el oro en las arcas de los banqueros internacionales, mas que en tiempos de bonanza. Las guerras y penurias les brindan las cosechas mas ricas.
Demos una vuelta por las oficinas del gobierno, en las que deberían conservarse los secretos de las contribuciones, del Banco Nacional, de la política exterior, y por doquier, encontraremos judíos. Justamente en aquellos puestos que convengan al hebraísmo internacional y donde este puede
enterarse de lo que desea. Para los hebreos internacionales, los demás pueblos son una especie de clientes. Que pierda o gane un ejército u otro, no les conmueve: ellos ganan, pierda quien pierda. Para ellos la guerra no termino. Las hostilidades en si y los horrorosos sufrimientos de los pueblos, no constituyera  para ellos más que el preludio. Se acapararon todas las riquezas de los pueblos, en dinero constante y sonante, dejándose en circulación únicamente una pequeña parte para gratificaciones de guerra y dividendos; por carestías artificiales o por instigación al lujo. Desapareció entonces también la última moneda de oro.
Diríase una broma de mal gusto aquella afirmación ampliamente divulgada que expresa: "Los Estados Unidos poseen mas oro que ningún otro país del mundo". ¿Donde esta? ¿Desde cuando, hermano yanqui, no has vuelto a ver una moneda de oro? ¿Acaso en los sótanos del palacio de gobierno? No, porque el gobierno mismo esta por demás endeudado, intenta desesperadamente hacer economías, no puede ya ni pagar las pensiones a los combatientes, porque la Hacienda del país no lo aguanta. En el recinto norteamericano se hallara en efecto todo ese oro, pero resulta que no pertenece a la Unión.
Al labriego norteamericano y al industrial, que no supieron defenderse de las asechanzas de los banqueros internacionales, y que perdieron hasta la respiración ante el crédito moribundo, les extraña donde puede haber quedado todo ese dinero. Europa carece de todo y nos lanza angustiosas miradas. El siguiente telegrama publicado por cierto periódico londinense viene a aclarar un tanto estas tinieblas: "Hoy nos enteramos que salio otro cargamento de oro por valor de 2.800.000 dólares con destino a la casa Kuhn, Loeb y Cia., que junto con las remesas anteriores suman un total de 129 millones de dólares. En los círculos bancarios londinenses se cree que parte del oro alemán, introducido por la citada casa, proviene realmente de Rusia, y no de Alemania, según se suponía".
Se explica fácilmente el sistema bancario internacional judío. En Norteamérica, en primer lugar, esta el Gran Cuartel General. Este se hallaba en Alemania con sectores en Rusia, Francia, Gran Bretaña y en la América del Sur, d o n d e t r a b a j a el h e b aís m o s u d a m e ric a n o d e u n a m a n e r a e n extremo sospechosa . Alemania y Rusia fueron propuestas por los banqueros internacionales al castigo, porque precavían abiertamente de los judíos. Ya tienen su castigo. Este negoción resulto redondo. r
En cada país, tanto los Estados Unidos como en Méjico y los diversos Estados sudamericanos, en Francia, Inglaterra, Alemania, en España, Italia, Austria, y hasta en el Japón, existe una casa bancaria hebrea que gira a la cabeza del grupo bancario del respectivo país.
Fue Warburg el inventor, reformador y director del sistema federal bancario de los Estados Unidos. No es que haya sido él el único hebreo metido en el asunto; pero si el mas destacado. Dicho sistema acaso no este mal, a pesar del hecho de que transfiere a empresas financieras particulares las funciones monetarias y de cambio, que incumben por derecho al Estado. Atravesó el pueblo con su ayuda, mal que bien, la guerra; pero solo muy mal puede atravesar la paz, y según afirman personas interiorizadas en estos asuntos, precisamente por los obstáculos que dicho sistema ofrece.
Por grande que sea la acumulación de oro en Norteamérica, sus riquezas en producción de valor intrínseco son todavía mucho mayores, sobrepujando en mucho al valor nominal de todo el oro mundial reunido. Solamente el valor de una sola cosecha agrícola sobrepasa a aquel.
Mas, bajo el sistema vigente, la abundancia de los productos nacionales debe por fuerza atravesar la estrecha presa del crédito bancario, presa que a su vez depende de la oleada de oro. Quien posea, entonces, el oro dominara con el al mundo. El que se coloque junto a la presa, manejara la distribución de todas las necesidades vitales, y de ellas dependerá el bienestar de la Humanidad. En
el instante en que se paraliza el movimiento de los valores productivos, se paraliza automáticamente el mecanismo económico mundial, vale decir, que el mundo se enferma económicamente.
Cuando depende nuestro bienestar de tal forma de la buena voluntad de un determinado grupo de personas, que reúnen en sus manos nuestro dinero, y cuando radica nuestra miseria en la malevolencia de aquellas, oscilando el bienestar y el malestar de la Humanidad tan irregular y anormalmente, sin ordenarse por ley natural alguna, sino dependiendo tan solo de acuerdos adoptados en cualquier parte, resulta muy natural la pregunta de ¿quien dirige eso? ¿Quien lo posee? Están aquí disponibles todas las mercaderías y víveres, y hay allí apremiante demanda: ¿donde se encuentra el dinero necesario para regular el intercambio?
Varias de las ramas industriales mas importantes se hallan en manos de ciertas juntas de acreedores. Se subastan a centenares empresas agrícolas, los caballos se venden a 3 dólares cada uno. Existe lana y algodón en superabundancia para abrigar con ellos al pueblo entero y se desperdician en las manos de sus propietarios , que no los pueden vender. Todas las industrias productivas, ferrocarriles, diarios, tiendas, fábricas, agricultura, edificaciones, se hallan en apuros, por la carestía de dinero. Y esto en la nación que se considera como el centro financiero del mundo.
¿Donde esta, entonces, el dinero?
En Nueva York, merced al sistema financiero centralizador introducido por el h e b e o W a r b u r g . Un funcionario público avisado, dirigió la siguiente queja al gobernador del Consejo de Reservas Federales: r
"En tanto los territorios productivos del Oeste y Noreste del Sur y del Sudoeste carecen de dinero, ciertos Bancos neoyorquinos obtuvieron de los Bancos de Reserva en algunos casos cantidades superiores a los 100 millones de dólares. Un solo Instituto Bancario consiguió un préstamo de mas de 145 millones de dólares, o sea el doble de la cantidad total que ciertos Bancos de Reserva prestaron recientemente a todos los Bancos asociados de su distrito en conjunto. Un solo Banco de Nueva York recibió 134 millones de dólares, es decir, 20 millones de dólares más de los que el Banco de Reservas de Kansas pudo facilitar a sus 1,091 Bancos asociados en conjunto. Recibió otro 40 millones, o sea más de lo que el Banco Federal de Minneapolis pudo acreditar a sus 1.000 asociados. Un tercer Banco recibió en préstamo 30 millones, o sea más de lo que todos los Bancos de los tres Estados de Texas, Louisiana y Oklahoma en conjunto podrían conseguir de su correspondiente Banco central de Dallas. No pudo el Banco de Reservas de San Luis adelantar a sus 529 bancos asociados las sumas que un solo Banco neoyorquino recibió en préstamo del Banco Federal Central de Nueva York".
Esta es la situación. Los doce Bancos de Estado, cuya tarea debería consistir en prestar dinero por igual a todas las regiones del país, se hallan por lo visto impedidos "por decreto". Efectivamente, el Banco Federal de Nueva York se convirtió prácticamente y desde cualquier punto de vista, en el Banco central de la Unión, facilitando el negocio especulativo con millones, en tanto a los productores se les arregla con miles.
Cuando pudo ocurrir que cuatro Bancos neoyorquinos consiguieron tanto dinero prestado, como lo recibiera la totalidad de Bancos de 21 Estados en conjunto, facilitado por 5 institutos bancarios de distrito, lógicamente es necesaria una explicación de tal fenómeno.
¿De donde procedió ese dinero distribuido a préstamo en Nueva York? De los mismos distritos en los que ahora se advierte la mayor carencia de monetario. En mayo de 1920 se ordeno telefónicamente que el 15 de igual mes y año comenzara la gran sangría. Llego el día 15. Los
créditos fueron notificados para su reembolso. Los pagos se reclamaron con urgencia. Una riada de dinero exprimida de los distritos productores, empezó a afluir a Nueva York. De lo contrario aquellos créditos gigantescos citados hubiesen sido imposibles. Fue una formidable piratería, legalizada por el sistema federal de reservas. "Fue sustraído el dinero al comercio legitimo de los diferentes distritos, para ser prestado en Wall Street a intereses usurarios", expresa el citado funcionario.
Se supo que los Bancos especuladores recibieron su dinero al 6 por ciento para prestarlo ulteriormente a razón del 20 y 30 por ciento.
Creó el sistema federal de reservas una carestía artificial de dinero, que explotaban libremente los Bancos especuladores. Ese sistema recogió el dinero en circulación, y los banqueros neoyorquinos lo prestaban después a réditos exorbitantes, que las clases productoras debieron abonar, para escapar a la ruina inevitable.
Fue en esa época de abundancia que el sistema federal de reservas floreció como nunca. En diciembre de 1920 alcanzaron sus reservas el importe del 45 por ciento, y en julio de 1921 hasta el sesenta por ciento de su capital.
El sistema Warburg , destinado en principio a compensar las oscilaciones del mercado financiero, se aplico para evacuar el de reservas para la Unión , pero para una empresa particular y no a favor del pueblo en general y solo en beneficio de unos pocos banqueros. D e b e ía haber servido para ordenar paulatinamente la graduación normal de precios después de la guerra; pero sirvió , en realidad, para estancar la vida mercantil del país justamente en el momento mas critico. Fue un sistema erróneo, tanto económica, como lógica y comercialmente, y en el fondo, criminalmente falso. r
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Se jacta la Reserva Federal de sus propias reservas, como si fuera esto señal de robusta salud nacional-económica . Cuando el país no tiene fondos, las reservas no deberían ser elevadas, sino bajas. Contrariamente a lo que se afirma, la altura lograda por aquellas es inequívoca señal del grado de d e p e sió n nacional-económica. Bastaría una décima parte de esas reservas para reanimar la circulación normal del país. El sistema Warburg fue mal aplicado y se abuso de el. Y sufre el país las consecuencias.
Se agrava la situación por el hecho de que a numerosas personas que podrían hablar del asunto, se los amordaza. Altos funcionarios deben callar ante las subvenciones electorales de las que participan todos los elementos financieros. Por desgracia, demasiadas personas son deudoras de aquellos. Una lista de las deudas privadas de los figurones que durante estos últimos ocho años presentaron su candidatura a la presidencia, serviría de excelente medio instructivo, casi tanto como una lista que diera los nombres y apellidos de aquellos hebreos en cuyas casas dichos candidatos solían hospedarse, cuando recorrían el país en sus giras de propaganda. Los que están tan maniatados al todopoderoso sistema financiero vigente, no pueden, en efecto, decir todo lo que saben.
Queda ilustrado característicamente este estado de cosas con la frase del Secretario del Tesoro, Cushin Daniel , pronunciada ante cierta comisión del Congreso, y que demuestra hasta donde alcanza el poder de esas corporaciones particulares, que se llaman "Bancos centrales". Dicho funcionario dijo: "Cuando visite el Banco de Inglaterra presente una carta de recomendación del Secretario de Estado, M. Hay, con la cual el representante del Banco me recibió cortésmente. Me acompaño a visitar las dependencias del Banco, y de regreso en su despacho le pregunte si podría responder a varias preguntas. Al afirmármelo preguntéle si me podría facilitar un estado del Banco. "No facilitamos tales estados", me contesto. "¿Es que el Parlamento no pide a veces tal cuenta acerca del estado del Banco Nacional?" "No, señor". "Pero, ¿tampoco los llamados revolucionarios
se levantan, en la Cámara de los Comunes, para pedir cuentas de lo que sucede en este Instituto? Esto ocurriría en mi tierra". "¡Ah! - repuso - es que la mayoría de ellos son importantes deudores del Banco. Por parte de estos, no hay nunca dificultades".