Cristina y la millonaria cuenta suiza que "se olvidó" de declarar
UN PATRIMONIO MÁS VOLUMINOSO QUE LO QUE SE CREÍA
Esta semana, la sociedad se mostró sorprendida por la declaración jurada presentada por Cristina Kirchner. Es que allí se reveló que heredó de su fallecido marido la friolera de 31.637.916 de pesos.
Muchos se sorprendieron por ello, pero no pusieron el foco en lo realmente importante: la
mandataria abultó su patrimonio en más del 3.500% en apenas 9 años.
También dejaron escapar los medios el hecho de que, gracias a un
oportuno y estudiado ardid, Cristina no pagó el pertinente impuesto sucesorio.
En
ese contexto, hay un tercer tópico que parece haber pasado
desapercibido: la Presidenta solo declaró sus bienes "en blanco". Si
bien existen especulaciones de diversa índole respecto al dinero y los
bienes que esta tendría dentro y fuera del país —los cuales incluyen
onerosas propiedades en Nueva York—, son muy pocas las certezas a ese
respecto.
Sin
embargo, existe un dato que, de trascender, traería más de un dolor de
cabeza en la Casa Rosada. Se trata de una cuenta suiza que fue
descubierta por el periodista argentino residente en Suiza Juan
Gasparini, y que jamás fue declarada ni por Néstor, ni por Cristina. Los
detalles de esos ahorros aparecen en el libro titulado "El pacto Menem-Kirchner"
donde, sobre la base del testimonio de un broker francés arrepentido
llamado Lionel Queudot, el colega revela que el otrora matrimonio
presidencial, no solo tiene dinero no declarado en ese país, sino que
detuvo todas las investigaciones suizas sobre el menemismo como parte
del mismo acuerdo que desnuda la obra.
"En
el 2004, el presidente Néstor Kirchner cesó al ministro (de Justicia,
Gustavo) Beliz y anuló un viaje a Suiza. El gobierno argentino resolvió
asimismo no firmar un tratado de asistencia penal con Suiza para luchar
contra la corrupción, el blanqueo de dinero y el terrorismo. De
inmediato, Kirchner decidió no apelar en Ginebra contra la devolución de
7 millones de dólares depositados en cuentas de ese país por Menem y su
secretario privado, Ramón Hernández, confirmando el desapego para
profundizar la persecución de la corrupción. A su vez, los 520
millones de dólares de los fondos errantes de Santa Cruz, llegaron a
Zurich. Volvieron al país sólo 390 millones de dólares, pero recién en
marzo de 2008 y bajo amenaza de confiscación de la justicia de Estados
Unidos", según la descomunal investigación de Gasparini.
Parte
de los fondos que tanto Menem como los Kirchner guardaban en Suiza son
parte de "dineros del cohecho" abonados por las empresas Thales, Siemens
y Alstom, "todas firmas europeas con múltiples contratos denunciados en
la justicia argentina, por un valor que ronda los 20 mil millones de
dólares". ¿Por qué nadie jamás pidió explicaciones a Néstor Kirchner por
esos fondos, a pesar de la irrefutable documentación mostrada por
Gasparini? ¿Por qué aún hoy sigue sin hablarse de esos dineros que,
dicho sea de paso, deberían haber aparecido en la declaración jurada de
Cristina?
Como
es usual, no habrá funcionario alguno que responda a esas preguntas;
tampoco existirá juez o fiscal que se atreva a indagar de oficio sobre
la misma cuestión.
No
obstante ello, será un buen puntapié inicial para que la sociedad ponga
sobre el tapete una cuestión que desnuda la matriz de corrupción que
corroe a la Argentina desde los últimos 25 años.
No
casualmente, el libro de Gasparini asegura que esa investigación "evoca
todo lo que pasó dentro y fuera del país en derredor de los estallidos
políticos y judiciales provocados por las coimas de Thales. Da
seguimiento a un escándalo de corrupción ocurrido en épocas de la
presidencia de Carlos Menem sin resolver en los tribunales durante los
gobiernos de los Kirchner".
No es poco.