Se
había anunciado que la presidente de la
Nación, Cristina Fernández Vda. De Kirchner,
ayer concurriría a la planta de Renault en la provincia de Córdoba. Casi
inmediatamente por la redes sociales se empezó con una convocatoria espontánea
para recibirla con un cacerolazo… no concurrió y en su lugar la envió a la ministro de la industria Débora Giorgi.
Débora Giorgi,
fue silbada por los operarios de la planta Renault en Córdoba y se fue del
acto. Antes, el gobernador provincial
José De la Sota habló en el acto y pidió
un “diálogo” con la presidente, criticó el Impuesto a las
Ganancias sobre los salarios a los trabajadores y le reclamó a la ministro su intermediación ante la
Nación por la deuda que mantiene por el sistema previsional.
La
ministro de Industria, durante su discurso, recibió constantes silbidos de
parte de un grupo de operarios, lo que generó una visible irritabilidad en la
funcionaria. Giorgi, ofuscada, se
retiró diciendo al gobernador: "Gracias
José: Muy bien, muy político el
acto", repitiéndolo varias veces.
Una
vez finalizado, en declaraciones a la prensa, De la Sota explicó su intervención y dijo: "Yo no he hecho más que pedir diálogo y miren cuál es la
respuesta, un portazo".
El gobernador sostuvo que la ministro de Industria "dio una muestra de intolerancia muy
grande y no creo que Córdoba se merezca un desplante como el de esta
tarde".
Nos
preguntamos si ¿ese será el comportamiento de la presidente –no asistir- y sus
funcionarios negando la realidad palpable que muestra que el modelo es un ciclo
que se aproxima a su fin y no a su profundización? No escucharon nada de la
expresión del pueblo en sus manifestaciones del 13-S y del 8-N, se
comportan como autistas. El autismo es un espectro de trastornos caracterizados
por graves déficit del desarrollo, permanente y profundo. Afecta la socialización,
la comunicación, la imaginación, la planificación y la reciprocidad emocional,
y evidencia conductas repetitivas o inusuales. Los síntomas, en general, son la
incapacidad de interacción social, el aislamiento y las estereotipias. El poder de turno y sus funcionarios, en los 3 años de gobierno
que le restan para finiquitar su mandato… ¿Se aislarán de la sociedad? ¿Se blindarán en
la Casa Rosada, la Quinta Presidencial, en sus mansiones o en sus autos? ¿Continuarán
negando e ignorando los justos reclamos que les ha presentado una gran parte de
los argentinos?
14.11.12
MAURICIO ORTIN, Profesor de Filosofía - UNSA
“Y a aquellos estadounidenses cuyo respaldo me queda por
ganar, puede que no haya obtenido vuestro voto esta noche, pero escucho
vuestras voces. Necesito vuestra ayuda. Y seré vuestro presidente, también”. Este es un fragmento del discurso del presidente de Estados Unidos de América, Barack Obama, pronunciado con motivo de su reelección, en el que se
dirige a los que no votaron por él. Como se ve, no los trata de “perdedores”, “oligarcas”, “derechosos”
o cosas por el estilo; tampoco les refriega que, hasta la próxima elección de
presidente, tendrán que aguantar por cuatro años “el modelo” que ganó en las urnas. Más bien atribuye a sí mismo la
responsabilidad de no haber podido conseguir el respaldo de esos ciudadanos. A
quienes pide, además, ayuda y, también, dice: “escucho vuestras voces”.
Que
estas palabras del presidente Obama
hayan sido dichas con sinceridad es una cuestión que solo él lo sabe. Lo que no
deja margen a la menor duda es que fueron expresadas con sensatez y
responsabilidad política. Todo hombre de Estado que se precie de tal tiene el
deber indelegable de contribuir a la unidad y a la concordia social. En este
sentido no puede hacer diferencias entre hijos, entenados, pobres, ricos,
empresarios, agricultores, etc. Por eso, entre sus obligaciones principales
está la de escuchar a los que piensan distinto y gobernar también para ellos.
El
contraste de la realidad política de los EEUU con la nuestra es ineludible. En
el 8N un porcentaje significativo de
la sociedad argentina expresó su desacuerdo y disgusto sobre las formas y los
contenidos del actual sistema político argentino. Fundamentalmente desaprobó el
desempeño al frente del Estado de la Presidenta
y del funcionamiento de los poderes
Judicial y Legislativo. La
respuesta del oficialismo ante el reclamo fue la de “ningunear” el hecho, refiriéndose al mismo en tono despectivo e
irónico. Así, Cristina Kirchner
señaló que lo más importante que sucedió el 8 de noviembre tuvo lugar en China,
donde se celebró el Congreso del Partido Comunista. Al respecto, si hubiera
dicho algo neutro (por ejemplo, que “tuvo
una convocatoria importante”) hubiera capeado el temporal.
Ahora
bien, el 8N no debiera analizarse
como una manifestación más. Se equivocan los que lo toman a la ligera. Tiene
toda la apariencia del fenómeno político inédito que aún no ha desplegado toda
su potencialidad. Lo singular está en la eficiencia espectacular que tiene la
red internet para aglutinar y dirigir energías que estaban dispersas. Lo
acontecido en Egipto, Libia y Túnez durante “la
primavera árabe” así lo certifican. Un simple ejercicio especulativo (ya
que no es intención del que suscribe instar a que tal cosa suceda ni afirmar
que la misma deba considerarse virtuosa) podría sopesar al 8N en lo siguiente: ¿Qué pasaría si los del 8N decidieran, por ejemplo, no pagar los impuestos nacionales,
provinciales y municipales en el año electoral 2013? ¿Con qué dinero
financiarían sus campañas los candidatos oficialistas? De allí que el Gobierno
no debiera subestimar al 8N por el
hecho de no tener una conducción política visible y tradicional. Muchos son los
argentinos que, al no sentirse representados por oficialismo y la oposición,
podrían adherir a medidas de acción directa de insospechado resultado.
Aristóteles insistió en que la prudencia era la principal
virtud política. (A propósito, que
bien le vendría a alguno/as leerlo un poquito).