domingo, 25 de mayo de 2014

Hacete amiga del Papa, no le des de qué quejarse…

Hacete amiga del Papa, no le des de qué quejarse…

mayo 22, 2014
Por
Jose Luis Milia“¿No habrá nadie capaz de librarme de este cura turbulento?” Enrique II de Inglaterra insinuando a sus barones que asesinaran a Santo Thomas Becket.
Hay católicos en la Argentina- entre ellos algunos de los obispos que conforman la Conferencia episcopal- que prefieren desentenderse del hecho y no pensar en cuan aciago hubiera sido para la Iglesia Católica si la torpe y sucia operación de prensa que contra el Cardenal Bergoglio montó Horacio Verbitsky- la presunta complicidad de éste con el gobierno del proceso- hubiera tenido el eco que esperaban que tuviera una noticia de esta laya en la prensa mundial.
No es cierto que en la Argentina de hoy haya necesidad de talento para urdir una confabulación de este calibre contra la Iglesia, en particular contra la Iglesia Católica a la que es tan fácil pegarle con impunidad. Sólo maldad y un desenfrenado amor por la mentira son necesarios y, lo más importante, tener el apoyo del gobierno nacional. Nadie, y menos aún Horacio Verbitsky, tradicional beneficiario de la largueza propagandística del gobierno, pondría a navegar un brulote de tal cuantía si no hubiera recibido un guiño de confianza de la presidencia de la Nación. Era en ese momento, la manera de hacerle pagar al Cardenal todos los sinsabores que había causado.
Hagamos un poco de historia. Ni la presidente ni su difunto marido quisieron jamás a Jorge Mario Bergoglio; decir que lo detestaban sería la definición más suave que se pudiera hacer sobre los sentimientos del matrimonio hacia el Cardenal. Hasta cierto punto esta malquerencia podía ser comprensible ya que la presidente y su difunto marido estaban habituados a manejar por arreo una provincia con más ovejas que seres humanos y eran seres para nada acostumbrados a recibir críticas de otra persona por mas que ésta fuera intelectual y humanamente superior a ellos.
Esto quedó en evidencia cuando en 2004 tuvieron que aguantarse, en el Te Deum del 25 de mayo, que el Cardenal los previniera contra la tentación, tan común en los políticos, de exculparse y transferir las culpas a otros cuando les dijo: “Somos prontos para la intolerancia. Nos hallamos estancados en nuestros discursos y contradiscursos, dispuestos a acusar a los otros antes que a revisar lo propio”. Después de esas palabras se decidió que la tolerancia no era una virtud para ejercer con el Cardenal.
Desde ese 25 de mayo los argentinos asistimos, irresponsablemente divertidos, al inicio de la era de los Te Deum trashumantes. Así, en el 2005 la sede litúrgica fue trasladada a Santiago del Estero, en 2006 volvió a Buenos Aires ya que necesidades electorales hacían que Kirchner precisara de la Plaza para sus planes. En el Te Deum de ese año descubrió que el Cardenal seguía siendo irreductible para con la mentira y la violencia cuando les dejó muy en claro que el poder “nace de la confianza, no de la manipulación, el amedrentamiento o la prepotencia”. De ahí en más los Kirchner se convencieron que cuando más lejos tuvieran de ellos a es cura bocón menos problemas tendrían, por lo que la errante carrera por las provincias argentinas de los Te Deum de los 25 de mayo siguientes prosiguió.
Pero eso no fue lo único. Desde el momento en que supieron que no había ninguna posibilidad de acallar al Cardenal o según su costumbre, comprarlo, convirtieron a éste- en la estrecha imaginación de la familia presidencial- en el “Jefe de la oposición destituyente” y la orden a seguir por los corifeos del poder fue ningunearlo a toda costa.
Todo venía fenómeno; el Cardenal pedía una audiencia y esta era sistemáticamente “cajoneada”. Hay quienes aseguran que las audiencias pedidas- y nunca otorgadas- fueron catorce. El Cardenal opinaba sobre algo e inmediatamente los indómitos seguidores del gobierno- sea por cuenta corriente o por obediencia debida- salían a darle como en bolsa a ver si podían domesticarlo.
Como dijimos, todo venía fenómeno- aunque todo oliera a podrido como en Dinamarca- hasta que a Benedicto XVI se le ocurrió renunciar, o mejor dicho hasta que una vez renunciado Benedicto a un grupo de Cardenales, la mayoría, se le ocurrió la poco elegante idea de elegir como Papa a un Cardenal del tercer mundo y entre tantos asiáticos, latinoamericanos o africanos, al tantas veces denostado Jorge Mario Bergoglio.
A partir de ese momento que fue, para la dueña del patio de las palmeras, más de tango que de otra cosa- “Se dio el juego de remanye, cuando vos, pobre percanta…”- al gobierno Nac & Pop se le cayó la estantería. Su “jefe opositor”, según ellos, pasaba a ser un líder universal. Lo que no había conseguido el matrimonio con sus erráticas idas y venidas por el mundo lo conseguía un “cura turbulento”, y ese cura que jamás había hecho el ridículo para lograr una foto con Obama, Merkel o Sarkozy “los astros” le daban, ahora, la potestad de elegir con quien se fotografiaría él.
Siendo caritativos, debemos decir que su rabia era comprensible porque los cardenales habían hecho Papa a su, para ellos, jurado enemigo en una demostración más de que el mundo, como siempre, estaba en contra de la Argentina.
Tratar que la señora y sus seguidores entraran en razones, que entendieran que en esta elección las encuestas y pronósticos no valían más que el papel en que estaban impresas escapaba a su comprensión; insinuarles que en el cónclave para elegir al Obispo de Roma era más valiosa la inspiración que a los Cardenales les proporcionaba el Espíritu Santo que lealtades de facciones, era algo demasiado “freaky” para sus entendederas.
Recordemos Que las primeras reacciones fueron más de bronca que de otra cosa. La presidente fiel a su indomable pedantería que le hace creer que mira al mundo desde un pedestal se refirió a la elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa de manera distraída: “Un latinoamericano ha sido elegido Papa” y, condescendiente para con ese “cura turbulento”, mandó a sus corifeos que terminaran con los silbidos de desaprobación.
Estamos en Argentina y es comprensible aceptar este culebrón nacional siguió al ritmo de tango: “Hoy todo ha pasado./ Renacen las plantas…” Asombrosamente, los ofendidos “depusieron” todo intento de revancha. Para decir verdad, se metamorfosearon pluralmente y de golpe. La Argentina, o al menos los integrantes del partido gobernante y sus variadas líneas testimoniales, se convirtieron una multitud de Gregorio Samsa. ¡Que no salga un chusco a decir que los trato de insectos!. No, eso sería gratuitamente ofensivo justo cuando esa metamorfosis se basa en la convicción, para ellas y ellos, que Francisco jamás fue Jorge Mario.
Es posible, poniéndonos serios, que esto suceda porque el Espíritu Santo alumbró algunas almas ahítas de resentimiento. Es posible que esto suceda porque las mejillas reiteradamente ofrecidas por Jorge Mario, primero, y por Francisco después hayan obrado el milagro de ablandar corazones de pedernal. Creo fervientemente en los milagros, pero adhiero a San Agustín cuando dice “Llamo milagro a lo que es contrario a la expectativa o la capacidad de aquél que lo admira” y mis expectativas en esto son mínimas. Porque, luego de diez años yo también tengo de pedernal el corazón y mucho odio acumulado en él y sigo pensando en que hubiera pasado si el éxito hubiera favorecido a esta infame maquinación de la que hablamos al principio. La tardanza en publicarla- quizás porque los interesados no imaginaron que el cardenal Bergoglio podría ser elegido Papa, quizás porque el Espíritu Santo decidió confundir sus entendederas- le restó impacto y la condenó al cajón de los chismes estúpidos.
De lo que si no hay duda alguna es que si la noticia, aunque falsa de toda falsedad, hubiera tenido el alcance esperado las consecuencias para la Iglesia hubieran sido nefastas.