domingo, 24 de febrero de 2013

LA CONDENA SOCIAL OCULTADA EN SALTA


Desde Salta nos llega una “crónica” de cómo vivieron los salteños la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Salta, en esta bella provincia del NOA hay dos fechas patrias que para sus pobladores son sagradas: el 20 de Junio Día de la Bandera y el 20 de Febrero la Batalla de Salta. En la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Salta, el acostumbrado festejo patrio fue remplazado por una fiesta Nac & Pop, a las que son tan adeptos los funcionarios del poder de turno.

Una vez más el zar Zanini mandó al frente al corrupto vicepresidente de la Nación, no sea cuestión que la señora presidente de la Nación sufra una condena social o rechazo cívico, a ella no se la puede exponer nada más que donde esté la claque contratada a su entera satisfacción.
El impresentable irrespetó a los gauchos salteños que no pudieron desfilar, con su gallarda estampa montando su caballo, como era tradicional en la fecha. Esta vez los salteños, con los puños apretados y expresión dura en la cara, debieron soportar otro acto partidario y político en vez de un festejo patrio.
No lo expresaron los medios de comunicación, pero en Salta el corrupto y el intendente de la ciudad debieron soportar una fuerte silbatina y un rechazo cívico general. Sí se encargaron de difundir muy fuerte el “escrache” que la cámpora el hizo al gobernador de Córdoba, quién subió tarde al palco oficial seguramente para evitar la foto con el vicepresidente de la Nación.
Sinceramente,
Pacificación Nacional Definitiva
por una Nueva Década en Paz y para Siempre

EL BICENTENARIO DE LA BATALLA DE SALTA
En una ciudad que no superaba los 7000 habitantes se enfrentaron casi 6000 hombres con un saldo aproximado de 700 muertos todo en menos de cuatro horas de violento combate. A ello deben sumarse los cientos de heridos y discapacitados que dejó la lucha sangrienta, muchos de los cuales murieron en días sucesivos incrementando la infausta estadística.
Si tomamos el porcentaje de muertos en relación con la cantidad de población de entonces y trasladamos ese porcentaje a lo que sería el cuadro en relación a la actual población de la ciudad de Salta, ello equivaldría hoy a unos noventa mil muertos. Imaginemos el aspecto desolador de muertos insepultos, de heridos graves, de madres con sus hijos muertos en el campo de batalla, de la incapacidad de asistir a los moribundos, todo en un marco devastado. Belgrano optó por perdonar a los enemigos y no fusilarlos o degollarlos como le pedían. Esto iba con su pensamiento cuando decía que: “Lo que creyere justo lo he de hacer, sin consideraciones ni respetos a nadie”.
No hay que olvidarse que fue una guerra fratricida, entre viejos salteños que adherían a Buenos Aires y otros a España, pero que eran prácticamente todos americanos. De allí entonces que esta fecha venerable del 20 de Febrero debía recordarse con unción y respeto.
Justo la antítesis de lo que fueron los recientes actos de la Batalla de Salta, donde se gastaron millones de pesos en fiesta y algarabía, en show y bailanta, en pan y circo, con la actuación de artistas que sólo estaban interesados en lo que iban a cobrar (salvo honrosas excepciones), empañado por la presencia de un vicepresidente sospechado, no querido por el pueblo, dueño de un pobrísimo bagaje cultural como quedó claramente expuesto en su discurso; con la participación estelar de un falsario revisionista de la historia y psicoanalista de profesión, y como broche de oro un espectáculo de bombas de estruendos y pirotécnica a las 4 de la madrugada a pocos metros de un hospital (¡sí, de un hospital!) y que despertaron a toda Salta por la violencia de las explosiones.
¿A quién o quienes se les pudieron ocurrir tan geniales ideas? Tal vez haya que buscarlo en la hermética “Comisión Década Bicentenaria” de Salta, cuyos manejos presupuestarios resultan un misterio toda vez que se niegan a contestar los sucesivos pedidos de informes que les llegan desde la H.C. de Diputados. Mientras tanto, lo más genuino de nuestra tierra, los gauchos de los fortines, los hombres de campo y a caballo, que llegaron con sus mejores galas para desfilar en silencio y recogimiento de acuerdo a los sublimes principios de la historia, en su mayoría se quedaron afuera. Ellos estaban de más en esta bacanal del desorden y el tumulto.
Otrora desfile Fortines Gauchos en Campo Quijano
Quedará para el análisis los mil policías movilizados, los policías infiltrados de civil y armados, los periodistas golpeados, los ciudadanos detenidos, las pancartas políticas, el olor a proselitismo y autobombo, las silbatinas, escraches y abucheos, las agrupaciones foráneas, y todo lo que deslució lo que debía ser una conmemoración, un recuerdo y una evocación a la memoria de los salteños que se desangraron en el campo de batalla.
El gobernador Urtubey con "Pacho" O' Donnell
A ello hay que sumarle los historiadores locales ninguneados, verdaderos y profundos estudiosos, que no fueron invitados a participar de ningún acto, ni a dar ninguna conferencia aún gratuita y académica; mientras que foráneos de Buenos Aires vinieron a hablar de cualquier tema, incluso ajenos a la batalla, pero eso sí cobrando gruesos y jugosos emolumentos.
Cuán lejos estamos de aquel monumento de ladrillo quemado de los salteños que combatieron en la Batalla. Y cuán lejos estamos de ese portentoso monumento que levantaron los salteños de un siglo atrás, en 1913, al cumplirse el primer centenario, y en el que participaron sublimes artistas como Lola Mora. Ese monumento trascenderá varios centenarios.
Todo lo que se hizo en este 2013 quedará en el olvido y desaparecerá dentro de 100 años junto con el nombre de los más famosos de los artistas de hoy. En tres o cuatro generaciones los salteños mirarán hacia atrás y verán que los que estuvimos en este segundo centenario no fuimos capaces de dejar nada que trascienda.
Porque hay que saber ubicarse en el tiempo: cuando se cumplió el primer centenario ninguno de los presentes estuvimos allí y cuando se cumpla el tercer centenario ninguno de los actuales conciudadanos con memoria habrá sobrevivido. Es por eso trascendente y debe llenarnos de orgullo que seamos los salteños de hoy quienes tuvimos la enorme suerte de ser partícipes de este Bicentenario de la Batalla de Salta. Más allá de los profundos desaciertos con que fuera recordado.