Desde el siglo XIX hasta nuestros días, el Liberalismo "católico" ha
intentado quitar de su trono a Cristo Rey, alegando que la sociedad y
naciones modernas no deben rendirle culto público al Salvador, como se
hacía en el Medioevo. Lamennais, y sobre todo Maritain, propusieron que
la futura y "Nueva Cristiandad", debía ser democrática, laica,
pluralista, profana, libertaria y temporal. El Estado, por su parte, y
separado de la Iglesia, trabajaría ya no por el Bien Común --que en
última instancia es Dios mismo-, sino por la exaltación de la persona
humana y sus derechos.
Así las cosas, esta "Nueva Cristiandad", no sólo sería una "nueva laicidad", sino un grosero Antropocentrismo, en la que el hombre ocuparía el trono que sólo a Cristo corresponde.
Así las cosas, esta "Nueva Cristiandad", no sólo sería una "nueva laicidad", sino un grosero Antropocentrismo, en la que el hombre ocuparía el trono que sólo a Cristo corresponde.