sábado, 24 de mayo de 2014

EL OBISPO REMOVIDO Y UN REPROCHE GENIAL

EL OBISPO REMOVIDO Y UN REPROCHE GENIAL


Se sentía uno obligado a escribir dos o tres líneas acerca de la noticia que circuló por estas horas por varios medios eclesiásticos y profanos, a saber: la remoción del arzobispo de Rosario (Argentina), José Luis Mollaghan, y su traslado a una subalterna oficina curial de Roma, con atribuciones no muy del todo específicas. Y es que quien escribe estas líneas justamente vive, para mayor apremio de la pluma, en jurisdicción de aquella misma arquidiócesis gobernada por el saliente prelado.



Sandro Magister sitúa a Mollaghan entre los hombres de Iglesia más tenazmente opositores a Bergoglio ya desde los tiempos en que éste era el arzobispo porteño, y esto a causa de «no defender la verdadera doctrina, hacer gestos pastorales demasiado audaces y de ser connivente con el gobierno». Francamente no nos consta que haya habido tal oposición ni por tales motivos; sabrá Magister a qué fuentes recurre, aunque una interpretación similar ya venía siendo ventilada desde hace meses por otros medios. Clarín, por ejemplo, titulaba tiempo atrás una nota, a propósito de los rumores de alejamiento de Mollaghan, «La lenta agonía de los obispos conservadores», precisando que el carácter -a una rencoroso y solapado- del actual Pontífice hace que «a sus enemigos los vaya cocinando a fuego lento. Ellos están esperando que golpee de frente. Pero Bergoglio cree que no hay nada peor que decirles que se quedan ... pero que nunca sepan hasta cuándo».
Siendo muy módica la apreciación que nos merecen nuestros pastores en los días que corren, a lo sumo debemos darnos por contentos de que un obispo no ventile heterodoxias flagrantes, no ande enredado en indecoroso trato con los enemigos de la Cruz ni sea reo del vicio nefando. A Dios gracias, Mollagham se retira libre de estos ominosos cargos. Lo que no impide hacer la constatación de rigor en nuestros días: si la sucesión apostólica ha de permanecer vigente hasta la Parusía, según queda implícito en la promesa del Señor (Mt 28,20) y según lo creyó siempre la Iglesia, la estirpe espiritual que vincula a los Apóstoles, a través de las edades, con un Ignacio de Antioquía, con Atanasio, con Alfonso María de Ligorio y con Fulton Sheen, por espigar algunos preclaros nombres, parece haberse cortado trágicamente en los últimos años. No es descubrir América (mérito que le cabe, en todo caso, a Marco Polo) decir que nuestros obispos no son maestros de la fe ni audaces defensores de la Verdad contra todos sus miserables opugnadores públicos.
Parece que la ojeriza de Francisco para con Mollaghan viene de largo, y por asuntos más bien personales y aun pedestres. Y que se la tenía jurada. Razón por la que el arzobispo de Rosario tuvo que soportar, entre los pasados meses de noviembre y diciembre, la -con eufemismo llamada- «visita fraterna» de mons. Arancibia, comisionado por Roma para investigar sobre presuntas irregularidades administrativas en la arquidiócesis rosarina. Se sabe de un agujero financiero dejado en su parroquia por un sacerdote de Arroyo Seco (30 km. al sur de Rosario) antes de colgar éste definitivamente los hábitos por enredarse en unas faldas, pero casos similares de desfalco o simple mala administración no han motivado idéntica premura investigativa en otras jurisdicciones. Sin desviar nuestra atención del celo de Bergoglio por la austeridad de los hábitos de sus subordinados, habrá que recordar que mientras éste fue el jefe de la Iglesia en la Argentina, mons. Zecca, entonces rector de la UCA, dejó a la institución con una deuda equivalente a veinte millones de dólares sin ser llamado a responder nunca por ello; y que el propio mons. Bargalló, sin merma de su condición de presidente de Cáritas, fue hallado in fraganti refocilándose en las aguas del Caribe con una amiga. Y si bien de los dineros empleados para tal fin nunca fue bien esclarecida la procedencia, no habrá que llamar a Sherlock Holmes para sospecharles una posible atribución. Todos recordamos, además, que fue el mismísimo cardenal Bergoglio -en misa celebrada en honor del suspendido Bargalló unos pocos días después del escándalo- quien encabezó una tan improvisada como indecorosa apothéosis del bribón.
No; no creemos se deba aducir como causa de este desplazamiento una presumible enemistad por asuntos de doctrina y de opciones pastorales, ni las iras papales por el quebranto económico de una parroquia de pueblo. La respuesta, aunque no exhaustiva, la hemos hallado casualmente en un sitio italiano que reporta la noticia tomada directamente de Magister, en comentario posteado al pie por un lector argentino. Es ésta:


Mollaghan conoce mucho del pasado de Bergoglio. Cuando el Papa fue nombrado Vicario General de Buenos Aires, Mollaghan era Pro Vicario de Curia. Las diferencias no son doctrinales, como dice el artículo, sino personales. Mollaghan es un hombre muy inestable psicológicamente que conoce cosas de Papa Bergoglio muy de cerca. Los obispos argentinos, salvo los de linea directísima, no están nada contentos con este Pontífice, más allá de las ineludibles declaraciones a la prensa. Todos los conocen muy bien. Saludos desde Argentina