¿Qué sabemos del diluvio?
Comenzamos a publicar aquí un
excelente y documentado artículo acerca de la historicidad del Diluvio
Universal que su autor nos hiciera llegar. Dado que es un tanto extenso,
lo publicaremos a lo largo de 7 entradas. Vale la pena desasnarse pues
explica desde el punto de vista científico una realidad cuya evidencia
histórica no puede soslayarse.
P. Javier Olivera Ravasi, IVE
¿Qué sabemos del diluvio?
Enrique de Zwart
Poca gente, aun en el mundo de hoy
dominado por la caja boba, no ha escuchado al menos una vez la historia
de Noé, quien fue junto a su esposa, sus tres hijos Sem, Cam y Jafet y
respectivas esposas, uno de los sobrevivientes del gran diluvio mandado
por Dios para destruir a los descendientes pecaminosos de Adán y Eva.
Para salvarse Dios le dio instrucciones para que construyera una gran
arca para albergar a él y a su familia, y a todas las especies de
animales.
El propósito de este texto
es repasar el relato bíblico del diluvio y exponer luego las evidencias
históricas y científicas que lo sostengan, o no. Con esto en la mira es necesario advertir al lector en dos planos importantísimos.
La primera caveat lector es la
necesidad de tener presente los sentidos bíblicos al leer el libro del
Génesis. Como explica el P. Bojorge[1], hay que andar con tiento leyendo
la Biblia por los múltiples estratos de entendimiento que ésta
contiene. La primera división de los sentidos bíblicos es entre el
literal y el figurado.
1) Sentido literal: es el sentido del texto y el que pretendió dar a sus palabras el autor sagrado.
2) Sentido típico o figurado: es el
sentido de las realidades de las que habla el texto y que puede
trascender el sentido literal
Como ejemplo de esto, y anticipando
ciertos pasajes sobre el diluvio, piense el lector el sentido literal y
típico de estos versículos: “Caín será vengado siete veces, mas Lamec lo
será setenta veces siete”. También busque los sentidos de incluir en la
misma frase referencias a “los hijos de Dios” y “las hijas de los
hombres”. Se verá que hay varios sentidos en estos hijos e hijas.
Respecto del sentido literal es
necesario distinguir entre sentido y significado. Una palabra puede
tener muchos significados. Sin embargo el “sentido” es el significado
que una palabra tiene en un determinado texto. El sentido literal ya sea
propio o metafórico, es único en cada texto.
Respecto al sentido típico o figurado: típico viene del griego typos y
según los contextos tiene diversos sentidos. Se habla también de
figura, pues se refiere al sentido que tienen ciertas realidades del
Antiguo Testamento que prefiguran las del Nuevo.
El segundo caveat lector
concierne la aceptación del conocimiento, en particular del conocimiento
“científico”. ¿Cómo conoce uno lo que decimos que conocemos, no en un
sentido profundo y filosófico, sino de manera práctica, día a día?
El primer modo de conocer algo es a
través de experiencia personal. Sabemos, por ejemplo, que si hacemos un
castillo de arena en la playa es muy probable que sea destruido por el
agua en pocos minutos si está cerca de las olas, en pocas horas cuando
suba la marea.
El segundo modo de conocer es por la
autoridad. Cuando uno no tiene experiencia directa en la cuestión, uno
confía en alguna fuente de información suponiendo que es fidedigna. Casi
toda persona que fue a la escuela cree que la tierra gira alrededor del
sol, inclusive si muy poca gente es capaz de explicar cómo demostrar o
medir tal cosa. Aquellos que han visitado o visto en videos el Gran
Cañón del Colorado luego de maravillarse al ver al río casi 2 km abajo,
se habrán preguntado cómo pudo haberse formado, y probablemente el guía
les habrá dicho que se formó a través de millones de años, durante los
cuales el río excavó centímetro a centímetro su meandroso sendero hasta
llegar a la posición actual.
Gran Cañón del Colorado (topvisitplaces.com)
Los científicos son también humanos, así
que podemos preguntarnos como es que conocen lo que dicen conocer.
Bueno, como todo el mundo conocen las cosas por experiencia o por
autoridad. Teóricamente cada hipótesis o teoría debe ser verificada
experimentalmente mediante el método científico: observando, midiendo,
experimentando, analizando y si fuera necesario modificando la hipótesis
de partida. Veamos un ejemplo de un famoso caso en la comunidad
científica geológica. La deriva de los continentes -Kontinentalverschiebung-
intuida por el geofísico alemán Alfred Wegener en 1912 mediante
observaciones geográficas en conjunto con las primeras noticias de la
existencia de dorsales oceánicas submarinas, resultó un cambio
paradigmático en el pensamiento geológico. Wegener planteó la existencia
en tiempos de antaño de un Urkontinent, o continente
primordial análogo a la Pangea griega, que se habría partido y expandido
con el tiempo hasta alcanzar los contornos actuales. Sin embargo cuando
la teoría de deriva continental fue inicialmente propuesta fue recibida
con enorme escepticismo y desdén por el establishment
geológico de entonces. Recién en la década de 1960 fue finalmente
aceptada al punto de devenir uno de las bases de la tectónica de placas y
la geología moderna. Hoy en día la deriva continental se puede medir a
través de instrumentos de precisión y satélites, y es del orden de unos
pocos cm por año. Ahora bien, la inmensa mayoría de profesores y
estudiantes de geología, geofísica, estratigrafía y otras ciencias
afines conoce lo que es la deriva continental aunque nunca hayan hecho
experimentos para comprobarla. Confían en la autoridad. En realidad
todos los científicos se sostienen en la autoridad para casi todos los
fundamentos y detalles de su conocimiento científico.
De igual modo si se le pregunta a algún
doctorando en geología, sedimentología o mecánica de fluidos que sabe
sobre las diferencias en erosión de sedimentos granulares y cohesivos, o
sobre la meandrosidad de algunos ríos pero no de otros, o sobre la
capacidad de ciertas corrientes marinas para transportar sedimentos en
suspensión, éste inmediatamente se referirá a algún artículo en la
literatura científica más que sus propios estudios o experiencia en
laboratorio o in situ. Una vez más, confianza en la autoridad.
1. La sociedad antediluviana
Luego de la muerte de Abel a manos de
Caín, Adán y Eva tiene otro hijo de nombre Set (Gen. 4, 25). Set a su
vez tuvo descendientes siendo Noé uno de ellos a través de la genealogía
descripta en Gen. 5,6-32. Noé fue hijo de Lamec, nieto de Matusalén, y
bisnieto de Enoc, quien no murió sino fue llevado por Dios (Gen. 5,21) y
de acuerdo a la tradición volverá a predicar al fin de los tiempos
junto con Elías. Es preciso recordar, ya que muchos lo pasan por alto,
que luego de Set, Adán y Eva tuvieron más hijos e hijas (Gen. 5,4). Los
nombres de estos otros hijos e hijas de Adán y Eva no están registrados
en el Génesis. Caín por su parte también tuvo muchos descendientes (Gen.
4,17-22).
No hay muchos detalles en la Biblia
sobre la civilización antediluviana, pero lo poco que hay indica que los
descendientes de Caín terminaron por predominar y definir dicha
cultura. Así es que en lo que se considera el primer poema de la
humanidad tenemos a un cainita llamado Lamec (sin relación al padre de
Noé del linaje de Set) celebrando el asesinato de otros hombres y
alardeando sobre su vengativa personalidad:
Yo maté a un hombre que me hirió,
y a un joven por una contusión que recibí,
Caín será vengado siete veces,
mas Lamec lo será setenta veces siete. (Gen. 4, 23-24)
Los cainitas tenían sus cualidades
“civilizatorias”, especialmente así entendidas en nuestro mundo
contemporáneo, ya que fueron fundadores de ciudades (Gen. 4,17) y
llegaron a dominar diversos artes y oficios incluyendo ganadería
(Jabal), música (Jubal), y metalurgia (Tubalcaín) (Gen. 4, 20-22). A
pesar de esto, o quizás debido a esto, la tecnológicamente avanzada
civilización antediluviana rápidamente devino una sociedad dominada por
la fuerza y sin valores morales. La poligamia también fue una de sus
innovaciones (Gen. 4, 19).
Raza de Caín: Lamec, homicida y primer
polígamo, junto a sus dos esposas. A la derecha su hijo Tubalcaín, padre
de la metalurgia, hacedor de armas. También admirado en la masonería
por sus impulsos civilizatorios y como símbolo de las posesiones
mundanas. Canterbury, Inglaterra, s. XI. (thomasironworks.com)
Más adelante se menciona otro hecho,
aparentemente inicuo a los ojos del observador del siglo XXI, pero con
consecuencias negativas. Los “hijos de Dios” tomaron por esposas a las
“hijas de los hombres” (Gen. 6,2). Siguiendo a Santo Tomás de Aquino,
comentaristas como Mons. Straubinger, estiman que los “hijos de Dios”
son los del linaje de Set, mientras que las “hijas de los hombres” son
del linaje de Caín (aunque veremos que hay otras interpretaciones). Esos
matrimonios “mixtos” no agradaron a Dios, quizás porque sus
descendientes se inculturizaron en la sociedad cainita y no con los
descendientes de Set. O tal vez porque de ellos surgieron los gigantes
(Gen. 6,4) quienes eran diestros en la guerra, pero también necios y
faltos de sabiduría (Baruc, 3, 26-28). Yahvé entonces lanzó un ominoso
presagio al hombre “…y serán sus días de ciento veinte años” (Gen.
6,3).
Considerando las guerras genocidas del siglo XX, el aborto masivo, la
promoción de “sexualidades alternativas”, la pornografía extendida a
todos los ámbitos, la cultura deletérea, y el espíritu general de
rebeldía y rechazo a todo lo sacro; las cosas en la sociedad
antediluviana tienen que haber sido bastante peor de lo que un
observador del siglo XXI pueda imaginarse leyendo los escuetos pasajes
del Génesis sobre sus pecadillos. Después de todo un poco de poligamia
aquí y allá, y alguno que otro asesinato no es algo tan grave para
borrar a toda la humanidad del globo, ¿no? Los abusos y la violencia de
la civilización cainita tienen que haber sido muy graves para que Yahvé
diga “que era grande la maldad del hombre sobre la tierra, y que todos
los pensamientos de su corazón se dirigían únicamente hacia el mal,
todos los días” (Gen. 6, 5), y también “la tierra está colmada de
violencia por culpa de ellos” (Gen. 6, 13). O quizás sea que la vara con
la cual Yahvé medía a los hombres en los tiempos del Antiguo Testamento
era un tanto más estricta que la que Cristo usa en los tiempos del
Nuevo Testamento. O quizás Cristo tiene más paciencia que Yahvé.De un modo u otro, Noé fue el único varón hallado justo de toda la generación contemporánea a él (Gen. 6, 9) y por eso Yahvé decidió salvarlo junto a su familia del diluvio.
2. El arca, el diluvio y el después
Noé sigue las instrucciones divinas de
construir un Arca de maderas resinosas de 300 codos de largo, 50 codos
de ancho y 30 codos de alto[2]; y con una apertura arriba para la luz
(Gen 6, 14-16). Yahvé establece un “pacto” con Noé (Gen. 6, 18), el cual
consiste en salvar al patriarca y hacerlo segundo padre del linaje
humano luego de limpiar al globo de la apostasía de las generaciones
antediluvianas. Si bien no está relatado en el Génesis qué ocurre
durante la construcción del Arca, otros pasajes bíblicos dan a entender
que la sociedad antediluviana ignoró, despreció y lo tomó por loco a Noé
(Mat. 24,37; Luc. 17, 26; Hebr. 11,7; II Pedro 2,5). Debido al espíritu
envidioso de los cainitas, y al hecho de que Noé predicó y dio
testimonio por 120 años antes del diluvio, no sería sorprendente que
algunos se hayan violentamente opuesto a la construcción del Arca para
evitar que Noé se salvara solo. Tampoco es de descartar que Noé haya
tenido algún tipo de protección divina para evitar ataques cainitas
durante la construcción. Al menos Noé no tiene que preocuparse en juntar
a los animales, ya que estos “…vendrán hacia ti” (Gen. 6, 20).
Siete días después de que Noé y los
suyos entraron en el Arca se desató el diluvio (Gen. 7, 7-10). Otro
detalle que suele pasar desapercibido, quizás por el hecho que la
palabra diluvio está relacionada con un aguacero o gran lluvia, es que
el agua no solo viene de arriba, sino también de abajo “… en ese día
prorrumpieron todas las fuentes del gran abismo[3], y se abrieron las
cataratas del cielo… por cuarenta días y cuarenta noches” (Gen. 7,
11-12). Ergo es más preciso hablar de una gran inundación, en la cual el
origen de las aguas es más impreciso, y no está limitado a las nubes
del cielo.
Las aguas se elevaron tanto que
“quedaron cubiertos todos los montes más altos que había bajo el cielo
entero. Quince codos (~8 m) se alzaron sobre ellos las aguas…” (Gen. 7,
19-20). Como resultado “fue exterminado todo ser viviente que había
sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, reptiles y
aves del cielo” a excepción de Noé y todos los del Arca. Las aguas se
mantuvieron altas por 150 días (Gen. 7, 23-24).
Finalmente las aguas empiezan a bajar ya
que “se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas del cielo…”
(Gen. 8, 2), y “reposó el Arca sobre los montes de Ararat…” (Gen. 8, 4).
Noé esperó casi otros dos meses antes de salir del Arca (Gen. 8, 6-19).
Dios entonces confirma el pacto con Noé, su descendencia, y también con
los animales, a saber, no habrá otro diluvio exterminador, dando el
arco iris como señal (Gen. 9, 8-17). Sin embargo antes no deja de
recordarles la pena que conlleva el asesinato “Cualquiera que derramare
sangre humana, por mano de hombre será derramada su sangre” (Gen. 9, 6).
Lamentablemente poco tiempo después del
diluvio acaece un hecho desagradable y a primera vista inexplicable, la
maldición de Noé. Noé se embriagó tomando vino y quedó desnudo. Cam vio
a Noé en este estado poco digno y le avisa a sus dos hermanos, quienes
cubren a Noé con un manto caminando hacia atrás para evitar verlo.
Cuando Noé vuelve en sí y se entera maldice a Canaán, hijo de Cam,
profetizando que será esclavo de los descendientes de Sem y Jafet (Gén,
9,20-27). Esto deja al lector un tanto confundido. Primero porque Noé
mismo tendría cierta responsabilidad, segundo porque el solo hecho de
ver de repente a alguien en tal estado no implica mala voluntad del
observador, y finalmente porque la maldición es sobre un hijo de Cam,
pero aparentemente no sobre todos sus hijos. Este es un hecho no menor,
ya que tendrá consecuencias malas para el inmediato desarrollo de la
sociedad post diluviana. Evidentemente los sucintos pasajes bíblicos no
nos dicen todo lo que ocurrió y el contexto de lo acontecido. Es posible
que este pasaje describa figurativamente algo más siniestro, ya que de
lo contrario no se explica lo que parece ser una reacción
desproporcionada de Noé contra su nieto[4].
La tierra fue repoblada entonces por la
descendencia de los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, y sus mujeres (Gen.
9, 18-19). Los hijos de Jafet (Gómer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mosoc y
Tirás) dieron lugar a los diversos pueblos indoeuropeos y caucásicos;
los hijos de Cam (Cus, Misraim, Put y Canaán) a los africanos, antiguos
egipcios, filisteos, fenicios entre otros; los de Sem (Elam, Asur,
Arfaxad, Lud y Aram) a los asirios, caldeos, arameos y a la postre los
árabes y judíos (Gén, 10).[5]
Uno de los nietos de Cam a través de Cus
fue Nimrod, a quien notablemente el Génesis le dedica varios pasajes en
el capítulo diez; a diferencia del resto de los descendientes de Noé,
quienes solo son mencionados por su nombre. Se dice que Nimrod fue el
primero en hacerse poderoso en la tierra y un gran cazador, y que reinó
primero en Babel y la tierra de Sinear (i.e. Babilonia) y finalmente edificó Nínive más al norte (Gén. 10,8-12).
Y es en Babel donde el espíritu cainita
aflora de nuevo. Solo tres generaciones luego de Noé la sociedad ya se
había ensoberbecido al punto de empezar a construir en Babel una torre
“cuya cumbre llegue hasta el cielo; y hagámonos un monumento para que
no nos dispersemos sobre la superficie de toda la tierra.” (Gén, 11,4).
Yahvé tenía otros planes, a saber la dispersión de los pueblos para
repoblar la tierra luego del diluvio. Ergo la confusión de lenguas en
Babel que truncó el proyecto neo-cainita (Gén, 11,5-9). Llama la
atención que fueron los bisnietos de Noé que se lanzaron al grotesco
proyecto babélico. Con las memorias del diluvio todavía frescas ¿Cómo es
que se pervirtió tan rápido la sociedad postdiluviana?
[2] Un codo es aproximadamente medio metro.
[3] Straubinger, Bover-Cantera y Biblia
de Jerusalén: Fuentes del grande abismo, o Fuentes del gran abismo;
Junemann: Fuentes del hondo abismo; Nácar-Colunga: Fuentes del abismo.
[4]Los comentarios de Straubinger,
Bover-Cantera y Nácar-Colunga sobre éste pasaje no discuten el porqué de
este episodio. Straubinger menciona que los Padres de la Iglesia dicen
que Noé no pecó pues bebió vino sin conocer su fuerza.
[5]Respecto a los chinos y otros pueblos de Extremo Oriente, no está claro si son de origen semita o camita.