jueves, 1 de noviembre de 2012

REFLECCIONES SOBRE LA BASILICA INUNDADA

El Santuario de Luján rodeado por las aguas
El casco céntrico de la ciudad está inundado
El demonio vomitó un río de agua para que arrastrara a la mujer.

Al final del post, un video muestra la inundación.


La crecida del río Luján, cuyo curso pasa a 150 metros de la Basílica desde la cual la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María protege las repúblicas de Argentina, Paraguay y Uruguay, a llevado el nivel de sus aguas los 5,10 m. Lo cual significó la inundación del casco histórico, en un área que se extiende por aproximadamente 400 m. alrededor de uno de los templos neogóticos más grandes del mundo.
Por el momento el agua no alcanzó las naves del templo, situadas sobre el terreno circundante, pero a ingresado en las criptas del mismo, desde donde amenazan sus cimientos.
Si bien es cierto que en 1986 el nivel del río Luján alcanzó los 6 m, es decir no es ésta la única oportunidad en que ocurre algo así, quizá podríamos aprovechar la oportunidad para reflexionar acerca de nuestra posición como católicos argentinos.
El agua hace la diferencia entre la aridez del desierto y la fecundidad del oasis. Por eso en la Sagrada Escritura es, no solamente símbolo de purificación, sino de vida.
En ese sentido el Señor dice en el Evangelio de San Juan (7, 37-39):
"El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí". Y agrega el evangelista: Como dice la Escritura: "De su seno brotarán manantiales de agua viva".
Porque Jesucristo es la Roca de la cual brota el manantial que apaga la sed de vida eterna de los hombres.
Por algo le había dicho a la Samaritana (Jn 4, 10-14): "Si conocieras el don del Señor, y al que te dice dame de beber, tu le pidieras a Él de beber y Él te daría agua viva... quien bebiere del agua que Yo le daré, nunca jamás tendrá sed; antes, el agua que Yo le daré vendrá a ser dentro de él una fuente que ha de manar hasta la vida eterna".
Pero también el agua, cuando es agitada por las fuerzas de la naturaleza, es símbolo de destrucción material y espiritual.
Por eso el mar, con sus insondables peligros, ha sido siempre sinónimo del mundo en la Sagrada Escritura. En contraposición a la tierra firme que significa a la Religión Verdadera.
Así es como se ha  interpretado a la Fiera del Mar del Apocalipsis, como el Anticristo que ha de surgir de una conjunción infernal de los poderes mundanos; en cambio la Fiera de la Tierra que tendrá a su servicio y que presidirá su religión idolátrica, provendrá, por apostasía, del seno de la Fe de Cristo.

Por eso dice el Señor en el Sermón Esjatológico
"Las virtudes de los cielos se conmoverán (se desquiciarán las fuerzas uránicas, dice el texto griego); y en la tierra los hombres se secarán de angustia ante el rugido del mar y de sus olas".
La Mujer Revestida de Sol y con la Luna bajo sus pies, pasaje que la Iglesia manda leer en la Solemnidad de la Asunción, según exegetas de nota como el padre Castellani, representa no solamente a la Santísima Virgen, sino al Israel de Dios de los últimos tiempos.

A esta mujer el Demonio ataca vomitando de su boca
"como un río de agua detrás de la mujer para que la arrastrara, pero la Tierra vino en ayuda de la mujer. Abrió la Tierra su boca y se tragó el río que el dragón había vomitado".
Cuando vemos a la Basílica de Lourdes inundada por las aguas y a la Basílica de Luján rodeada por las mismas, sea o no un fenómeno simplemente meteorológico, no podemos menos que considerar estas imágenes de los libros Santos que están ahí, no para satisfacer nuestras ansias de novelística, sino para ayudarnos a escrutar los signos de los tiempos.

El vómito de Satanás rodeará esta misma tarde la sede primada de la República Argentina, como ayer rodeó la de Posadas y anteayer la de Parána, Bariloche, Tucumán, etc.

Un vómito mucho más peligroso que los bramidos del mar y de sus olas, puesto que sale del fondo de almas corrompidas y dominadas por potencias infernales, que claman, cual nuevos cartagineses, la instauración oficial del culto al dios Moloch; aquél que exigía atiborrar su sucia boca con cuerpecitos de inocentes.

Sin embargo, ¡la mayoría de estas almas tienen el sello indeleble del bautismo!
Si este es un episodio más, como parece, entre el tipo de la profecía y su antitipo al Fin de los Tiempos, cuando venga en Persona el Dueño de la heredad a poner fin a una crisis que hombre alguno podrá solucionar; es la Religión Verdadera, la Tierra, la que debe "abrirse su boca" para neutralizar al enemigo.

¿Abrir su boca, no significará predicar la Fé de Jesucristo en voz alta y sin hesitación ni respeto humano alguno? ¿No querrá decir que, como manda el Apóstol se debe proclamar la verdad oportuna e inoportunamente, a diestra y siniestra? En fín, ¿se nos pedirá por esta frase, estar dispuestos a ser sus testigos con la palabra, con las obras y si fuera necesario con la sangre?

Por la defección e infidelidad de los hombres, que no del Espíritu que la guía: ¿Estará la Iglesia en condiciones de hacerlo? ¿Estaremos los católicos, en muchos casos entontecidos por la abulia y el relavitismo, a la altura de las circunstancias?

 
Recemos para que así sea, y dispongamos nuestro corazón para que el Señor obre allí el milagro interior que hace falta.