La podredumbre mostrada por
la Comisión Investigadora,
la Comisión Investigadora,
habría ayudado a decidir la abdicación papal
¡De quienes le han hecho pasar esta vergüenza al Papa, invitar acróbatas
del Gay Circus a la Audiencia General, se puede esperar cualquier cosa!
Bajo el título "Sexo, carrera y chantaje en el Vaticano, detrás de la renuncia de Benedicto XVI", el diario Repubblica acaba de publicar un informe en el cual se afirma que detrás del Vatileaks, no sólo habría dinero y poder, sino principalmente las intrigas del lobby gay.
El artículo sugiere que el conocimiento de esta desgarrante realidad precipitó la decisión del Santo Padre, quien venía meditando sobre su renuncia; consciente de que no tiene las energías necesarias para afrontarla.
Allí se dice que dos días antes de la celebración del Cincuentenario del
Concilio Vaticano II, es decir el 9 de Octubre pasado, el Papa
Benedicto XVI recibió al Cardenal español Julián Herranz, presidente de
la Comisión ad hoc que investiga el Vatileaks; el cual lo ha visitado
semanalmente y en forma reservada entre Abril y Diciembre pasados, para
mantenerlo al tanto de la investigación.
Así se fue enterando de la existencia de una red de lobbistas, dividida
por los investigadores por la congregación de la que provienen sus
miembros y por zona geográfica: salesianos y jesuitas; ligures y
lombardos.
Hasta que aquél día de Octubre sonó en los oídos del Papa el pasaje más
escabroso: la red estaba transversalmente caracterizada por su
"orientación" sexual.
Por primera vez la palabra Homosexualidad, leída en voz alta a
partir de un texto escrito, fue pronunciada en los apartamentos papales.
Por primera vez se oyó decir chantaje, si bien en Latín: "influentiam", Su Santidad, impropia influentiam.
Más adelante, el 17 de Diciembre de 2012, los tres cardenales de la
Comisión entregaron en manos del Pontífice el resultado de su trabajo,
contenido en dos volúmenes que suman 300 páginas.
El contenido de estos documentos, la Relationem, guardados bajo
secreto pontificio, sólo lo conocen sus autores y el Santo Padre, pero,
según el articulista de Repubblica, han de ser un mapa que muestra la
cizaña mezclada con el trigo.
Aquel día, con las cartas sobre la mesa, Benedicto XVI habría tomado la decisión que venía meditando.
Esa sería la razón por la cual, pocas horas después de haber recibido a
los tres cardenales le dijo a su biógrafo Peter Seewald: "soy un hombre anciano, creo que basta lo que he hecho" (*).
A pesar de que el artículo afirma que nadie conoce el texto de la
Relationem, su autor dice que una persona muy cercana a uno de sus
redactores describió esas páginas como "la geografía del chantaje que gira en torno al incumplimiento de sexto y del séptimo mandamientos" (No fornicar y no robar).
La misma persona aclara que "algunos altos miembros del clero, han
sido chantajeados por laicos, con los que están relacionados con
vínculos de naturaleza mundana".
Convencido el articulista de que, en San Pedro valen más los símbolos y
los gestos que las palabras, hace notar que en el último día de su
pontificado, el Papa recibirá en audiencia privada a los tres cardenales
autores de la Relationem.
Al respecto, el padre Federico Lombardi, ha dicho a los periodistas que
no hará comentarios, desmentidos ni confirmaciones sobre las
afirmaciones y opiniones difundidas por la prensa.
Mientras la oficina del prensa de la Santa Sede, dijo que el portavoz "ha
confirmado que la Comisión de cardenales (Julián Herranz, Jozef Tomko y
Salvatore De Giorgi) encargada por el Santo Padre de elaborar un
informe sobre la Santa Sede ha efectuado un trabajo cuyos resultados
conoce exclusivamente el Papa. Dichos cardenales no concederán
entrevistas, ni comentarán de alguna manera los resultados del mismo".
Aunque debemos tomar un artículo como este "con pinzas", como se dice, Benedicto XVI entregará la Relationem en manos del próximo Papa. ¡Qué san Miguel Arcángel lo proteja de los demonios que deberá enfrentar!(*): Para apreciar correctamente lo que dijo el Papa, hay que considerar que respondió al periodista (Seewald) quien le pregunto qué se podía esperar de su pontificado:
"¿De mí? De mi no mucho. Soy un hombre anciano y las fuerzas me están abandonando. Creo que basta lo que he hecho", contestó el Santo Padre.