por Patricio Lons
Nosotros, los pueblos
hispánicos en América, fuimos divididos por el imperio británico y no
hemos sacado la cabeza adelante desde entonces. Algunos todavía no
entienden, que nuestro lamentable enfrentamiento como hijos de España
con Inglaterra, es una guerra entre dos concepciones espirituales, la
católica que respeta al hombre y cree en la soberanía política, la
independencia económica y la justicia social y la anglicana que no es
cristiana más que en un aspecto exterior y que ha desvirtuado a la Merry
England medieval, de alma católica y orden justo y natural, desde el
cisma provocado por Enrique VIII, en el siglo XVI y continuado por
Guillermo de Orange en el siglo XVII y que cree en el dominio sobre el
propio pueblo inglés y sobre otros pueblos, por ejemplo sobre el
nuestro. Por eso el Plan Maitland de 1800 para destruir y separar a los
pueblos de América, las invasiones de 1806, 1807, la destrucción del
imperio en América a partir de 1810 con la flota inglesa apoyando la
expulsión del virrey Cisneros y subiendo la bandera inglesa en el fuerte
de Buenos Aires el mismo 25 de mayo de 1810, el apoyo inglés a Tupac
Amaru, San Martín, Miranda y Bolívar cuyos estados mayores eran
ingleses, los tratados de 1825 en perjuicio nuestro, la invasión de 1833
en Malvinas, 1834 nuevamente en Malvinas para echar al gaucho Rivero
que seguía resistiendo, 1849 en Vuelta de Obligado, el Pacto
Roca-Runciman, la subversión de los 70 apoyada con armas inglesas
(recueden el escándalo Bishop en 1974), 1982 otra vez en Malvinas y la
democracia colonial desde 1983 al servicio de sus intereses; democracia
cuyas madres son Isabel II, Margaret Tatcher y Hebe de Bonafini, que
siempre clama por la destrucción de nuestras FFAA, así les resulta más
fácil saquearnos. Los Tratados de Madrid y de Lisboa de Menem y Cristina
Kirchner y la actual entrega de nuestros recursos minerales,
financieros y militares a los intereses británicos, nos han convertido
en una colonia de ellos, lamentablemente por la incapacidad de nuestros
dirigentes y la indiferencia del pueblo argentino ante tamaño atropello.
Por eso creo que debemos restaurar nuestra hispanidad empezando por
poner, junto a las propias de cada nación hispánica, una bandera común a
todos y que debería ser la que lleva las aspas de Borgoña y que porta
el Regimento 1 de infantería Patricios. Bandera original del imperio,
bajo la cual luchamos en las invasiones inglesas, bandera que llevó
civilización, fe y cultura por todo el orbe. Espíritu que logró la
primera circunvalación del globo terrestre y que llevó a los indígenas a
ofrecerse para luchar con 30.000 voluntarios en las invasiones inglesas
y luego a luchar por la religión y por el rey contra los
independentistas que les quitaban los derechos sobre sus tierras y cuya
propiedad, el rey de España, les reconocía. Por eso creo que ambos
pueblos, el inglés y el argentino, estamos invadidos por el mismo
espíritu anticristiano y hasta que ambos no recuperemos nuestras
tradiciones, ellos rescatando el espíritu artúrico, católico fundacional
de Inglaterra y nosotros el de Isabel la católica, que nos reconocía en
igualdad legal con los pueblos de Castilla; hasta tanto, no podremos
liberarnos y salir adelante. La bandera española flameó en América hasta
1834 en la isla de Chiloé al sur de Chile, cuando los últimos indios
fieles al rey se tuvieron que rendir. Desde entonces, solo
enfrentamientos nos marcaron y no pudimos tener un destino común en la
historia universal. Solo queda restaurar lo que Dios nos permita lograr
con la esperanza puesta en un futuro mejor.