Como El Penado 14
“En
una celda oscura del presidio lejano el penado catorce su vida terminó.
Dicen los compañeros que el pobre presidiario murió haciendo señas y
nadie lo entendió. En una noche fría que el preso deliraba su mueca tan
extraña dio mucho que pensar, y sin embargo, nadie, de tantos carceleros
se acercó a la celda, del que no pudo hablar.” Esta es la primera
estrofa del afamado tango escrito por Carlos Pesce con música de Agustín
Magaldi y Noda. Lo evoco porque, sin pretender hacer numerología
barata, coincidentemente ese número (14) lleva el artículo de la
Constitución Nacional que dentro del capítulo primero, que refiere a las
Declaraciones, Derechos, y Garantías, contempla los Derechos Civiles de
todos los habitantes de la Nación, y que bien vale recordar y
transcribir para luego efectuar un somero análisis comparativo con la
cruda realidad de los hechos que se vienen suscitando sin solución de
continuidad en nuestro país. “Todos los habitantes de la Nación gozan de
los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su
ejercicio, a saber: De trabajar y ejercer toda industria lícita; de
navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar,
permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus
ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su
propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su
culto; de enseñar y aprender.” (Art. 14 C. N.). Concretamente me quiero
detener en aquellos Derechos Civiles, que en aras de un pseudo “legítimo
ejercicio” han conculcado sistemáticamente otros derechos de igual
jerarquía constitucional. Es que nadie puede ejercer un derecho, por más
legítimo que este parezca, conculcando a su vez con su ejercicio otros
derechos tan o más importantes que aquel. Me estoy refiriendo a los
consabidos cortes de ruta, a los piquetes obstructivos, a las
ocupaciones ilegítimas, etc., tanto en el ámbito de la ciudad de Buenos
Aires como en cualquier otra importante urbe de este bendito país,
peticionando a las autoridades por sus derechos, pero a su vez mutilando
los otros derechos de los ciudadanos a circular libremente, a trabajar,
a comerciar, a usar y disponer de su propiedad o a publicar sus ideas
sin censura previa. La autoridad debe asegurar el ejercicio de todos los
derechos civiles de los habitantes, y en este caso El Estado ha estado
ausente y sin aviso. La Argentina lamentablemente ha dejado de ser un
Estado de Derecho y se ha transformado en un Estado Patoteril, en un
Estado Mutilador, en un Estado Selectivo, en fin, en un Estado Injusto, y
como la letra del tango, el Artículo 14 de la Constitución Nacional
hace rato que “murió haciendo señas y nadie lo entendió”. A modo de
epílogo ya lo dijo Cicerón: “Seamos esclavos de la ley para que podamos
ser libres”.