RELATO DEL PRESENTE
A veces me pregunto cuál es la falencia emocional que padecieron en la
infancia algunos de los referentes del peronismo que son abusados
sexualmente una y otra vez por la Casa Rosada. Que a Daniel Scioli o a
su tocayo Peralta les guste decir que son parte del modelo, sólo es
comparable con el pibe al que tomaban de punto en el colegio y, mientras
lo fajaban, escupían y pisaban sus carpetas, rogaba a sus abusivos
compañeros por amor y aceptación. Es cierto que cada vez que el
gobernador bonaerense o su par santacruceño manifiestan su pertenencia a
El Modelo resultan menos creíbles que la declaración jurada de Amado
Boudou, pero cuesta entender cómo es que siguen rogando pertenencia, si
la imagen los acompaña y lo único que sus votantes no les creen es su
oficialismo verticalista.
Esta última semana, Cristina lo dejó bien en claro una vez más: el único
oficialismo que vale es el de tercera línea para abajo. Los
gobernadores amigos con aspiraciones son tratados con la misma vara con
la que miden a los abiertamente opositores, dado que no fue posible
aplicar en las elecciones la misma técnica utilizada para conformar los
ministerios y eso de darle más poder a los viceministros que a los
propios titulares de las carteras, fracasó después del Proyecto
Mariotto. Los intendentes, sujetos capaces de disfrazarse de Teletubbies
y animar la fiestita de cumpleaños de Máximo con tal de no perder un
mísero pesito, son bienvenidos, siempre y cuando no tengan una imagen
positiva que trascienda los kilómetros cuadrados de sus principados.
Increíblemente, el Kirchnerismo Cristinista Conservador Reformista, es
eficiente para enfrentar a los que dicen que son propios y no con los
opositores, a quienes combate con un infantilismo que causaría gracia si
no fuera tan, pero tan básico, elemental y ausente de criterio:
mientras a Scioli lo ahogan con el cuentagotas de la coparticipación y a
Peralta le pusieron un camporita hasta en el kiosco de la esquina de la
gobernación, a Bonfatti lo acusan de narcosocialista y a Macri le pegan
por talar árboles en una avenida que tiene más cemento que las canteras
de Loma Negra.
Lo que importa en esto no es la crítica a las políticas ajenas, sino
quién lo hace y desde dónde. No es igual a la costumbre de preguntar a
quién voto uno antes de escucharlo quejarse de algo. Esto es una
cuestión de realizadores contra realizadores. Además de la economía, si
hay un puñado de cosas sobre las que el oficialismo no debería emitir ni
una sola opinión, es sobre seguridad, transporte, medio ambiente y
respeto a la vida. Doy por sentado que un par de decenas de árboles en
la 9 de Julio no frenarán ni empeorarán el recalentamiento global, más
allá de la repercusión visual en el paisaje de la céntrica avenida. Y si
bien Mauri tiene serias falencias en lo que atañe a la gestión básica
de una ciudad -en mi barrio ubicamos a las montañas de basura en Google
Earth- que Cristina se saque una foto saludando a los árboles de El
Calafate, para luego twittearla como anuncio de la creación de un
anfiteatro en un bosque del que no se taló ni un sólo árbol por respeto a
la vida, es como mucho. Por si fuera poco, encima hay que aguantarse
que personas tan impresentables como Espinoza -intendente de La Matanza-
opine que habría que construír más subtes en la Ciudad de Buenos Aires,
mientras la mitad del territorio del afroconurbano que él administra,
concurre a los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires, dado que en La
Matanza podrían ingresar a la guardia con un resfriado y salir con peste
amarilla ante el calamitoso estado de su salud pública.
Y así, mientras algunos piensan que habría sido una buena idea poner un
anfiteatro que respete la vida en la estación de Once antes del 22 de
febrero de 2012, el resto del país se encuentra representado en esa
foto, tratando de crecer sin poder movernos y esperando que Cristina nos
toque para garantizarnos la subsistencia.
Con Cristina de fiesta en fiesta -dos cumpleaños, el velorio de la
suegra, etcétera- su gabinete continuó en sus labores como siempre, en
el fino equilibrio de mantener la iniciativa sin perder el ridículo.
Boudou fue a darle clases de peronismo a los peronistas bonaerenses,
creyendo que con kirchnerearse hasta los sobresitos de azúcar de las
reuniones, alcanza para el carnet de afiliado. Sileoni, por su parte, se
sentó con los gremios docentes a explicarles que la paritaria abierta,
este año viene con innovaciones que la convierten en una no tan
paritaria y no tan abierta, moda que pinta ser tendencia esta temporada
otoño/invierno en todos los rubros laborales.
Timerman, por su parte, dividió sus horas entre defender lo
indefendible, babear en público ante cada pregunta, y secar el micrófono
cada vez que Aníbal Fernández, Daniel Filmus o su asesora le salvaban
las papas. Ofuscado porque nadie entendía el planteo -y porque él no
entendía las chicanas- tuvo que hacer algo que pocas veces se vió en el
kirchnerismo: simplificar las palabras y decir la posta. Así, cuando le
dijeron que no se podía crear una comisión especial para juzgar, afirmó
que no se piensa juzgar a nadie. De este modo siguió todo hasta que se
hartó de las críticas por ese temita de negociar con acusados, y terminó
pidiendo que no lo jodan más, que probablemente no se interrogue a
nadie, y que el memorando tiene menos valor que un pagaré firmado por
Schoklender. Finalmente, Timerman se retiró contento por el deber
cumplido, con la certeza de que probablemente no pueda volver a pisar ni
su propia comunidad sin que lo miren de coté, pero con esa frente
inacabable en alto, dado que padecerá el desprecio de gran parte de su
propia colectividad, pero al menos cuenta con la felicitación del único
nazi morochón que haya visto la humanidad, Luis D'Elía.
Sólo al cristinismo se le puede ocurrir que podría funcionar un acuerdo
entre un Canciller judío y una Presidente mujer por un lado, y un
régimen teocrático, antisemita, negacionista y misógino por la otra
parte. Pero lo hicieron. Y lo hicieron con la misma cara de nada con la
que Randazzo asegura que la revolución ferroviaria está en marcha. A
juzgar por los resultado inmediatos, la revolución es con todas las
letras y el plan consiste en entrenar a los pasajeros en técnicas de
supervivencia selvática y guerrilla urbana para poder trasladarse con
mediana seguridad en los trenes de la Patria.
Y todavía hay que agradecerles por veinte kilómetros de vías y un puñado
de formaciones nuevas. Diez años con una canilla de subsidios abierta y
un sistema ferroviario cayéndose a pedazos y no tuvieron siquiera el
gesto de no quejarse de la pesada herencia recibida. Pesada herencia,
vale aclarar, recibida del ministerio de al lado. Hoy, con cincuenta y
un muertos encima, un par de choques mortales, y varios
descarrilamientos acumulados, notaron que había que invertir en
infraestructura. Nadie sabe dónde están los miles de millones de dólares
gastados durante diez años, pero la inversión para reparar la falta de
control del Estado, la hace el Estado. Es el mismo Estado, también, que
dice que no es realista aumentar la tarifa del subte, pero pone nueve
pesos por cada pasaje de tren vendido para mantener la ficción de que en
Argentina no hay aumento de costos.
En otro orden de cosas, la CGT Balcarce sostiene que hay inflación y que
la economía está estancada. Si bien no se realizaron otro tipo de
declaraciones, desde la sede itinerante de la central obrera
oficialista, manifestaron que evalúan emitir un comunicado informando
que no corresponde pagar sueldos con Lecops y Patacones, que no confían
en el Plan Brady y que, de seguir así la mano, no descartan adherir a la
movilización de Saúl Ubaldini el próximo 30 de marzo de 1982 a la Plaza
de Mayo.
Puedo entender el apoyo romanticón a El Modelo -de qué otra forma se
puede apoyar algo tan metafórico como un modelo, una maqueta de lo que
debería llevarse a cabo- pero no creo que, a esta altura del partido,
exista otro tipo de apoyo desinteresado que no sea mero romanticismo por
lo que se cree que fue alguna vez, y no por la certeza que se tiene de
lo que es ahora. Es el cholulismo de querer sentirse parte de algo por
alguna vez. Es una sensación que baja a la realidad enseguidita cuando
se debe pagar un alquiler y mantener una familia, o cuando los más
veteranos recuerdan lo que es irse de vacaciones un mes entero, o se
preguntan por qué deben mantener a los padres, si laburaron toda la
vida. Por ello es que los únicos que son capaces de dar la vida por El
Modelo, son los que viven medianamente bien de él. Al resto, lo
reconozcan o no, los mueve sólo la Fe y la nostalgia de lo que pudo ser y
no pasó. Es el amor a la primera novia, a la que prefieren no verla
para conservar ese perfume adolescente, y no encontrársela con la misma
cintura que el Ecuador y padeciendo la condena de la ley de la gravedad.
Si no se ve, no envejeció, no se volvió una mujer adulta con problemas.
Está ahí, inerte en el tiempo, jóven, bella y perfecta, como El Modelo
en mayo de 2003.