Se aceptan escombros. Por Claudio Chavez
Gran parte de los políticos
tradicionales de la argentina, a derecha e izquierda, giran en el vacío.
No perciben lo alejado que se hallan del pueblo o de la gente, como
quiera que se llame el colectivo social argentino.
La desconfianza sobre los políticos o
los “expertos” alcanza niveles peligrosos. Ciertamente no es solo un
problema argentino. Pero el malestar occidental por las democracias de
élite ha llegado a estas costas. Y todo indica que se irá profundizando.
No debieran jugar en la cornisa.
Algunos ejemplos. Los últimos
aumentos tanto como la inflación descontrolada ha generado un enorme
disgusto y mal humor social, bastó que sectores políticos y
organizaciones sociales desacreditadas convocaran a movilizaciones en
contra de lo que la gente sufre, para que nadie se movilice. Basta que
sectores políticos se pongan al frente de una injusticia, para que la
gente se borre. El descrédito sacude a todos. Los ejemplos son
múltiples. El último. Cuando la población de Esperanza salió a la calle
exigiendo justicia por el asesinato de Agustina, una participante se le
ocurrió introducir la consigna ni una menos, algo que en sí mismo no
suena mal, sin embargo fue increpada por introducir consignas
políticas. Ya nadie le cree a una élite que se ha apoderado de la
política, de la palabra, de lo correcto, de una uniformidad que aliena
el ejercicio pleno de la libertad intelectual.
Ver a los políticos salir de recorrida
en busca de adeptos acompañados de escombros y recolectando escombros
pone en evidencia la crisis política en estado cuasi terminal