¡Increíble! ¡No se puede creer tantos disparates juntos!
Es difícil de creer si alguien nos lo cuenta. Pero no es
el caso de los argentinos. Todos tuvimos la oportunidad, gracias a la
libertad de prensa de la cual actualmente disfrutamos, de observar y
escuchar en vivo la “destacada e inolvidable” actuación de la presidente
Cristina F. de Kirchner en su periplo en el gran país del Norte.
Primero en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, luego en la
Universidad de Georgetown en Washington DC y finalmente en la
prestigiosa Universidad de Harvard en la ciudad de Boston.
En los tres lugares hubo algunos aspectos comunes: La recepción de la
Sra. Kirchner con cacerolazos de protesta por un par de cientos de
ciudadanos mayormente argentinos, la exacerbada soberbia de la
mandataria durante su disertación, su relato absolutamente personalizado
a través de su óptica fantasiosa de la situación nacional e
internacional y su actitud de dictar cátedra como dueña absoluta de la
verdad.
También se puede decir que tocó tres temas comunes en sus
exposiciones. La exaltación de la gestión de gobierno de los Kirchner
¿¿??, el lamentable viraje en 180º de su postura, referente al diálogo
con el gobierno de Irán y su reclamo al Reino Unido sobre el tema de las
Islas Malvinas.
En los tres lugares su exposición fue un largo, aburrido y monótono
relato, sin ningún tipo de ayuda memoria, con muy cortos intervalos sólo
para retomar y normalizar su respiración, prácticamente sin pausas, con
frecuentes repeticiones, sin un hilo conductor, con mención de siglas
inentendibles para los extranjeros y con abundante citas de cifras y
estadísticas de dudosa exactitud.
Se lo denomina “dialéctica envolvente”. En la misma se apabulla a los
oyentes con información, números y estadísticas imposibles de verificar
en el momento. Una verdadera catarata de palabras que aburría e inducía
al bostezo y al sueño.
Se la vio nerviosa y ansiosa. Su inestabilidad emocional y psíquica
se evidenció mediante su exagerada gesticulación con sus brazos. En
oportunidades parecía un pajarito listo para emprender el vuelo.
Hasta hoy, lo poco que se ponderaba de la presidente Cristina
Kirchner, su capacidad oratoria, se desmoronó y se volvió en su
principal defecto y su principal vulnerabilidad.
Pero el objetivo de esta nota no es analizar los discursos de
Cristina ni la forma de pronunciarlos. Lo que se quiere destacar es su
conducta ante la presión de un público autorizado a realizar preguntas
para evacuar dudas existentes. Para ello analizaremos su exposición en
la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard.
Por empezar como ya es su costumbre y falta de consideración para
aquellos que la estaban esperando, llegó más de una hora tarde echándole
la culpa al tránsito neoyorkino.
Fue seguramente la primera conferencia de prensa de las cuatro o
cinco que realizó durante todo su mandato, en los cuales no estaban
presentes su propia claque de aplaudidores, obsecuentes, lamebotas y los
dos o tres bufones titulares de la “Reina”. Casi podría decirse su
primera conferencia de prensa verdadera.
Los jóvenes de la Universidad de Harvard, casi todos latinoamericanos
y la mayoría argentinos, efectuaron respetuosamente las preguntas que
desearíamos realizar la mayoría de los argentinos.
La respuesta a la primer pregunta, que se refería a cómo podrían
impactar los resultados de las elecciones estadounidenses en Argentina,
fue la única respuesta sensata de la mandataria, cuando contestó que no
podía responder esa pregunta por razones obvias.
Pero a partir de allí las preguntas alteraron casi inmediatamente a
la presidente. El tono de suficiencia y soberbia utilizado por Cristina
en sus contestaciones, mostraron su intolerancia y su falta de habilidad
para las contestaciones. Buscó descolocar a sus interlocutores, los
retó, los acusó de no conocer bien lo que preguntaban o que poseían
datos erróneos, de tener que leer sus preguntas y contestó siempre
elípticamente en largas contestaciones yéndose por las ramas estirando
sus respuestas buscando agotar el tiempo, para evitar más preguntas o
evadirse en la respuesta.
Utilizó su conocido estilo coloquial, ordinario y vulgar, de una “doña de conventillo” tratando de convencer a la vecina.
Pero lo peor de todo y lo más destacado fue que salvo la respuesta de
la primera pregunta, el resto de las contestaciones eran casi
ofensivas, con falsedades y mentiras más que evidentes. Las respuestas
sobre el cepo cambiario, la evolución de su patrimonio, la relación con
los medios, la autocrítica, pero sobre todo sus comparaciones entre la
Universidad de Harvard y la de La Matanza fueron sencillamente
vergonzosas, no solo para la Universidad americana sino principalmente
por la clara descalificación de la nuestra.
Para aquellos que escuchamos atentamente la conferencia por TV, causó
primero hilaridad y luego una fuerte indignación, cuando explicó que
habla permanentemente con la prensa y los periodistas y que su increíble
aumento patrimonial se debió a que ella fue una exitosa abogada cuando
vivía en el sur del país. (ref. 1).
Curiosamente, todas las preguntas realizadas por los jóvenes
estudiantes fueron aplaudidas por el público presente. No así las
respuestas de la presidente.
La presidente fue aplaudida, pero también silbada al término de la
conferencia. Esta experiencia sirvió para demostrar el porqué de las no
conferencias de prensa de Cristina. Sus neuronas no responden con la
velocidad adecuada a su desenfrenada verborragia, por todos nosotros
conocida. También podría ser, que en realidad no tiene contestación a
las inquietudes y preguntas que se le formulan y a los disparates
mayúsculos que realiza su gobierno.
El canciller Timerman y aquellos que adquirieron el compromiso para
la disertación de la presidente en las Universidades deberían ser
depuestos inmediatamente de sus cargos por no haber previsto el papelón
bochornoso y vergonzoso a que fue sometido la presidente de los
argentinos y por ende la Argentina toda, ante los medios del mundo
entero.
Por supuesto no hay que ver exclusivamente la parte negativa de las
exposiciones de la presidente en los EE.UU. El lado positivo es que
ahora nadie, por lo menos en nuestro país, puede alegar desconocimiento
de la manifiesta ineptitud de la Sra. Kirchner para conducir el gobierno
de nuestra Patria.
Dr. Alfredo Raúl Weinstabl