El fin del humanismo.
Por Cosme Beccar Varela
¿Qué se
entiende por “humanismo”? Es una doctrina que supone exaltar al hombre y
sus capacidades puramente naturales y fue inventada por el Renacimiento
como una manera de romper con la Edad Media a la que consideraba una
era en la que el hombre estaba por debajo del hombre en tanto y en
cuanto ponía a Dios sobre todas las cosas y aspiraba a reflejar en todas
sus obras las perfecciones divinas.
Obviamente ese humanismo estaba destinado al fracaso porque el hombre
no puede hacer nada bueno sin la ayuda de Dios y por amor a Él. Y es
así que durante el Renacimiento el arte de hacer cosas fue notable pero
el arte de ser hombre decayó lenta pero inexorablemente hasta producir,
con el correr de los siglos y por su propia lógica mal fundada, hombres
con una enorme capacidad para inventar cosas útiles y muchas,
destructivas, pero con una ignorancia cada vez mayor de su propia
humanidad hasta tornar insoluble el gran problema del por qué de la vida
humana.
Nicolás Berdiaev dice que el humanismo “fracasó porque el
problema que planteaba era insoluble” (“Una nueva Edad Media”, pag. 16).
Y ese problema es nada menos que el destino final del hombre. El
humanismo no sabe, porque no quiere saber, para qué vivimos y se
enfrenta con la muerte como un final inevitable, indeseado y absurdo.
Es así que hemos llegado al siglo XXI en el que “el hombre” ya no es
una creatura creada por Dios a Su imagen y semejanza, redimido por la
Sangre preciosa del Cordero divino y destinado a gozar de Su compañía
perpetuamente en el Cielo, sino un ser que se crea a sí mismo a golpes
de capricho y de arbitrariedad, sin nada que le indique un rumbo cierto
ni le demuestre en qué consiste su felicidad a la cual, sin embargo,
continúa aspirando desesperadamente y buscándola en las cosas más torpes
y, por supuesto, sin querer encontrarla porque no quiere creer en Dios
ni en la verdadera Iglesia Católica, que es la presencia de Dios en la
tierra.
Entonces
ya no se puede hablar del “hombre” ni tampoco, por consecuencia, del
humanismo sino de “seres post-humanos” que se fabrican a sí mismos, en
contradicción con lo que desde todos los tiempos se consideró un hombre,
o sea, un ser inteligente, ávido de conocer la verdad de las cosas,
varón o mujer, con una conducta guiada por principios morales de bien y
de mal, creyente en un Dios creador y desde la Redención, cristiano y
con una moral elevada por las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
El individuo “post-humnano” ya no reflexiona sobre sí mismo ni puede
ser pensado por una sana filosofía. Sólo se pueden ver alrededor
diversos ejemplares de individuos que se imitan unos a otros en su
aspecto exterior con barbas, melena, tatuajes y colgajos; costumbres
groseras y palabras soeces; obscenidad y lujuria desenfrenada pero sin
sexo definido sino electivo y degenerado; crímenes y mentiras. Esos no
son hombres que puedan fundar ninguna filosofía “humanista”, son
ejemplares defectuosos de un final de la raza humana.
Consecuentemente, la sociedad de esos seres es desagradable y
deformante. Los gobiernos no pueden ser sino tiranías más o menos
declaradas porque los “post-humanos” no aceptan la autoridad de un
hombre que los quiera dirigir por la razón y menos aún por la fe. Y los
pocos hombres de bien que quedan, rodeados de esa piara despreciable,
sufren obligados a vivir en una cueva de malvados en la que la cacofonía
es la única música con derecho a ser oída y el vicio la única conducta
dominante.
Los hombres del Renacimiento, al romper con la Edad Media católica,
ya traían en su seno, en forma imprecisa pero inexorable, este
desarrollo siniestro de la historia. Por eso, cuando se dice que ellos
eran “humanistas” rechazo esa designación por fraudulenta:
subterráneamente ellos dieron comienzo a la degeneración de la que hoy
vemos los frutos. Lo peor es que la única que puede revertir este
proceso es la Iglesia Católica y los santos que Ella engendre. Sin
embargo, ¿cuando empezará ese verdadero Renacimiento siendo que la
propia Cabeza de la Iglesia es un “post-hombre”, difusor de la propia
plaga que causa esta degeneración de la raza humana?