MARCHA HOMOSEXUAL EN SANTIAGO DEL ESTERO
Por Atilio Régulo
El pasado sábado 3 de noviembre
se realizó en Santiago del Estero la quinta marcha del "orgullo gay".
Según los medios de comunicación,
cerca de medio centenar de personas pertenecientes a la comunidad de lesbianas,
gays, bisexuales y transgéneros, participaron de la misma.
La caravana de marras transitó
por las calles céntricas de nuestra ciudad con total desparpajo y al llegar al frente
de la Catedral Basílica Nuestra Señora del Carmen, los manifestantes se
acostaron en la calle mostrando carteles con leyendas que aludían al “orgullo”
de ser gay y a la promoción de la homosexualidad.
Según lo declarado por uno de los
organizadores de la marcha, el Sr/a Luis/a Paz, el gesto representó el pedido a
la Iglesia Católica para que “no siga poniendo obstáculos al colectivo de gays
a la hora de luchar por nuestros derechos”.
Además el activista afirmó que
“es bastante difícil para nosotros poder hacer una actividad como ésta, porque
tenemos una sociedad muy conservadora”.
Al parecer Paz cree que estamos
en otras épocas menos "democráticas" -en las que no podían casarse o
adoptar, entre otros beneficios-, y atrasa el discurso.
La realidad es que -hoy por hoy-
no es para nada difícil manifestarse como homosexual y/o prostituirse como tal;
todo lo contrario; dada la promoción que se hace de la contranatura desde el
gobierno y desde los medios masivos de comunicación; el que quiera tener estas prácticas
antinaturales es incentivado a hacerlo, y como dice un chiste popular es
posible que en un futuro no muy lejano esto sea obligatorio.
Por otro lado, tampoco creemos
que la sociedad santiagueña sea “muy conservadora”; lo seria si entre otros
factores, el clero católico no hubiera dejado de predicar las virtudes y la
moral católica.
Prueba de que no exageramos es
justamente el silencio absoluto de la jerarquía de la Iglesia ante este tipo de
manifestaciones.
En fin, los homosexuales y
compañía pueden quedarse tranquilos, que mientras los argentinos no recuperen
el sentido común, podrán seguir de fiesta, gozando de derechos que no les
corresponden.