OPINION
Sicilia, en medio del Mediterráneo, es punto de paso de los pueblos que crearon nuestra civilización. Isla expuesta a muchos apetitos. La dominan fenicios, griegos, cartagineses, romanos.
Caída Roma, la asaltan los bárbaros: vándalos, ostrogodos, longobardos. Cae bajo poder bizantino. Al expandirse el Islam la toman los sarracenos. Vuelven los bárbaros, ahora los normandos. Con los duques de Anjou depende de Francia; luego de Aragón, que integrándola a Nápoles forma el reino de las dos Sicilias. Con el tratado de Utrecht se la cede al ducado de Saboya y luego a Austria; vuelve a manos de los Borbones de España; la ataca Francia; se proclama rey al duque de Génova, la invaden los napolitanos y en 1860 Garibaldi la subleva y la incorpora al nuevo reino de Italia.
Con tantas subyugaciones diversas, los sicilianos aprenderían a resistir a sus dominadores. En 1800 el gobierno crea las Compagni d’Armi contra los desmanes de los bandoleros. Garibaldi disuelve esas compañías sin haberse alcanzado ni el orden ni la seguridad; no acatan la disolución y se convierten en mafia.
Nace la mafia, con una rígida disciplina fundada sobre el juramento de ayudarse y de no servir de testigos en los tribunales; hacen culto del coraje personal; no discuten las órdenes de sus jefes; evitan cometer robos y asesinatos mientras no se trate de traidores a la organización. Los mafiori tienen dirigentes, los giovani d’onori, y los encargados de ejecutar los desafueros, los malandrini. Los malhechores le temen a la mafia más que a los tribunales de justicia ordinaria. Muchos propietarios, por su seguridad personal, se ponen bajo su protección. La mafia no es delincuencia desordenada: significa un orden distinto al aceptado por la sociedad y por las leyes del Estado.
Al producirse una masiva inmigración en los Estados Unidos, allá van muchos sicilianos deseosos de sumarse a una sociedad de trabajo y de riqueza. Y se ven marginados; no conocen la lengua (manejan su dialecto; no saben ni italiano), vienen de un mundo de otras costumbres, otros usos; sus ricas tradiciones son menospreciadas. Para sobrevivir, para valer, para hacerse respetar, recurren a organizaciones que reviven la mafia de su tierra. No sólo ellos: otras minorías raciales y religiosas apelan a medios similares. De modo que la mafia -sistema detestable: delito y crimen organizados y en patota- aparece en el papel de defensora de una minoría desplazada, marginada, detestada por los poderosos.
La mafia es una muestra de organización y de eficacia. Ya sin minorías que digan proteger puede seguir funcionando en busca de influencia, de grandes negocios, de poder. En el mundo del consumo abundan los rubros que son negocios substanciosos, empezando por el de la droga. De modo que las mafias no van a desaparecer por falta de minorías que las reclamen.
En la actualidad incorporan al ámbito del delito los adelantos de la técnica, el apoyo de profesionales expertos y las sutiles artes para influir sobre la opinión pública. De modo que la lucha contra ellas se hace cada día más difícil. A la justicia ordinaria no se la teme, se la supone inocua (todo el mundo “confía en la justicia”; muchos, en realidad, confían en su torpeza), pero se sospecha que las mafias tienen poder, tienen fuerza y que son duchas en su aplicación.
Pero no hay que desesperar. Italia, patria de ricas experiencias políticas y de inteligencias lúcidas y dúctiles, ha comenzado a combatirla y a desplazarla de la dirección de la sociedad que en gran parte ejercía por haber conquistado valiosas posiciones con el apoyo de políticos adictos. No lo logrará de un día para otro, pero sus triunfos pueden ser ejemplos para nosotros. Y ojalá que sus fracasos también sean ejemplos, para que nosotros no los repitamos.
Aunque sin minorías que precisen protección, las mafias pueden seguir funcionando ya que han visto la enorme eficacia que les da su organización. En nuestra Provincia San Miguel de Tucumán desde hace décadas desde el Ejecutivo aseveraban que no existan bandas o asociaciones con fines de delinquir. El tiempo ante la inercia de los tres poderes del estado vino a dar la razón a la ciudadanía que clama por seguridad. Susana Trimarco y quien suscribe públicamente acusamos y querellamos a los Ales de dirigir una organización una organización mafiosa y ser cabeza de mafia en tucuman. Debimos esperar el fallo para saber qué decía oficialmente la justicia. Nos dimos cuenta que la mafia avanza como un pulpo cuyos tentáculos son insospechados Mientras tanto los Ales tienes incontables causas en los Tribunales – Fiscalías penales – muchas con requerimiento a elevación a juicio. Seguirá su impunidad si los fiscales o el Ministro fiscal de la Corte no actúan de oficio.
Hoy se suma – Gracias a Dios – a la ponderación publica de todo el país el caso de Paulina Lebbos. El asesinato de una joven Tucumana que había desaparecido en la madrugada del 26 de febrero del 2006 al abordar un remise a la salida de un boliche de la zona del ex Mercado de Abasto en San Miguel de Tucumán. La estu¬diante de Comu¬ni¬ca¬ción Social, sale a bai¬lar con unas ami¬gas. A eso de las 6 de la madru¬gada, junto a una de ellas toman un remis para vol¬ver a sus casas. Cris¬tina Mer¬cado, la amiga de Pau¬lina bajó en su domi¬ci¬lio pero la joven de 24 años nunca más vol¬vió. 13 días más tarde Pau¬lina fue encon¬trada muti¬lada, des-cuar¬ti¬zada, feroz¬mente ase¬si¬nada, en un des¬cam¬pado cer¬cano a una can¬cha de polo. Lo increí¬ble, lo que su fami¬lia y la socie¬dad toda no logran com¬pren¬der, es que del cri¬men que sacu¬dió a los tucu¬ma¬nos e hizo tras¬ta¬bi¬llar al Poder Eje¬cu¬tivo, a más de siete (7)años de su desaparición no existe un solo sos¬pe¬choso, un solo dete¬nido. El Fiscal Albaca tercer instructor de la causa mantiene un hermetismo inconcebible en una causa publica y con querellante (su progenitor Alberto Lebbos). El Gober¬na¬dor en su oportunidad anun¬ció unos días des¬pués del maca-bro e incom¬pren¬si¬ble hallazgo, que esta¬ban a horas de dete¬ner al ase¬sino. Pero en Tucu¬mán reina la impunidad.
En un Prestigioso Diario de nuestra provincia, un periodista exterioriza con sus enjundiosas y claras demostraciones la impunidad existente. Se pregunta e interroga a los Poderes con enorme sutileza… ¿Por qué pasaron siete años del asesinato de Paulina Lebbos sin que haya un solo imputado y ni siquiera un sospechoso del crimen? ¿Por qué los expedientes de la causa son secretos y ni siquiera el padre de la víctima, Alberto Lebbos, que además es querellante, puede acceder a ellos? ¿Por qué el actual fiscal del caso, Carlos Albaca, no permite conocer las declaraciones de los testigos de la causa? ¿Por qué la investigación está prácticamente detenida desde hace años? ¿Por qué, si se probó la desaparición de actas, la alteración de la escena del crimen y que hubo policías que faltaron a la verdad, no hay nadie preso por encubrimiento? ¿Por qué ascendieron o trasladaron a los policías sospechados de encubrimiento? ¿Por qué los uniformados fueron acusados por incumplimiento de los deberes de funcionario público (adulteración de actas), en vez de encubrimiento? ¿Por qué, si el cuerpo fue encontrado el 11 de marzo de 2006 a las 14, el fiscal fue informado recién cuatro horas más tarde? ¿Por qué el lugar donde fue hallado el cuerpo de Paulina fue limpiado y desmalezado antes de que llegara el fiscal? ¿Por qué renunció el fiscal Alejandro Noguera, a cargo de la investigación, luego de que el diario lo fotografiara saliendo de la casa del gobernador, José Alperovich? ¿Por qué desaparecieron las pruebas que rodeaban el cuerpo de Paulina? ¿Por qué en los siete años de investigación no se realizaron los cruces de llamadas telefónicas entre funcionarios del gobierno solicitados por la querella? Por qué poco después del crimen renunció el ministro de Seguridad, Pablo Baillo, sin dar explicaciones, pero siguió vinculado al gobierno como asesor? ¿Por qué el gobernador dijo que estaban muy cerca de esclarecer el crimen, pero después nunca más volvió a hablar del caso? ¿Por qué la Policía mintió que halló el cuerpo luego de un arduo rastrillaje, 11 días después de su desaparición, cuando en realidad fue encontrado de casualidad por dos lugareños? ¿Por qué fueron amenazados los lugareños que encontraron el cuerpo? ¿Por qué ahora la Nación, a través del Programa Nacional de Lucha contra la Impunidad y luego del resonante caso Verón, que puso a Tucumán en el centro de la escena, decidió intervenir en el caso y revisar los expedientes que guarda el fiscal Albaca? ¿Por qué el propio ex ministro de Seguridad, Mario López Herrera, reconoció ante la Legislatura las irregularidades que cometieron los policías y nunca se hizo nada? ¿Por qué separaron del caso al fiscal Daniel Marranzino, quien debía supervisar a Albaca, cuando pidió que se citase a un testigo que decía saber quiénes eran los asesinos? ¿Por qué periodistas de LA GACETA recibieron amenazas telefónicas provenientes del entorno del gobernador cada vez que se mencionaba la hipótesis de "hijos del poder", lanzada por primera vez por el barrabrava de Atlético, Gustavo González? ¿Por qué se dice que la Presidenta evita recibir a Lebbos -entrevista que se tramita desde hace meses- porque esa foto sería lapidaria para Alperovich ¿Por qué la Corte Suprema, que debía investigar el posible encubrimiento, nunca se pronunció? Por qué el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo no pueden responder una sola pregunta?
De todas maneras el debate sobre esta supuesta mafia nos alerta: los argentinos, en estos momentos, estamos ante la evidencia de mafias que extiendan su poderío hasta ciertos despachos que debieran mantenerse inconmovibles. Que el asesinato de Paulina Lebbos y la desaparición de Marita Verón -por citar los hechos más notorios entre muchos crímenes impunes- hayan inquietado a la opinión público poniéndola a la prensa en estado de constante vigilancia, es bueno y saludable. Si la opinión pública no reacciona en contra de ellas sería muy difícil que se pudiera hacer algo por eliminarlas, que es lo que la sociedad necesita para su tranquilidad. Y si efectivamente reacciona tendrá por delante una larga lucha, ya que las mafias no renuncian fácilmente a las conquistas que ella ha realizado, pero lucha que vale la pena librarse pues en ella se juega el destino de la patria de nuestros hijos.
DR. JORGE B LOBO ARAGÓN
jorgeloboaragon@hotmail.com
jorgeloboaragon@gmail.com
Caída Roma, la asaltan los bárbaros: vándalos, ostrogodos, longobardos. Cae bajo poder bizantino. Al expandirse el Islam la toman los sarracenos. Vuelven los bárbaros, ahora los normandos. Con los duques de Anjou depende de Francia; luego de Aragón, que integrándola a Nápoles forma el reino de las dos Sicilias. Con el tratado de Utrecht se la cede al ducado de Saboya y luego a Austria; vuelve a manos de los Borbones de España; la ataca Francia; se proclama rey al duque de Génova, la invaden los napolitanos y en 1860 Garibaldi la subleva y la incorpora al nuevo reino de Italia.
Con tantas subyugaciones diversas, los sicilianos aprenderían a resistir a sus dominadores. En 1800 el gobierno crea las Compagni d’Armi contra los desmanes de los bandoleros. Garibaldi disuelve esas compañías sin haberse alcanzado ni el orden ni la seguridad; no acatan la disolución y se convierten en mafia.
Nace la mafia, con una rígida disciplina fundada sobre el juramento de ayudarse y de no servir de testigos en los tribunales; hacen culto del coraje personal; no discuten las órdenes de sus jefes; evitan cometer robos y asesinatos mientras no se trate de traidores a la organización. Los mafiori tienen dirigentes, los giovani d’onori, y los encargados de ejecutar los desafueros, los malandrini. Los malhechores le temen a la mafia más que a los tribunales de justicia ordinaria. Muchos propietarios, por su seguridad personal, se ponen bajo su protección. La mafia no es delincuencia desordenada: significa un orden distinto al aceptado por la sociedad y por las leyes del Estado.
Al producirse una masiva inmigración en los Estados Unidos, allá van muchos sicilianos deseosos de sumarse a una sociedad de trabajo y de riqueza. Y se ven marginados; no conocen la lengua (manejan su dialecto; no saben ni italiano), vienen de un mundo de otras costumbres, otros usos; sus ricas tradiciones son menospreciadas. Para sobrevivir, para valer, para hacerse respetar, recurren a organizaciones que reviven la mafia de su tierra. No sólo ellos: otras minorías raciales y religiosas apelan a medios similares. De modo que la mafia -sistema detestable: delito y crimen organizados y en patota- aparece en el papel de defensora de una minoría desplazada, marginada, detestada por los poderosos.
La mafia es una muestra de organización y de eficacia. Ya sin minorías que digan proteger puede seguir funcionando en busca de influencia, de grandes negocios, de poder. En el mundo del consumo abundan los rubros que son negocios substanciosos, empezando por el de la droga. De modo que las mafias no van a desaparecer por falta de minorías que las reclamen.
En la actualidad incorporan al ámbito del delito los adelantos de la técnica, el apoyo de profesionales expertos y las sutiles artes para influir sobre la opinión pública. De modo que la lucha contra ellas se hace cada día más difícil. A la justicia ordinaria no se la teme, se la supone inocua (todo el mundo “confía en la justicia”; muchos, en realidad, confían en su torpeza), pero se sospecha que las mafias tienen poder, tienen fuerza y que son duchas en su aplicación.
Pero no hay que desesperar. Italia, patria de ricas experiencias políticas y de inteligencias lúcidas y dúctiles, ha comenzado a combatirla y a desplazarla de la dirección de la sociedad que en gran parte ejercía por haber conquistado valiosas posiciones con el apoyo de políticos adictos. No lo logrará de un día para otro, pero sus triunfos pueden ser ejemplos para nosotros. Y ojalá que sus fracasos también sean ejemplos, para que nosotros no los repitamos.
Aunque sin minorías que precisen protección, las mafias pueden seguir funcionando ya que han visto la enorme eficacia que les da su organización. En nuestra Provincia San Miguel de Tucumán desde hace décadas desde el Ejecutivo aseveraban que no existan bandas o asociaciones con fines de delinquir. El tiempo ante la inercia de los tres poderes del estado vino a dar la razón a la ciudadanía que clama por seguridad. Susana Trimarco y quien suscribe públicamente acusamos y querellamos a los Ales de dirigir una organización una organización mafiosa y ser cabeza de mafia en tucuman. Debimos esperar el fallo para saber qué decía oficialmente la justicia. Nos dimos cuenta que la mafia avanza como un pulpo cuyos tentáculos son insospechados Mientras tanto los Ales tienes incontables causas en los Tribunales – Fiscalías penales – muchas con requerimiento a elevación a juicio. Seguirá su impunidad si los fiscales o el Ministro fiscal de la Corte no actúan de oficio.
Hoy se suma – Gracias a Dios – a la ponderación publica de todo el país el caso de Paulina Lebbos. El asesinato de una joven Tucumana que había desaparecido en la madrugada del 26 de febrero del 2006 al abordar un remise a la salida de un boliche de la zona del ex Mercado de Abasto en San Miguel de Tucumán. La estu¬diante de Comu¬ni¬ca¬ción Social, sale a bai¬lar con unas ami¬gas. A eso de las 6 de la madru¬gada, junto a una de ellas toman un remis para vol¬ver a sus casas. Cris¬tina Mer¬cado, la amiga de Pau¬lina bajó en su domi¬ci¬lio pero la joven de 24 años nunca más vol¬vió. 13 días más tarde Pau¬lina fue encon¬trada muti¬lada, des-cuar¬ti¬zada, feroz¬mente ase¬si¬nada, en un des¬cam¬pado cer¬cano a una can¬cha de polo. Lo increí¬ble, lo que su fami¬lia y la socie¬dad toda no logran com¬pren¬der, es que del cri¬men que sacu¬dió a los tucu¬ma¬nos e hizo tras¬ta¬bi¬llar al Poder Eje¬cu¬tivo, a más de siete (7)años de su desaparición no existe un solo sos¬pe¬choso, un solo dete¬nido. El Fiscal Albaca tercer instructor de la causa mantiene un hermetismo inconcebible en una causa publica y con querellante (su progenitor Alberto Lebbos). El Gober¬na¬dor en su oportunidad anun¬ció unos días des¬pués del maca-bro e incom¬pren¬si¬ble hallazgo, que esta¬ban a horas de dete¬ner al ase¬sino. Pero en Tucu¬mán reina la impunidad.
En un Prestigioso Diario de nuestra provincia, un periodista exterioriza con sus enjundiosas y claras demostraciones la impunidad existente. Se pregunta e interroga a los Poderes con enorme sutileza… ¿Por qué pasaron siete años del asesinato de Paulina Lebbos sin que haya un solo imputado y ni siquiera un sospechoso del crimen? ¿Por qué los expedientes de la causa son secretos y ni siquiera el padre de la víctima, Alberto Lebbos, que además es querellante, puede acceder a ellos? ¿Por qué el actual fiscal del caso, Carlos Albaca, no permite conocer las declaraciones de los testigos de la causa? ¿Por qué la investigación está prácticamente detenida desde hace años? ¿Por qué, si se probó la desaparición de actas, la alteración de la escena del crimen y que hubo policías que faltaron a la verdad, no hay nadie preso por encubrimiento? ¿Por qué ascendieron o trasladaron a los policías sospechados de encubrimiento? ¿Por qué los uniformados fueron acusados por incumplimiento de los deberes de funcionario público (adulteración de actas), en vez de encubrimiento? ¿Por qué, si el cuerpo fue encontrado el 11 de marzo de 2006 a las 14, el fiscal fue informado recién cuatro horas más tarde? ¿Por qué el lugar donde fue hallado el cuerpo de Paulina fue limpiado y desmalezado antes de que llegara el fiscal? ¿Por qué renunció el fiscal Alejandro Noguera, a cargo de la investigación, luego de que el diario lo fotografiara saliendo de la casa del gobernador, José Alperovich? ¿Por qué desaparecieron las pruebas que rodeaban el cuerpo de Paulina? ¿Por qué en los siete años de investigación no se realizaron los cruces de llamadas telefónicas entre funcionarios del gobierno solicitados por la querella? Por qué poco después del crimen renunció el ministro de Seguridad, Pablo Baillo, sin dar explicaciones, pero siguió vinculado al gobierno como asesor? ¿Por qué el gobernador dijo que estaban muy cerca de esclarecer el crimen, pero después nunca más volvió a hablar del caso? ¿Por qué la Policía mintió que halló el cuerpo luego de un arduo rastrillaje, 11 días después de su desaparición, cuando en realidad fue encontrado de casualidad por dos lugareños? ¿Por qué fueron amenazados los lugareños que encontraron el cuerpo? ¿Por qué ahora la Nación, a través del Programa Nacional de Lucha contra la Impunidad y luego del resonante caso Verón, que puso a Tucumán en el centro de la escena, decidió intervenir en el caso y revisar los expedientes que guarda el fiscal Albaca? ¿Por qué el propio ex ministro de Seguridad, Mario López Herrera, reconoció ante la Legislatura las irregularidades que cometieron los policías y nunca se hizo nada? ¿Por qué separaron del caso al fiscal Daniel Marranzino, quien debía supervisar a Albaca, cuando pidió que se citase a un testigo que decía saber quiénes eran los asesinos? ¿Por qué periodistas de LA GACETA recibieron amenazas telefónicas provenientes del entorno del gobernador cada vez que se mencionaba la hipótesis de "hijos del poder", lanzada por primera vez por el barrabrava de Atlético, Gustavo González? ¿Por qué se dice que la Presidenta evita recibir a Lebbos -entrevista que se tramita desde hace meses- porque esa foto sería lapidaria para Alperovich ¿Por qué la Corte Suprema, que debía investigar el posible encubrimiento, nunca se pronunció? Por qué el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo no pueden responder una sola pregunta?
De todas maneras el debate sobre esta supuesta mafia nos alerta: los argentinos, en estos momentos, estamos ante la evidencia de mafias que extiendan su poderío hasta ciertos despachos que debieran mantenerse inconmovibles. Que el asesinato de Paulina Lebbos y la desaparición de Marita Verón -por citar los hechos más notorios entre muchos crímenes impunes- hayan inquietado a la opinión público poniéndola a la prensa en estado de constante vigilancia, es bueno y saludable. Si la opinión pública no reacciona en contra de ellas sería muy difícil que se pudiera hacer algo por eliminarlas, que es lo que la sociedad necesita para su tranquilidad. Y si efectivamente reacciona tendrá por delante una larga lucha, ya que las mafias no renuncian fácilmente a las conquistas que ella ha realizado, pero lucha que vale la pena librarse pues en ella se juega el destino de la patria de nuestros hijos.
DR. JORGE B LOBO ARAGÓN
jorgeloboaragon@hotmail.com
jorgeloboaragon@gmail.com