viernes, 25 de enero de 2013

SANTISIMA TRINIDAD




“Santísima Trinidad”: Cuando el Ejército Montonero sale a la luz

 


El buque que se está hundiendo en la base naval de Puerto Belgrano, “Santísima Trinidad”, fue atacado por Montoneros el 22 de agosto de 1975, cuando ya la guerrilla peronista había vuelto a la clandestinidad y el país era gobernado por la presidenta Isabel Perón, o “Isabel Martínez”, como la llamaban los montoneros en sus comunicados.

La mina naval colocada por buzos expertos de Montoneros inauguró una impactante serie de ataques contra la Armada, la Aeronáutica y el Ejército con la cual la guerrilla peronista buscó demostrar a propios y extraños que había logrado un “salto de calidad: la construcción del ejército popular”, como explicó en octubre de 1975 en el documento “Hacia la construcción del Ejército Montonero”.

Hasta ahí, los ataques a las Fuerzas Armadas, en especial al Ejército, eran la especialidad del Ejército Revolucionario del Pueblo, un grupo trotskista guevarista.

En aquel momento, Santísima Trinidad era la primera fragata provista de misiles y constituía la joya más valiosa de la Armada; había sido construido con ayuda británica como parte de un acuerdo por 350 millones de dólares.

Seis días después, Montoneros voló la pista del aeropuerto de San Miguel de Tucumán mientras despegaba un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea con ciento catorce personas a bordo, casi todos gendarmes que regresaban a San Juan tras haber participado durante dos meses en la lucha contra la guerrilla en aquella provincia. La caída del avión provocó la muerte de seis gendarmes y heridas en otros treinta.

Pero, el golpe más audaz fue contra el Ejército: el ataque al Regimiento de Infantería de Monte 29, en Formosa, el domingo 5 de octubre de 1975. “Operación Primicia”. Fue un intento de copamiento que provocó un cruento combate que duró media hora y en el que murieron 24 jóvenes, doce guerrilleros y doce defensores del cuartel, entre ellos diez soldados conscriptos.

La ley ordenaba a los jóvenes de 21 años que hicieran un año de servicio militar. En eso estaban esos formoseños cuando fueron atacados.

Fue el debut del Ejército Montonero, con sus uniformes de color azul, que luego serían perfeccionados.

¿Para qué crear el Ejército Montonero? Para “la liberación nacional y la construcción de una patria justa, libre y soberana: la patria socialista” en el marco de la “guerra integral”, que, siempre según el documento de octubre de 1975, “nos permitió combinar en cada etapa las formas armadas con las formas no armadas de lucha. Por ejemplo, en 1973 tomó más relevancia el accionar no armado. La expresión fundamental del poder popular el 25 de mayo (en la asunción del presidente Héctor Cámpora) fue la movilización de masas. La falta de desarrollo de nuestra capacidad militar en ese momento impidió que durante el ´equilibrio estratégico´ avanzáramos hacia el aniquilamiento del enemigo”.

En octubre de 1975, Montoneros estaba convencido de que el golpe, del que tanto se hablaba en la prensa y en los bares, era inevitable debido a una serie de factores: violencia política, inflación, desabastecimiento, debilidad política de la Presidenta, etcétera. Y, por lo tanto, tenía que prepararse para cuando los militares volvieran a tomar el gobierno.

El lenguaje político de aquella época incluía conceptos como “agudizar las contradicciones”, extremar los conflictos. Montoneros, como otros grupos guerrilleros, pensaban que, incluso, el golpe podía acelerar la revolución socialista en la medida en que la represión militar convencería a la mayoría de la gente de apoyar al “ejército popular”, a los grupos guerrilleros.

Terminó mal, pero en 1975 Montoneros tenía un poder de fuego considerable: durante ese año, realizó unas quinientas operaciones de muy distinta importancia y le provocó setenta y cinco bajas a la policía, a la que rebasaba en varias ciudades, según el libro Soldados de Perón, del politólogo británico Richard Gillespie. Roberto Perdía, que era el número dos de la guerrilla peronista, me dijo que la cantidad de militantes con formación militar ascendía a 12 mil; 2.300 de ellos eran “oficiales”, y que el número de adherentes o simpatizantes era diez veces superior: “Había unas 120 mil personas más o menos organizadas que adherían”.