viernes, 23 de mayo de 2014

Como El Penado 14

Como El Penado 14

mayo 23, 2014
Por

Jorge Enrique Yunes“En una celda oscura del presidio lejano el penado catorce su vida terminó. Dicen los compañeros que el pobre presidiario murió haciendo señas y nadie lo entendió. En una noche fría que el preso deliraba su mueca tan extraña dio mucho que pensar, y sin embargo, nadie, de tantos carceleros se acercó a la celda, del que no pudo hablar.” Esta es la primera estrofa del afamado tango escrito por Carlos Pesce con música de Agustín Magaldi y Noda. Lo evoco porque, sin pretender hacer numerología barata, coincidentemente ese número (14) lleva el artículo de la Constitución Nacional que dentro del capítulo primero, que refiere a las Declaraciones, Derechos, y Garantías, contempla los Derechos Civiles de todos los habitantes de la Nación, y que bien vale recordar y transcribir para luego efectuar un somero análisis comparativo con la cruda realidad de los hechos que se vienen suscitando sin solución de continuidad en nuestro país. “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio, a saber: De trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.” (Art. 14 C. N.). Concretamente me quiero detener en aquellos Derechos Civiles, que en aras de un pseudo “legítimo ejercicio” han conculcado sistemáticamente otros derechos de igual jerarquía constitucional. Es que nadie puede ejercer un derecho, por más legítimo que este parezca, conculcando a su vez con su ejercicio otros derechos tan o más importantes que aquel. Me estoy refiriendo a los consabidos cortes de ruta, a los piquetes obstructivos, a las ocupaciones ilegítimas, etc., tanto en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires como en cualquier otra importante urbe de este bendito país, peticionando a las autoridades por sus derechos, pero a su vez mutilando los otros derechos de los ciudadanos a circular libremente, a trabajar, a comerciar, a usar y disponer de su propiedad o a publicar sus ideas sin censura previa. La autoridad debe asegurar el ejercicio de todos los derechos civiles de los habitantes, y en este caso El Estado ha estado ausente y sin aviso. La Argentina lamentablemente ha dejado de ser un Estado de Derecho y se ha transformado en un Estado Patoteril, en un Estado Mutilador, en un Estado Selectivo, en fin, en un Estado Injusto, y como la letra del tango, el Artículo 14 de la Constitución Nacional hace rato que “murió haciendo señas y nadie lo entendió”. A modo de epílogo ya lo dijo Cicerón: “Seamos esclavos de la ley para que podamos ser libres”.