LA CATEDRAL Y LAS YEGUAS DEL APOCALIPSIS
Silvia Lospennato, Karina Banfi, Carla Carrizo (JUNTOS POR EL CAMBIO) y Mónica Macha (FRENTE DE TODOS) aseguraron que, de no aprobarse la iniciativa, “les copamos las rutas y les quemamos la catedral”.
A diferencia de los
pelajes de los caballos que montaban los jinetes que vio san Juan en sus
visiones, el blanco, primero, y luego el negro, el bermejo y finalmente
el bayo, acá los equinos de este pedestre y
anunciado cataclismo vernáculo- hembras por supuesto- son verdes y
también relinchan básicas consignas transgresoras. Como siempre, la
originalidad no es su fuerte, es la catedral o una iglesia cualquiera el
motivo de sus desvelos incendiarios.
Que esta turba, donde el
pelo engrasado y el olor a sobaco y entrepierna rancia es la constante,
sea dirigida por mujeres a las que alguien eligió para diputadas y sean
estas las que en su fervor “democrático”
inciten a cortar
rutas y quemar la catedral es algo fortuito. Es una pérdida de tiempo
denunciar este gesto patotero de las montadas por los jinetes
apocalípticos como si fuera un atentado contra la democracia; las jacas
del epígrafe son seres “políticamente correctos”, ¡vaya si los son! por
lo que un corte de ruta o el incendio de la catedral por ellas
demandados no serán considerados jamás como una agresión
a nuestro “estilo de vida”, ya que el único estilo que vale en
Argentina es la corrección política y que esto traiga aparejada
confrontaciones no es importante. Todo lo demás, desde las buenas
costumbres hasta el cacareado “espíritu democrático”, entran en
la antología de la boludez.
En concreto, en este
relincho, lastimosamente menopáusico, hay una duda, ¿Quiénes son
“ellos”? ¿a quienes le van a copar las rutas? y una evidencia, el
sempiterno disgusto con las convicciones religiosas ajenas
a ellas, ese odio no retribuido, odio que por la falta de
correspondencia de “ellos” no es otra cosa que una pueril e inútil
pasión.
Más allá de como termine esta querella, más allá de cuantas adhesiones genere, a favor o en contra, solo hay una certeza que deviene de la propia ignorancia
de estas hembras; como jamás leyeron a Chesterton, no saben que en su impotencia personal,
"No pueden
evadirse de la penumbra de la controversia. Viven en una atmósfera de
reacción: hastío, perversidad, crítica menuda. Viven aún a la sombra de
la fe, y han perdido la luz de la fe".
JOSE LUIS MILIA
