Teresa
LA GARRÉ
“Estamos todos repasados
De mentira soportada”
Macedonio Fernández
Ahora resulta que Garré, esa suerte de
paseante de la política, que ha transitado por caminos sinuosos, tan
entreverados que van desde Onganía, hasta su actual honrosa diputación por el
kirchnerismo, la misma que tan bien vive ‒siempre del estado por supuesto‒ propone
encarcelar, de entre los mismos que pagamos su sueldo, aquellos que no pensemos
como ella.
La cosa se las trae, porque dentro de
esa madeja inextricable, de sus brincos de un lado al otro de la vereda, tal como
ha sido su tránsito político, hasta sería posible de acuerdo a su proyecto,
tener que poner presa a la misma diputada, sorprendida en el momento
inapropiado y en lado oscuro del jardín.
El riesgo no es menor, porque ¿a cuál
Garré juzgaríamos? a la abogada del ministerio del interior de Onganía, a la supuesta
montonera, a la beneficiaria de los “registros de automotor” que graciosamente
le regaló el menemismo, a la embajadora que tan bien supo apretar vínculos con
el chavismo, a la titular de aquel ministerio de defensa, una gestión digna de
figurar en cualquier antología del espanto, a la que formó parte del gobierno
más corrupto de la historia –quién lo sabe, no sería raro que cuando lo hayamos
decidido, tal vez la diputada ya haya cambiando de bando y esté destruyendo
otra cosa.
Pero la diputada insiste: el que
niegue a las víctimas del proceso debe ir preso.
Sospecho que la Garré no incluye
dentro de la palabra “victimas” a “los otros” miles de muertos, a las otras víctimas
que fueron asesinadas por la guerrilla terrorista.
En fin habría que revisar su
diccionario, es probable que haya perdido alguna página, o acaso la vendió,
vaya uno a saber.
Y ya que estamos imaginando, si
imaginamos intensamente, podríamos llegar a admitir que para alguien que ha
vivido emborrachándose con fábulas y enamorándose y desenamorándose de tantas
mentiras como encontró o prefirió encontrar, al final del camino, ya no
distingue con claridad de que está hablando.
Porque claro, las fábulas y las
mentiras terminan por fatigar y una manera de huir del hartazgo es hacia
delante, o sea redoblar la apuesta y darle otra vuelta de tuerca a la misma mentira,
esta vez con la forma perversa de las leyes que usa el totalitarismo de todos
los tiempos.
¡Bien diputada!
Muy bien hecho, cuando uno legisla debe
proponer algo para ganarse el pan, tratando en primer lugar, que no sea desmesuradamente
imbécil lo que propone, y después, que obedezca más al bien común de la sociedad,
que como mordaza o condición de cárcel para aquellos que se aparten del
pensamiento único.
No vaya a suceder que alguno,
parafraseando a Sartre, se atreva a decir con el francés, que la diputada está
ahí, estúpidamente ahí, para nada.
Miguel De Lorenzo