Cap: 5 ¿Y en la Argentina cómo andamos?
El kirchnerismo y la estatización de la homosexualidad
Retomando la cuestión
local y al margen de celos entre pandillas, mecanismos de proyección, estéticas
prefabricadas y roles carnales, lo cierto es que en los últimos años
—fundamentalmente durante el largo período de corrupción e inmoralidad
kirchnerista—, el movimiento homosexual supo hacerse cada vez más presente en
los medios televisivos hasta alcanzar una procaz cotidianeidad. En este lapso,
el grueso de estas organizaciones y sus agentes gozaron del deliberado respaldo
y financiamiento estatal habiendo sido sus dirigentes y estructuras cooptadas
al servicio militante del oficialismo entonces vigente.
Fue en este lapso
cuando se sancionó la ley del “matrimonio igualitario”: en el año 2010[524],
tras encendidas sesiones parlamentarias en las cuales fue la primera y única
vez en las que el diputado Néstor Kirchner —siendo al unísono esposo de la
Presidente de la Nación— acudió a trabajar al Congreso para votar en favor del
proyecto de ley, lo cual confirmaba una vez más los compromisos de la izquierda
política en congraciarse con las pretensiones lobistas interesadas en esa
legislación.
Pero durante el
kirchnerismo la homosexualidad llegó a su auge no sólo por sus victorias
políticas sino fundamentalmente por la constante presencia mediática de sus
referentes, sean éstos activistas explícitos o elementos de la farándula,
quienes proclamaron sus intimidades a plena luz del día desde los medios
televisivos hasta alcanzar una imprudente aparición en programas aptos para
todo público no sin el aplauso festivo de sus contertulios y panelistas de
circunstancia.
Uno de los casos más
emblemáticos por su tono escandalizador fue el del cómico Fernando Peña, locuaz
pendenciero que solía presentarse en televisión disfrazado de andrógino
mientras se ufanaba con petulancia de su adicción a las drogas, su predilección
por los “Taxy Boys” y su jactanciosa portación de VIH [525]: murió en el año
2009 a los 46 años. De manera contemporánea, el conductor televisivo Juan
Castro también publicitaba su tendencia y promovía la ideología homosexual
desde su ciclo televisivo “Kaos en la ciudad”, el cual se vio interrumpido en
el año 2004 cuando el propio locutor, atormentado por su inmanejable adicción a
las drogas y alterado por el resultado de su último análisis de VIH[526], se
tiró desde el primer piso del balcón de su departamento quedando gravemente
herido y muriendo a los pocos días en el hospital.
También fue en el
nuevo milenio y al calor del kirchnerismo cuando el lobby homosexual consiguió
ingentes recursos estatales —además de los mencionados derechos al “casamiento”
y la adopción de niños—, premiando a muchos de sus referentes con cargos
públicos bien rentados en la burocracia gubernamental — principalmente en el
“INADI”[527] y en la “Secretaría de Derechos Humanos”—, siendo por entonces el
emisario más vistoso y bullicioso Alex Freyre, histriónico agitador en cuya
cuenta de Twitter se define como “peronista y activista gay”, insalvable
contradicción asimilable a considerarse a sí mismo como “sionista y nazi”. Al
parecer, el iletrado e irreverente Freyre desconoce que durante la histórica
dictadura de Juan Perón (1946-55) a los homosexuales no sólo se les prohibió el
derecho al sufragio en 1947[528] sino que mediante un sinfín de edictos
policiales se les impidió reunirse en sus casas y en bares, así como exhibirse
públicamente con sus sobrinos, ni mucho menos ingresar al Colegio Militar y,
según resume Osvaldo Bazán en su macizo libro sobre la homosexualidad en
Argentina: “No tenían voz, voto, opinión ni visibilidad” y “todos los que la
Policía tenía detectados como ’trolos’ fueron encarcelados”[529].
A pesar de estos
antecedentes históricos no muy favorables a la causa de Freyre y sus séquitos,
este sujeto no sólo se proclamó peronista sino que fue un solícito burócrata
kirchnerista que lucraba con su prédica igualitaria obteniendo jugosos sueldos
del erario público por “trabajar” en asuntos relacionados con “la diversidad
sexual”. El peronismo siempre dio para todo: un argumento recurrente entre los
homosexualistas rentados del kirchnerismo para justificar sus alardes eróticos
con su adhesión partidaria era que “este espacio” reivindicaba al “ala
izquierdista del movimiento”, es decir aquella que se consideraba heredera no
tanto del General del Ejército Juan Perón sino del camporismo montonero.
Argumento curioso: el terrorismo montonero no vaciló en desterrar todo vestigio
homosexual entre sus filas llegando a fusilar a sus militantes cuando estos
eran sospechados de tal cosa. Los guerrilleros vieron en cada maricón a un
soplón[530] y según sarcástica expresión de Sebreli: “El amor entre los gays
peronistas de izquierda y los montoneros fue un amor no correspondido”[531].
Lo cierto es que Alex
Freyre se paseó durante los últimos años por todos los medios de comunicación
posibles disfrazado con una suerte de capa colorada (distintiva de su
agrupación) junto con un álter ego llamado José María Di Bello, un homosexual
portador de VIH que parodiaba ser la pareja de Freyre. Ambos promovieron el
“matrimonio igualitario” utilizando todo tipo de trampas tendientes a estafar a
la opinión pública: “Freyre se cansó de avergonzarnos a todos. Y alguien lo
tenía que decir (…) Al principio había sido por una causa justa pero Freyre
acabó transformándose en el show mediático de una persona ambiciosa, que se
creyó el personaje y lo usó para sacar rédito (…) Y ya superó todos los
límites”[532], destacó el periodista y activista homosexual Bruno Bimbi, quien
dio a conocer los detalles de esta farsa en la que recalcó que no existía
vínculo afectivo alguno entre Freyre y Di Bello, sino que toda fue una parodia
militante con la finalidad de instalar “el matrimonio igualitario” y con ello
la ideología de género. Dicha acusación fue un escándalo pero cuya veracidad
fue luego reconocida por el propio José Di Bello, es decir por el activista que
simulaba de “marido” de Freyre.
Pero a Freyre mal no
le fue en este lapso: cobró ingentes ingresos por obrar de “asesor de la
diversidad” en el Senado de la Nación[533], ocupando y ganando honorarios por
cargos inservibles o inventados, pero que le permitieron al personaje
beneficiarse a costa de los impuestos que pagamos entre todos, para encima
tener que soportar declaraciones suyas en los medios y redes sociales tales
como vaticinarle y desearle la muerte por SIDA al bailarín homosexual Aníbal
Pachano[534] —denostado por Freyre por no adherir al gobierno de Cristina Kirchner—
o reírse públicamente del asesinato del fiscal Alberto Nisman[535], funcionario
que denunció penalmente a Cristina Kirchner por su complicidad para con el
terrorismo internacional y apareció muerto, horas después con un balazo en la
cabeza.
Como es habitual entre
los de su clan, Alex Freyre padece SIDA además de Hepatitis C, enfermedades
venéreas que este individuo se habría contagiado en sus malandanzas, pero que
afortunadamente ha podido controlar llevando una vida relativamente
convencional y controlada gracias a los tratamientos y avances médicos
proveídos por el sistema occidental y capitalista (que Freyre detesta y
vitupera públicamente), los cuales obtuvieron auspiciosos resultados a fin de
evitar la evolución de una enfermedad tan delicada como arraigada en esta
porción poblacional.