“Santísima Trinidad”: Cuando el Ejército Montonero sale a la luz
El buque que se está hundiendo en la base naval de Puerto
Belgrano, “Santísima Trinidad”, fue atacado por Montoneros el 22 de
agosto de 1975, cuando ya la guerrilla peronista había vuelto a la
clandestinidad y el país era gobernado por la presidenta Isabel Perón, o
“Isabel Martínez”, como la llamaban los montoneros en sus comunicados.
La mina naval colocada por buzos expertos de Montoneros inauguró una
impactante serie de ataques contra la Armada, la Aeronáutica y el
Ejército con la cual la guerrilla peronista buscó demostrar a propios y
extraños que había logrado un “salto de calidad: la construcción del
ejército popular”, como explicó en octubre de 1975 en el documento
“Hacia la construcción del Ejército Montonero”.
Hasta ahí, los ataques a las Fuerzas Armadas, en especial al
Ejército, eran la especialidad del Ejército Revolucionario del Pueblo,
un grupo trotskista guevarista.
En aquel momento, Santísima Trinidad era la primera fragata provista
de misiles y constituía la joya más valiosa de la Armada; había sido
construido con ayuda británica como parte de un acuerdo por 350 millones
de dólares.
Seis días después, Montoneros voló la pista del aeropuerto de San
Miguel de Tucumán mientras despegaba un avión Hércules C-130 de la
Fuerza Aérea con ciento catorce personas a bordo, casi todos gendarmes
que regresaban a San Juan tras haber participado durante dos meses en la
lucha contra la guerrilla en aquella provincia. La caída del avión
provocó la muerte de seis gendarmes y heridas en otros treinta.
Pero, el golpe más audaz fue contra el Ejército: el ataque al
Regimiento de Infantería de Monte 29, en Formosa, el domingo 5 de
octubre de 1975. “Operación Primicia”. Fue un intento de copamiento que
provocó un cruento combate que duró media hora y en el que murieron 24
jóvenes, doce guerrilleros y doce defensores del cuartel, entre ellos
diez soldados conscriptos.
La ley ordenaba a los jóvenes de 21 años que hicieran un año de
servicio militar. En eso estaban esos formoseños cuando fueron atacados.
Fue el debut del Ejército Montonero, con sus uniformes de color azul, que luego serían perfeccionados.
¿Para qué crear el Ejército Montonero? Para “la liberación nacional y
la construcción de una patria justa, libre y soberana: la patria
socialista” en el marco de la “guerra integral”, que, siempre según el
documento de octubre de 1975, “nos permitió combinar en cada etapa las
formas armadas con las formas no armadas de lucha. Por ejemplo, en 1973
tomó más relevancia el accionar no armado. La expresión fundamental del
poder popular el 25 de mayo (en la asunción del presidente Héctor
Cámpora) fue la movilización de masas. La falta de desarrollo de nuestra
capacidad militar en ese momento impidió que durante el ´equilibrio
estratégico´ avanzáramos hacia el aniquilamiento del enemigo”.
En octubre de 1975, Montoneros estaba convencido de que el golpe, del
que tanto se hablaba en la prensa y en los bares, era inevitable debido
a una serie de factores: violencia política, inflación,
desabastecimiento, debilidad política de la Presidenta, etcétera. Y, por
lo tanto, tenía que prepararse para cuando los militares volvieran a
tomar el gobierno.
El lenguaje político de aquella época incluía conceptos como
“agudizar las contradicciones”, extremar los conflictos. Montoneros,
como otros grupos guerrilleros, pensaban que, incluso, el golpe podía
acelerar la revolución socialista en la medida en que la represión
militar convencería a la mayoría de la gente de apoyar al “ejército
popular”, a los grupos guerrilleros.
Terminó mal, pero en 1975 Montoneros tenía un poder de fuego
considerable: durante ese año, realizó unas quinientas operaciones de
muy distinta importancia y le provocó setenta y cinco bajas a la
policía, a la que rebasaba en varias ciudades, según el libro Soldados de Perón,
del politólogo británico Richard Gillespie. Roberto Perdía, que era el
número dos de la guerrilla peronista, me dijo que la cantidad de
militantes con formación militar ascendía a 12 mil; 2.300 de ellos eran
“oficiales”, y que el número de adherentes o simpatizantes era diez
veces superior: “Había unas 120 mil personas más o menos organizadas que
adherían”.