martes, 8 de septiembre de 2020

Cap: 5 ¿Y en la Argentina cómo andamos?- El kirchnerismo y la estatización de la homosexualidad




Cap: 5 ¿Y en la Argentina cómo andamos?


El kirchnerismo y la estatización de la homosexualidad


Retomando la cuestión local y al margen de celos entre pandillas, mecanismos de proyección, estéticas prefabricadas y roles carnales, lo cierto es que en los últimos años —fundamentalmente durante el largo período de corrupción e inmoralidad kirchnerista—, el movimiento homosexual supo hacerse cada vez más presente en los medios televisivos hasta alcanzar una procaz cotidianeidad. En este lapso, el grueso de estas organizaciones y sus agentes gozaron del deliberado respaldo y financiamiento estatal habiendo sido sus dirigentes y estructuras cooptadas al servicio militante del oficialismo entonces vigente.

Fue en este lapso cuando se sancionó la ley del “matrimonio igualitario”: en el año 2010[524], tras encendidas sesiones parlamentarias en las cuales fue la primera y única vez en las que el diputado Néstor Kirchner —siendo al unísono esposo de la Presidente de la Nación— acudió a trabajar al Congreso para votar en favor del proyecto de ley, lo cual confirmaba una vez más los compromisos de la izquierda política en congraciarse con las pretensiones lobistas interesadas en esa legislación.

Pero durante el kirchnerismo la homosexualidad llegó a su auge no sólo por sus victorias políticas sino fundamentalmente por la constante presencia mediática de sus referentes, sean éstos activistas explícitos o elementos de la farándula, quienes proclamaron sus intimidades a plena luz del día desde los medios televisivos hasta alcanzar una imprudente aparición en programas aptos para todo público no sin el aplauso festivo de sus contertulios y panelistas de circunstancia.

Uno de los casos más emblemáticos por su tono escandalizador fue el del cómico Fernando Peña, locuaz pendenciero que solía presentarse en televisión disfrazado de andrógino mientras se ufanaba con petulancia de su adicción a las drogas, su predilección por los “Taxy Boys” y su jactanciosa portación de VIH [525]: murió en el año 2009 a los 46 años. De manera contemporánea, el conductor televisivo Juan Castro también publicitaba su tendencia y promovía la ideología homosexual desde su ciclo televisivo “Kaos en la ciudad”, el cual se vio interrumpido en el año 2004 cuando el propio locutor, atormentado por su inmanejable adicción a las drogas y alterado por el resultado de su último análisis de VIH[526], se tiró desde el primer piso del balcón de su departamento quedando gravemente herido y muriendo a los pocos días en el hospital.

También fue en el nuevo milenio y al calor del kirchnerismo cuando el lobby homosexual consiguió ingentes recursos estatales —además de los mencionados derechos al “casamiento” y la adopción de niños—, premiando a muchos de sus referentes con cargos públicos bien rentados en la burocracia gubernamental — principalmente en el “INADI”[527] y en la “Secretaría de Derechos Humanos”—, siendo por entonces el emisario más vistoso y bullicioso Alex Freyre, histriónico agitador en cuya cuenta de Twitter se define como “peronista y activista gay”, insalvable contradicción asimilable a considerarse a sí mismo como “sionista y nazi”. Al parecer, el iletrado e irreverente Freyre desconoce que durante la histórica dictadura de Juan Perón (1946-55) a los homosexuales no sólo se les prohibió el derecho al sufragio en 1947[528] sino que mediante un sinfín de edictos policiales se les impidió reunirse en sus casas y en bares, así como exhibirse públicamente con sus sobrinos, ni mucho menos ingresar al Colegio Militar y, según resume Osvaldo Bazán en su macizo libro sobre la homosexualidad en Argentina: “No tenían voz, voto, opinión ni visibilidad” y “todos los que la Policía tenía detectados como ’trolos’ fueron encarcelados”[529].

A pesar de estos antecedentes históricos no muy favorables a la causa de Freyre y sus séquitos, este sujeto no sólo se proclamó peronista sino que fue un solícito burócrata kirchnerista que lucraba con su prédica igualitaria obteniendo jugosos sueldos del erario público por “trabajar” en asuntos relacionados con “la diversidad sexual”. El peronismo siempre dio para todo: un argumento recurrente entre los homosexualistas rentados del kirchnerismo para justificar sus alardes eróticos con su adhesión partidaria era que “este espacio” reivindicaba al “ala izquierdista del movimiento”, es decir aquella que se consideraba heredera no tanto del General del Ejército Juan Perón sino del camporismo montonero. Argumento curioso: el terrorismo montonero no vaciló en desterrar todo vestigio homosexual entre sus filas llegando a fusilar a sus militantes cuando estos eran sospechados de tal cosa. Los guerrilleros vieron en cada maricón a un soplón[530] y según sarcástica expresión de Sebreli: “El amor entre los gays peronistas de izquierda y los montoneros fue un amor no correspondido”[531].

Lo cierto es que Alex Freyre se paseó durante los últimos años por todos los medios de comunicación posibles disfrazado con una suerte de capa colorada (distintiva de su agrupación) junto con un álter ego llamado José María Di Bello, un homosexual portador de VIH que parodiaba ser la pareja de Freyre. Ambos promovieron el “matrimonio igualitario” utilizando todo tipo de trampas tendientes a estafar a la opinión pública: “Freyre se cansó de avergonzarnos a todos. Y alguien lo tenía que decir (…) Al principio había sido por una causa justa pero Freyre acabó transformándose en el show mediático de una persona ambiciosa, que se creyó el personaje y lo usó para sacar rédito (…) Y ya superó todos los límites”[532], destacó el periodista y activista homosexual Bruno Bimbi, quien dio a conocer los detalles de esta farsa en la que recalcó que no existía vínculo afectivo alguno entre Freyre y Di Bello, sino que toda fue una parodia militante con la finalidad de instalar “el matrimonio igualitario” y con ello la ideología de género. Dicha acusación fue un escándalo pero cuya veracidad fue luego reconocida por el propio José Di Bello, es decir por el activista que simulaba de “marido” de Freyre.

Pero a Freyre mal no le fue en este lapso: cobró ingentes ingresos por obrar de “asesor de la diversidad” en el Senado de la Nación[533], ocupando y ganando honorarios por cargos inservibles o inventados, pero que le permitieron al personaje beneficiarse a costa de los impuestos que pagamos entre todos, para encima tener que soportar declaraciones suyas en los medios y redes sociales tales como vaticinarle y desearle la muerte por SIDA al bailarín homosexual Aníbal Pachano[534] —denostado por Freyre por no adherir al gobierno de Cristina Kirchner— o reírse públicamente del asesinato del fiscal Alberto Nisman[535], funcionario que denunció penalmente a Cristina Kirchner por su complicidad para con el terrorismo internacional y apareció muerto, horas después con un balazo en la cabeza.

Como es habitual entre los de su clan, Alex Freyre padece SIDA además de Hepatitis C, enfermedades venéreas que este individuo se habría contagiado en sus malandanzas, pero que afortunadamente ha podido controlar llevando una vida relativamente convencional y controlada gracias a los tratamientos y avances médicos proveídos por el sistema occidental y capitalista (que Freyre detesta y vitupera públicamente), los cuales obtuvieron auspiciosos resultados a fin de evitar la evolución de una enfermedad tan delicada como arraigada en esta porción poblacional.