JOSE M.GARCIA ROZADO
BICENTENARIO de la ASAMBLEA DEL AÑO
XIII o LA FALSIFICACIÓN KIRCHNERISTA de la HISTORIA ARGENTINA por Tomás Moro.
La celebración del bicentenario de la
inauguración de la Asamblea del Año XIII, el 31 de enero de 1813,
constituye uno de los más claros ejemplos de distorsión o
tergiversación de la verdad histórica por parte del kirchnerismo
"nac&pop". Son varios los encubrimientos, ocultamientos
y falsificaciones del carácter porteño, unitario, centralista,
librecambista y pro-británico de la Asamblea del Año XIII y sus
efectos, para intentar presentarla como uno de los hitos históricos
"progresistas" de nuestra historia.
Primera falsificación histórica. Ninguna mención se hizo en esta
"celebración" del hecho que la convocatoria a esta Asamblea
formaba parte del abandono de las tradiciones políticas españolas y
la recurrencia por parte de los políticos porteños a las
instituciones promovidas por la Revolución Francesa
–Triunviratos, Asambleas, Directorios, etc.-, que en esencia no es
sino el proceso político llevado a cabo por la naciente burguesía
francesa contra el poder absolutista monárquico, pero que no
reconoció derechos políticos al pueblo (sólo eran ciudadanos quienes
eran propietarios y tenían un ingreso fijo) y criminalizó las
asociaciones gremiales por el solo hecho de su constitución.
Segunda falsificación histórica. Los ideólogos
de la celebración de este inicuo bicentenario nada dijeron del
control que Carlos María de Alvear y sus partidarios hicieron de la
Asamblea, siguiendo dócilmente las sugerencias y consejos del
gabinete inglés, transmitidos por Lord Strangford y sus agentes en el
Plata.
Tampoco se mencionó que esta Asamblea estuvo
presidida inicialmente por el mencionado Carlos María de Alvear,
quien pocos años después propondría –como Director Supremo- la
subordinación de las Provincias del Río de la Plata a la Corona Británica,
como colonia de ésta última.
Tercera falsificación histórica. El grupo gobernante ha resaltado el
pretendido carácter liberador y pionero de los derechos humanos,
según las opiniones vertidas por un periodista devenido en
"historiador". Según este personaje, la Asamblea del Año
XIII abolió la esclavitud, lo cual es una afirmación falaz o de
suprema ignorancia, porque en realidad ese organismo proclamó
"la libertad de vientres" para los hijos de los esclavos.
Ignora u oculta ese auto-pretendido historiador que la Asamblea no
proclamó la abolición de la esclavitud, a causa de las presiones
llevadas a cabo por Lord Strangford en nombre de la casa real
portuguesa asentada en el Brasil, para que las Provincias del Plata
no se convirtieran en norte y refugio de los esclavos.
Cuarta falsificación histórica. Tampoco se hizo
ninguna mención a la actitud "democrática" de los miembros
porteños de rechazar la incorporación de los diputados artiguistas de
la Banda
Oriental, porque éstos portaban el mandato de pedir
la independencia absoluta y la alianza ofensiva-defensiva de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, además de la exigencia de
asentar la capital fuera del puerto-ciudad de Buenos Aires.
Quinta falsificación histórica. Nada se dijo en esta
celebración que las reformas judiciales llevadas a cabo por la
Asamblea tenían como finalidad borrar las instituciones tradicionales
del régimen indiano para reemplazarlas por los esquemas formales del
Derecho importado, sobre todo francés, con el objetivo de defender
los intereses y privilegios del grupo porteño pro-británico dominante
en Buenos Aires y en la Asamblea.
Tampoco se dijo que la proclamada igualdad
de derechos civiles y cívicos de los indios tuvo como consecuencia
que éstos se viesen privados del estatuto legal de tutela y amparo
que les otorgaban las Leyes de Indias (Libro Sexto), para ser
insertados en un nuevo esquema de igualdad política formal pero en un
contexto de profunda desigualdad social y económica.
Sexta falsificación histórica. También hubo un silencio absoluto respecto a
las reformas económicas implementadas por la Asamblea, de neta
orientación librecambista, influenciadas por los agentes del comercio
inglés, permitiendo la libre introducción de productos y la libre
exportación de frutos del país, oro y plata.
Séptima falsificación histórica. Los "sabios
sueltos" e "intelectuales ignorantes" que dieron
contenido épico a la celebración de este bicentenario ocultaron
un dato fundamental: que la porteñísima Asamblea
del Año XIII creó el cargo de Director Supremo de las
Provincias Unidas del Río de la Plata como poder
ejecutivo, al mejor estilo de la Revolución Francesa,
lo que constituye el primer antecedente del sistema unitario que
Buenos Aires pretendió imponer sobre el resto de las provincias
rioplatenses.
Octava falsificación histórica. Nada se dijo del
triste papel que cumplieron los Directores Supremos que Buenos Aires
fue designando, desde el 31 de enero de 1814 hasta el 1 de febrero de
1820. Salvo Mariano González Balcarce, quien se desempeñó en el cargo
por sólo tres meses (16 de abril a 9 de julio de 1816) y Juan Pedro
Aguirre (quien ocupó el cargo por solamente 11 días, del 1 al 11 de
febrero de 1820), el resto de los Directores Supremos –Gervasio
Antonio de Posadas, Carlos María de Alvear, Ignacio Álvarez Thomas,
Juan Martín de Pueyrredón y José Rondeau-, se destacaron por gobernar
exclusivamente a favor de Buenos Aires, contra el Interior del país,
y por buscar permanentemente el apoyo de Inglaterra, para asegurar el
"buen" gobierno interno ante la presencia de Artigas y la
"independencia" frente a la restauración borbónica de
Fernando VII en el trono español.
Novena falsificación histórica. Los ideólogos de
este bicentenario, quienes reivindican, por ejemplo, las figuras de
Dorrego y Artigas, ocultaron el hecho histórico del anti-artiguismo
desplegado por la autoridad política suprema emanada de la Asamblea. Ignoraron
y ocultaron que el primer Director Supremo, Gervasio Antonio de
Posadas, declaró a José Gervasio a Artigas "traidor a la
Patria" (decreto del 11 de febrero de 1814).
Ignoraron también que otro Director Supremo,
Juan Martín de Pueyrredón decidió poner fin a la vigencia política de
Artigas en las Provincias del Interior, razón por la cual renunció en
1817 a
la soberanía en la
Banda Oriental, para dejarla en manos del Imperio
lusitano del Brasil, convirtiéndose desde ese momento en
"Provincia Cisplatina".
Décima falsificación histórica. Nada mencionaron los promotores
"progresistas" de esta burda celebración que la principal
figura dominante en la Asamblea del Año XIII, Carlos María de Alvear,
masón al servicio de Inglaterra, no tuvo mejor idea al desempeñarse
como Director Supremo que ofrecer las Provincias Unidas como colonia
inglesa, porque nuestro país no estaba en condiciones de gobernarse a
sí mismo, necesitada entonces de "una mano exterior que lo
dirija y contenga en la esfera del orden antes que se precipite en
los horrores de la anarquía", lo cual significaba no volver a la
dominación española sino entregarse a la "generosa Nación
Británica", porque solamente ésta "podía poner un remedio
eficaz" a los males que nos aquejaban, teniendo en cuenta que
"estas provincias obedecerán a su gobierno y recibirán sus leyes
con el mayor placer".
Más
aún, a criterio del pro-británico Alvear, las Provincias del Río de
la Plata "desean pertenecer a la Gran Bretaña,
recibir sus leyes, obedecer a su Gobierno y vivir bajo su influjo
poderoso".
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