“El Plan Andinia y la Fundación de la Nai Judá”
Theodor Herzl, el periodista judío que fundó el Sionismo, organizó el Congreso de Basilea, en agosto de 1897 cuyas actas han pasado a la historia con el nombre de “Los Protocolos de los Sabios de Sión”.
Tenía el sueño -entonces casi imposible- de crear el Estado Judío o Israel, eligiendo su ubicación de entre dos puntos geográficos muy diferentes: Palestina, el hogar bíblico-talmúdico y Argentina, con un territorio vastísimo especialmente al Sur, poco poblado, inmensamente rico pero no bien explotado, proyectándose sobre la Antártida y controlando el paso entre dos océanos, lejos de los centros conflictivos del planeta.
Fue fijado un plazo de 50 años y en 1948 vemos como con ayuda del Barón Maurice de Hirsch y toda la familia Rothschild, Lord Balfour avala la fundación de Israel en territorio palestino con toda la horrenda secuela de despojo y muerte que incluso hoy sigue desgarrando al valiente pueblo árabe.
El interés por establecer un Estado Hebreo en América es centenario, y ha sido públicamente reconocido por muchos autores judíos a lo largo de la historia.
Así lo ha admitido Simon Wiesenthal en algunos de sus libros, en los que reconoce que la Conquista de América fue propiciada por judíos europeos con Colón a la cabeza, de modo que este deseo tiene muchos siglos. Algo parecido podemos deducir del título del libro del judío Edmundo Waisman: “Sudamérica, La Nueva Jerusalén”.
Sin embargo, la ubicación precisa de este Estado Judío en América, así como los pasos que en la actualidad se han dado persiguiendo su fundación, son datos de difícil acceso y guardados con celo.
Pero en 1882 el judío ruso León Pinsker publicó el libro “Autoemancipació n” para plantear el mismo sueño. Pinsker, sin embargo, aboga apasionadamente por la alternativa argentina, específicamente por lo que llama “sus posibilidades prácticas”. Esto generó un movimiento sudamericanista entre los judíos, ya que Palestina les atraía por valores más históricos y religiosos que prácticos, además de ser más fácil una conquista en ese lugar que al otro lado del mundo.
La idea tentó así a muchos judíos y llegó a causar algunas de las tan frecuentes discrepancias dentro del Sionismo, más aún cuando ya en los primeros años del Sionismo, algunos de sus líderes comenzaron a evaluar la posibilidad de trasladar el proyecto de Estado hasta algún país de África, como a Uganda.
Pinsker era esencialmente un tipo pesimista, de modo que no veía con la alegría de sus congéneres los planes de futura ocupación de Palestina, pues creía que, por razones políticas y geográficas, este territorio no era el más adecuado para dar solución a los millones de judíos provenientes de Rusia (y en parte tenía razón, pues para que los judíos ocuparan a la flamante Israel debieron ser expulsados de allí cerca de 5.000.000 millones de palestinos, con la aprobación de la ONU), que emigraban desde allá escapando de muchos de ellos de la pobreza y no por “persecuciones” o los “progroms”.
Por tal motivo, Pinsker funda su teoría autoemancipante con la vista puesta en Argentina, inspirado además en el extraordinario éxito que había tenido también el Barón de Hirsch, al trasladar a miles y miles de serfaditas y aschkenazis a este país.
Sin embargo, Pinsker moriría prematuramente para el Sionismo, aunque con la satisfacción de ver al Barón de Hirsch cumpliendo su sueño y con un movimiento dentro de la judería que lo apoyaba.
Luego de los desencuentros, finalmente, parece ser que el algún momento los líderes judíos llegan a la mejor solución: se establecen abiertamente en Palestina, mientras continúan la ocupación encubierta del territorio argentino a fin de establecerse allí en fecha posterior, de la misma manera que en el Medio Oriente.
Pues bien: el traslado de Israel al Cono Sur de América -con el despojo de territorios, desplazamientos humanos y esclavización implícitos- es el llamado PLAN ANDINIA, aunque su conocimiento público es más bien reciente y, por haberse filtrado a la luz, bien puede haber sido rebautizado con otro nombre.
Hay muchos documentos y pruebas irrefutables de que un proyecto para fundar una “Nai Juda” o “Nueva Judá” en la Patagonia se estaría llevando a cabo al menos desde los años ‘40, aunque nos sorprende que esto sea increíblemente poco conocido, incluso por muchos llamados grupos nacionalistas de Hispanoamérica y del mundo.
El tema, en sí mismo, es tremendamente mal conocido y poco tratado, quizás por ser aún algo reciente, de modo que intentaremos aportar una luz al respecto.
Partiremos por presentar uno de los principales hechos perpetrados por la judería en relación al asunto……El 23 de marzo de 1969, entre las 21 y 23 horas, se realizó en el Templo Israelita Bonaerense, de Paso 423, una reunión de sobresalientes judíos aschkenazis presidida por el rabino Gordon, del Kahal (gobierno internacional y supranacional judío) de New York. Fue a partir de los comentarios vertidos en esta exposición que se bautizó al plan -entre quienes lo conocen- con el apodo de “Andinia”, por corresponder al nombre que Gordon proponía para colocarle al país que proyectaba fundar la judería en Sudamérica, por estar en las faldas de la cordillera de Los Andes australes.
Tenía el sueño -entonces casi imposible- de crear el Estado Judío o Israel, eligiendo su ubicación de entre dos puntos geográficos muy diferentes: Palestina, el hogar bíblico-talmúdico y Argentina, con un territorio vastísimo especialmente al Sur, poco poblado, inmensamente rico pero no bien explotado, proyectándose sobre la Antártida y controlando el paso entre dos océanos, lejos de los centros conflictivos del planeta.
Fue fijado un plazo de 50 años y en 1948 vemos como con ayuda del Barón Maurice de Hirsch y toda la familia Rothschild, Lord Balfour avala la fundación de Israel en territorio palestino con toda la horrenda secuela de despojo y muerte que incluso hoy sigue desgarrando al valiente pueblo árabe.
El interés por establecer un Estado Hebreo en América es centenario, y ha sido públicamente reconocido por muchos autores judíos a lo largo de la historia.
Así lo ha admitido Simon Wiesenthal en algunos de sus libros, en los que reconoce que la Conquista de América fue propiciada por judíos europeos con Colón a la cabeza, de modo que este deseo tiene muchos siglos. Algo parecido podemos deducir del título del libro del judío Edmundo Waisman: “Sudamérica, La Nueva Jerusalén”.
Sin embargo, la ubicación precisa de este Estado Judío en América, así como los pasos que en la actualidad se han dado persiguiendo su fundación, son datos de difícil acceso y guardados con celo.
Pero en 1882 el judío ruso León Pinsker publicó el libro “Autoemancipació n” para plantear el mismo sueño. Pinsker, sin embargo, aboga apasionadamente por la alternativa argentina, específicamente por lo que llama “sus posibilidades prácticas”. Esto generó un movimiento sudamericanista entre los judíos, ya que Palestina les atraía por valores más históricos y religiosos que prácticos, además de ser más fácil una conquista en ese lugar que al otro lado del mundo.
La idea tentó así a muchos judíos y llegó a causar algunas de las tan frecuentes discrepancias dentro del Sionismo, más aún cuando ya en los primeros años del Sionismo, algunos de sus líderes comenzaron a evaluar la posibilidad de trasladar el proyecto de Estado hasta algún país de África, como a Uganda.
Pinsker era esencialmente un tipo pesimista, de modo que no veía con la alegría de sus congéneres los planes de futura ocupación de Palestina, pues creía que, por razones políticas y geográficas, este territorio no era el más adecuado para dar solución a los millones de judíos provenientes de Rusia (y en parte tenía razón, pues para que los judíos ocuparan a la flamante Israel debieron ser expulsados de allí cerca de 5.000.000 millones de palestinos, con la aprobación de la ONU), que emigraban desde allá escapando de muchos de ellos de la pobreza y no por “persecuciones” o los “progroms”.
Por tal motivo, Pinsker funda su teoría autoemancipante con la vista puesta en Argentina, inspirado además en el extraordinario éxito que había tenido también el Barón de Hirsch, al trasladar a miles y miles de serfaditas y aschkenazis a este país.
Sin embargo, Pinsker moriría prematuramente para el Sionismo, aunque con la satisfacción de ver al Barón de Hirsch cumpliendo su sueño y con un movimiento dentro de la judería que lo apoyaba.
Luego de los desencuentros, finalmente, parece ser que el algún momento los líderes judíos llegan a la mejor solución: se establecen abiertamente en Palestina, mientras continúan la ocupación encubierta del territorio argentino a fin de establecerse allí en fecha posterior, de la misma manera que en el Medio Oriente.
Pues bien: el traslado de Israel al Cono Sur de América -con el despojo de territorios, desplazamientos humanos y esclavización implícitos- es el llamado PLAN ANDINIA, aunque su conocimiento público es más bien reciente y, por haberse filtrado a la luz, bien puede haber sido rebautizado con otro nombre.
Hay muchos documentos y pruebas irrefutables de que un proyecto para fundar una “Nai Juda” o “Nueva Judá” en la Patagonia se estaría llevando a cabo al menos desde los años ‘40, aunque nos sorprende que esto sea increíblemente poco conocido, incluso por muchos llamados grupos nacionalistas de Hispanoamérica y del mundo.
El tema, en sí mismo, es tremendamente mal conocido y poco tratado, quizás por ser aún algo reciente, de modo que intentaremos aportar una luz al respecto.
Partiremos por presentar uno de los principales hechos perpetrados por la judería en relación al asunto……El 23 de marzo de 1969, entre las 21 y 23 horas, se realizó en el Templo Israelita Bonaerense, de Paso 423, una reunión de sobresalientes judíos aschkenazis presidida por el rabino Gordon, del Kahal (gobierno internacional y supranacional judío) de New York. Fue a partir de los comentarios vertidos en esta exposición que se bautizó al plan -entre quienes lo conocen- con el apodo de “Andinia”, por corresponder al nombre que Gordon proponía para colocarle al país que proyectaba fundar la judería en Sudamérica, por estar en las faldas de la cordillera de Los Andes australes.
El rabino insistió en la fundamental importancia del plan “cuyo fracaso no se admitía”, pues tanto Israel como la diáspora (judería dispersa en todos los países), dependían del éxito total para su gloria o penuria.
Gordon pasó luego a detallar todas las ventajas agrícolas, mineras y económicas de Argentina para declarar con absoluto desparpajo:
“Si agregamos a esto el espíritu y el genio judío, habrán comprendido las enormes ventajas que significarán para LOGRAR EL CONTROL DEL MUNDO, regulándolo de acuerdo a nuestra conveniencia…”
Y sigue el maquiavélico análisis:
“Argentina es el país más estratégicamente ubicado en el mundo. Estimando que con los adelantos modernos para la guerra se pudiera atacar, está circundada por la Cordillera de Los Andes, bajo cuyo suelo pueden construirse ciudades y más ciudades para todo nuestro pueblo, todas nuestras industrias, y mantenernos en ellas por años, por ser entonces inexpugnables hasta para la misma bomba atómica”. (Cuando era Ministro de Obras Públicas de Chile, en 1997, Ricardo Lagos propuso construir enormes túneles artificiales que cruzaran la cordillera del lado Argentino al Chileno, como en las autopistas cerradas de las películas de ciencia ficción).
Queda más que claro el interés del Gran Kahal, de los Sabios de Sión, de apoderarse de nuestro Sur Chileno y de toda Argentina. Y debe quedar más claro aún que el macabro plan está en marcha, por todos los medios y todas las vías, dado en número de denuncias sobre este plan, que se han acumulado en los últimos años y desde distintas fuentes.
Todo lo que se expresó en esta reunión quedó al descubierto, sin embargo, gracias a la responsabilidad de una de las personas que a ella asistieron, a pesar de las advertencias de mantener absoluto secreto sobre la misma.
El rabino Gordon explicó además la importancia de la Antártida, que definió como “una gigantesca heladera natural donde puede acumularse la producción de años y más años”, a la cual podía accederse desde el extremo austral continental americano. Esto explica las ambiciones artificialmente creadas de Argentina sobre nuestro Canal Beagle y el Territorio Chileno Antártico, motivadas por la judería (y aprovechándose del natural sentido nacionalista de los argentinos), y las intenciones de convertir el continente blanco en un lugar fuera de toda soberanía, como “patrimonio de la humanidad”.
Grupos de ecologistas como Green Peace y ONG de Europa y Norteamérica son los que más han insistido en el asunto, a pesar de que el tema no tiene nada que ver con su área conservacionista.
Pero, por razones estratégicas, necesitaban además el control del Estrecho de Magallanes, para lo cual les hace falta quitarle soberanía a Chile, tanto más al descubrirse que, en caso de guerra atómica, la nube radioactiva no afectaría el Sur de Chile y que éste, nuestro país, ofrecía muchas bondades climáticas, estratégico-militare s y hasta “geománticas” que Argentina no.
“Los Protocolos de los Sabios de Sión” exigen gobiernos democráticos para todas las naciones y en Chile que se libró de la hecatombe marxista, se adecuó también a dicha exigencia y se puso a la cabeza de toda Latinoamérica.
La judería mundial movió entonces sus hilos llegando a casi arrastrarnos a una guerra de Chile con Argentina; pero no buscaban una guerra propiamente como tal, sino sólo el desgaste propio de tal situación y la distracción de recursos y esfuerzos. Todo eso, sin llegar a una destrucción territorial. Y la solución del conflicto se dejó en manos de un ex-partisano guerrillero eslavo, Carol Wojtyla, a través del cardenal judío Samoré.
Se nombraron delegaciones por ambas partes a cuya cabeza no van chilenos ni argentinos, sólo judíos. El conflicto del Canal Beagle fue llevado exclusivamente por personajes de origen judío.
A ambos lados de la Cordillera la subversión armada terrorista ha sido dirigida y protegida también por judíos, descubriéndose conexiones con la alta banca mundial. La corrupción, además, parece ser casi un requisito de las democracias que “liberaron” a ambas naciones. Así lo anunció el rabino Gordon esa fatídica noche al decir a los presentes:
“En el campo económico debemos acrecentar la corrupción administrativa e ilegal, fomentar y profundizar el agio y la especulación, llevar a la miseria y a la injusticia a sus últimos extremos, especialmente entre los pueblos comprendidos dentro de la zona de Andinia…”.
Parece estar hablando desde el pasado de la actual situación de los colonos chilenos de la Villa Melimoyu al Sur, que fueron abandonados a su suerte y desprotegidos por años sin que se les construyan accesos a sus poblados ni carreteras.
Junto a la migración en masa de judíos al extremo austral sudamericano, tenemos además la formación de grandes compañías multimillonarias como parte del Plan Andinia, entre las que figura en un lugar destacado la “Jewish Company Association Colonization” de Londres, sumada a poderosas sociedades anónimas de capitales judíos dedicadas a la compra de enormes extensiones terrenos, ya sea con la excusa de “explotarlos”, por un lado, o “conservarlos”, por el otro.
En Argentina son los “Burge & Born S.A.”, “Comega S.A.”, “La Forestal”, etc.
En Chile son “Quintupeu”, “Pumalín”, “BOMASA”, “Inversiones Cranefield Chile Ltda.”, “Emasil S.A.”, “Forestal Neltume Carranco S.S.”, etc.
El Sur de Chile estos últimos años ha sido recorrido incesantemente por numerosas bandas de comandos israelitas, disfrazados como mochileros, y esto ha quedado al descubierto al caer uno de ellos por cráteres de volcanes que exploraban en la ejecución del Plan Andinia.
Hoy la prensa nos informa sobre proyectos a ambos lados para traer inmigrantes o colonos “rusos”, y ya quedó claro cuando entre 1987 y 1988 el masón Raul Alfonsín se rasgó las vestiduras para que se aprobara la traída masiva de israelitas, mientras favorecía descaradamente la intromisión soviética en territorio argentino, supuestamente soberano.
Las forestales de Chile, por su parte, derriban todo nuestro bosque nativo con el consentimiento de la CONAF, (la Corporación Nacional Forestal, que además les regala dinero más tarde para que “reforesten” con vulgares pinos las áreas taladas), para construir más tarde los poblados que ocuparán los judíos sobre los terrenos destruidos. “Hasta que un día el paisano acabe con este infierno, y haciendo suyo el gobierno con sólo esta ley se rija: es pa´todos la cobija, o es pa´todos el invierno”.
Gordon pasó luego a detallar todas las ventajas agrícolas, mineras y económicas de Argentina para declarar con absoluto desparpajo:
“Si agregamos a esto el espíritu y el genio judío, habrán comprendido las enormes ventajas que significarán para LOGRAR EL CONTROL DEL MUNDO, regulándolo de acuerdo a nuestra conveniencia…”
Y sigue el maquiavélico análisis:
“Argentina es el país más estratégicamente ubicado en el mundo. Estimando que con los adelantos modernos para la guerra se pudiera atacar, está circundada por la Cordillera de Los Andes, bajo cuyo suelo pueden construirse ciudades y más ciudades para todo nuestro pueblo, todas nuestras industrias, y mantenernos en ellas por años, por ser entonces inexpugnables hasta para la misma bomba atómica”. (Cuando era Ministro de Obras Públicas de Chile, en 1997, Ricardo Lagos propuso construir enormes túneles artificiales que cruzaran la cordillera del lado Argentino al Chileno, como en las autopistas cerradas de las películas de ciencia ficción).
Queda más que claro el interés del Gran Kahal, de los Sabios de Sión, de apoderarse de nuestro Sur Chileno y de toda Argentina. Y debe quedar más claro aún que el macabro plan está en marcha, por todos los medios y todas las vías, dado en número de denuncias sobre este plan, que se han acumulado en los últimos años y desde distintas fuentes.
Todo lo que se expresó en esta reunión quedó al descubierto, sin embargo, gracias a la responsabilidad de una de las personas que a ella asistieron, a pesar de las advertencias de mantener absoluto secreto sobre la misma.
El rabino Gordon explicó además la importancia de la Antártida, que definió como “una gigantesca heladera natural donde puede acumularse la producción de años y más años”, a la cual podía accederse desde el extremo austral continental americano. Esto explica las ambiciones artificialmente creadas de Argentina sobre nuestro Canal Beagle y el Territorio Chileno Antártico, motivadas por la judería (y aprovechándose del natural sentido nacionalista de los argentinos), y las intenciones de convertir el continente blanco en un lugar fuera de toda soberanía, como “patrimonio de la humanidad”.
Grupos de ecologistas como Green Peace y ONG de Europa y Norteamérica son los que más han insistido en el asunto, a pesar de que el tema no tiene nada que ver con su área conservacionista.
Pero, por razones estratégicas, necesitaban además el control del Estrecho de Magallanes, para lo cual les hace falta quitarle soberanía a Chile, tanto más al descubrirse que, en caso de guerra atómica, la nube radioactiva no afectaría el Sur de Chile y que éste, nuestro país, ofrecía muchas bondades climáticas, estratégico-militare s y hasta “geománticas” que Argentina no.
“Los Protocolos de los Sabios de Sión” exigen gobiernos democráticos para todas las naciones y en Chile que se libró de la hecatombe marxista, se adecuó también a dicha exigencia y se puso a la cabeza de toda Latinoamérica.
La judería mundial movió entonces sus hilos llegando a casi arrastrarnos a una guerra de Chile con Argentina; pero no buscaban una guerra propiamente como tal, sino sólo el desgaste propio de tal situación y la distracción de recursos y esfuerzos. Todo eso, sin llegar a una destrucción territorial. Y la solución del conflicto se dejó en manos de un ex-partisano guerrillero eslavo, Carol Wojtyla, a través del cardenal judío Samoré.
Se nombraron delegaciones por ambas partes a cuya cabeza no van chilenos ni argentinos, sólo judíos. El conflicto del Canal Beagle fue llevado exclusivamente por personajes de origen judío.
A ambos lados de la Cordillera la subversión armada terrorista ha sido dirigida y protegida también por judíos, descubriéndose conexiones con la alta banca mundial. La corrupción, además, parece ser casi un requisito de las democracias que “liberaron” a ambas naciones. Así lo anunció el rabino Gordon esa fatídica noche al decir a los presentes:
“En el campo económico debemos acrecentar la corrupción administrativa e ilegal, fomentar y profundizar el agio y la especulación, llevar a la miseria y a la injusticia a sus últimos extremos, especialmente entre los pueblos comprendidos dentro de la zona de Andinia…”.
Parece estar hablando desde el pasado de la actual situación de los colonos chilenos de la Villa Melimoyu al Sur, que fueron abandonados a su suerte y desprotegidos por años sin que se les construyan accesos a sus poblados ni carreteras.
Junto a la migración en masa de judíos al extremo austral sudamericano, tenemos además la formación de grandes compañías multimillonarias como parte del Plan Andinia, entre las que figura en un lugar destacado la “Jewish Company Association Colonization” de Londres, sumada a poderosas sociedades anónimas de capitales judíos dedicadas a la compra de enormes extensiones terrenos, ya sea con la excusa de “explotarlos”, por un lado, o “conservarlos”, por el otro.
En Argentina son los “Burge & Born S.A.”, “Comega S.A.”, “La Forestal”, etc.
En Chile son “Quintupeu”, “Pumalín”, “BOMASA”, “Inversiones Cranefield Chile Ltda.”, “Emasil S.A.”, “Forestal Neltume Carranco S.S.”, etc.
El Sur de Chile estos últimos años ha sido recorrido incesantemente por numerosas bandas de comandos israelitas, disfrazados como mochileros, y esto ha quedado al descubierto al caer uno de ellos por cráteres de volcanes que exploraban en la ejecución del Plan Andinia.
Hoy la prensa nos informa sobre proyectos a ambos lados para traer inmigrantes o colonos “rusos”, y ya quedó claro cuando entre 1987 y 1988 el masón Raul Alfonsín se rasgó las vestiduras para que se aprobara la traída masiva de israelitas, mientras favorecía descaradamente la intromisión soviética en territorio argentino, supuestamente soberano.
Las forestales de Chile, por su parte, derriban todo nuestro bosque nativo con el consentimiento de la CONAF, (la Corporación Nacional Forestal, que además les regala dinero más tarde para que “reforesten” con vulgares pinos las áreas taladas), para construir más tarde los poblados que ocuparán los judíos sobre los terrenos destruidos. “Hasta que un día el paisano acabe con este infierno, y haciendo suyo el gobierno con sólo esta ley se rija: es pa´todos la cobija, o es pa´todos el invierno”.