El liberalismo es la iniquidad. P. Horacio Bojorge. El P. Leonardo Castellani y conclusión (5-5).
Entre
nosotros, pocos han disertado, con la profusión y la profundidad del
Padre Leonardo Castellani, sobre el misterio de la iniquidad en el
contexto apocalíptico del Anticristo y también sobre el liberalismo como
fenómeno apocalíptico relacionado con el misterio de la iniquidad.
Voy
a recordar aquí un poco extensamente algunos pasajes de Castellani, que
me parece sirven de repaso y confirmación de lo dicho, por expresar una
visión coincidente con lo que he venido exponiendo. Espero también que
sus dichos amenicen esta argumentación que ya va siendo demasiado larga.
“El
Misterio de la iniquidad – dice Castellani – es el odio a Dios y la
adoración idolátrica del Hombre” . Aunque en este lugar el Padre
Castellani no establezca la ecuación con el liberalismo, ella es
evidente. También el liberalismo se define adecuadamente como ‘negación
de Dios y endiosamiento del hombre’.
Oigamos
pues lo que nos dice el Padre Castellani sobre el Misterio de iniquidad
comentando otras figuras del Apocalipsis conexas con este misterio:
“Las
dos Bestias – explica Castellani – son [la primera:] el poder político y
[la segunda] el instinto religioso del hombre vueltos contra Dios y
dominados por el Pseudo Cristo y el Pseudoprofeta. […]
“La Gran Ramera es la religión descompuesta y entregada a los poderes temporales”.
“La
adoración del hombre con el odio a Dios – explica Castellani – ha
existido siempre […] él tiende a corporizarse en cuerpo político y
aplastar a los santos. Él fue quien condenó a Sócrates, persiguió a los
profetas, crucificó a Jesús, y después multiplicó los mártires; y él
será quien destruya a la Iglesia, cuando, retirado el Obstáculo que lo
retiene – según dice San Pablo – se encarne en un hombre de satánica
grandeza, plebeyo genial y perverso, quizás de raza judía, de intelecto
sobrehumano, de maldad absoluta, a quien Satán prestará su poder y su
acumulada furia” .
El
Padre Castellani prevé que este desborde de la iniquidad, como siempre,
afectará mortalmente al catolicismo: “la estructura temporal de la
Iglesia existente – dice – será presa del Anticristo, fornicará con los
reyes de la tierra – al menos una parte ostensible de ella, como pasó ya
en la historia -, y la abominación de la desolación entrará en el lugar
santo” .
En
otros pasajes de sus comentarios al Apocalipsis, el P. Castellani
vincula explícitamente con el liberalismo a una de las tres ranas del
Apocalipsis de San Juan. Las tres ranas aparecen en escena luego del
derramamiento de la sexta de “las siete copas del furor de Dios” que los
siete Ángeles enviados derraman sobre la tierra .
Es
bueno recordar que las ranas, (hbr. Tsefardcím) son la segunda plaga
con que el Señor castiga al Faraón . Aunque aquí parecen ser tres ranas
solitarias, podría pensarse que convocan a los reyes de la tierra para
acaudillar una invasión de ranas que llenan el país como las del Éxodo
que se metían hasta en los hornos y en las casas. Una invasión que se
mete por todos lados.
Las
tres ranas salen, respectivamente, 1) de la boca de la Serpiente, 2) de
la boca de la primera Bestia, que es el poder político, y 3) de la boca
del falso profeta que algunos identifican con la segunda bestia. Estas
tres ranas son: “tres espíritus de demonios que realizan señales
prodigiosas, y van donde los reyes de todo el mundo para convocarlos a
la gran batalla [contra Dios]” .
Observa
pintorescamente Castellani que las ranas: “han hecho sudar el quilo y
romperse el mate a los intérpretes; los santos Padres, casi todos, han
visto en ellas ‘herejías’, las últimas y ‘novísimas’. Son, – interpreta
Castellani – el liberalismo, el ‘comunismo’ y el […] modernismo’” .
Idéntica interpretación da Castellani por boca de Don Benjamín
Benavides:
“La
tres ranas son el liberalismo, el comunismo y el modernismo, tres
herejías vocingleras, saltarinas, pantanosas y tartamudas […] surgen de
la plaga sexta y según dice el profeta son tres espíritus impuros
[opuestos al Espíritu Santo] y capaces de hacer prodigios para congregar
a los [ocho] reyes de toda la tierra a la última batalla contra Dios” .
“El
texto no dice ‘tres demonios’ como tampoco congruye con el salir dos
dellos de boca de dos hombres: el texto dice ‘espíritus” [impuros]
palabra que, en todas las lenguas designa también un movimiento, una
ideología, una teología. […] se parecen a ranas, animal viscoso y
lascivo, oculto y fangoso, vocinglero y aburridor, que repite sin cesar
su croar monótono:
Cuá, cuá, cuá, cantaba la rana
Cuá, cuá, cuá, debajo del río
La democracia, cuá, cuá,
Justicia social, cuá, cuá,
Y la Humanidad, cuá, cuá,
Canta el diabólico trío”.
“Esta
herejía política, – continúo citando a Castellani – difusa hoy en todo
el mundo, que aún no tiene nombre y cuando lo tenga no será el propio
suyo, que Newman en el siglo pasado llamó ‘liberalismo religioso’ (y por
cierto vio en ella, como yo ahora, presagios del Anticristo); que san
Pío X llamó ‘modernismo’ y Belloc ‘aloguismo’, es el viejo naturalismo
religioso que remonta a Rousseau y los Enciclopedistas; y en su raíz, si
se quiere, al presbítero belga Baius (Michel Bay) … la cual es, en su
fondo, la idolatría del Hombre y de la Humanidad, el peor error posible,
atribuido por San Pablo al Ánomos,
“Mucho
he escrito sobre ella, me resumiré aquí. Consiste en una adulteración
sutil del cristianismo, al cual vacía de su contenido sobrenatural
dejando la huera corteza, la cual rellena de inmediato ‘el espíritu que
ama los sitios sucios y los lugares vacantes’ con el antiguo ‘Seréis
como dioses’.
“Josef
Pieper observó con justeza que el dicho ‘la Religión es cosa privada y
al Estado no le interesa’, lema del liberalismo, comporta nombrar Dios
al Estado, poniéndolo por encima del Dios… privado. Es la estatolatría,
tan vieja como el mundo, o por lo menos, como los Césares romanos,
proclamada ahora abiertamente por Hegel: la adoración de la ‘Nación’,
creación del hombre, ‘la más alta obra del intelecto práctico’ dice
Santo Tomás; el cual añade, refiriéndose al antiguo culto de los
Césares, que si el hombre deja de adorar a Dios, cae a adorar al Estado –
a su nación, a su raza, a su Ciencia, a su Estética, a su poder bélico,
a la Libertad, a la Constitución – y a la Diosa Razón; a cuyas tres
últimas deidades tributó culto la Revolución Francesa; aunque era
Robespierre, en el fondo, que estaba allí detrás de las prostitutas
enjaezadas de seda y oro sacerdotales, a quien subía el humo del
incienso” .
Don Benjamín Benavides ofrece más detalles sobre la relación entre las tres ranas:
“El
liberalismo, en pugna con su hijo el comunismo, – dice Don Benya – son
el espíritu batracio que salió de la boca de la Bestia, y el otro que
salió de la boca del Dragón […] El modernismo coaligará a los dos […] el
modernismo es el fondo común de las dos herejías contrarias, que algún
día – que ya vemos venir – las englobará por obra del Pseudoprofeta” .
“[El
modernismo] no se puede definir brevemente. […] Esa herejía no es más
que el núcleo explícito y pedantesco de un impalpable y omnipresente
espíritu que permea el mundo de hoy. Su origen histórico fue el
filosofismo del siglo XVIII, en el cual, con certero ojo, el Padre
Lacunza vio la herejía del Anticristo, la última herejía, la más radical
y perfecta de todas. Desde entonces acá ha revestido diversas formas,
pero el fondo es el mismo, dice siempre lo mismo: ‘Cuá, cuá, cantaba la
rana, cuá, cuá, debajo del río” […] ¡Cualquiera interpreta lo que dice
una rana! – rió Don Benya – es más un ruido que una palabra. Pero es un
ruido mágico, arrebatador, demoníaco, lleno de signos y prodigios…
Atrae, aduerme, entontece, emborracha, exalta […] pero así,
aproximadamente y a bulto.
“El
cuá, cuá, del liberalismo es ‘libertad, libertad, libertad’; el cuá,
cuá, del comunismo es: ‘justicia social’, el cuá, cuá, del modernismo,
de donde nacieron los otros y los reunirá un día, podríamos asignarle
éste: ‘Paraíso en la tierra’; ‘Dios es el Hombre’; ‘el hombre es Dios’”
[…] “y la Democracia es el coro de las tres ranas juntas: democracia
política, democracia social, y democracia religiosa”
[…]
“Estas son las tres últimas herejías, porque no se puede ir más allá en
materia de falsificación del cristianismo. Son literalmente los
pseudocristos que predijo el Salvador. En el fondo de ellos late la
‘abominación de la desolación’; [que consiste] en la adoración del
hombre en lugar de Dios, y eso bajo formas cristianas y aún manteniendo
tal vez el armazón exterior de la Iglesia” .
Después
de este recorrido por los escritos del P. Castellani, podemos concluir
que el liberalismo no solamente es el pecado, sino que es un “espíritu
impuro” es decir, opuesto al Espíritu Santo que proviene del Padre por
el Hijo.
El
Padre Castellani terminó su conferencia sobre “Esencia del Liberalismo”
tomando, de una carta de San Martín, una cita que Castellani presenta
como ‘la definición argentina de hombre libre’. “El hombre
verdaderamente ‘libre’ – escribió San Martín – es aquél que, exento de
temores infundados y deseos innecesarios, en cualquier país y cualquier
condición en que se halle, está ‘sujeto’ a los mandatos de Dios, al
dictado de su conciencia y a los dictámenes de la sana razón…”.
Y
en esa misma conferencia, Castellani anima a la juventud presente
diciéndoles que “ni ustedes ni yo podemos vencer de golpe” a los
liberales, hay una manera de vencerlo a la larga: “dar testimonio” como
lo dieron los grandes católicos que se midieron intelectualmente con él .
Capítulo 9: Conclusión
En conclusión – Oración al Padre
He
intentado mostrar cómo y en qué sentido es posible decir que el
liberalismo es el pecado, la iniquidad suprema, el pecado contra el
Espíritu Santo que obra la obediencia filial y amorosa al Padre en los
hombres que viven como el Hijo, que viven como hijos; y es por lo tanto,
en su esencia, la rebelión contra el Padre,que le grita el “non
serviam”, no te serviré, no quiero obedecerte, porque no quiero ser hijo
tuyo. No te reconozco como Padre. No te reconozco ningún derecho sobre
mí. No quiero recibir mi ser de ti. Quiero ser yo mismo mi principio y
mi fin. ¡Yo soy dios!
Ante
esta terrible blasfemia de nuestro tiempo, como decía el Padre
Castellani, no tenemos nada que oponer sino nuestro testimonio de querer
ser hijos, de empeñarnos en vivir como hijos y de reconocer a Dios como
nuestro Padre. Por eso los invito a orar conmigo diciendo:
Padre,
engéndranos, en esta hora, y en cada hora; en este día, y en cada día.
Queremos recibir el ser de Ti siempre y en cada momento aquí sobre la
tierra; y en el cielo eternamente, para que podamos glorificarte como Tú
lo mereces. Danos el ser, el ver, el oír, el pensar, el entender, el
querer tu voluntad, el recordar tu caridad, el quererte sobre todas las
cosas. Oh Tú Padre, fuente de caridad, de donde venimos y hacia donde
vamos. Gozo nuestro y paz nuestra. Felicidad nuestra. Te adoramos, te
alabamos, te bendecimos. No tenemos felicidad fuera de Ti. Darte gloria
es la bienaventuranza de tus hijos. No nos dejes caer en la tentación en
esta civilización de la acedia en la que nos has colocado, que se
entristece por nuestras alegrías. Líbranos del Malo. Que nada pueda su
tristeza contra el gozo de tus hijos. Para que nada empañe tu gloria y
la que le diste a tu Hijo Jesucristo. Amén.
Y llenos de alegría por ser hijos de Dios, oremos juntos repitiendo el Padre Nuestro, que Jesús nos enseñó.
P. HORACIO BOJORGE, SJ
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