Desde Salta nos llega una “crónica” de cómo vivieron los salteños
la conmemoración del Bicentenario de la
Batalla de Salta, en esta bella provincia del NOA hay dos fechas patrias
que para sus pobladores son sagradas: el 20
de Junio Día de la Bandera y el 20
de Febrero la Batalla de Salta. En la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Salta, el
acostumbrado festejo patrio fue remplazado por una fiesta Nac & Pop, a las que son tan adeptos los funcionarios
del poder de turno.
Una vez más el zar Zanini mandó al frente al corrupto vicepresidente de la Nación, no sea
cuestión que la señora presidente de la
Nación sufra una condena social o rechazo cívico, a ella no se la puede
exponer nada más que donde esté la claque contratada a su entera satisfacción.
El impresentable
irrespetó a los gauchos salteños que
no pudieron desfilar, con su gallarda estampa montando su caballo, como era
tradicional en la fecha. Esta vez los
salteños, con los puños apretados y expresión dura en la cara, debieron
soportar otro acto partidario y político en vez de un festejo patrio.
No lo expresaron los
medios de comunicación, pero en Salta
el corrupto y el intendente de la ciudad debieron
soportar una fuerte silbatina y un rechazo cívico general. Sí se encargaron de
difundir muy fuerte el “escrache” que
la cámpora el hizo al gobernador de
Córdoba, quién subió tarde al palco oficial seguramente para evitar la foto
con el vicepresidente de la Nación.
Sinceramente,
Pacificación
Nacional Definitiva
por
una Nueva Década en Paz y para Siempre
EL
BICENTENARIO DE LA BATALLA DE SALTA
En una ciudad que no
superaba los 7000 habitantes se enfrentaron casi 6000 hombres con un saldo
aproximado de 700 muertos todo en menos de cuatro horas de violento combate. A
ello deben sumarse los cientos de heridos y discapacitados que dejó la lucha
sangrienta, muchos de los cuales murieron en días sucesivos incrementando la
infausta estadística.
Si tomamos el
porcentaje de muertos en relación con la cantidad de población de entonces y
trasladamos ese porcentaje a lo que sería el cuadro en relación a la actual
población de la ciudad de Salta, ello equivaldría hoy a unos noventa mil
muertos. Imaginemos el aspecto desolador de muertos insepultos, de heridos
graves, de madres con sus hijos muertos en el campo de batalla, de la
incapacidad de asistir a los moribundos, todo en un marco devastado. Belgrano optó por perdonar a los enemigos y no fusilarlos o degollarlos como le
pedían. Esto iba con su pensamiento cuando decía que: “Lo que creyere justo lo he de hacer, sin consideraciones ni respetos a
nadie”.
No hay que olvidarse
que fue una guerra fratricida, entre viejos salteños que adherían a Buenos
Aires y otros a España, pero que eran prácticamente todos americanos. De allí entonces que esta fecha venerable
del 20 de Febrero debía recordarse con unción y respeto.
Justo la antítesis de
lo que fueron los recientes actos de la
Batalla de Salta, donde se gastaron
millones de pesos en fiesta y algarabía, en show y bailanta, en pan y circo, con la actuación de artistas
que sólo estaban interesados en lo que iban a cobrar (salvo honrosas
excepciones), empañado por la presencia de un vicepresidente sospechado, no
querido por el pueblo, dueño de un
pobrísimo bagaje cultural como quedó claramente expuesto en su discurso;
con la participación estelar de un falsario revisionista de la historia y
psicoanalista de profesión, y como broche
de oro un espectáculo de bombas de estruendos y pirotécnica a las 4 de la
madrugada a pocos metros de un hospital (¡sí, de un hospital!) y que
despertaron a toda Salta por la violencia de las explosiones.
¿A
quién o quienes se les pudieron ocurrir tan geniales ideas?
Tal vez haya que buscarlo en la hermética “Comisión Década Bicentenaria” de Salta, cuyos manejos presupuestarios
resultan un misterio toda vez que se niegan a contestar los sucesivos pedidos
de informes que les llegan desde la H.C. de Diputados. Mientras tanto, lo más
genuino de nuestra tierra, los gauchos
de los fortines, los hombres de campo y a caballo, que llegaron con sus
mejores galas para desfilar en silencio y recogimiento de acuerdo a los
sublimes principios de la historia, en su mayoría se quedaron afuera. Ellos estaban de más en esta bacanal del
desorden y el tumulto.
Otrora desfile Fortines Gauchos en Campo Quijano
Quedará para el
análisis los mil policías movilizados, los policías infiltrados de civil y
armados, los periodistas golpeados, los ciudadanos detenidos, las pancartas
políticas, el olor a proselitismo y autobombo, las silbatinas, escraches y
abucheos, las agrupaciones foráneas, y todo lo que deslució lo que debía ser
una conmemoración, un recuerdo y una evocación a la memoria de los salteños que
se desangraron en el campo de batalla.
El gobernador Urtubey con "Pacho" O' Donnell
A ello hay que
sumarle los historiadores locales ninguneados, verdaderos y profundos
estudiosos, que no fueron invitados a participar de ningún acto, ni a dar
ninguna conferencia aún gratuita y académica; mientras que foráneos de Buenos
Aires vinieron a hablar de cualquier tema, incluso ajenos a la batalla, pero
eso sí cobrando gruesos y jugosos emolumentos.
Cuán
lejos estamos de aquel monumento de ladrillo quemado de los salteños que
combatieron en la Batalla. Y cuán lejos estamos de ese portentoso monumento que
levantaron los salteños de un siglo atrás, en 1913, al cumplirse el primer
centenario, y en el que participaron sublimes artistas como Lola Mora. Ese
monumento trascenderá varios centenarios.
Todo lo que se hizo
en este 2013 quedará en el olvido y desaparecerá dentro de 100 años junto con
el nombre de los más famosos de los artistas de hoy. En tres o cuatro generaciones los salteños mirarán hacia atrás y verán
que los que estuvimos en este segundo centenario no fuimos capaces de dejar
nada que trascienda.
Porque hay que saber ubicarse en el tiempo:
cuando se cumplió el primer centenario ninguno de los presentes estuvimos allí
y cuando se cumpla el tercer centenario ninguno de los actuales conciudadanos
con memoria habrá sobrevivido. Es por
eso trascendente y debe llenarnos de orgullo que seamos los salteños de hoy
quienes tuvimos la enorme suerte de ser partícipes de este Bicentenario de la
Batalla de Salta. Más allá de los profundos desaciertos con que fuera
recordado.