Ni representantes ni mandatarios: Oscuridad
Política
El Artículo 22 de la Constitución de la Nación Argentina dice que “El pueblo no delibera ni
gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución”.
Por su parte, el artículo 1,
dice que “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa
republicana federal”. La expresión no lleva coma por lo que cada concepto es
sustancial a la idea del sistema adoptado, es uno solo e indisoluble que no se
debe parcializar ni acotar.
En el editorial anterior metaforizamos la función periodística con la
Alegoría de la Caverna de Platón pero, simultáneamente, señalábamos que,
nuestra sociedad, está cautiva en la oscuridad mas tenebrosa creyendo que ve lo
que no está viendo y que algunos medios incentivan y potencian haciendo
aumentar esta situación descomunalmente.
El concepto de REPRESENTAR al pueblo no es nuevo. El antiguo sistema
de cabildos, por ejemplo, ubicaba en el recinto a los representantes
referenciales de los distintos grupos componentes de la sociedad y al rey en
otro lugar. Por esto, los criollos fueron al cabildo para deponer al rey donde
éste no estaba.
El 21 de diciembre del 2001, el pueblo se agolpó en las calles y esto
podría entenderse que fue por la disgregación del factor preponderante de los
que debieran representarnos porque han dejado de serlo en cualidad y solo lo
hacen por la cantidad de votantes. También vimos eso el 13 de septiembre, el 8
de noviembre y seguramente lo veremos el 21 de marzo porque no se ven
representantes que representen la representatividad de los mandatarios, sino un
funcionario de 50 mil, 100 mil, 200 mil o 54% de votantes, es decir, lo que
debería ser el pueblo en su concepto magno constituido y proporcionado.
Tal vez la razón por la que este gobierno, más que cualquier otro, no
escucha el mandato del pueblo sea pensar que, todo el pueblo, debe obedecer su
ocurrencia como si fuera buena, sirviera, estuviese planificada y que responde
a un desarrollo ejecutivo donde se conoce previamente los impactos que pudiesen
devenir, tanto social como económico.
Seguimos mirando el baile del ladrillo donde unos pocos se están
llenando los bolsillos desmesuradamente, donde nadie representa a nadie, donde
el pueblo es un espectador que solo aporta para el beneficio de los primero y
donde solo trabaja el sonso que hace disfrutar al vivo que vive de planes y de
los beneficios de representar de esta manera.
Nuestro país necesita recuperar algunas instituciones democráticas con
suma urgencia y la principal y mas emergente es la verdadera representación de
nuestros representantes, el que lleve al congreso y a la función, la necesidad
del grupo referencial que representa y no para hacer la voluntad personalista
del autócrata mayor.
Diputados y concejales, este año, serán elegido por un número
proporcional de votos, pero deben representar a personas no al partido el que
debería ser solamente una herramienta electoral y no un fin en sí mismo.
El pueblo no es un número y solo tiene voz a partir del presentante
que debe unificar la voz de miles en un concepto participativo y federal. El gobierno debe serlo para ejecutar la voz
de miles y no tratar de imponer una falsa mayoría en un tiempo determinado que
quedará superado por las malas y las buenas acciones que cometiere.
Dios y la Patria lo demandará y para esto el pueblo se está probando
un borceguí con puntera de acero las noches de los cacerolazos que vienen.