¡EL
ABORTO
NUNCA ES SOLUCIÓN
OPINIÓN
En
Argentina la Corte Suprema, se pronunció sobre un fallo del
Supremo Tribunal de Chubut, que autorizó la interrupción del embarazo de una
joven de 15 años, que había sido violada por su padrastro. El caso- ante un
recurso extraordinario - sentó
jurisprudencia respecto a que no es necesaria la autorización judicial previa
para realizarse un aborto en los casos contemplados como "no
punibles" por el Código Penal, reafirmando que cualquier mujer, y no solo aquellas con
discapacidad mental, tienen el derecho a terminar con una gestación fruto de
una violación, sin ser penadas. Los médicos tampoco deben solicitar autorización
judicial para estos procedimientos, los que deben ejercitarse tras la
presentación de una declaración jurada de la víctima o de su representante legal.
Si bien
el fallo podía haberse declarado abstracto, el máximo Tribunal argumenta
la existencia de una gravedad Institucional en razón de los numerosos casos de
violaciones que se repiten a lo largo y ancho de todo el País. En síntesis el
Tribunal concede preeminencia a los derechos de la mujer sobre la vida de un inocente.
Más allá de las consideraciones de
hecho o de derecho argumentados por los firmantes, no existen – a mi modo de
distinguir - motivos ni razón alguna que justifique la eliminación de una vida que
no puede defenderse. De una vida inocente. Aún en "el caso lamentable y
triste de una violación”.
Nada, amerita la realización de un aborto.
Cuando se realiza un aborto son dos las
víctimas, "la de la madre y la de su hijo o hija en gestación, y ambas
deben ser preservadas y respetadas, porque el derecho a la vida es el derecho
humano fundamental". “El Aborto nunca es la solución".
En
Uruguay se ha aceptado el aborto – aberración – y en México la
Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó, y sólo para esa entidad, la
ley que penaliza el aborto a partir de la semana 12ª de gestación. Se ha
redactado la ley de un modo en la que se considera que antes de esa semana no
existe el aborto, y en consecuencia, tampoco se trata de la muerte de un ser
humano. De igual modo se asevera en nuestro vecino país.
El asunto es penoso en sí mismo. Pero además lo es por otros puntos que lleva consigo. Algunos círculos atacan a la Iglesia por
las protestas que ha levantando en contra de esas leyes y del fallo del Alto
Tribunal que deja abierta la puerta al Congreso de la Nación que se conduce con
amplia mayoría.
Dicen que nuestra Iglesia se está inmiscuyendo en asuntos que sólo le
toca al Estado.
En ese sentido se debe recalcar y sostener que hay “Asuntos de
humanidad que no se pueden reducir a lo meramente político”.
El asesinato, la discriminación, la injusticia, incluso la corrupción y
el fraude político y otros temas sumamente graves por sus consecuencias, son
asuntos que nos conciernen a todos los seres humanos, no sólo a los Argentinos,
uruguayos y mexicanos, sino a todos los habitantes de este mundo que se jacten
de tener un poco de humanidad.
“El aborto, la vida desde su concepción, es un Asunto Universal.”
Paralelamente se arguye que la
Iglesia es retrógrada, que está en contra de la ciencia, y que sigue viviendo en el siglo XIX.
Muy por el contrario la vida es un asunto de todos los tiempos; o
estamos a favor de la vida o seguimos avanzando por el camino de la muerte.
No me explico cómo personas que están a favor de la naturaleza, por la
no discriminación, a favor de los discapacitados, en contra de la guerra..., en
este asunto que toca las teclas más sensibles de nuestra humanidad se desplazan
y retroceden sin sensibilidad alguna.
De proceder como se hizo a las modificaciones, de los países aludidos
(Uruguay y México), se abriría la puerta para que se cometan abortos en forma
indiscriminada.
Es así, porque ninguna acción puede legitimarse sólo por el hecho de
que se cometa con base en el juicio personal.
El juicio personal es justamente eso, personal, individual y,
lamentablemente, muchas veces equivocado; sobre todo cuando está orientado no
por el conocimiento y la verdad, sino por la ignorancia, la pasión o, peor aún,
por la perversidad.
Aprobar legalmente que una madre decida terminar con la vida de su hijo
aún no nacido, porque considere que su embarazo y la crianza de su hijo puede
"afectar" su proyecto de vida y su desarrollo integral, resulta una
justificación aberrante en sí misma.
Por ello es que se formulan las leyes, para evitar precisamente que el
juicio personal lleve a cometer acciones tan monstruosas, como el que una madre
no deje nacer a su hijo, sencillamente porque ello le resulte lo más práctico.
Las leyes siempre deben estar fundadas en la razón, la verdad y el
bien; cuando así sucede, tales normas son legítimas y obliga a los ciudadanos a
ajustarse a ellas. Pretender hacer
ley algo equivocado, es una corrupción a la naturaleza de la misma.
Nadie niega el dolor y el sufrimiento que viven las mujeres que abortan
y que, en ocasiones, trágicamente culmina con su propia muerte; tampoco se
niegan las condiciones insalubres en las que muchas veces, personas sin
escrúpulos y algunos sin conocimientos médicos, practican abortos.
Pero mejorar las condiciones de higiene y asegurar que quienes
practiquen abortos sean especialistas en la materia, no atiende ni resuelve el
problema de fondo.
Es cierto que la práctica de un aborto puede poner en riesgo la vida de
la mujer que se lo realiza, pero lo que es seguro, es que se acaba con la vida
de un ser humano ya concebido; por más que algunos sólo quieran ver lo primero.
Quienes abogan a favor de la legalización del aborto argumentan que la
Iglesia y en general quienes se oponen a ello, fundamentan su posición en
simples creencias, mitos y en ideas retrógradas y que con ello se está en
contra de la ciencia; cosa que es totalmente falso.
Por el contrario, es la propia ciencia y no la Iglesia, la que
establece que desde el momento en que un espermatozoide fecunda a un óvulo,
surge una nueva vida; es el conocimiento científico y no las creencias
religiosas, el que establece que a partir de la fecundación, ese nuevo ser vivo
está esencialmente completo y que únicamente requiere tiempo para su
desarrollo.
Es el avance de la medicina y no los principios morales ni los dogmas
religiosos, la que ha registrado el proceso de desarrollo acelerado que el
nuevo ser humano alcanza día tras día, semana tras semana, dentro del vientre
materno.
Que no nos engañen, al menos en este tema, “no existe conflicto alguno
entre ciencia y religión”.
Al contrario, la Iglesia fundamenta su posición justamente en el
conocimiento científico, porque a fin de cuentas, la fe debe ser la
continuación de la razón.
No es la fe la que lleva a la iglesia y a las personas a estar en
contra del aborto, sino la certeza de lo que la ciencia reconoce: la vida
humana inicia desde el momento de la concepción.
Por
ello, el aborto es un crimen.
DR.
JORGE B. LOBO ARAGÓN