lunes, 26 de mayo de 2014

Pastoral Kirchnerista

Pastoral Kirchnerista

Cuando un día cualquiera de un invierno al azar Patricia me pidió que fuera a su casa, no imaginé con lo que me encontraría. Luego de caminar las ocho cuadras que me separaban de su ahora exhogar y, mientras la rubia me preparaba un cortado con dos de azúcar, no podía dejar de relojear que arriba de la mesa había un disco compacto grabado como todo elemento. Después de charlar de varias cosas que -hoy- no vienen al caso, me entregó el disco para luego encomendarme que lo escuchara cuando estuviera tranquilo.
Como buen boludo, tardé semanas en escucharlo. Si Pato me hubiera dicho “mirá que es una bomba”, o “es la fórmula de la Coca-Cola”, quizás hubiera corrido esas ocho cuadras de vuelta a casa para escucharlo. Pero yo tenía la cabeza en otras cosas de índole judicial -que no tiene nada que ver con usted, Doc- y colgué. Una noche con la mala combinación que brinda el insomnio y un servicio de internet caído, puse el disco. Quedé helado. No por el dato, ni por quién lo decía, dado que era algo que ya se sabía y estaba probado, sino por esa mágica teletransportación que genera un audio viejo.
Fueron varios los motivos para no dar a conocer el audio de una, pero entre ellos se destaca el querer y no querer. O sea, querer dar una primicia y, al mismo tiempo, no querer seguir alimentando el eterno juego de vivir en el pasado. También se sumaba la cuestión de autoridad moral: no me sentía a la altura como para tirar eso, así como si nada.
Por ello, el audio fue a parar a mi mini museo de mitología peronista, junto al chaleco verde de camioneros, un mate del Momo, un escudo en metal esmerilado de la UOM, un cuadro de Perón firmado, los audios con las conferencias del General en la CGT que me regaló Oraldo Brito, libros varios, fotos impublicables.
0516_Mujica4 Decía que no era tan grande la primicia, al menos en cuanto a dato crudo. Si bien cambiaba el personaje comunicador -y vaya qué personaje- no alteraba la óptica del pasado para nadie. O sea, por más que Firmenich, Perdía y Gullo se hicieran los recontrapelotudos, el asesinato de Rucci llevaba la firma de Montoneros y así fue probado. Quizá, si hubiera aparecido algún otro personaje diciendo saber quién mato a Mugica, la historia habría sido distinta. Pero sí,  escuchar cómo Carlos Mugica Echagüe boludea a los montos y afirma que fueron los responsables del asesinato de Rucci, moviliza.
La semana pasada, Cristina quiso homenajear al Padre Mugica con toda la parafernalia de lugares comunes que se podía esperar: llamó al cura por su nombre completo pero obvió el segundo y paquetón apellido, habló del Evangelio, saludó a tres pobres y aseguró que Mugica dio su vida por amor. Uno creería que en realidad entregó su vida porque lo cagaron a tiros, pero no vamos a contradecir a la Jean Austen del Calafate.
Entregada definitivamente al misticismo, habló de los fariseos, de la pasión de Cristo y, de cara a la Villa, la multimillonaria estatal recordó que Poncio Pilatos se lavó la manos como algunos se lavan las manos frente a los problemas de los pobres. En otro momento, el documento de la Iglesia lo habría usado para hacer avioncitos, pero desde que se convirtió en chupacirios papista, no le quedó otra que decir algo: “Estoy absolutamente convencida de que en esa lucha por que los pobres tengan una vida más digna, agua, vivienda, tierra, cloacas, trabajo, derechos estoy haciendo el verdadero homenaje que Carlos Sergio Francisco Mugica”.
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A pesar de que el patrimonio declarado de la Presi  -el que está en blanco- alcanza para darle 1.205 pesos a cada uno de los habitantes de la 31, Cristina consideró que el mejor homenaje al sacerdote consistía en colocar una imagen de su cara mirando a la villa en la que más laburó, una que duplicó su tamaño en los últimos diez años, y que se levanta frente a los ojos de la sermonera ricachona como lo que es: un insulto a los conceptos de igualdad y distribución de la riqueza.
En el medio, la Presi afirmó que la Argentina actual no es violenta, sino que la verdadera violencia era la que le daba tanto miedo en los ’70 que la obligó a partir al exilio interno y a sobrevivir con las changuitas de la expropiación de viviendas. Podría afirmar que el argumento es un tanto conformista, ligero de sustentos o carente de contextos si no fuera que es, sencillamente, un argumento idiota.
Sostener que la violencia de hoy no es violencia en comparación con la de los ´70 tiene tanto contenido como que los militares y subversivos aseguraran que no eran sanguinarios, porque en la época de la Confederación se masacraban por millares y, si eras afortunado, te dejaban la cabeza de tu hermano colgada en la puerta de casa para que supieras cuál fue la suerte que corrió.
Que ya no existan grupos subversivos ni militares con los cubiertos en los bolsillos esperando el momento ideal, no quiere decir que no haya violencia, ni que no tenga nada que ver con la política. La política, entendida básicamente como la forma que adoptan los integrantes de una sociedad para resolver los problemas de la convivencia en comunidad, aun es violenta. Un pibe que sale de caño a ultimar a un laburante que a duras penas llega a fin de mes, está resolviendo su problema de vivir en esta sociedad de mierda con las herramientas que tiene a su alcance y la cosmovisión que mamó.
Y también, que hayan desaparecido las agrupaciones FAR, ERP, Montoneros o FAP -no las de Binner, sino las Fuerzas Armadas Peronistas de Cacho El Kadri, que hasta tenían un sacerdote que se cagaba a tiros con la cana- no quiere decir que no haya pibes sacados, sedientos de modificar su realidad por medio de la violencia. Y ni siquiera puedo decir que les falta organicidad o ambición por el poder, dado que tan mal no les sale, sólo que no pretenden manejar el país: el mundo es el dominio al que llega la vista de sus ojos y el establishment a enfrentar es cualquiera que tenga algún objeto de deseo o algo canjeable.
Y aquí viene el problema de siempre. En lo particular, no me gusta revolver el pasado del país. A duras penas puedo con el pasado de mi propia vida como para ponerme a pelotudear en cómo sería el país si hubieran ganado unos, si hubieran ganado otros, si Perón no se hubiera muerto, si Balbín hubiera sido el vicepresidente, si mi ex fuera macanuda, si mi viejo no me hubiera llevado a la Bombonera desde los cuatro años, si mis abuelos se hubieran quedado en Italia y Francia, o si Abbondanzieri no se hubiera lesionado frente a Alemania en 2006.
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Saluda Fray Puigjané, dirigente del MTP De Gorriarán, detenido por Aníbal Ibarra, condenado a 20 años por la toma de La Tablada, indultado por Duhalde.
Me da la sensación de que es energía gastada al pedo, una forma aburrida, monótona y carísima de distraer la atención en temas en los que nunca nos vamos a poner de acuerdo, y transpolar una realidad extinta para darle validez a una vigente, para darle entidad a las críticas recibidas en un enfrentamiento que, hasta no hace mucho tiempo, estaba en los libros de historia.
Durante años, el Padre Mugica fue el ídolo de los burgueses con culpa de clase que se devoraban sus prédicas tercermundistas. Niños aburridos de sus vidas acomodadas que se sumaron a una lucha que nadie les pidió, pero que creyeron justa. Está claro que Mugica no era un miembro del Opus Dei, pero el retorno de la democracia lo llevó a plantear lo que muchos: si el objetivo era resolver los problemas mediante el gobierno del pueblo, el primer paso estaba dado. Trabajaba y defendía las políticas de acción social del gobierno -sí, las del ministro López Rega- y tenía libre acceso a los despachos del ministerio.
Opción A. Un día, al gobierno le pintó erradicar la Villa 31 y crear un complejo de edificios de viviendas en Ciudadela. El Movimiento Villero Peronista se opuso. La sola idea de asomarse a las ventanas de los semipisos en Avenida Libertador y no tener el paisaje decorado por su amada villa miseria era difícil de dimensionar. Se opusieron a la idea porque entendieron que el amor a los pobres consiste en conservarlos así, pobres. Mugica los trató de burgueses. Lo carnearon.
Opción B. Un día, al gobierno le pintó erradicar la Villa 31 y crear un complejo de edificios de viviendas en Ciudadela. El Movimiento Villero Peronista se opuso porque el ministro López Rega quería licitar la construcción, cuando los villeros podían hacerlo mediante cooperativas, aunque no tuvieran un puto ingeniero entre ellos. O sea, manejar la caja en nombre de los pobres y después se verá qué pinta. Mugica renuncia al ministerio de Bienestar, López Rega lo manda a matar.
Rodolfo Ortega Peña -el que llegó a diputado por el Frejuli y luego acusó a Perón de represor- y Eduardo Luis Duhalde -fallecido secretario de Derechos Humanos de Néstor- dirigían la revista Militancia, una especie de 678 no oficialista de celulosa en el que los intelectuales se hacían la paja puteando a los que no pensaban como ellos. Cada tanto, algún “gorila” aparecía en la sección “La cárcel del pueblo”. El sólo hecho de aparecer ahí era el preludio de algo inevitable. Los días y semanas posteriores al escrache, sólo consistían en la crónica de una muerte anunciada. A Mugica le tocó salir en la Cárcel del Pueblo, porque la sana costumbre de tratar de gorila traidor al que, mientras coincidía en pensamiento, era el líder espiritual de la izquierda, tampoco es un invento del siglo XXI.
Básica y literalmente, lo acusaron de lopezrreguista y lo condenaron por “negar el aporte de una juventud que riega con su sangre el suelo de esta Patria”. En ese texto, los muchachos aclaran que lo que más les jodió fue que Mugica le pidiera a la juventud “que renuncie a buscar la revolución en los libros, con el peligro de morirse de un error de imprenta, y ascienda al pueblo asumiendo sus problemas reales”. Cabe destacar que todas estas acusaciones contra Mugica fueron hechas mientras el país era gobernado por un Presidente democrático que ganó las elecciones con el 61% de los votos.
Según Verbitsky, a Mugica lo mataron los de la Triple A y esto lo sabe porque se lo contó un amigo del sacerdote. Según Cafiero, a Mugica lo mataron los Montos y esto lo sabe porque se lo avisó el propio padre Mujgca, cuando le dijo que andaba con mucho miedo porque sabía que los montos lo iban a matar. El Tony lo juró por Dios. Verbitsky no juró, pero tampoco es religioso.
A mí me resbala como ítem debatible: mientras discutimos por muertos que no van a volver a vivir y que cayeron en desgracia hace 40 años, nos pasan por arriba con los millones que caen en desgracia en la actualidad, los muertos de verdad y los muertos en vida, los que no tienen una puta esperanza porque nacieron pobres y morirán pobres en un país que es diez mil veces peor que el que les resultaba inviable a los jóvenes burgueses con culpa de clase y doble apellido.
Es lo mismo por lo que no me prendo en si los muertos fueron treinta mil, ocho mil o dos, en si los Montos izquierdistas y anticlericales fueron una derivación lógica de los Tupamaros ultranacionalistas y católicos o si fueron un invento de la interna del Ejército, en si a Aramburu lo mataron los Montos o se les murió en el casino de oficiales, en si Perón era de Racing, de Boca o le chupaba un huevo el futbol, o en si la mejor Coupé Torino era la 380W o la ZX.
Y no me prendo porque está más que claro que a la ZX no hay con qué darle. O sea, es lo que yo creo y no hay nada que vaya a modificar mis parámetros mentales si no lo permito. Y no es por una cuestión de edad, sino por otro tema relacionado a la cronología: tanto tiempo pasado me bloquea las ganas de interiorizarme por algo que pasó hace mil años y que dejó de interesarme porque debo depositar mis energías en resolver mis problemas del día a día y de cara al futuro. Lo mismo te pasa a vos, a mi vecino, a tu jefe, a mi hermano y a tus amigos: creamos zonas de seguridad mental de las que no queremos salir, o porque nos da miedo, o, sencillamente, porque no tenemos ganas.
Pero también me resbala porque la consistencia de las pruebas para afirmar que a Mujica lo mataron los Montos son las mismas que las que existen para sostener que lo mataron los de la Triple A y, sin embargo, los únicos que están presos son un grupo de señores de 80 años que nunca portaron, siquiera, un arma, y cuyos únicos antecedentes son haber sido funcionarios de Perón. O sea ¿Para qué discutir si el resultado del juicio no se basa en las pruebas si no en las creencias?
En cambio, es más entretenido ver a la militancia aplaudir que la Asignación Universal por Hijo aumentó un 40%, después de perder un 40% interanual de poder adquisitivo, o verla a Cristina homenajear a Mugica mientras putea a la Iglesia a la cual le tiene que dar bola desde que se declaró devota del Papa Francisco. Y eso sí que es divertido.
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Viernes. Avísenle a Cristina que hoy es San Luis Orione, Don Orione para los amigos, y que el calendario litúrgico pastoral 2014 recomienda la lectura del libro de los Hechos 13, 26-33 y del evangelio según San Juan 14, 1-6. También tiene la posibilidad de ir a visitar las obras del Don y dejar alguna donación del patrimonio que le pagamos todos o, sencillamente, mantener la costumbre y rascarse el higo hasta pasado el mediodía.
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